El activista Jorge Víctor Ríos reflexiona sobre la política, la alienación y la necesidad de autocrítica, durante su paso por Plural TV como invitado al programa, donde desarrolla además una columna periodística.

Miércoles 19 de junio de 2024. El reconocido activista del movimiento de la diversidad sexual y de género, el comunicador Jorge Víctor Ríos, profundizó en su visión de la militancia y la política y describió a la militancia como una convicción que se vive día a día y no algo que se puede encender o apagar. «Tiene que ver con las convicciones y con el posicionamiento que uno tiene ante la vida y la vida social», expresó.
En el contexto del Mes del Orgullo, Ríos también destacó la importancia de la lucha por la igualdad, el respeto y la dignidad de las personas que forman parte de la diversidad sexual. Y recordó que la militancia abarca más que una sola causa y que es fundamental desde cualquier lugar aportar al bien común. «Parte de la militancia también es formarse, leer, encontrarse y generar espacios de debate y análisis», señaló.
Uno de los conceptos que Ríos viene reflexionando es el de la alienación, un tema central en la filosofía política de pensadores como Marx, Gramsci y Laclau. Explicó que la alienación implica adoptar un discurso ajeno, a menudo de una clase social diferente, que convence a los sectores populares de que ciertas políticas les benefician cuando en realidad perjudican sus intereses. «Es un problema de hegemonía, donde un sector social logra imponer su visión a otros», añadió.
Ríos mencionó al intendente de Hurlingham y escritor Damián Selci, quien en sus libros «Teoría de la Militancia» y «La Organización Permanente» reflexiona sobre la militancia y el psicoanálisis, influenciado por Lacan. Selci propone que los militantes deben crear espacios similares a los terapéuticos del psicoanálisis, donde las personas puedan cuestionarse y descubrir discursos ajenos que los oprimen. «Es una herramienta para entender por qué hay personas que terminan adoptando discursos que van en contra de sus propios intereses», explicó.
La entrevista también abordó la autocrítica en los movimientos populares. Ríos insistió en que es vital no solo declarar sobre autocrítica sino, realmente, dimensionar su importancia para reactivar las «políticas emancipatorias». «Después de los grandes relatos del siglo XX, es hora de que podamos pasar de una posición defensiva al ataque», concluyó.
Ríos también cree firmemente en la aplicabilidad de estos conceptos en la militancia diaria, aunque reconoce que requiere apertura y esfuerzo. Su mensaje es claro: la militancia es un compromiso constante que necesita reflexión y autocrítica para ser efectiva y auténtica.

Jorge Ríos en Plural TV

-¿Estás militando?
-Siempre. A mí me parece que la militancia es algo que uno no puede apagar y prender, sino que tiene que ver más bien con las convicciones y con el posicionamiento que uno tiene ante la vida, y ante la vida social, más que nada. Como mencionábamos en encuentros anteriores, por ahí a veces suena trillado volver a estas cuestiones, pero cuando hablamos de política nos referimos a la polis, a la ciudadanía, a la dimensión de ciudadanía de derechos y obligaciones, y sobre todo a las normas, los grandes marcos de referencia que rigen la convivencia social. Entonces, pensar la política me parece que es desde ahí, desde la vivencia del día a día, desde cómo nos posicionamos respecto a los otros.

-¿Y en qué andás respecto a esto?
-Yo vengo de lo que es el activismo social, en particular del movimiento de la diversidad sexual y de género, ahora estamos en el Mes del Orgullo y el día internacional también, que es el 28 de junio, mes de la lucha por la igualdad, por el respeto, por la dignidad, por los derechos de todas las personas que pertenecemos a la diversidad sexual. Como te decía hace un rato, la militancia es más amplia que una causa, y por supuesto que desde el lugar que cada uno esté puede aportar en ese sentido, me parece que lo debe hacer. Parte de la militancia también es formarse, leer, encontrarse, generar organización, espacios de debate, de análisis. En ese sentido, en este momento estoy pensando mucho en un concepto que tiene que ver con la alienación. Varias veces hablamos de esta cuestión, de esta pregunta de por qué los amplios sectores populares, muchas veces terminan votando a gobiernos que en definitiva van en contra de sus intereses. Podríamos hablar en términos de clase, podemos hablar del espectro derecha-izquierda, pero por ahí hablar de derecha y de izquierda tiene que ver con cuestiones más subjetivas. O sea, no importa cuál es tu posición objetiva en la pirámide socioeconómica, vos podés ser de derecha o de izquierda. Lo que es objetivo tiene que ver con un eje quizás no en un espectro horizontal, sino vertical, es decir, dónde objetivamente te ubicás vos en esa pirámide social, más allá de tu pensamiento. Esa sí no es una discusión subjetiva, meramente ideológica, sino se trata de, específicamente y objetivamente, dónde te ubicás según los ingresos que tenés, por ejemplo. Es decir, las políticas que eventualmente un gobierno puede llegar a aplicar, ¿van a hacer que tu posición en esa pirámide social mejore, se mantenga o empeore? Claramente cuando pensamos en lo que está pasando con nuestros bolsillos en el día a día, podemos tomarle la temperatura al asunto. Esa pregunta clásica que abordaron incluso muchos filósofos de la filosofía política, desde Marx, Gramsci, Ernesto Laclau, de por qué las mayorías populares terminan votando proyectos políticos que terminan perjudicándolos. Y ahí aparece la cuestión de la hegemonía por un lado, como un concepto central, pero también la alienación, que de nuevo, si vamos a la cuestión del origen etimológico de alienación, tiene que ver con lo ajeno, alguien ajeno; es decir, adoptar un discurso que es ajeno, o que un otro, una otra clase social, un otro sector social me termina de alguna manera convenciendo de que es el que me conviene a mí, cuando en realidad está defendiendo sus intereses, que van en detrimento de mis intereses. Esto es lo que básicamente podemos decir que es la hegemonía. Hay un autor que es actualmente el intendente de Hurlingham, que escribió novelas, ensayos, y tiene publicados dos libros que en particular abordan la cuestión esta que estamos charlando. Uno es de 2018, se llama Teoría de la Militancia, y otro posterior, de 2020, que se llama La Organización Permanente. Lo que él intenta hacer es reflexionar basándose en los aportes de los filósofos que abordan la filosofía política, sobre todo, Ernesto Laclau, pero también con los aportes que hace Lacan, desde el psicoanálisis. Y hay una figura en particular que me parece muy relevante, sobre todo para las militancias populares, contrahegemónicas, también podemos pensar en la militancia del movimiento LGBT, los feminismos, que vienen a militar contra la corriente, por eso decimos contrahegemónicos; que la tenemos mucho más difícil siempre, y sobre todo pensar en el cómo, en la metodología, cómo llevamos adelante esas militancias, también lo podemos pensar desde el campo popular. Y ahí aparece también la tan mentada autocrítica, de la que tanto se habla en momentos donde uno dice: ¿qué pasó que otra vez llegan al poder a través del propio voto democrático los sectores que cada vez son los que más van en contra de los intereses populares?

-¿Quiénes hablan de esa autocrítica?
-Se habló mucho luego de los últimos resultados electorales, justamente desde los espacios políticos perdedores, si se quiere, que son los partidos, los espacios políticos que militan por los intereses populares, el campo popular.

-¿Hicieron autocrítica o reclamaron autocrítica?
-Me refiero a que se habla mucho, sea puertas adentro o no, de la necesidad de revisar esas prácticas, sobre todo el cómo. Muchas veces hablamos de revisar, de no negociar agendas, pero sí metodologías. En ese sentido, este autor, Damián Selci, hace un aporte cuando, trayendo a Lacan y el psicoanálisis, compara el trabajo que hace un analista, cuando una persona va al psicólogo buscando hacer psicoterapia, y desde el psicoanálisis se crea un espacio terapéutico donde se propician justamente las preguntas, el poder de la pregunta, y de que quien está siendo analizado pueda ir, a través del discurso, explorando los discursos que rigen su día a día, su vida y sus conflictos sobre todo, en este conflicto que encuentra entre lo que piensa y lo que hace. Él dice: «un terapeuta propicia ese espacio terapéutico para que finalmente, en definitiva, quien está siendo analizado o analizada pueda descubrir que ciertos discursos no son propios, son de un otro”. Y acá tiene que ver, por supuesto, toda la teoría lacaniana del psicoanálisis, y dice: «ese discurso, cuando descubro que era de un otro, empiezo a descubrir por qué estoy en un conflicto objetivo en mi día a día respecto a lo que pienso, respecto a lo que hago, respecto a lo que quiero», porque ahí aparece también la cuestión del deseo. Pero esta idea de propiciar un espacio terapéutico, dice él, es la que deberíamos hacer quienes militamos, propiciar un espacio de militancia donde le damos la posibilidad a una persona que está alienada, podríamos decir, de replantearse, hacerse preguntas y de poder descubrir. Podemos poner el ejemplo, ya que hablamos del mes del orgullo, de una persona que es homosexual pero que, sin embargo, es homofóbica, esto existe y es así, y es sumamente dañino, no solamente para otras personas, sino para esa misma persona que es quizás homosexual y tiene lo que denominamos homofobia internalizada; o el autorracismo en el caso de las personas racializadas. Esto se ve, existe y está estudiado. Entonces, darle la posibilidad a esa persona como militantes, comparando con ese trabajo que hace el terapeuta, de hacerse preguntas y descubrir que quizás ese discurso que lo está oprimiendo y que está ejerciendo una auto-opresión, en realidad es un discurso ajeno, un discurso de un otro que es el que el psicoanálisis seguramente dirá: «es otro el que goza con ese discurso y no yo», digamos, «es otro el que se beneficia de ese discurso y de esas creencias y no yo». Ahí aparece también una herramienta, me parece, para considerar que esos procesos llevan tiempo y que muchas veces son las propias personas las que tienen que llegar a descubrir esas verdades. No porque yo venga y grite más fuerte y te acuse de tal o cual cosa, de homófobo, de racista o lo que sea, voy a realmente convencerte, por el contrario, lo que suele ocurrir es que esas personas muchas veces entran en una espiral de silencio, porque saben que es un discurso que socialmente, en ese momento histórico, está sancionado, entonces, no lo dicen pero lo siguen pensando; hasta que aparecen representaciones políticas, como son los líderes de la ultraderecha en este momento, es lo que pasó en su momento con Trump, con Bolsonaro, y en este caso en Argentina con Milei, que de alguna manera vienen a reactivar prejuicios, aunque se presenten como lo nuevo y lo revolucionario, en realidad es lo más viejo que hay, y vienen a restaurar órdenes que pensábamos ya superadas, y además, con una virulencia y una violencia tremendas, que pareciera que día a día seguimos naturalizando. Como esta cuestión de: «si tienen hambre, ya van a morirse, y a partir de ahí vemos, a partir de ahí empezamos a charlar si el Estado tiene que hacer algo o no”.

-¿Ese concepto lacaniano es aplicable? ¿Lo aplican? ¿Tiene campo para que prenda de esa manera?
-Yo estoy seguro que sí, pero requiere también de apertura y de justamente esa apertura a la autocrítica. No solamente declamar que vamos a hacer una autocrítica, sino dimensionar la importancia de hacer esa autocrítica, porque, de lo contrario no va a haber posibilidades. Con esto, ese autor apunta a poder reactivar de alguna manera lo que él denomina las “políticas emancipatorias”, que de alguna manera entraron en una especie de impasse después de lo que fueron los grandes relatos del siglo XX, que, como diría Fukuyama, un filósofo: «la historia se terminó con la caída del muro de Berlín»; por supuesto, esto no es así, pero sí hubo un impasse, y este autor Damián Selci dice: «Es hora de que ese impasse se termine y que podamos reactivar y pasar de una posición defensiva, que es lo que venimos haciendo, al ataque».

-¿En los ámbitos donde vos militás es aplicable ese concepto lacaniano?
-Sí, es aplicable, aunque cuesta; pero creo que es aplicable y creo que no va a quedar otra que aplicarlo.