El exdelegado del Inadi Misiones, Jorge Víctor Ríos aseguró que el Inadi todavía existe y consideró que su cierre «sería un retroceso en derechos humanos». Entiende que una sociedad como la Argentina no permitirá una pérdida de derechos tan manifiesta como la que propone el Gobierno de Javier Milei, con el acompañamiento de otros espacios políticos. En una entrevista con Plural TV, Ríos también criticó las políticas que favorecen a sectores privilegiados mientras vacía de contenido la política de derechos humanos. “Esto nos lleva a una anarquía peligrosa donde la libertad es solo para los más fuertes», advirtió.
Sábado 18 de mayo de 2024. El extitular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) en Misiones, expresó su preocupación por el posible desmantelamiento del organismo y aseguró que aunque de manera formal el organismo aún existe, sus funciones se están reduciendo drásticamente.
Ríos fue desvinculado del organismo a través de un confuso telegrama, al igual que otros responsables de delegaciones provinciales del resto del país.
«Para que el Inadi deje de existir se necesita una norma nacional con fuerza de ley. Sin embargo, ya se inició un cierre de facto, afectando la ejecución de políticas que fueron su fortaleza histórica», explicó Ríos. Las actividades preventivas y de promoción de la no discriminación, fundamentales en la gestión del Gobierno anterior, están prácticamente paralizadas.
Este militante y activista social que comenzó sus funciones ante el Inadi a principios de 2023, destacó que el organismo no solo administra políticas públicas contra la discriminación, sino que también simboliza la democracia y la convivencia pacífica, al recordar que se creó en la argentina de los años 90, tras los atentados terroristas contra la Amia y la Embajada de Israel, en Buenos Aires. «El Inadi representa un faro de convivencia democrática, no solo una lucha contra la discriminación», afirmó.
Durante su gestión de 11 meses, Ríos identificó al ámbito educativo como un espacio de alta conflictividad en términos de discriminación, vinculado estrechamente con el acoso escolar. «La escuela refleja los prejuicios y estereotipos del mundo adulto. Es un lugar donde se reproducen creencias perniciosas de supremacismo y desigualdad», señaló, mencionando que Argentina ocupa lugares altos en los rankings internacionales de bullying.
En cuanto a la situación específica de Misiones, Jorge Ríos dijo que la provincia no es ajena a estas problemáticas y que el cierre del Inadi implicaría una pérdida significativa de derechos. «Sin una delegación del Inadi en la provincia, los ciudadanos pierden un lugar donde asesorarse y denunciar actos discriminatorios», explicó.
Ríos también hizo hincapié en el contexto global de extrema desigualdad, subrayando que la concentración de riqueza en manos de unos pocos es un fenómeno mundial que también afecta a la región. Criticó las políticas que favorecen a sectores privilegiados, denominándolas «tanatopolítica» o «necropolítica»: de administrar la muerte, administrar la miseria, y no políticas públicas que tienen que ver con la equidad, por ejemplo, con redistribuir los bienes, y una política que es para todos, para todas, para todes, podríamos decir”, expresó.
La eventual eliminación del Inadi, según Ríos, no solo dejaría a la sociedad sin herramientas contra la discriminación, sino que también representaría un cambio en las bases morales de la política. «Se está vaciando de contenido la política de derechos humanos. Esto nos lleva a una anarquía peligrosa donde la libertad es solo para los más fuertes», advirtió.
En relación con el ámbito educativo y el acoso escolar, el Inadi aún opera aunque de manera limitada, con personal que cumple funciones mínimas. «Aunque se procesan denuncias, el organismo perdió el espíritu y la fuerza necesaria para abordar efectivamente estos problemas».
También lamentó la creciente desinformación y confusión en la sociedad, señalando casos recientes de violencia motivada por odio, como el triple femicidio en Barracas (barrio de Buenos Aires), y los discursos de odio promovidos por figuras cercanas al gobierno actual. Concluyó con una llamada de atención sobre la importancia de mantener y defender los derechos humanos en Argentina. «Espero que la sociedad no permita quedarse sin derechos», expresó con preocupación.
Jorge Ríos en Plural TV

-¿Todavía existe el Inadi?
-Formalmente todavía existe, porque para que deje de existir se necesita alguna norma a nivel nacional que tenga fuerza de ley. Puede ser parte de un DNU, puede ser un proyecto de ley que el Congreso termine por aprobar. Es decir que formalmente el Inadi existe. Digo formalmente porque, de hecho, claramente están avanzando con lo que anunciaron en su momento, que es el cierre de hecho del organismo y de sus políticas. Si bien todavía se están procesando denuncias -al menos eso es lo que me informan- es verdad que no se están haciendo otras actividades que eran el fuerte del organismo en la gestión anterior y también a lo largo de su historia. Esto tiene que ver con la prevención, con tratar de que no se discrimine. Es una misión ambiciosa porque tiene que ver con intervenir en el sentido común, en las prácticas sociales, en las creencias, en los prejuicios, en los estereotipos. Todo un trabajo que se venía haciendo por décadas. También parte de lo que yo siempre digo: el Inadi en sí mismo, más allá de esas políticas públicas, es un organismo que administra políticas públicas específicamente tendientes a combatir la discriminación, también se configuró, se estableció como un símbolo, un faro que representa la democracia y la convivencia en paz. Recordemos que surge en el contexto de los dos atentados terroristas que sufrió nuestro país en la década del 90. Entonces, era un símbolo de convivencia democrática, no solamente de lucha contra la discriminación.
-¿Cuáles fueron los temas más importantes que abordaste en los 11 meses que estuviste al frente del organismo?
-Un dato que no puede pasar desapercibido y que insistentemente aparece a lo largo de los años en las investigaciones que se hacían y también en el día a día de las delegaciones de todo el país, era ver cómo el ámbito educativo se mantiene como un ámbito de mucha conflictividad en este sentido. Recordemos también que hay índices que vinculan el fenómeno de la discriminación con el acoso escolar (el bullying) y nuestro país aparece en rankings internacionales siempre en los primeros lugares -cuarto o quinto lugar-. Si bien suena cliché decir que «la escuela es una caja de resonancia de lo que pasa en la sociedad», en este caso es real; porque además uno termina verificando que las razones por las que los propios chicos y chicas ejercen violencia simbólica o incluso física son las mismas razones, los mismos prejuicios y de fondo están los mismos estereotipos que son los que operan en el mundo adulto, por decirlo de alguna manera. Tiene que ver con esta creencia de pensar que algunos grupos sociales son más merecedores, son mejores, son superiores. Podríamos hablar del supremacismo: pensar que un género es superior, mejor, tiene más derechos, más prerrogativas que el otro género, o una orientación sexual sobre otra, un color de piel sobre otro, una nacionalidad. Es decir, esta creencia tan perniciosa de decir que ciertos grupos sociales o ciertas personas que encarnan ciertos aspectos valen más que otras personas. Ahí está el origen de la discriminación y ahí podríamos decir también se engancha, se vincula con cuestiones más amplias, incluso modelos de vida y modelos políticos que tienen que ver con justamente promover esa idea de que algunas personas, algunos sectores de la sociedad son más merecedoras de bienes materiales y simbólicos. Esta política de gobernar para pocos, para muy pocos me resuena mucho un concepto que es la tanatopolítica, la necropolítica, de administrar la muerte, administrar la miseria, y no políticas públicas que tienen que ver con la equidad, por ejemplo, con redistribuir los bienes, y una política que es para todos, para todas, para todes, podríamos decir. Justamente ahí se simboliza mucho esta cuestión de la inclusión y de que nadie se quede afuera y de que se haga política para el conjunto de la sociedad y no solamente para grupos privilegiados.
-Insisto con Misiones. Esto que estás diciendo, ¿tiene su anclaje en la provincia?
-Sí, por supuesto. Claramente nuestra provincia, más allá de las particularidades que tiene, no se sale del mapa del país. Además, esto es un fenómeno también, si queremos verlo en perspectiva global, que no pasa solamente acá. En uno de las editoriales recientes vos dabas cuenta de este fenómeno de extrema desigualdad, donde cada vez menos personas, un puñado de personas que se las puede contar con los dedos, concentran la mitad de las riquezas, comparado a todo el resto del mundo. Entonces, eso también se puede llevar a la región, al país y a la provincia. Es decir, es un fenómeno transversal al mundo que nos toca vivir. Por supuesto, cada escenario va con idas y vueltas en esta especie de pulseada que tiene que ver con modelos, como decía yo al principio, que promueven mayor equidad, mejor distribución, y otros que no, que hacen todo lo contrario, que promueven ir en esa vía de la extrema concentración de las riquezas, y que es ridícula en un punto, es irracional, a eso me refiero. Y pienso, por ejemplo, también en la editorial de hoy, con la cuestión de la tanatopolítica, también habla de eso, no es solo la muerte de personas o grupos sociales, sino de la propia naturaleza y la capacidad de sustentar la vida. Entonces me acuerdo de una película que es cómica o tragicómica, que es «No mires arriba», que de alguna manera da cuenta de cómo no reaccionamos; vos decías la estupidez humana. De alguna manera no venimos reaccionando respecto de estas cuestiones. Y en el final de la película (voy a espoilear porque la película es de hace unos años) esos grupos que creen que se pueden tomar una nave espacial e irse a otro planeta no lo logran. Es bastante gracioso lo que ocurre al final porque da cuenta justamente de que eso no es posible.
-Debe estar en Netflix todavía…
-Así es, con Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence. Ya que estamos damos algunos datos de cine. Pero digo, más allá de reírnos y entretenernos, como en su momento las novelas distópicas de la literatura, son advertencias de lo que puede pasar si no cambiamos el rumbo.
-En este cambio de rumbo, con dejar al Inadi como una firma nada más, como una dirección -o ni siquiera una dirección- ¿Qué perdemos los misioneros concretamente?
-En primer lugar, perdemos derechos porque sin una delegación del Inadi en la provincia no tenemos dónde asesorarnos si sufrimos un acto discriminatorio. Además esto está plasmado en las leyes, no es un invento, no es una ocurrencia ni un capricho de ningún gobierno en particular; de hecho, por eso se sostuvo hasta ahora, al menos durante todos los gobiernos que pasaron desde su creación en el año 1995. Además, tiene que ver también con compromisos asumidos por nuestro país a nivel internacional. Pero digo, perdemos derechos si no tenemos una delegación…
-Compromiso que siempre Myriam Duarte dice que una vez que los asumimos, sobre todo en derechos humanos, no podemos retroceder después…
-Exactamente. Ese es el problema, me parece que en este viraje que se está dando, que de alguna manera se siente como estar viviendo en una novela distópica como yo mencionaba hace un ratito, o en una película como la que referenciamos recién, se están cambiando las bases morales de la política en esta cuestión de para qué hacemos política. Se supone que hacemos política para la convivencia, justamente la política tiene que ver con la polis, la democracia tiene que ver con el pueblo. Si se están cambiando los propios fundamentos morales de la política, ahí es donde pierde fuerza esto de hablar de derechos humanos, nada menos, lo más básico de lo que podemos hablar, y se vacía de contenido no solo la política, sino también cuestiones como esa. Ahí entramos a un «vale todo» realmente, a una anarquía muy peligrosa donde la libertad es la libertad del más fuerte. Esto es grave y alimentar esa línea, ese tipo de política es muy peligroso.
-Hablabas del ámbito educativo. ¿Qué hace hoy un padre que tiene sus hijos en la escuela y que están sufriendo acoso escolar, por ejemplo?
-Todavía existe el Inadi, pueden llamar al 168. Entiendo que la oficina acá en Misiones todavía existe, pero eso es lo que se está perdiendo.
-¿Existe una oficina que tiene personas con capacidad de dar respuesta o que solo están cumpliendo horario de trabajo?
-Sí, están cumpliendo una especie de piloto automático, donde lo que se hace es procesar lo mínimo y necesario. Es decir, perdió ese espíritu y esa fuerza como organismo que realmente puede abordar la problemática.
-Pero puede abordar las problemáticas. No lo pueden ningunear…
-Exacto, más allá de que en este «vale todo» de decir cualquier cosa salgan a decir que no servía para nada, se puede ver que no es así en las estadísticas, porque para eso están los números, las investigaciones. Nos vamos quedando sin derechos, sin herramientas y son problemáticas que alguien tiene que asumir. En general, se está delegando un montón de tareas y de políticas públicas a las provincias que a su vez están siendo desfinanciadas. Es una fórmula para el desastre. Todo lo que se está haciendo se configura para eso, uno no quiere tener estos diagnósticos tan apocalípticos, pero lamentablemente es lo que uno termina concluyendo, las lecturas que termina haciendo de lo que está pasando. Y ante tanta desinformación, ante tantas fake news, tanta confusión, ya nadie entiende nada y es un escenario bastante complejo, como lo decías vos también. No quería dejar de mencionar, por ejemplo, el triple femicidio que se dio hace días atrás en nuestro país, en el barrio de Barracas, de las dos parejas de lesbianas que fueron atacadas con una bomba molotov por una cuestión que claramente tiene una carga de odio por su orientación sexual. No podemos tampoco dejar de dar cuenta de que fue días después de que Nicolás Márquez, el biógrafo del actual Presidente y muy cercano a este Gobierno nacional, tuviera dichos definiendo a los homosexuales como invertidos, enfermos, autodestructivos y que un Estado no debería invertir nada en luchar por sus derechos.
-¿Una sociedad como la argentina va a permitir quedarse sin derechos?
-Quiero creer que no, espero que no.
