Myriam Duarte reflexionó sobre la importancia de los derechos humanos, su evolución histórica y la responsabilidad del Estado en garantizar su pleno ejercicio en pos de una convivencia más armoniosa y democrática entre los seres humanos. Plural TV volvió a las pantallas de Canal 4 Posadas.

Domingo 21 de abril de 2024. Myriam Duarte, columnista de Plural TV, señaló que es imperativo revisar y reafirmar los conceptos de derechos humanos y las responsabilidades inherentes del Estado para garantizar su pleno ejercicio por parte de la ciudadanía. Así, retomó la relevancia de los derechos humanos en el marco internacional y su evolución histórica dentro de la civilización humana. En ese contexto, recordó que muchos de estos conceptos fueron desdibujados, especialmente para ciertos sectores estatales, por lo que se vuelve esencial revisar y comprender la historia al respecto.
Duarte recordó que el compendio internacional de normativas que resguardan los derechos humanos evolucionaron desde sus inicios como una carta universal hacia especificaciones más detalladas que reconocen las particularidades de distintos grupos humanos, como personas con discapacidad, infancias, adultos mayores, personas afrodescendientes, entre otros. Esto evidencia que, aunque todos los seres humanos son diferentes, deben tener equidad en el acceso y ejercicio de sus derechos.
En la columna también aborda el concepto de «casta», refiriéndose a una élite social que históricamente detentó el poder de manera hereditaria, sin participación ni mérito de la sociedad en general. Esta élite tenía el poder de tomar decisiones fundamentales para la vida de las personas, incluso ejerciendo violencia sobre ellas, lo que resalta la necesidad histórica de desarrollar Estados Nación y sistemas jurídicos más civilizados y democráticos, explicó.
La evolución de los derechos humanos fue progresiva, adaptándose a las necesidades cambiantes de la sociedad. Duarte destaca, entonces, que los derechos humanos son compromisos progresivos asumidos por los Estados signatarios de las cartas internacionales, subrayando la importancia de que estos derechos sean progresivos y no regresivos.
Además, introduce el concepto de «derechos de cuarta generación», que se refieren al ejercicio de la libertad y el acceso a bienes culturales. Estos bienes culturales, que van desde herramientas y máquinas hasta expresiones artísticas, fueron financiados históricamente por las élites poderosas, lo que limitó su acceso y desarrollo a ciertas castas adineradas. Hoy en día, es esencial que el Estado garantice el acceso universal a la cultura y las artes como parte fundamental de los derechos humanos, insistió.
Duarte también cuestionó las decisiones del Gobierno nacional respecto a la cultura, sugiriendo que no se trata de un problema económico, ya que los recursos fiscales siguen existiendo, sino más bien de una cuestión de clase y acceso a los derechos. Insiste en la importancia de que el Estado cumpla con sus obligaciones en materia de derechos humanos y que los ciudadanos estén informados y comprometidos en exigir su cumplimiento.

Myriam Duarte en Plural TV


-¿Con qué tema venís hoy Myriam?
-Me pareció necesario en este momento recuperar un poco las nociones por las que empezamos a hacer esta columna, que tenían que ver ubicar la noción de derechos humanos en el marco, en el contexto de la normativa a nivel internacional y, a su vez, en la evolución histórica del ser humano en esto que llamamos civilización. Me parece que en estos últimos tiempos es muy necesario retomar los conceptos de derechos humanos, por un lado, y las responsabilidades que esto implica por parte del Estado, para garantizar esos derechos para su pleno ejercicio por parte de la ciudadanía. Y me parece necesario porque aparentemente hay muchos de esos conceptos que están muy desdibujados y, sobre todo, que están desdibujados para ciertos sectores del Estado. Así es que me parece importante hacer un poco de historia nuevamente al respecto. El compendio internacional de normativas que resguardan los derechos humanos, que, como contamos, empieza como una carta de los derechos de los seres humanos en todo el planeta, después necesita tener ciertas especificaciones, lo cual va poniendo en evidencia que no todos somos lo mismo y no todos los seres humanos estamos incluidos en una misma categoría. Así se van habilitando nuevas categorías, por ejemplo, el derecho a las personas con discapacidad, el derecho a las infancias, los adultos mayores, las personas afrodescendientes, etcétera. Entonces esto va mostrando que en lo relacionado con el vínculo entre las personas y, sobre todo, de las instituciones con las personas, no todos los seres humanos somos iguales. Lo que importa de esto es que más allá de las diferencias, que es importante tenerlas, respetarlas y celebrarlas, es que aún en esas diferencias tengamos una equidad en el acceso al ejercicio de nuestros derechos, porque hasta el periodo de la Ilustración, momento hasta el que el Estado como tal todavía no existía, el poder lo ejercía una casta social que siempre fue una casta superior.

-Me suena la palabra “casta”…
-Por eso hago referencia, porque no es casual. Es importante tener presente qué significa la palabra “casta”: un sector social que toma todas las decisiones de manera, además, hereditaria, porque se supone que es un poder bajado de manera divina, no hay un proceso en el cual las demás personas participen, donde no hay ninguna meritocracia, la historia no se basa en el desarrollo de una meritocracia. Hasta hace no tanto tiempo esa posibilidad no existía, que también es toda otra discusión. La Revolución Francesa, en definitiva, hace posible el ascenso de la burguesía para que ese sector social compuesto por los comerciantes, pudiera ocupar un lugar que quería y al que no podía acceder porque era solamente hereditario. Entonces, hay que prestar atención a eso, porque no son las libertades de todos. Las libertades burguesas no son las libertades de todos. Cuando se desarrolla todo el plexo normativo de derechos humanos tiene que ver básicamente con que esa casta superior decidía qué pasaba con la vida de todas las personas, por ejemplo, si un señor feudal veía una niña de la edad que fuera y le parecía que él tenía derecho sobre ella, podía ejercer todo tipo de violencia y uso sobre el cuerpo de esa niña porque era de su propiedad, era su gleba. Eso por un lado, pero hay otra parte que es mucho más grave, si se quiere, que, por ejemplo, si recibías una acusación de haber cometido algún delito no existía el derecho a defensa, en función de la gravedad del delito que se te imputaba y de cuántas personas decían ser testigos, se te condenaba; y esa condena no requería pruebas, solamente la palabra de personas. Y la condena podía consistir, por ejemplo, en que te abrieran el vientre, te sacaran las tripas y te arrastraran con un caballo por toda la plaza del pueblo, lo que se llamaba escarnio público, que no era solamente el castigo que vos recibías, sino lo que eso implicaba para aleccionar al resto de las personas. Entonces, en ese grado de barbarie es que se entiende que en algún momento es necesario desarrollar lo que luego son los Estados nación, que son grupos de personas que toman decisiones, que legislan, que dicen cuáles son las conductas que se consideran delito y, por lo tanto, se castigan, y de qué manera se castiga cada uno de ellos. Estos son acuerdos, convenciones que el ser humano va desarrollando para empezar a vivir de una manera un poco más civilizada y un poco más democrática, en esto que no tiene nada que ver con votar.

-Va desarrollando y después va mejorando…
-Por supuesto, el día de hoy sabemos que nuestra democracia tiene muchísimos errores y muchísimas fallas, es muy perfectible en un montón de órdenes, pero sin duda es el resultado de la progresión de todas estas convenciones entre distintos grupos de personas para llevar adelante una convivencia más armoniosa entre los seres humanos. En todo ese proceso aparecen un montón de normativas que tienen que ver con los derechos humanos, que garantizan desde el derecho a la vida, a la alimentación, a la vivienda. Algo con lo que insistimos en la primera temporada de la columna es que los derechos humanos son plexos normativos de nivel internacional a los que adhieren las naciones voluntariamente, y una vez que los países son signatarios de esas cartas relativas a cada uno de esos aspectos de los derechos humanos, son sí o sí progresivos y no pueden tener regresividad, el Estado se compromete a eso. Dentro de esas últimas normativas aparecen lo que hoy se denomina derechos de cuarta generación: los derechos que tienen que ver con el ejercicio de la libertad y del acceso a los bienes culturales. Con bienes culturales nos referimos a todo aquello que el ser humano produce técnica y simbólicamente y que ayuda a mejorar sus condiciones de vida en múltiples aspectos; hablamos desde la producción material, las herramientas, las máquinas, los dispositivos que simplifican las vidas de algunas personas, y también cuando nos referimos a aquello que se denominaría la cultura elitista, ¿y por qué es necesario garantizar esa cultura elitista? Porque en determinado momento es netamente elitista, y también lo digo porque me parece importante contarle a la gente -parece que hoy fuera casi pecaminoso por parte del Estado poner recursos en sostener la actividad cultural- que los grandes artistas que hacen a nuestra cultura -la cultura judeocristiana y occidental- no existirían si no habría mandamases con mucho poder y con muchos recursos que solventaron el trabajo, los que en ese momento representaban lo que hoy es el Estado. O sea, no conoceríamos un Miguel Ángel, un Leonardo Da Vinci, no conoceríamos a muchísimos de los grandes mentores de la cultura de la que hoy nos jactamos de ser parte, si no habría atrás gente que ponía los recursos para que esas personas pudieran dedicarse a esa labor cultural artística y no tuvieran que trabajar de cualquier cosa para sobrevivir y en el resto de su tiempo de ocio hacer como hobby, como distensión, algo artístico. Esto hacía que solamente podían desarrollar arte erudito, arte elitista, las personas que formaban parte de esas castas muy adineradas que tenían muchos recursos económicos y por lo tanto no necesitaban “trabajar” para vivir, porque sus familias vivían del trabajo ajeno. Hoy en ese desarrollo de esa evolución normativa que tiene que ver con garantizar derechos humanos, también es importante entender que el rol del Estado es fundamental en garantizar, primero, que todas las personas tengamos derecho a conocer distintas formas de hacer arte, para saber qué es lo que nos gusta, qué es lo que disfrutamos, qué nos hace bien en nuestra vida, nuestra salud mental, en nuestra salud social y por otro lado, también porque si no conocés una forma de desarrollo de ejercicio del arte, no podrías saber nunca si es algo que a vos te gustaría hacer, por ejemplo. Y esto es algo que no puede experimentarlo todo el mundo, no tenemos la misma equidad en el acceso a los derechos -que no es igualdad- que me da a mí la posibilidad de conocer el acceso al arte y de decidir qué es lo que me gusta para mi disfrute y mi ocio o para dedicarle mi vida a eso. Por eso es importante que esté el Estado atrás, y también es importante que los recursos de todos los ciudadanos -que pagamos en nuestros impuestos y que no los pagan pocas personas, los pagamos todos, cada vez que compramos un kilo de pan, un kilo de arroz, todos estamos pagando esos recursos- que estén volcados a aquello que tiene que ver con una mejor convivencia, una mejor salud mental, salud social, ya que no hay mejor manera de emplear esos recursos que no son del Estado, son de los ciudadanos, porque somos los que ponemos los recursos que el estado decide cómo va a administrar. Entonces, como ciudadanos, muchos de los colectivos de personas con los que trabajo nos sentimos orgullosos de que a los recursos que aportamos al Estado se los administre en garantizar un bien cultural, como es el ejercicio de las artes y la cultura en todas sus expresiones.

-¿Las decisiones del Gobierno nacional respecto a esto tienen que ver la mirada economicista o crees que hay alguna otra intención de destrucción cultural?
-Yo no creo que sea económico porque los recursos los siguen teniendo, porque los impuestos los siguen cobrando a todos, aunque esos recursos no sabemos a dónde van hoy. No es económico el problema. Acá hay un problema que es de clase y que tiene que ver con tirar para atrás ese acceso a los derechos, esa equidad en el acceso a los derechos que, como Estado, la Argentina no puede acometer porque es signataria de la carta de los Derechos Humanos, no puede ser regresiva, tiene que ser progresiva, y eso es una obligación legal en el marco internacional, no se trata de una cuestión voluntariosa. Por eso también es importante que como ciudadanos conozcamos esto y reclamemos y demandemos que nuestro estado cumpla sus obligaciones, primero para con sus propios ciudadanos, ya que se trata de recursos de los propios ciudadanos que el Estado solamente administra.