El Gobierno misionero avanzó en una coordinación interministerial para aborar los problemas que dejan las crisis. «La salud mental es la base para relacionarnos, enfrentar crisis y llevar una vida equilibrada», sostiene la licenciada en Psicología, Mariela Aguirre.
Jueves 31 de octubre de 2024. La coordinadora Interministerial de Salud Mental, Mariela Aguirre, detalló la nueva estrategia de la provincia para el área, que busca fortalecer la política de salud mental en Misiones. Con la colaboración de los ministerios de Salud y del de Prevención de Adicciones, se implementó un dispositivo de guardias integradas que involucra al Hospital Carrillo y al monoclínico Manantial, dos instituciones con vasta experiencia en adicciones.
«Este dispositivo busca integrar a los organismos para brindar una respuesta integral a las personas que buscan ayuda», explicó Aguirre, ya que es importante “fortalecer las instituciones y atender tanto a pacientes con consumo problemático de adicciones como a aquellos con trastornos de salud mental».
La demanda de asistencia en salud mental aumentó de manera significativa, una tendencia que Aguirre atribuye al contexto económico y a las secuelas de la pandemia. «La pandemia puso en valor la importancia de la salud mental. Sin salud mental, no podemos hablar de salud», afirmó.
La funcionaria resaltó la importancia de abordar los problemas de salud mental desde una perspectiva integral que contemple aspectos emocionales, psicológicos y sociales. «La salud mental es la base para relacionarnos, enfrentar crisis y llevar una vida equilibrada».
La situación económica y la incertidumbre afectan directamente la salud mental de la población. «Hay un paralelismo entre la economía financiera y la administración de nuestro psiquismo. La preocupación por llegar a fin de mes o pagar las cuotas escolares genera ansiedad y estrés», explicó Aguirre.
La demanda de servicios de salud mental es transversal y afecta a todas las edades y sectores de la población. Los jóvenes, por ejemplo, son especialmente vulnerables debido a la sobreestimulación tecnológica y la incertidumbre sobre su futuro. «Los padres también sufren el estrés de planificar la economía familiar, lo que impacta en su salud mental», detalló Aguirre.
La tercera edad enfrenta desafíos adicionales como la soledad y el aislamiento, lo que puede llevar a la depresión y al uso de psicofármacos. Aguirre también señaló un aumento en los casos de ludopatía entre los adultos mayores.
El uso excesivo de la tecnología es otro factor que incide en la salud mental. «La dependencia de la tecnología puede disparar trastornos de ansiedad y adicciones», advirtió Aguirre. «Es vital tener recursos de salud mental para enfrentar estas situaciones de manera adaptativa».
El Estado está comprometido en abordar estos desafíos mediante una política sanitaria integral y decisiones políticas que prioricen la salud mental. «El Estado siempre está presente. Esta visión de política sanitaria y la decisión de nuestros ministros buscan darle la relevancia que merece la salud mental», afirmó Aguirre.
Recientemente, se lanzó la Mesa Interministerial de Prevención y Abordaje Integral del Suicidio, un esfuerzo coordinado para enfrentar un problema que requiere la intervención de múltiples organismos. «Esta nueva configuración de integración y los programas que surgen fortalecen las herramientas del Estado para dar respuesta a las demandas cambiantes», concluyó Aguirre.
Mariela Aguirre en Plural
-¿Lo que están haciendo es una coordinación interministerial?
-Sí, justamente tiene que ver con una nueva visión de la política de salud mental, con una decisión también de nuestro ministro, el Ministro de Salud, como así también el Ministro de Prevención de Adicciones, de integrar los organismos a través de dispositivos de guardias. Porque son dos organismos que tienen una trayectoria y una trascendencia importante, como es el Hospital Carrillo, y también el monoclínico Manantial, que hace años vienen trabajando en adicciones. En esta oportunidad, a través de un dispositivo se busca la integración. Esto, en primer lugar, es el fortalecimiento de las instituciones, pero sobre todo para dar una respuesta integral a la persona que viene a pedir ayuda. Todo va a estar bajo la órbita de la salud mental, atendiendo tanto a los pacientes con consumo problemático de adicciones, con todos los tipos de adicciones, como también a los pacientes con todos los tipos de trastornos de salud mental que puedan tener.
-¿Las personas van a pedir ayuda?
-Sí, muchísimo, y más aún en estos tiempos. Se ha incrementado la demanda de psicoterapias y de guardias. Las guardias permanentemente están recibiendo todo tipo de demandas, pero los pedidos de asistencia psicológica o de ayuda psicoterapéutica han incrementado. Esto tiene que ver, por un lado, con el contexto que vivimos; el contexto económico y las incertidumbres. También tiene que ver con un montón de secuelas que venimos padeciendo desde la pandemia. La pandemia lo que hizo fue poner en valor y en agenda la salud mental, y la importancia que tiene la salud mental en las personas, sobre todo en la salud en general. Porque partimos de una consigna: sin salud mental no se puede hablar de salud. Es tan importante… Es la base porque es lo que te permite relacionarte, tener un estilo de vida, poder hacer frente a las crisis de la vida, poder adaptarte. Sin una salud mental no podés relacionarte de una manera equilibrada. Se necesita de todas estas áreas emocionales, psicológicas y también sociales para poder tener una vida medianamente adaptativa, y poder hacer frente a todas estas situaciones que estamos viviendo: incertidumbres, cuestiones económicas, cómo tramitar, cómo llegar a fin de mes, cómo poder administrar la economía familiar, los proyectos de vida, la situación de los jóvenes en cuanto a la esperanza y la expectativa de vida. Son un montón de variables que hacen que se ponga en jaque la salud mental. Los dispositivos de salud pública, que tienen efectores a lo largo de toda la provincia, son los que van recepcionando estas demandas.
-La gente, nosotros, el pueblo, ¿se da cuenta de que esta situación económica y social, estos conflictos, producen alteraciones que me hacen consultar sobre la salud mental? ¿Cómo se da ese proceso?
-Creo que desde la alteración en la vida de uno, cuando se altera la calidad de vida: el sueño, ciertos trastornos, la tristeza, la desesperanza, la depresión, el insomnio, son un montón de síntomas que hacen que uno no pueda tener una calidad de vida, lo que te obliga o te exige pedir ayuda. Hay algo que nosotros, los que trabajamos en el área de salud mental, entendemos: hay un paralelismo entre la economía de cómo administramos nuestro psiquismo con la economía financiera. Entonces, cuando hay una alteración, por ejemplo, si estamos preocupados por cómo llegar a fin de mes, cómo pagar las cuotas de los chicos, o que nuestros ahorros se ven cada vez más complicados o desaparecen, todo eso nos lleva a un estado de alerta, ansiedad, desesperación e incertidumbre que altera nuestra vida y afecta nuestra salud, y que necesariamente nos lleva a pedir ayuda. Es como que los síntomas mismos son un orden para pedir ayuda. Por supuesto, el tema de la accesibilidad y el pedido de ayuda al psicólogo o al psiquiatra hoy en día está más sociabilizado, más naturalizado que antes. Ahí es donde aparecemos nosotros, los dispositivos de salud, para poder dar respuesta a esto.
-¿Se puede tipificar quiénes son los más afectados en edad, sexo, población, recursos económicos?
-En realidad afecta a todos por igual, es transversal. Por supuesto, los jóvenes por su vulnerabilidad propia de la etapa, por la incertidumbre de los proyectos de vida o de no saber qué hacer con su vida, y aparte, por la inmediatez de cómo ellos viven y cómo están atravesados por la tecnología, la información, la sobreestimulación que tienen, muchas veces se ven afectados por este tipo de cosas, pero ni hablar de las familias. Cuando hablamos de familia, estamos hablando de los adultos que tienen que hacer frente a estas responsabilidades. Pensá para hablar de salud mental, más allá de lo conceptual, te hablo de un caso típico: padres de familia, o referentes de familia, que tienen que planificar la economía familiar, qué hacer con el futuro, cómo pagar los estudios. Eso, de por sí, ya genera un estrés, un incremento de la ansiedad, de las angustias, lo que impacta muchas veces en el autoconsumo de medicación, y en caso de que pidan ayuda con una prescripción médica. En cuanto a la tercera edad también hablamos de la soledad, del aislamiento, de ver a sus hijos pasarlo mal, y cómo pueden ayudarles, por lo que muchas veces se refugian en los psicofármacos, caen en una depresión o, en algunos casos, aparece la ludopatía. Fijate que, de acuerdo a los dispositivos de guardia que tenemos en la salud pública, vemos que muchos de los que vienen a consulta son hombres. Las mujeres también vienen, muchas veces acompañando a sus hijos, parejas, o hermanos.
-¿Esto no se daba antes?
-La demanda siempre existió, porque hay trastornos propios de la naturaleza del psiquismo o la personalidad, pero la cantidad ahora es mucho mayor.
-¿Esto tiene relación con el plano económico, en forma casi directa?
-Todo tiene que ver, las decisiones que se toman, las incertidumbres, las posibilidades que tenga cada uno. Ahí es donde entra la salud mental que pueda tener cada integrante de la familia para poder hacer frente a esas crisis, para poder dar respuesta, poder adaptarse. No te olvides que muchas veces -esto hablando más técnicamente- los trastornos de pánico, de ansiedad o los síntomas que se presentan en el ser humano son una manera de dar respuesta, de adaptarse o hacerle frente a la situación que estoy viviendo. Así puedo enfrentarla con una fobia, con un infarto, con una gastritis, con determinados síntomas que me posibilitan tramitar esas angustias y miedos que estoy padeciendo y el día a día. Uno de los temas que preocupa y que está en la agenda de todos los comunicadores, de todos los medios, es lo que hace al uso de las tecnologías, toda la impronta que está produciendo tanto en las conductas de comportamiento, tanto de los niños como los adolescentes, y nuestra misma vida, cómo altera la calidad de relacionamiento por estar mediatizada por el celular. Eso conlleva a una serie no solamente de trastornos de ansiedad, depresión, sino específicamente al tema de las adicciones.
-¿Por qué trastornos de ansiedad y de adicción con el uso de la tecnología?
-Por el vínculo de relación que yo establezco con esa tecnología, por la cantidad de horas que empieza a ocupar en mi vida, lo que hace que no pueda caminar, relacionarme o tener una vida más sana. Todos esos son disparadores. No te olvides que hay una relación química desde los impulsos que produce toda la tecnología con los circuitos de recompensa del cerebro. Se establece una relación de dependencia donde se disparan estímulos ansiógenos, y eso hace que se disparen otros tipos de emociones. El típico caso que todos comentan es que cuando se levantan, lo primero que hacen es revisar los mensajes, ni saben qué hora es y ya están revisando o pendientes de las notificaciones. O sea, tu vida empieza a estar mediatizada por un objeto. Depende del grado de salud mental que pueda tener cada uno, de ser un poco más consciente y decir: “Bueno, dedico este tiempo a conversar o, si estoy con mi pareja o con mi familia, dejo a un lado el celular”. Ahí va a depender del grado de conciencia y los recursos de Salud Mental que cada uno pueda tener. Pero en realidad nos atraviesa a todos, e insisto, ahí es donde radica el valor de la salud mental, donde uno tiene las herramientas para afrontar esas situaciones de una manera más adaptativa o mucho más estresante.
-¿El Estado corre detrás de estas problemáticas, va a la par, o tiene alguna posibilidad de adelantarse un poquito? Porque estamos hablando de adicciones por el uso de la tecnología, problemas de salud mental por la situación económica y social. ¿Dónde está el Estado?
-El Estado siempre está. Hay algo puntual que pasó en este momento, que es esta visión de política sanitaria y de decisión política también de nuestros ministros, de hacerle frente a esta situación, esta unión es para empezar a mirar un poco más, a darle la importancia y la relevancia que tiene la salud mental, como amerita y como nos exige la sociedad y la situación misma, que puso de relevancia —casualmente en un año en el que estamos trabajando intensamente con estas instituciones para fortalecer y dar respuesta integral al usuario o al paciente— veíamos que si bien esto después tuvo otro curso, en el país se cuestionaba la existencia de otros hospitales importantes en salud mental, justamente en un momento crucial. Hoy en día, la salud mental está en la agenda y en un lugar importante para poder dar respuestas a todas las cosas desconocidas que están sucediendo. Justamente con este polo de integración y el fortalecimiento que se está trabajando también en las redes a lo largo de la provincia, con profesionales y con los servicios, de alguna manera podemos hacerle frente. Hace poco, desde el Gobierno, por ejemplo, se lanzó la Mesa Interministerial de Prevención y Abordaje Integral del Suicidio, donde están todos los organismos coordinando para hacer frente a algo que pasa y que es un problema que había que abordar. Porque, si bien siempre se daba respuesta en el sentido de que los pedidos llegaban a la guardia o a algún efector, este último tiempo fue mucho más importante, entonces había que reorganizarse. Es ahí donde se toma esta decisión para trabajar con más sinergia, para tener información, para poder asistir, para poder actuar coordinadamente, porque requiere de la intervención de todo un aparato para poder dar respuesta. Entonces, esto viene a sumarse desde el Estado como una herramienta para poder dar respuesta. Esta nueva configuración de la integración también viene a fortalecer y a sumar herramientas del Estado para hacerle frente, y los programas que van surgiendo. Pero no te olvides que es una reingeniería en función de que los escenarios han cambiado, los síntomas han cambiado, las demandas han cambiado, las edades de consumo han cambiado. Eso también nos exige como Estado reorganizarnos.
