Misiones no escapa a la profunda crisis económica y social que afecta al país. El sacerdote Alberto Barros, representante de Cáritas Argentina, expone en una entrevista con Ariel Sayas de Canal 4 Posadas las duras realidades que enfrenta la población, destacando el aumento exponencial de la pobreza y la falta de contención social adecuada. Además, aborda la creciente división social y el impacto del individualismo elitista en la toma de decisiones políticas, ofreciendo un análisis profundo de los desafíos actuales.
Jueves 2 de mayo de 2024. El aumento de la pobreza, la devaluación, la inflación descontrolada y los sueldos estancados dejan a numerosas familias sin recursos básicos para subsistir, dice Alberto Barros, sacerdote y referente de Cáritas Argentina, con una mirada cruda sobre la situación de miles de personas que evidencian a profunda crisis económica y social que afecta a la población en todos los niveles, dice.
El sacerdote destaca el reciente documento emitido por los obispos argentinos, que refleja la gravedad de la situación social en el país, con un aumento significativo de la pobreza y una clase media que se desliza hacia la precariedad. Además, señala la falta de medidas de contención social adecuadas por parte del gobierno, lo que exacerba el sufrimiento de aquellos en situación de vulnerabilidad.
En cuanto a las particularidades de esta crisis, el “padre Barros”, como lo conoce la ciudad, apunta hacia el surgimiento de un individualismo elitista y mesiánico, que desprecia la solidaridad comunitaria y promueve la división social. Esta mentalidad, dice, generó un clima de violencia y estigmatización hacia los sectores más vulnerables de la sociedad.
En relación con la reciente controversia sobre el esoterismo en la política, el sacerdote cuestiona la capacidad de diálogo y liderazgo del presidente Javier Milei, señalando una desconexión preocupante con la realidad. Además, aborda la colaboración entre el gobierno y organizaciones religiosas, destacando la importancia de no utilizar la asistencia social como herramienta política.
El cura también hace un llamado a la solidaridad y a la acción colectiva para enfrentar los desafíos actuales, mientras expone la falta de políticas inclusivas y una verdadera atención a las necesidades de los más desfavorecidos, aunque destaca el papel fundamental de la comunidad y la fe en la construcción de un futuro más justo y equitativo para todos los misioneros.
A continuación, la entrevista de Ariel Sayas al cura Alberto Barros.
Alberto Barros en Canal 4 Posadas
-Usted está en territorio permanente. Esto significa recorriendo los barrios, atendiendo a la gente. ¿Qué está viendo? ¿Cómo definiría la situación en la provincia de Misiones, en este este momento del país?
-La mirada que nosotros tenemos desde el equipo de Cáritas Diocesano es una mirada de un momento muy duro, muy crítico, de mucho dolor, donde a partir de algunas medidas que se han tomado desde el inicio de este gobierno nuevo, con una fuerte devaluación, una disparada de la inflación muy fuerte, los sueldos pisados, gente que va quedando sin trabajo. Realidades que los obispos argentinos han reflejado en el último documento que sacaron el 19 de abril, donde hablaban de una situación social muy crítica con un aumento de la pobreza muy grande. Si bien ya veníamos con problemas con gestiones anteriores, pero ahora ha habido un aumento exponencial de la pobreza a raíz de estas últimas medidas, que son parte de un ajuste, por un lado, necesario en algunos aspectos, pero a nuestro entender implementado de una manera muy dura, y me atrevo a decir esto, con mucho de insensibilidad y sin contención social adecuada. Eso ha implicado que tengamos pobres más pobres, una clase media que va cayendo en la pobreza, jubilados cada vez más pobres, gente sin trabajo, un proceso donde muchas industrias están viniéndose abajo por falta de consumo, lo mismo en el comercio. Todo eso tiene impacto también en los barrios. Ya el tema de las changas se hace más difícil, todo el mundo cuida el pesito que tiene y no hay a veces la posibilidad de decir: “llamo a este para que me corte el pasto, a este para que me arregle tal cosa”, y la verdad que vemos es una situación muy dura, donde en función del famoso déficit cero, parecería que es el número mágico a lograr, en el camino va quedando mucha gente desatendida. El sábado tuvimos una reunión con movimientos sociales convocada por la Comisión de Justicia y Paz de la Diócesis, con la presencia del obispo, y ratificamos eso, se ha cortado todo el tema de alimentos a los comedores en el país, Cáritas tiene algunos, pero en menor en porcentaje a los que tienen organizaciones barriales, movimientos sociales. Los obispos lo denunciaban hace unos días en ese documento donde decían que el haber cortado de cuajo la mercadería en los comedores ha hecho que se cierren muchísimos de ellos, y que hoy muchos vecinos no tengan para esa comida diaria. Los obispos dicen expresamente en ese documento: “hoy muchos abuelos y abuelas se debate en el drama cotidiano de elegir entre medicamentos o alimentos”. Esa situación social es durísima, no estamos haciendo un análisis económico, sino social, y eso es lo que vemos, que hay mucho dolor.
-¿Qué hace diferente esta crisis económica a las anteriores que hubo en la República Argentina? ¿Qué particularidades tiene?
-Interesante, y tomo también algo de los obispos que, en lo personal, vengo diciendo hace rato, y que es un problema más de tipo cultural, creo que hoy desde las máximas autoridades del país y ciertos círculos se está endiosando un estilo de vida individualista, donde lo importante es el logro personal, es que yo consiga lo que me propongo sin ningún interés por los demás, una especie de ley de la selva, donde a partir de un concepto de libertad extraño se fomenta un individualismo que se despreocupa del otro. Y todo individualismo, desde la fe lo sostenemos siempre es anticristiano, porque la fe implica siempre comunidad, encuentro, compartir, trabajar juntos, pero también es absolutamente inhumano, porque estamos llamados a trabajar socializando nuestra vida con otros; por eso tenemos amigos, familias, pero esta idea del individuo sin relación con el otro yo nunca lo vi, y acompañado con un estilo muy autoritario y muy violento en redes sociales. Cuando el señor Presidente, con todo respeto, define al estado como una asociación criminal, cuando él mismo lo preside lo vemos, y desde ahí hay actitudes muy violentas con muchos actores sociales del mundo artístico, del mundo de la cultura, del mundo de la economía, propios y ajenos, yo nunca vi eso. Eso va generando también un ambiente de mucha violencia, de mucha grieta, que si ya teníamos una grieta horrible, esta me parece mucho más grave. Esto ha dado origen también como tema cultural nuevo a una catarata de estigmatizaciones, desprecios.
-¿Qué es la que más le preocupa de esto?
-La de estos ciertos sectores individualistas, que también son elitistas porque cuando uno cree que lo importante es el individuo sin conexión social, entonces lo mío siempre es lo más importante, y si lo importante soy yo, es porque lo otro es menos importante. El individualismo siempre es elitista y por eso el individualismo elitista tiende a despreciar al diferente: “el otro no sirve, el otro hace las cosas mal, el otro está demás”, se tiende a destruir todo lo que tenga que ver con lo comunitario. Todas estas ideas raras, que todo lo que implica reunirse para trabajar juntos está tildado de oscuro, cosas raras, y con ese argumento todo lo que es comunitario se cierra, se desfinancia los clubes, los comedores comunitarios, los programas sociales. Todo lo que es comunitario está estigmatizado como despreciable la cultura individualista elitista, que es una forma de presentar la enfermedad como algo sano. El individualismo elitista es una enfermedad, es un vicio, es destructivo, pero hoy se lo presenta como algo valioso; es más, la gente de bien somos nosotros, los individualistas, que somos libres, ante toda esa turba de gente pobre, falopa, chorra. Es la estigmatización del pobre, del diferente; cuando uno sabe que no es así, la realidad no es ni blanca ni negra, hay grises y hay gente buena y mala en todas partes, pero esto de dividir la gente de bien por un lado y los monstruos del otro es para mí un espanto cultural que no hay que permitir que se instale.
-Hoy está en la agenda la cuestión de lo esotérico, porque está publicado en muchos medios nacionales e internacionales que Milei consulta con una médium para hablar con su perro muerto y que en base a eso toma decisiones. ¿Qué pasa con el Presidente al momento de tomar decisiones? ¿Cómo ven desde la fe esta cuestión que vuelve a instalarse, del poder esotérico, esta cuestión extraña de un submundo que tiene que ver con los espíritus?
-Retomo primero lo que tiene que ver con lo que afirmaba del individualismo elitista. Pues tenemos un Presidente que no le habla a la familia. Sí, porque todo lo comunitario es un problema para el Presidente. Yo no quiero meterme en cuestiones psicológicas, pero evidentemente es un hombre que tiene una especie de aislamiento en sí mismo muy fuerte, no tiene capacidad de diálogo, de escucha, y eso genera obviamente muchos problemas porque ningún país se construye sin diálogo, sin compartir, sin negociar. Entonces, esta cosa de un individualismo un poco mesiánico que tiene que ver con lo elitista, lo que yo pienso es verdad revelada desconectado de los demás, es fatal. Entonces obvio que la familia no va a importar, no van a importar las organizaciones barriales, los clubes, las universidades públicas, todo lo que es público que tiene que ver mucho con lo comunitario está sospechado, con estigmas violentísimos por parte del Presidente. Después de la enorme marcha universitaria el otro día su primera reacción en las redes, pues parece que es su mundo, fue terriblemente despreciativa, tratando a todo el mundo de zurdos cuando había gente de todo tipo en la marcha, todo tipo de ideologías. Evidentemente le cuesta el diálogo, entiendo que tiene un montón de funcionarios que renuncian todo el tiempo a raíz de estas cosas, otros que hacen malabares para dialogar, pero después quedan desautorizados. Es muy difícil una conducción del país así. Y ese individualismo elitista, mesiánico, desprecia todo lo que es el compartir, las diferencias, el encuentro de lo diferente que enriquece en todos los ámbitos, la familia, lo social, lo político; la diferencia es riqueza. Pero si lo diferente es motivo de destrucción, si no te adecuas a lo que yo quiero digo y pienso te destruyo, esto termina mal, obviamente. Y toda esta cosa delirante de lo esotérico también habla de algún problema en el ámbito de lo psicológico, con una cosa rara de mezcla también religiosa. Alguien que se dice católico pero mezcla cosas del judaísmo mal entendidas, del catolicismo mal entendido, que por un lado te dice que el Papa es el cómplice de las dictaduras sangrientas de América Latina, que le dice barbaridades, lo insulta, después lo pondera. Son unas mezclas extrañas, a mí no me preocupa lo religioso, pues gracias a Dios tenemos un país con libertad de culto y cada uno tiene gracias a Dios el derecho de profesar la fe que quiera. El tema es cuando estas mezclas raras se utilizan de alguna manera para ejercer un poder que daña a otros, eso es lo peligroso, porque da la impresión de que algunos se auto justifican diciendo “yo tengo la iluminación que me viene de lo alto, las fuerzas del cielo son las que me iluminan”. Digo perdón ¿nosotros somos todos incapaces, somos todos inútiles, nadie puede pensar, nadie puede disentir?, es muy loco todo esto. Y esto de los perros parece anecdótico, pero que un Presidente repita una y otra vez “mis hijitos de cuatro patas”, que su círculo familiar sean los perros y su hermana es un mundo afectivo extraño. El problema es que es el Presidente de la República, del cual dependemos de muchas de sus decisiones. Yo espero que quienes están alrededor de él tengan la capacidad de decir: “bajemos a la realidad”. Porque alguien que vive en ese mundo esotérico tiene una desconexión con la realidad muy fuerte, que ya lo hemos visto con muchas cosas que el presidente afirma que no son reales, así como esa idea de que “a mi quinto perro lo tengo al lado, juego con él y es un juego imaginario”, también hay una relación imaginaria con la realidad; afirmaciones que no son ciertas, como en algunas otras entrevistas decía que las prepagas que aumentaron una única vez, y ya venían aumentando hacía cuatro meses. Entonces uno ve que hay un problema de desconexión con la realidad. A mí el color político de quien gobierne no me va ni me viene, en Argentina siempre cambiaron los partidos políticos que gobernaron, y es bueno que haya un recambio, el problema es la capacidad de gobernar. El Papa lo dijo en un encuentro vía zoom con un grupo de magistrados en su momento argentinos, hacía la distinción entre la legitimidad de ser elegido y la legitimidad de gobernar, que son dos cosas distintas. Uno puede ser elegido muy legítimamente, pero uno tiene que elegir legitimar después su gobierno con buenas acciones, trabajando por el bien común. Si eso no se da estamos en un problema.
-Se difundieron imágenes de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, con autoridades de diferentes iglesias evangélicas pentecostales y tengo entendido que de la Iglesia Católica también. ¿La Iglesia Católica cogestiona con el Ministerio de Capital Humano? ¿Tiene algo que ver?
-No, pero está bueno que lo aclares. Sucedió que en función del famoso déficit cero que había que lograr, la idea era ajustar todo lo que venga, jubilaciones, asistencia social. Se lo justificó diciendo que todo es un curro. Primero se instala la idea de que acá se roba todo, entonces se cierra todo hasta que auditemos, y pasaron cinco meses y no se mandó ningún alimento a ninguna parte. Eso significa un montón de meses donde mucha gente no comió y se ahorró ese dinero; como sucedió con tantas otras cosas, como con los medicamentos y demás. Fue tal el lío al principio que la Comisión Permanente del Episcopado sacó un documento que decía: “el alimento no puede ser variable del ajuste”, diciendo que no se puede ajustar privando del alimento a la gente que más lo necesita. Entonces ahí generaron esa salida de llamar a algún grupo evangélico, casualmente conectado con alguna diputada ligada a la Libertad Avanza cuyo padre es pastor. Y después convocaron a Cáritas para hacer un convenio, pero que en realidad son cosas que ya estaban. Después los obispos están en Cáritas desautorizaron esa reunión y dijeron “cuidado que no nos usen para tapar la ausencia de mercadería en todos los comedores que están cerrando porque hasta el día de hoy no mandaron alimentos”. Comedores que gestionan organizaciones barriales, ONG, movimientos sociales, y se dijo: “quieren auditar, auditen, espectacular, hay que auditar, pero no cerrar, que es otra cosa”. Entonces hay que ser claro: ¿queremos ahorrar a costa del hambre o queremos auditar para hacer mejor las cosas? Son dos planteos completamente distintos.
-Como conocedor de Cáritas, porque soy colaborador, y puedo decir que se audita absolutamente todo…
-Por eso con Cáritas lo único que se hizo fue, por un lado, renovar un convenio que es un programa educativo donde se mandan fondos para espacios de merienda donde los chicos reciben a través del voluntariado de Cáritas apoyo escolar, se busca la inserción escolar, que son programas que vienen de hace muchísimos años con distintos gobiernos con distintos partidos. Y además, lo que recién ahora se está empezando a concretar pero que en realidad también ya viene de antes y no es nada nuevo, que son fondos que vienen de las Naciones Unidas, que no son del gobierno nacional y que solamente gestiona, para compra de alimentos. Eso quedó suspendido durante todos estos meses y recién ahora se activó. Hasta que le encontraron la vuelta pasaron todos estos meses. Recién ahora están empezando a llegar esos fondos. Y sí, cerraron un montón de comedores en el país que son los ligados a organizaciones barriales, movimientos sociales.
-¿Dónde come esa gente hoy?
-Eso fue lo que los obispos ligados a Cáritas dijeron en su momento: “cuidado, no usen el convenio con nosotros para tapar el no envío de mercadería a todos estos comedores”, que son la mayoría de los comedores en Argentina. El nuestro es el más chiquito. La inmensa mayoría de los comedores se han cerrado, o están funcionando como pueden un día a la semana.
-¿Cuál es la situación en nuestra provincia?
-Acá se han cerrado algunos y hay otros que están funcionando con asistencia municipal, en algunos lugares, hablo sobre todo de Posadas, sé que en otros municipios también, otros tienen aportes del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, y voluntariados. La gente va tirando como puede. Pero hoy cerrar un comedor es un problema porque mucha gente depende de los comedores comunitarios.

