En medio de un contexto económico marcado por la desregulación, el mercado primario de yerba mate enfrenta serios desafíos debido a su estructura oligopsónica. Con miles de productores minifundistas en Misiones viendo caer el precio de la hoja verde, la falta de regulación estatal y la especulación de algunos industriales profundizan las desigualdades económicas. El autor de esta nota recuerda que la reactivación urgente del Instituto Nacional de la Yerba Mate se hace evidente para proteger a los productores más vulnerables y garantizar la estabilidad de la industria.

Por Adolfo Safrán (*)

Martes 23 de julio de 2024. El país transita en estos meses un nuevo paradigma de la desregulación económica que, en algunos mercados, sin duda puede ser positivo porque facilita las transacciones económicas y potencia esos sectores de la economía. Esta regla de dejar que el mercado se ajuste automáticamente resuelve mejor los problemas entre compradores y vendedores.
Pero este paradigma funciona en los mercados que se asemejan a mercados competitivos, donde la intervención del Estado puede causar en algunos casos más perjuicios que beneficios. En fin, es todo un debate de la política económica. Sin embargo, el mercado primario de yerba mate no es un mercado competitivo. Se asemeja a un mercado oligopsónico, con más de 13 mil productores de yerba mate minifundistas con un promedio de 25 hectáreas plantadas, cerca de 200 secaderos, y 130 industrias molineras que, a su vez, le venden a no más de seis o siete grandes cadenas de supermercados.
Esta estructura de mercado se va fortaleciendo en el extremo donde hay más concentración y, por ende, menos jugadores. A esto se suma que el 90% de la producción se realiza en la provincia de Misiones, lo que da trabajo en la época de mayor cosecha a más de 13 mil tareferos (cosecheros rurales de la yerba mate).
Hasta el año pasado, con el funcionamiento pleno del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), el precio mínimo fijado para el productor de la hoja verde y para el secadero que elabora a partir de ahí la yerba canchada aseguraba una rentabilidad mínima a esa cadena más vulnerable de la industria yerbatera. Con la falta de designación de un presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate, que por ley debe ser designado por el Poder Ejecutivo Nacional, y con el DNU del mes de diciembre pasado —a pesar de que posee una cautelar que lo deja sin efecto— el Inym dejó de actuar en el mercado yerbatero, con lo cual las partes fijan libremente su precio.
Esto ocasionó que, en estos últimos seis meses, el precio de la hoja verde que recibe el productor minifundista se haya derrumbado de los $370 pagados al contado en diciembre de 2023 a cerca de $280 que se pagan en la actualidad y con plazos de 0-30-60-90 días. Es decir, con una inflación en el mismo periodo diciembre/23 a julio/24 estimada en 89%, se suma una caída en el precio de 24% y un estiramiento del plazo de pago. En definitiva, hay una pérdida del 60% del precio en términos reales hacia el productor yerbatero.
Y esto ocurre en un contexto en que las ventas de yerba mate envasada en el mercado interno, más el mercado externo, crecieron en términos reales un 3% en el último año. Es decir, la caída en el precio de la hoja verde no está relacionada con una caída en la actividad. Sí es cierto que este año ha habido una mayor producción de hoja verde (se estima superior al 50% que el año pasado), pero solamente 20% arriba del promedio de producción de los últimos diez años, considerando que el año pasado, a consecuencia de las sequías de 2021 y 2022, la producción había menguado sensiblemente.
Podemos afirmar sin dudas que la desregulación en el mercado primario yerbatero ocasiona perjuicios a la cadena más débil de esta relación económica: al productor minifundista, y por concatenación, al tarefero (cosechero de la actividad) que también tendrá menos ingresos. Naturalmente, la actitud de algunos industriales (no todos), que con su ánimo natural de lucro genera especulación con la demanda de un producto para atender a la baja de su precio, no es propia de mercados competitivos, sino de mercados concentrados, en este caso, oligopsónicos, que provocan una desigualdad económica que no se puede soslayar.
El productor yerbatero no puede especular del mismo modo con la producción de hoja verde. La cosecha se realiza entre marzo y septiembre de cada año, y si no se cosecha en el momento oportuno, la hoja se cae y se pierde la producción. Tampoco puede cosechar y guardar el producto en depósitos o silos esperando mejor precio, pues debe ser entregado al secadero para transformar esa hoja verde recién cosechada, que se echa a perder en pocas horas o días, en yerba mate canchada que debe ser adecuadamente estacionada en depósitos aptos para conservar sus propiedades.
Por eso es importante que el Instituto Nacional de la Yerba Mate cuente con un presidente que vuelva a darle ese rol de regulador en un mercado que no es competitivo, mientras desde el Gobierno Provincial también se están implementando medidas que faciliten sostener el precio para el pequeño productor yerbatero, como las anunciadas por el gobernador Hugo Passalacqua de la línea de créditos a corto plazo al 19% TNA con tasa subsidiada del gobierno provincial, que es con garantía de warrant y con eso se extrae yerba del mercado.

(*) Ministro de Hacienda de Misiones.