El psicólogo Nicolás Andorno abordó la problemática del suicidio en su columna de Plural TV, programa periodístico de Canal 4 Posadas y lo aborda también como un fenómeno social: “y como todo fenómeno social nos interpela a todos. Por más que no tengamos la idea del suicidio, anoticiarnos de que alguien se suicidó, nos interpela a todos como sociedad”, expone.

Martes 14 de mayo de 2024. El licenciado en Psicología Nicolás Andorno destacó la dificultad que representa tratar el suicidio en los medios de comunicación debido a su naturaleza tabú y admitió que la conversación sobre esta problemática está, a menudo, cargada de juicios morales, lo que invisibiliza el fenómeno y sus efectos en la sociedad, planteó. En esa línea, Andorno subrayó la importancia de hablar sobre el tema como una forma de prevención y afirmó que el suicidio puede ser reemplazado por la palabra, por el abordaje de este fenómeno.
Desde una perspectiva psicoanalítica, Andorno explicó que el suicidio puede entenderse como un acto final cuando la vida deja de valer la pena para el individuo, ya que todos estamos destinados a la muerte. La pérdida de sentido en la vida y la falta de proyectos pueden llevar a una persona a contemplar el suicidio como una forma de acabar con el sufrimiento.
El psicólogo también citó al sociólogo francés Émile Durkheim, quien clasificó el suicidio en cuatro tipos según su causa: egoísta, altruista, anómico y fatalista. El suicidio egoísta ocurre cuando el individuo no logra integrarse en la sociedad; el altruista, por un exceso de integración comunitaria; el anómico, por la falta de normas que regulen la conducta; y el fatalista, por una regulación excesiva que oprime la vida del individuo.
En su columna, Andorno señaló que los adolescentes son especialmente vulnerables al suicidio debido a su frágil etapa de emancipación mental, donde la aceptación y la desilusión de los demás juegan un papel crucial. Destacó la importancia de estar atentos a señales de aislamiento y cambios en el comportamiento, ya que el suicidio no siempre está precedido por sentimientos de tristeza visibles.
También abogó por la necesidad de desestigmatizar el suicidio y fomentar un diálogo abierto sobre el tema, destacando que es un fenómeno social que interpela a todos y requiere una respuesta comunitaria para su prevención.

Nicolás Andorno en Plural TV


-¿De qué tema vas a hablar hoy Nicolás?
-Hoy voy a hablar del suicidio, retomando lo que planteó el Gobernador en el discurso del 1 de mayo ante la Legislatura, donde lo remarcó como un flagelo social, particularmente de Misiones. Entonces me parece oportuno abrir estas columnas de salud mental hablando un poco de este fenómeno.

-¿Es un tema para tratarlo en la televisión, en programas como este?
-El suicidio es un tema, en principio, difícil de tratar porque es un tabú. El suicidio está muy asociado a la cuestión de la moralidad, siempre recae el juicio de valor que muchas veces terminan invisibilizando el fenómeno. Al no permitir hablar de esto el tema sigue siendo tabú, y no es que por no hablarlo no va a generar efectos en la población. La realidad es que es uno de las problemáticas de salud mental más alarmantes de en estos tiempos.

-¿Por qué motivo?
-Por diferentes motivos, pero en principio me parece interesante pensar al suicidio como algo para hablar. Hablar del suicidio también es una forma de prevenirlo. Es muy importante porque el suicidio se presenta como un acto que podría ser reemplazado por la palabra. Yo creo cuando una persona se suicida o intenta suicidarse, es porque de alguna manera cortó el discurso, dejó de hablar de lo que le pasa, lo que le pasa ya es indecible. Y en la medida que sigamos manteniéndolo como un tema tabú esto sigue generando efectos en la sociedad que llevan muchas veces a que las personas cometan este acto sin poder pensarlo, sin mediar palabra.

-¿Cómo opera la mente de un suicida?
-Desde el psicoanálisis podemos ver a la propia muerte como la finalidad ineludible de la vida. Si hay una finalidad contundente en la vida, es la propia muerte. Sin importar lo que hagamos todos nos vamos a morir. De esta manera, el suicidio aparece como una forma de cortar caminos hacia la propia muerte. Esto está relacionado a que vivir deja de valer la pena, con que se pierden los sentidos que nos sujetan a la vida y aparece esta cuestión de pensar: “si de todas maneras me voy a morir, ¿para qué seguir soportando esta situación de dolor? ¿Para qué extender esta agonía? ¿Para qué extender esta vida miserable? Si de todas maneras, sin importar lo que haga, me voy a morir y hoy estoy sufriendo”. Pensarlo en este sentido tiene que ver con entender cuáles son los procesos que se van dando y que subyacen a la idea de la propia muerte. La idea de la propia muerte no viene por sí sola, no es lo más típico, no es lo más normal, lo más normal es que el ser humano vaya construyendo sentidos que lo atan a la vida: metiéndose en proyectos, en compromisos relacionados al hecho de vivir en comunidad, construir en función de una manada, en función de un grupo que te va delineando y definiendo qué es lo importante en la vida. Y en base a eso que el grupo te establece como significativo o importante, uno va construyendo sus propios proyectos de vida. Cuando estos sentidos dejan de existir o dejan de tener peso, aparece la verdadera finalidad de la vida, que es la idea de la propia muerte. Si lo pensamos de esta manera el suicidio es un fenómeno social, y como todo fenómeno social nos interpela a todos. Por más que no tengamos la idea del suicidio, anoticiarnos de que alguien se suicidó, nos interpela a todos como sociedad. Es decir “¿qué le pasó a esta persona?, y tampoco mucha pregunta no me voy a hacer por las dudas”, porque es un tema tabú. Entonces queda en un espacio invisible.

-Me interesa profundizar en lo del fenómeno social…
-Hay un autor, un sociólogo francés, Emil Durkheim, que habla de diferentes tipos de suicidios en función de la causa, y a todos los relaciona con cierto nivel de integración con la comunidad y cierto nivel de regulación por parte de la comunidad con el sujeto. Habla de cuatro tipos de suicidio. Uno es el egoísta, se da cuando el sujeto no logra integrarse en la sociedad, no se siente parte de un contexto social, ni de un grupo familiar, de trabajo, de amigos, ni de ningún otro grupo. Y al no lograr integrarse la vida va perdiendo sentido, porque no logra encontrar esos sentidos que lo atan a la vida. Ese suicidio egoísta que plantea Durkheim se propone, sobre todo, por fenómenos sociales que tienen mucho que ver, a veces, con el exceso de utilización de las redes sociales y la falta del contacto cara a cara; con la alienación urbana, esta cuestión de que estamos rodeados de mucha gente pero no sabemos quién es nuestro vecino. Nos rodeamos de mucha gente, hay mucha gente alrededor, pero con ninguna de ellas nos contactamos y a nadie le importa mi vida. Tiene que ver con la presión laboral, etcétera. El suicidio egoísta, básicamente tiene que ver con la falta de amarres sociales. Después, Durkheim plantea el suicidio altruista, relacionado a un exceso de integración con la comunidad, por honor, por haber faltado a mi misión en este mundo decido quitarme la vida. Como puede hacer un kamikaze, algo que está asociado a la cultura oriental, a la cultura musulmana también. Me suicido por honor, por haber fallado mi comunidad, que por estar tan metido en mi comunidad, la misma importa más que mi propia existencia. Después está el suicidio anómico, que es muy interesante también, y está relacionado a la falta de ley, a la falta de norma que regule la conducta. El suicidio anómico sucede cuando la norma que regulaba mi conducta y que garantizaba mi existencia deja de hacerlo o deja de garantizar el sostenimiento de mi vida y la de mi familia. Yo sigo una norma social a cambio de que lo social me retribuya en un lugar y en medios de subsistencia. Cuando lo social no me retribuye medios de subsistencia, la norma se cae sola. Es decir, “¿por qué seguir una norma que me termina aplastando y me termina dejando en una situación desafortunada?”. Entonces el sujeto pierde la regulación de la conducta y es capaz de hacer cualquier cosa, porque un sujeto sin norma puede matar, puede reventar toda la oficina de Emsa o puede matarse a sí mismo. Este sería un ejemplo de suicidio anómico, cuando la sociedad no garantiza las condiciones de subsistencia. Por último está el suicidio fatalista, cuando hay un exceso de regulación que oprime tanto, la norma o el contexto donde yo funciono oprime tanto que mi vida pierde sentido por falta de libertad, como sería el caso de un esclavo o de un preso que decide quitarse la vida porque entiende que la vida que lleva no es digna de ser vivida. Estos cuatro tipos de suicidio dan cuenta de las posibles causas que hacen que una persona realmente decida quitarse la vida.

-¿Están divididas básicamente en esas cuatro causas?
-Sí, inclusive, las que son más importantes en la obra de Durkheim tienen que ver con la egoísta, con la falta de lazos y vínculos sociales, y la anómica, cuando la comunidad o el contexto sociopolítico o económico. El ejemplo que pone Durkheim para hablar del suicidio anómico es el embargo de una casa por razones injustificadas, por lo que el sujeto decide terminar con su vida cuando lo expropian de su propia casa, por no haber podido pagar impuestos por ejemplo. Son posibilidades que destaca este autor muy conocido para pensar la cuestión del suicidio como un hecho social, y cómo, de alguna manera, el sujeto decide suicidarse en función del contexto donde circula. Si ese sujeto hubiese nacido en otro contexto social, familiar, político o económico, no tomaría esta decisión de suicidarse, básicamente. Por eso lo pensamos como un hecho social. Está el suicidio de la persona que intenta quitar su vida y también está la amenaza de suicidio que muchas veces se puede ir de las manos y puede terminar en la muerte del sujeto cuando, en el fondo no tenía intenciones claras de matarse. La intención era llamar la atención, como se dice…

-¿Se puede clasificar mayor o menores tasas de suicidio por edades, por condición socioeconómica, por ambientes urbanos o rurales?
-Las estadísticas proponen una mayor tasa de suicidio en la adolescencia, porque es una etapa muy frágil. En esa edad es cuando hay que estar más atento a las señales de un suicida porque es un momento en la vida del ser humano donde comienza cierta emancipación mental, que a veces sucede tempranamente, y a veces el sujeto es adulto y no termina sucediendo. Emancipación mental en el sentido de poder pensar y que sus emociones dependan exclusivamente de las condiciones de su propia vida, no en función de expectativas de terceros, sobre todo de la familia. Independientemente de las condiciones físicas, la vitalidad y el hambre de comerse al mundo típicos de la adolescencia, existe la falta de emancipación mental. Por eso los psicólogos decimos que muchos de los conflictos que tienen los adolescentes con los padres son saludables porque son intentos de emancipación, intentos de desprenderse, así discutan por cualquier pavada, y que los padres tienen que acompañar. Esto no implica una desintegración familiar para nada, al contrario, es un proceso normal bajo el cual el adolescente empieza a pensarse por sí mismo, y las figuras que antes le daban ciertas garantías o confiaba hoy por hoy tiene que derribarlas un poco para construir su propio mundo mental, su propia conciencia. En este proceso se da una situación muy frágil, porque muchos se terminan suicidando por falta de aceptación o desilusión de terceros, están muy pendientes de la mirada externa, sobre todo de los padres o de sus grupos de pertenencia. Cuando no pueden encajar o sienten que desilusionaron a los demás, el final de la vida se torna como la respuesta más viable frente a la situación de dolor emocional o de dolor mental que experimentan frente a la desilusión de alguien más.

-¿Me puedo dar cuenta de una actitud suicida en alguien?
-Sí, con el aislamiento. No por la tristeza, el sufrimiento, el dolor. Yo he visto muchas veces personas sorprendidas porque alguien se suicidó y no la habían visto venir porque esa persona no se veía mal. A veces relacionamos al suicidio solamente con sentimientos de tristeza, bronca o ira, y la realidad es que esto tiene mucho que ver con la soledad. También hay que estar atentos a comportamientos de organizar la despedida, si alguien te pregunta, por ejemplo: “¿cómo sería la vida si yo no estuviera acá?”. Son pequeñas alarmas, pero todo tiene que ver con la soledad y la falta de articulación social.