Si la tendencia actual persiste, 2024 podría cerrar como el año con el menor consumo de lácteos registrado en la historia del país. Este escenario plantea serios desafíos no solo para la industria, sino también para la economía nacional y la seguridad alimentaria de los argentinos, quienes cada vez ven más difícil acceder a productos esenciales.

Miércoles 14 de agosto de 2024. El primer semestre de 2024 marcó un punto de inflexión en el consumo de lácteos en Argentina, con una reducción significativa que podría llevar al año más crítico en la historia reciente del sector. Según el Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA), el consumo per cápita cayó a 156,3 litros anuales, un desplome considerable en comparación con los 194 litros registrados al cierre de 2023. Esta tendencia alarmante refleja una disminución del 17,3% en toneladas y del 14,4% en litros, una contracción que no se veía desde hace décadas.
Históricamente, el consumo de lácteos en Argentina experimenta altibajos, pero el descenso actual es notablemente pronunciado. Productos clave como la leche fluida no refrigerada registraron una caída del 18,5% en el primer semestre, mientras que la leche refrigerada descendió un 12,2% y la leche en polvo sufrió una baja del 30%. Este retroceso en el consumo afecta a los productos básicos e impacta de manera significativa en otros derivados lácteos.
Los quesos, que representan el 60% del consumo de lácteos en el país, también experimentaron una caída del 18% interanual en junio, acumulando una merma del 11% en lo que va del año. Otros productos lácteos también muestran descensos preocupantes: postres y flanes (-53,4%), yogur y leches fermentadas (-21,2%), manteca (-16%), crema (-12%) y dulce de leche (-13,7%). Este panorama refleja una crisis generalizada en el sector, donde el consumo de lácteos más económicos disminuyó drásticamente, incluso en productos que tradicionalmente mantienen su demanda en contextos económicos adversos.
En términos de producción, la industria láctea enfrenta su momento más crítico en 17 años, con una caída del 12,6% en la producción de leche durante el primer semestre de 2024. Aunque las exportaciones muestran un leve crecimiento en términos de volumen, con un aumento del 6,7% en toneladas y del 13% en litros equivalentes, el valor en divisas registra un incremento marginal de apenas el 0,1%. Este desajuste entre la producción y las exportaciones sugiere una paradoja en la que, a pesar de producir menos, el país está exportando más, pero sin generar un valor económico significativo.
Con el consumo y la producción en declive, el sector lácteo argentino se enfrenta a un año extremadamente difícil. Si la tendencia actual persiste, 2024 podría cerrar como el año con el menor consumo de lácteos registrado en la historia del país. Este escenario plantea serios desafíos no solo para la industria, sino también para la economía nacional y la seguridad alimentaria de los argentinos, quienes cada vez ven más difícil acceder a productos esenciales.
La situación requiere una respuesta rápida y efectiva para revertir esta crisis, que amenaza con dejar una huella duradera en uno de los sectores más emblemáticos de la economía argentina, aseguran los especialistas.