“He ahí que tenemos a los brutos premodernos de la antigüedad rural corriendo a rebencazos a los pelotudos posmodernos de la sociedad líquida. Los unos son la inmovilidad total, el no ir ni hacia delante ni hacia atrás; los otros son la inestabilidad total, todos los días pelotudeando con la moda del momento y sin saber qué demonios quieren en la vida”, reflexionan en La Batalla Cultural, al poner en contexto histórico el episodio que tuvo lugar hoy en la Sociedad Rural de Buenos Aires cuando un grupo de veganos invadió la pista en la Exposición Rural y los corrieron con caballos.

Se van a reír, pero esto es más serio de lo que se puede imaginar. Esta es una escaramuza en el contexto de la guerra entre lo antiguo y lo posmoderno en un país que jamás conoció la modernidad. Hay dos etapas históricas que se encuentran y no deberían jamás encontrarse. Y eso no termina bien.
He ahí que tenemos a los brutos premodernos de la antigüedad rural corriendo a rebencazos a los pelotudos posmodernos de la sociedad líquida. Los unos son la inmovilidad total, el no ir ni hacia delante ni hacia atrás; los otros son la inestabilidad total, todos los días pelotudeando con la moda del momento y sin saber qué demonios quieren en la vida.
Nuestro problema es que la Revolución burguesa de Inglaterra y de Francia por acá no pasó jamás y, en consecuencia, nunca nos pudimos industrializar. La clase oligárquica siguió cortando el bacalao como una continuación de Luis XVI y María Antonieta criollos, la burguesía nacional nunca se formó y ahí estamos, con un país que no es rural ni robotizado, porque no transitó la etapa de la industrialización. Un país con sociedad civil gelatinosa, como diría Gramsci.
En esa cosa gelatinosa se producen estos encuentros entre la caricatura de Martín Fierro y la caricatura de la posmodernidad occidental. Somos las dos cosas al mismo tiempo, cuando no tendríamos que ser ninguna de las dos. Somos un poco gaucho bruto que resuelve el asunto a rebencazo limpio, pero también somos posmo progre y pelotudo que tiene la brillante idea de ir a una exposición rural a militar el veganismo con pancartas.
Perón quiso hacer la burguesía nacional desde el Estado y no le salió. No le salió y no porque el plan fuera malo o haya sido mal ejecutado, sino porque la oligarquía nunca perdió el dominio cultural y, a la larga, convenció a los nuevos burgueses que lo bueno era deshacerse de las industrias, comprar campos para entrar a la Sociedad Rural y vivir de renta. Es decir, lo lindo acá es ser parasitario.
Los pocos burgueses que quedaron fueron los vagos, los especuladores y los atorrantes que desde la UIA bombearon el proyecto nacional-popular para dar paso a un modelo de país de apertura de importaciones, desindustrialización y bicicleta financiera.
Ergo, no existe la burguesía nacional acá. Ud. dirá que eso tiene relación con la ausencia de una moral protestante y todo eso. Y puede ser, pero el hecho está a la vista: nunca tuvimos burguesía nacional y eso se ve en esta escaramuza entre la oligarquía y el lumpenaje, dos clases sociales que en el resto del mundo ya forman en el catálogo histórico de aberraciones.

N. de la R: Reflexiones tomadas de La Batalla Cultural