
“Después del primer millón uno se puede dar el lujo de ser honesto y defender la verdad y la justicia como fundamentos para un orden social duradero.” La frase pertenece a John D. Rockefeller, el fundador del imperio petrolero. Su cinismo desoculta el origen mafioso de las grandes fortunas que hicieron de los Estados Unidos una potencia económica y tiene además, el valor sociológico de develar los cimientos del modelo de acumulación capitalista. Cinismo imitado aquí, a lo criollo, por grandes empresarios que hicieron sus fortunas y dudosamente con el Estado durante la dictadura.
NUEVOS RICOS EN BUSCA DE INSERCIÓN SOCIAL: Rockefeller como Andrew Carnegie, el zar del acero, que llegó a ser la fortuna más grande de los Estados Unidos monopolizando a los tiros la venta de acero para la construcción de ferrocarriles, no sólo se asemejan en la forma de amasar sus riquezas y el cinismo, sino en la posterior filantropía. El Rockefeller Center, el Carnegie Hall, son edificaciones que pretenden ser reparadoras y promotoras de cultura. Saben que el dinero compra casi todo y lo que no compra lo elimina o lo margina. Es claro que los dos magnates, que hicieron plata con la guerra civil, y a decir de otra frase célebre de don John D. “la manera de ganar dinero es comprar cuando corre la sangre en las calles”, los dos magnates, que ya tenían de todo, buscaban desesperadamente un reconocimiento social. Es lo que no se compra aunque el señor dinero las abra las puertas de palacios y casas de gobierno. Con no mucho esfuerzo se puede trasladar imágenes. Del Imperio a Misiones. Son pocos los empresarios, digamos de riesgo, que se hicieron ricos de la dictadura a estos años. La mayoría de las nuevas fortunas tuvieron su formación en negocios con el Estado. Es el caso de Francisco “Pepi” Wipplinger. Desde un medio que no es precisamente oficialista, y ya en diciembre pasado, se observaba, en tono más que hilarante una de las cartas al lector que suele firmar “Pepi” dando clases de moral, política y buenas costumbres”. Incluso se subrayó que en el mismo tono de la recordada nota editorial de Escribano a Kirchner en 2003, publicada en La Nación, don Pepi se arrogaba el poder “hasta de ponerle plazos al nuevo gobierno nacional y provincial”. La publicación, especializada en chismes y rumores, aunque pocas veces chequeados, sostenía que esa tribuna de moral y ética de FJW, causaba indignación, no sólo en sus víctimas sin también “en ámbitos empresariales “. Recordaba que Wipplinger “se olvidó que de una manera muy oscura se hizo millonario a costa del Estado” Fue proveedor de combustible de la usina de Emsa, de Papel Misionero, donde entraba con combustible y salía con maderas (sin ningún control) y lo más fuerte de todo, fue socio y testaferro del militar paraguayo Lino Oviedo”. Por eso, cuando Primera Edición, o el diputado Adolfo Claudio hablan de “ fuga sistémica de los recursos de EMSA, o de “mala administración”, deberían al menos aprender a callarse.
