Javier Milei, el hombre que preside la Argentina –esta semana desde Europa–, volvió a mostrarse violento y hostil en sus redes sociales después que el Congreso rechazó su proyecto de Ley. Llegó a hablar de traidores y descalificó a la política con amenazas de denunciar hechos de corrupción. Sus laderos se suman al amague de las denuncias y las chicanas.

Domingo 11 de febrero de 2024. En el análisis político de la semana, desde el Gobierno misionero dicen que en el tratamiento particular de la Ley Ómnibus, los diputados de la Renovación mostraron comprensión acerca de la importancia de evitar las confrontaciones políticas y por lo tato buscaron una postura sensata al buscar el consenso y dejar de lado las peleas, respaldada por el 75% de los votos que respaldan este espacio de gobierno dentro de la provincia. Entienden que esa posición contrasta con la nueva grieta impulsada por el presidente Javier Milei, que genera un clima de violencia y hostilidad.
Para la política local, la atención de un presidente ya de por si incomprensible en sus comportamientos, debería centrarse en gobernar y frenar la pérdida del poder adquisitivo en lugar de distraer a la población con peleas políticas. La estrategia de confrontación de Milei busca desviar la atención de la creciente inflación y sus efectos adversos en la sociedad; esa confrontación surge del propio Presidente como del Gobierno que encabeza, con actitudes patoteras de funcionarios y redes sociales que se esconden detrás del anonimato como la red en X de “Oficina del Presidente de la República Argentina” que hace escraches, denuncias, amenazas y amaga con denunciar actos de corrupción, con el aval del Gobierno de La Libertad Avanza y la nueva alianza con el PRO.
La postura misionera en el voto a la Ley Ómnibus, dicen, fue una postura democrática que apoyó el proyecto en general y luego solicitó correcciones en beneficio de la provincia. De todas maneas, el proyecto fracasó al no conseguir los apoyos necesarios.
Mientras tanto en Misiones, el tema preponderante en la semana que pasó fue el de la yerba mate y su instituto nacional en jaque, el Inym, donde el centralismo porteño nombró como titular a Daniel Notta, un hombre de la industria y del puertismo, que no cayó bien en ningún sector local, sobre todo en el de los productores y en la política. Surgieron protestas, rechazos y amenazas de volver con los tractores a las calles y las plazas, como símbolo de lucha de los pequeños y medianos productores.