La multiplicidad de orígenes de una provincia como Misiones, por ejemplo, se potenció con los contrastes, como una muestra de que las diferencias enriquecen.

Lunes 15 de julio de 2024. Nuestra querida Argentina es mestiza, una característica que si bien no es exclusiva, nos hace únicos. Ese algo que nos distingue y nos da identidad es la mezcla. Este crisol de culturas, orígenes y realidades es lo que nos moldeó y nos sigue moldeando día a día, pese a algunas tendencias que impulsan los ghettos sociales, los barrios cerrados y las escuelas exclusivas, por ejemplo, con el único fin de separarnos.
Pero la convivencia en ambientes comunes, sin distinciones ni barreras, es fundamental.
¿Qué ganamos con aislarnos? ¿Qué aprendemos al rodearnos solo de los que son como nosotros? La riqueza de la sociedad está en sus diferencias, en la diversidad de sus habitantes. El hijo del rico tiene que mezclarse con el hijo del pobre, el de la ciudad con el del campo, el del norte con el del sur. Las diferentes clases sociales tienen que coincidir en el supermercado, en el bar, en la cancha de fútbol, en los espacios comunes para construir así un país más justo y más fuerte, juntos, donde todos aprenden del otro y así, todos creen.
En las escuelas, por ejemplo, cuando los chicos de diferentes contextos sociales comparten un aula, aprenden mucho más que matemáticas o literatura. Aprenden empatía, solidaridad y respeto. El hijo del empresario entiende las dificultades del hijo del obrero, y viceversa. Así se rompen prejuicios; así se construyen sociedades.
Aislarnos, o encerrarnos en barrios cerrados, nos aleja desde lo emocional y desde lo social. Perdemos tejido urbano que significa perder la esencia de nuestra vida en comunidad. Argentina se consolidó desde los espacios de interacción, de convivencia, de intercambio, de respeto. En caso contrario, nos acostumbramos a lo conocido y evitamos la riqueza de lo diverso.
Salvo pocas excepciones, la sociedad del mundo es justamente diversa. Latinoamérica, Argentina, Misiones, son muestras de esas mezclas a partir de la fusión de los inmigrantes europeos que llegaron a principios del siglo XX, para fusionarse con lo que se gestó de la América india con aquellos que llegaron hace más de 500 años, junto ahora a los migrantes internos que se desplazan en busca de mejores oportunidades, y las nuevas oleadas de extranjeros que vienen a aportar nuevas costumbres, todas de este planeta, con sus riquezas particulares. Esta diversidad es nuestra fuerza. Nos hace más creativos, más fuertes, más inclusivos. Nos permite ver el mundo desde múltiples perspectivas y encontrar soluciones innovadoras a los problemas que siempre aparecen.
La multiplicidad de orígenes de una provincia como Misiones, por ejemplo, se potenció con los contrastes, como una muestra de que las diferencias enriquecen.
La propia antropología expone que la diversidad es fundamental para el desarrollo de una sociedad. Las culturas se enriquecen con el intercambio. Las ideas, las tradiciones y las costumbres se fusionan para crear algo nuevo y único. Este proceso es esencial para la evolución cultural. Cuando nos aislamos, limitamos este intercambio y, por ende, nuestro crecimiento como sociedad.
Encerrados nos perdemos la oportunidad de aprender unos de otros, de crecer juntos. La diversidad es nuestra fortaleza, y la mezcla consciente de toda la sociedad es el camino hacia un país más justo, más inclusivo y más fuerte, por encima de la política o de economía, surfeando las características esenciales de la humanidad.
Los ambientes son nuestros; acá no hay ustedes y nosotros. Sabemos que con este ejemplo de convivencia y diversidad vamos a construir el país que todos soñamos, el que nos merecemos.