María Cristina Pastori, la primera egresada de la carrera de Genética de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), comparte en una entrevista con Plural TV su trayectoria y el impacto significativo de la universidad pública en el campo de la genética.

Jueves 9 de mayo de 2024. María Cristina Pastori es una pionera. Fue la primera egresada de la carrera de Genética de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM). Por estos días, de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la UNaM egresó el genetista número mil, un hecho en sí mismo que refleja el aporte de la universidad pública no solo a la región sino a distintos rincones del planeta.
El impacto de la UNaM en el campo de la genética fue significativo. La carrera, inicialmente única en Latinoamérica, formó a más de mil profesionales que incursionaron en una variedad de disciplinas, desde la investigación hasta la bioética, abordando los problemas más urgentes relacionados con la salud, la educación y la alimentación, por más que se aborden avances genéticos de interés como la clonación de perros, cuando el periodista introdujo la idea de que sin genética, el presidente Javier Milei no tendrían perros clonados.
En una entrevista con Plural TV, programa periodístico de Canal Cuatro Posadas, Cristina Pastori reflexionó sobre su trayectoria de más de cuatro décadas de experiencia en el campo. Al remontarse a sus días de estudiante en 1975, Pastori recordó cómo se sintió atraída por la biología y la anatomía, lo que la llevó a optar por la incipiente Licenciatura en Genética. Al principio, consideró la odontología, cuando la publicación de la creación de la carrera de genética en el diario local, El Territorio, la impulsó a seguir su verdadera pasión. Su decisión la llevó a sumergirse en el mundo del laboratorio, manipulando materiales y explorando la genética aplicada.
Pastori elogió el impulso inicial del profesor Mario Rubén Beltrami y el apoyo del doctor Osvaldo Frota Pesoa en la creación de la carrera. En su lectura, destacó la importancia de establecer contactos con diversos centros de investigación para facilitar la realización de tesis, una tarea crucial para los estudiantes de genética en aquel entonces.
El impacto de la UNaM en el campo de la genética fue significativo, según Pastori. Al reflexionar sobre su experiencia personal, Pastori elogió la versatilidad de la genética y su capacidad para integrarse con otras disciplinas, como el derecho y la epistemología. Reconoció el papel fundamental de la UNaM en su formación y en la creación de una red global de colegas dedicados a la genética.
Finalmente, Pastori expresó su firme convicción de que, si volviera a 1975, elegiría nuevamente la carrera de genética. Destacó el valor no solo de la formación profesional, sino también de la camaradería y los lazos duraderos que se forjaron durante esos años de formación.

María Cristina Pastori en Plural TV


-Sos la primera egresada de la carrera de Genética, que en estos días tuvo su graduado número mil…
-Así es. Mil profesionales egresados de una carrera que es apasionante. Cuando comencé mis estudios en el año 1975 no tenía idea de lo que iba a hacer.

-¿Sabías qué era la genética en ese entonces?
-No tenía idea, sí sabía de biología. En una publicación que se hizo en el diario El Territorio, en media página, apareció la creación de la carrera Licenciatura en Genética, que fue promovida por el profesor Mario Rubén Beltrami, que había hecho su posgrado en Brasil. A su regreso se juntó con otro profesor en el lugar donde él estuvo haciendo sus estudios, el doctor Osvaldo Frota Pesoa, que también era un apasionado de la genética y de la enseñanza. Mario le decía: tenemos que crear una carrera de genética, hay que enseñar. Así es que se volvió a la Argentina y vino con ese proyecto que fue creciendo, y que una autoridad en ese momento, el doctor Justo Lozano, se interesó por el proyecto, y así es como, a dos años de haberse creado la Universidad Nacional de Misiones en 1973, se crea el 6 de marzo de 1975 la carrera de Licenciatura en Genética.

-¿Cómo decidiste entrar a esta carrera sin saber, sin conocer, sin saber?
-Yo tenía una idea de las materias que formaban parte del plan de estudios que se publicaba en El Territorio, a mí me gustaba la biología, la zoología, la anatomía, entonces, pensé: “Esto es lo que a mí me gusta”. Y si bien inicialmente me inscribí para cursar la carrera de Odontología en la Unne de Corrientes, en una visita a mi familia leí esa publicación en el diario y un bioquímico amigo de mi padre, que también estaba de visita en mi casa, me dijo: “¿Cristina, a vos te interesa eso?”. “Y sí, me gusta mucho, la verdad, acá hay materias que me gustan desde cuando estaba en la Escuela Secundaria”, le contesté. “Esa es la carrera del futuro, Cristina. Si te gusta, probá”, me dijo. Se ve que yo tampoco estaba muy entusiasmada con Odontología, así que me quedé, me inscribí, y a principios del mes de mayo de 1975 comenzaron las clases de la carrera. Se dictaban en paralelo la Licenciatura en Genética y el Profesorado en Biología. Entonces teníamos la posibilidad de hacer las dos carreras. Yo me inscribí a las dos, pero después me incliné por Genética que era lo que más me gustaba. Me gustaba mucho estar en el laboratorio, poder manipular los materiales, trabajábamos con algunos insectos, teníamos clases de anatomía. En cambio, el Profesorado, que tenía las materias pedagógicas, si bien me gustaba, no me atrapó tanto como lo otro. Así es que decidí seguir la carrera de Licenciatura en Genética. La terminé el 11 de julio de 1980. Para graduarme como licenciada en Genética, tuve que ir a La Plata para hacer el trabajo de tesis, que una vez finalizado venir a defenderlo y con eso graduarme, porque tenía ya acordada una beca de Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Celular en La Plata. Nuestro profesor de genética, don Mario Rubén Beltrami, se ocupó desde que se creó la carrera de establecer contactos con distintos centros de investigación, con universidades, para que nosotros también pudiéramos tener acceso a hacer nuestros trabajos. Porque para graduarnos teníamos que hacer la tesis, y acá no había muchas posibilidades para que eso fuera posible. Entonces yo, como tuve la suerte de contar con el apoyo de mi familia me pude ir a La Plata. Ahí me quedé a vivir cinco años, usufructuando la beca una vez que me gradué. Me fui en marzo y en julio de ese año me recibí. Lo único que hacía era, en esos tres meses, dedicarme a hacer el trabajo de laboratorio, el análisis a través del microscopio, porque trabajé haciendo genética toxicológica, algo de genética aplicada. Sabía que me tenía que graduar porque de lo contrario me sacaban la beca.

-¿Cuál fue el aporte de la UNaM en el campo de la genética, de las ciencias? ¿Qué alcance tiene la carrera?
-El alcance de la carrera es inimaginable, yo creo que ni el profesor Beltrami ni los colegas que lo acompañaron -porque hubo un cuerpo docente que pertenecía al Profesorado de Biología que acompañó esta empresa de la licenciatura- dimensionaron el alcance que iba a tener la carrera ni las posibilidades que teníamos nosotros. Recuerdo que cuando estaba en La Plata eran idas y venidas, porque la carrera estaba en que se cerraba, no se cerraba, se podía trabajar, no se podía trabajar, es decir, en el espacio que implica el lugar natural donde tenía que funcionar la carrera no se contaba con el apoyo. Pero sin embargo, los investigadores del Conicet, directores de institutos, entre ellos el doctor Néstor Bianchi, que era el director del instituto donde yo fui a hacer mi trabajo de tesis bajo la dirección del ingeniero Fernando Dulut, apoyaron mucho la carrera, ellos veían con muy buenos ojos que existiera una licenciatura en genética.

-Por muchos años fue la única en Latinoamérica…
-Por muchos años sí. Y en 1999 se creó en la Universidad de Morón la carrera de genética, una oferta privada, y luego en la Universidad Nacional del Noroeste de Buenos Aires se crea la carrera de genética, como una oferta de gestión estatal.

-¿Dónde están esos mil egresados?
-Yo estoy jubilada. Cuando terminé la beca me volví a Posadas, nos volvimos con mi esposo y mi hijita recién nacida que tenía un mes. Me incorporé a la Facultad de Ciencias Exactas, con la posibilidad de hacer un concurso en la cátedra de Biología, y posteriormente concurse un cargo con mayor dedicación en la cátedra de Planeamiento del Trabajo Científico y Citogenética General, dos materias que eran de la carrera de genética ya del ciclo superior y que implicaban un trabajo con mucho compromiso y mucho contacto con los estudiantes, con los diferentes centros, los posibles directores y los posibles lugares de trabajo que se fueron generando a medida que nos íbamos graduando. Porque generalmente lo que sucedía era, por ejemplo, que terminaban de hacer la tesis en Brasil, se venían a graduar e inmediatamente iban a prestar concurso para hacer los posgrados, maestrías, doctorados. Tengo muchos colegas en diferentes partes del mundo, por ejemplo, haciendo investigación en genética animal, humana, de la producción, microbiana, bacteriana, trabajando en bioética. Una colega que se dedicó a la bioética y que está en Inglaterra, se fue a ese para allá y ya no volvió. Vino, se recibió y se volvió a ir. Muchos hacen otras carreras y van articulando la genética con otras disciplinas. Como por ejemplo con el derecho. Hay una diversidad. Y si te cuento mi experiencia personal, en la década del 90, cuando surgieron los posgrados como obligación para los docentes de la universidad, yo dije: “Si soy docente de la cátedra de planeamiento del trabajo científico, en la que trabajé muchos años con Alberto Fenocchio, tengo que hacer un posgrado relacionado con eso”. Y así es como hice la Maestría en Epistemología y Metodología de la Investigación en la Unne. Trabajaba y me iba a hacer esa maestría que después me abrió otros espacios. La genética es muy versátil y permite que podamos trabajar en todos los espacios donde la disciplina es transversal y es necesaria, porque no podemos hablar de salud si no conocemos también los temas relacionados de genética con la salud.

-¿Es imprescindible la profesión, por ejemplo, para la clonación de perros, como los que tiene el presidente Milei?
-Yo no sé si es tan imprescindible la profesión para clonar perros. A mí me parece que hay temas, hay necesidades que son más importantes. Que tienen que ver con la salud, la educación, la alimentación. Cuando la sociedad tome conciencia de los reales problemas que tenemos, y para eso tenemos que andar por la calle, caminar los barrios, el hospital, el Inta, para saber qué es lo que realmente estamos necesitando, y lo que también necesitan los productores. A mí me parece que hay temas importantes y de extrema necesidad que hacen que tengamos que involucrarnos y articular con distintas profesiones, ya que no solo lo genético importa, también hay un aspecto social que está articulado y que está relacionado. Me parece que hay una complejidad en todos los temas que son pasibles de ser estudiados como problemas de conocimiento, que implican que los profesionales nos tengamos que involucrar.

-¿Fue importante es el aporte de la UNaM en esos campos que estás mencionando con la carrera?
-Yo diría que se conoce la carrera en todo el mundo. Tenemos colegas que están trabajando en diferentes lugares, sea en sistemas científicos estatales, en sistemas científicos privados, en empresas semilleras.

-¿Si volvieras al 75 te inscribirías de vuelta?
-Sí, haría lo mismo y recomendaría a esos mil que somos parte…

-Que no lo duden…
-Yo que yo creo que no lo van a dudar porque esta carrera se te hace carne. Una vez que te metes ya no podés salir. Esto no nos dio solamente una profesión, sino también un grupo de amigos. Tengo a nueve personas anotadas que quisiera nombrar: Lourdes María Hirt, Felipa Sánchez González, María Alicia Gorostiaga, Dora Inés Kozusny, Nelly Isabel Toresani, María del Carmen Dib, Gladys Beatriz Rosciszewski, Miguel Angel Triay. Los dos últimos ya fallecidos. Este grupo pertenece a la primera promoción de 60 estudiantes que nos hicimos presentes en calle Tucumán y Rivadavia en lo que actualmente es el aula de posgrado de Antropología. Allí tuvimos nuestra primera clase con la señora Julia Lastenia Quino de Crisel, que nos dio Anatomía y Morfología Vegetal.