«En un contexto de ajuste y reducción del presupuesto social, el Trabajo Social enfrenta desafíos cruciales. Norberto Alayón, referente destacado de la disciplina, advierte sobre la necesidad de comprender que esta profesión no opera en un vacío, sino que está intrínsecamente ligada a las condiciones histórico-sociales de cada país. Desde la Universidad Arturo Jauretche, Alayón ofrece reflexiones contundentes sobre la urgencia de actuar frente a las inequidades sociales, sin perder de vista la lucha por cambios estructurales. En este resumen de su conferencia, se destacan llamados a la acción concreta, al reconocimiento del derecho a la asistencia y a la necesidad de fortalecer la democracia. En tiempos donde el neoliberalismo amenaza con perpetuar exclusiones y desigualdades, el Trabajo Social emerge como un pilar fundamental para la construcción de una sociedad más justa y humana.

Viernes 3 de mayo de 2024. “El Trabajo Social -como cualquier otra disciplina- no constituye una categoría abstracta que funciona independientemente de las determinaciones histórico-sociales que se registran en un país en un momento histórico concreto”, sostuvo el licenciado Norberto Alayón, uno de los referentes insoslayables de la disciplina, no sólo en Argentina sino en toda América Latina.
Conocido en Misiones, no sólo por haber sido uno de los profesores fundadores de la carrera que se cursa en la Facultad de Humanidades, sino también por haber sido candidato a gobernador en las memorables elecciones de 1975, Alayón disertó en la Universidad Arturo Jaureteche con el auspicio del Colegio de Quilmes. Su voz se hace escuchar cuando la reducción del presupuesto social viene afectando hasta la provisión de alimentos a los comederos y merenderos populares en todo el país. En una nota publicada en TeclaEÑE, considera inadmisible el perfil “inhumano” de las políticas del gobierno nacional.
Publicamos seguidamente un resumen de la charla en la Jaureteche.

Frases más destacadas de la conferencia del licenciado Norberto Alayón en la Universidad Arturo Jauretche el 24 de abril:

  1. Sabemos que el Trabajo Social se reconoce a sí mismo como una profesión tendiente a lograr o contribuir al bienestar social. Pero una interpretación ingenua de ese objetivo – legítimo y justo por cierto- nos puede hacer olvidar que la no existencia de bienestar social se explica por nuestra situación de países dependientes y expoliados.
  2. También sería ingenuo y determinista creer que nada podemos hacer por el bienestar social y por el país, hasta tanto no logremos la emancipación. No se trata, entonces, de postergar acciones a favor de los sectores que soportan padecimientos concretos, cuya resolución no puede ni debe esperar, ante el futuro logro de una eventual situación general mejor.
  3. La acción profesional, que intente críticamente abordar y dar respuestas a los problemas sociales, encarada simultáneamente con objetivos más totalizantes, constituye un aporte -sin duda- a la causa de la construcción de una sociedad más justa.
  4. En esta línea, las propuestas de acción -por modestas que sean o parezcan- que reparen y/o prevengan los agudos niveles de malestar social existentes, es decir que apunten hacia el mejoramiento de la sociedad, permitirán contribuir al perfilamiento de otro estilo de funcionamiento social basado en los derechos de todos y para todos, tendiendo a una mayor igualdad.
  5. El apoyo o generación de alternativas solidarias para atender la extendida problemática social, pueden constituir también – junto a una política de empleo, de ingresos y de seguridad
    social universal- un reaseguro estratégico para la construcción de una sociedad más humana.
  6. No proponemos, en modo alguno, renunciar a la lucha por la generación de cambios más estructurales. Pero, a la vez, es absolutamente necesario (y eso está al alcance de la acción
    profesional) no desatender las acciones que producen cambios y mejoramientos (que a veces parecen menos relevantes) en la capacidad de las instituciones para hacer efectivos los derechos. Es decir, aunar, amalgamar lo macro con lo micro, en pos de propiciar la reconstrucción de una sociedad que, por lo menos, vaya disminuyendo los brutales niveles de inequidad y de marginación existentes.
  7. Como certeramente expresara el pedagogo brasileño Paulo Freire: “Para poder mañana lo que hoy es imposible, tenemos que ir haciendo lo que hoy es posible”. Y esto no significa
    claudicación o resignación, sino agudeza política para comprender y enfrentar en concreto los desafíos coyunturales de la historia.
  8. El Trabajo Social -como cualquier otra disciplina- no constituye una categoría abstracta que funciona independientemente de las determinaciones histórico-sociales que se registran en un país en un momento histórico concreto.
  9. El emparentamiento del Trabajo Social con el funcionamiento y características de la sociedad en su conjunto, constituye una variable inexcusable para entender el por qué,
    el cómo y el para qué de la profesión.
  10. ¿Un trabajador social latinoamericano puede creer que nada tiene que ver con el ejercicio de nuestra profesión, la existencia de la hegemonía externa sobre nuestros Estados?
    La dependencia, es decir la ausencia de actuación soberana: ¿incidirá en algo en el Trabajo Social, cuando -por ejemplo-muchas veces hemos dependido del Fondo Monetario
    Internacional para establecer cuál iba a ser el salario de nuestros trabajadores?
  11. Y al aumentar la problemática social, a causa de salarios insuficientes y de desempleados, ¿no le compete al Trabajo Social entender estas causales, teniendo en cuenta que
    nosotros trabajamos básicamente sobre los problemas sociales de los sectores populares?
  12. El Trabajo Social debe estar en condiciones de reconocer en los determinantes estructurales y coyunturales, los elementos que caracterizan la realidad social; del mismo modo que podrá identificar con mayor nitidez las limitaciones, pero también los alcances y posibilidades del quehacer profesional. Y para ello, la competencia teórica será clave para perfilar correctamente la labor de los profesionales.
  13. Todo ello nos lleva a comprender que “el Trabajo Social es una profesión que tiene en lo macrosocial su campo de análisis y en lo microsocial su campo de intervención” (Danani). Y esto es lo que plantea una gran complejidad al quehacer profesional de las y los trabajadores sociales.
  14. “Precisamente esta condición alude a lo que podríamos denominar ‘el mandato social de la profesión’: intervenir, hacer, producir modificaciones. Y esto constituye una diferencia con otras disciplinas sociales. Con esto no estamos desconociendo la preocupación de otras disciplinas por la dimensión operativa de su conocimiento, pero en el caso del Trabajo Social esa dimensión operativa es prioritaria, o aún más, determinante, y así se invierte la lógica de la relación entre teoría y práctica, por comparación con otras disciplinas. A la vez, pensar la fuerza que tiene esta inversión permite entender por qué razón el conocimiento ha sido tradicional e históricamente construido como secundario en el Trabajo Social”. (Danani).
  15. En cualquier caso, nos parece obvio que hay que reafirmar que el Trabajo Social es una profesión que está intrínsecamente ligada a la atención, promoción, educación, organización, de aquellos sectores sociales que padecen situaciones de privación, de carencia, de no acceso a los derechos sociales, por lo cual su accionar se despliega en el contexto de desarrollo de las políticas sociales.
  16. Y acerca de las políticas sociales, en 1999, el sociólogo francés Pierre Bourdieu nos advertía que “La historia enseña que no hay política social sin un movimiento social capaz de imponerla”.
  17. Pensar en promoción y educación social, con contracción de políticas sociales y pérdida de derechos, sin atender las urgentes demandas materiales, nos puede transformar a los trabajadores sociales en observadores estériles de la miseria ajena.
  18. Sin recursos suficientes nos pueden arrojar hacia el peligro de la beneficencia y de la filantropía estigmatizante y no hacia la construcción de derechos.
  19. Nuestro objetivo debe ser -desde las instituciones de bienestar social o desde otras modalidades profesionales-acompañar activamente a los sectores populares en la resolución de sus necesidades y en la contribución al fortalecimiento de sus organizaciones.
  20. A diferencia de algunos sectores de colegas que abominan de la práctica asistencial (que nosotros diferenciamos de las prácticas asistencialistas) en aras de un supuesto perfeccionamiento profesional, creemos que el Trabajo Social debe acrecentar la labor asistencial como eje articulador de un proceso de promoción, educación social y organización.
  21. La asistencia es un derecho. Toda sociedad que, por las características que adopta para su funcionamiento, primero pauperiza y excluye a buena parte de sus miembros, debe asumir maduramente su responsabilidad por el daño ocasionado y disponerse a adoptar profundas medidas reparatorias.
  22. Y debería hacerlo por la vía del derecho pleno, o bien – mientras tanto- mediante políticas sociales que tiendan a neutralizar el deterioro de las condiciones de vida de la población, a la par de ir creando las condiciones para contribuir a la consolidación de un orden social más justo y equitativo.
  23. El derecho a la asistencia no cambia la naturaleza de las relaciones sociales vigentes en la sociedad. Pero sí debilita la lógica de quienes defienden la continuidad de sociedades inequitativas, y -a la vez- ética y estratégicamente contribuye a la reparación de los problemas sociales, en la perspectiva de ir construyendo alternativas más sólidas para un funcionamiento social más digno y más humano.
  24. Reconocer el derecho a la asistencia implica la aceptación de que las personas a ser asistidas, básicamente carecen –por las condiciones del funcionamiento social- de posibilidades para un adecuado despliegue de sus potencialidades que, entre otras cosas, les permita satisfacer autónomamente sus necesidades.
  25. Familias sin los medios suficientes para la reproducción de su vida, con problemas de empleo, con ingresos degradados, con problemas habitacionales, de salud, de escolaridad, no pueden más que tender a repetir esas problemáticas condiciones en las generaciones siguientes.
  26. Interferir e interrumpir ese proceso social negativo, constituye una responsabilidad ética impostergable, pero – además- implica asumir una imprescindible opción de fortalecimiento de la democracia, en tanto una verdadera democracia no puede reconocerse como tal con graves niveles de pobreza y exclusión.
  27. Además, las propias contingencias de la vida pueden conducir a cualquier persona a padecer accidentes que le generen discapacidades puntuales, cuya atención y protección
    posterior es menester que sea asumida por las instituciones específicas de todo Estado moderno.
  28. Las políticas de asistencia son insuficientes, pero hay algo mucho más insuficiente aún: la ausencia de políticas de asistencia. Desconocer el derecho a la asistencia es precisamente el posicionamiento que asumen los gobiernos conservadores, que tienden a recortar los recursos destinados a la acción social, desertando de esta responsabilidad estatal o bien transfiriéndola hacia modalidades de beneficencia y de voluntariado, optativas y además escasas, a ser encaradas por sectores privados (empresariales, religiosos, filantrópicos).
  29. No hay Trabajo Social posible con los sectores populares, sin respuestas concretas a las carencias brutales que padecen. La prestación de servicios sociales, tendrá que constituir el
    elemento motorizador de la organización de los grupos desposeídos.
  30. Deberíamos recordar permanentemente que, en nuestras injustas sociedades, todo lo que se le transfiera a los sectores populares (previamente empobrecidos y degradados) es siempre inferior a lo que les corresponde como seres humanos.
  31. A la vez, señalamos que el trabajador social que haya perdido la capacidad de indignación y de rebeldía ante los problemas y las injusticias que padecen los sectores vulnerados, estará más cerca de la esterilidad y de la enajenación que del buen desempeño profesional.
  32. Consideramos que la contribución a la lucha general y particular, por la defensa y ampliación de los derechos sociales, en su más extensa y abarcativa acepción, debe constituir el eje medular de la práctica profesional.
  33. Los proyectos neoliberales de los ’90 en el Cono Sur (hoy nuevamente vigentes) cristalizaron una marcada polarización entre concentración económica y exclusión social. Una época donde los derechos sociales (históricamente construidos) se fueron constriñendo o, aún peor, quedaron formulados en la norma, pero se transformaron en virtuales.
  34. Como bien nos recordaba el filósofo argentino Ernesto Laclau en el 2007, “la amenaza para las democracias en América Latina no viene de los populismos sino del neoliberalismo”.
  35. Y como agudamente caracteriza del sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos cuando afirma que “el neoliberalismo, basado en el capital financiero, es la versión más antisocial del capitalismo”.
  36. Enfatizamos que el empleo formal, los salarios dignos, las políticas sociales universales y las políticas asistenciales, nos conectan con una propuesta de sociedad que tienda hacia la integración y no hacia la exclusión; que tienda hacia la equidad y no hacia la injusticia social; que tienda hacia el fortalecimiento de una nación para todos y no hacia la dualización de sus
    habitantes con derechos marcadamente diferenciados, según pertenezcan a uno u otro sector social.
  37. Tal como expresa el sociólogo brasileño Emir Sader: “Democratizar nuestras sociedades es desmercantilizarlas, es transferir de la esfera mercantil hacia la esfera pública, la educación, la salud, la cultura, la vivienda, el transporte; es rescatar como derechos lo que el neoliberalismo impuso como mercancía”.
  38. El economista francés Thomas Piketty cerró su exitoso libro “El capital en el siglo XXI” con una suerte de cruel y certero aforismo: “Quienes tienen mucho, nunca se olvidan de defender sus intereses”.
  39. Estamos, por cierto, ante una larga batalla cultural, de carácter continental y mundial, que habrá que enfrentar con decisión, con inteligencia y con compromiso diario, para combatir las regresivas políticas desplegadas por el neoliberalismo.
  40. Los proyectos de la derecha son intrínsecamente antidemocráticos, en tanto su centralidad conceptual radica en la exclusión, en la subordinación y en la no existencia de derechos igualitarios para todos los habitantes.
  41. La democracia real va mucho más allá de los necesarios momentos electorales. Por otra parte, las formas operativas que suelen asumir los sectores de derecha mientras ejercen el poder, se caracterizan por un importante nivel de arbitrariedad.
  42. En octubre de 2016, en un Congreso Nacional de Trabajo Social que se llevó a cabo en San Juan, hice referencia a lavigencia en Argentina, ya en ese momento, de un creciente sesgo autoritario que podría caracterizarse como una suerte de “democracia dictatorial” o de “dictadura democrática”.
  43. Los viejos y sesudos clásicos de la política mundial destacaban que “el principio fundamental de la táctica es no subestimar la capacidad del adversario”. Estemos bien atentos, porque el reflujo conservador es muy fuerte y requerirá de mucho ánimo, tenacidad y lucidez para sumar fuerzas y oponerse al mismo.
  44. Por cierto, nunca está (ni estará) vencido definitivamente el plazo para que las mujeres y los varones podamos delinear y construir una sociedad mejor que la actual.
  45. Para finalizar, recalcamos que en esta legítima e imperecedera aspiración, en este proyecto -profesional y político- concebimos la necesaria inserción del Trabajo Social
    en Argentina y en América Latina.
  46. En últimas, como decía el uruguayo Eduardo Galeano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos, para cambiar lo que somos”.