Ricardo Maciel, representante del gobierno de Misiones en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym), analizó la situación actual del sector yerbatero: destacó la necesidad de intervención estatal para equilibrar el mercado y evitar la concentración del poder en manos de unos pocos actores industriales.

Domingo 10 de noviembre de 2024. En un detallado análisis sobre la situación actual del sector yerbatero, Ricardo Maciel, representante del gobierno de Misiones en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym), expuso las complejidades de esta importante industria para la provincia donde entiende que el principal problema no radica en la rentabilidad del negocio de este producto sino en la distribución injusta de las ganancias que genera.
Maciel remontó la discusión al periodo comprendido entre los años 1936 y 1990, cuando el sector se desarrolló bajo un mercado regulado por el Estado a través de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (Crym). Sin embargo, la eliminación de esta comisión en los 90 desencadenó una crisis que, entiende, fue más una crisis de distribución de ganancias que de rentabilidad del negocio. «El negocio siempre fue rentable, pero la distribución de la ganancia generada por el negocio siempre fue el problema,» subrayó en una entrevista con Plural, programa periodístico de Canal 4 Posadas.
La creación del Inym en 2002 buscó reordenar y generar confianza en el sistema productivo, reemplazando a la Crym con un organismo mixto donde la mayoría de los directores representan al sector privado. Sin embargo, Maciel destacó que las recientes decisiones de desregulación a nivel nacional, que quitaron al Inym la facultad de fijar precios, han desestabilizado nuevamente el sector. «Nos sacaron todas las facultades de fijar precios, fundamental para nivelar el terreno entre pequeños y grandes productores,» afirmó.
Maciel también enfatizó que el libre mercado en la yerba mate favoreció a un pequeño grupo de grandes compradores en detrimento de miles de pequeños productores. Este desequilibrio llevó a que los pequeños productores estén en una posición pasiva, sujetos a las condiciones impuestas por los compradores. «El productor siempre queda en una instancia pasiva, sin poder negociar,» explicó.
Ante esta situación, Maciel reveló que el gobierno provincial y otros actores del sector están en constantes reuniones para encontrar soluciones que eviten la concentración del mercado y protejan a los pequeños productores. «Estamos evaluando la posibilidad de una autarquía provincial y otras herramientas legislativas para beneficiar a los productores misioneros,» señaló.
Una de las estrategias clave mencionadas por Maciel es el fortalecimiento de las cooperativas agrícolas. «Las cooperativas son grandes aliadas en toda la provincia y permiten a los productores no tener la urgencia de vender hoja verde inmediatamente, pudiendo estacionarla y venderla como canchada,» explicó. Este modelo busca dar estabilidad a los pequeños productores y evitar la caída de precios durante la zafra.
Maciel concluyó que, aunque la crisis actual es grave, el sector yerbatero está en mejores condiciones que en los 90 gracias al resurgimiento de las cooperativas. No obstante, hizo un llamado a la acción para implementar medidas que aseguren una distribución más equitativa de las ganancias y fortalezcan la posición de los pequeños productores en el mercado. «Necesitamos herramientas que nos permitan intervenir y evitar la concentración del mercado, asegurando que los beneficios del negocio de la yerba mate se distribuyan de manera justa», dijo.

Ricardo Maciel en Plural


-Estamos intentando entender y poner un poquito de orden sobre qué está pasando con la yerba mate. ¿Cuál es la situación en la que estamos? Y si es posible, para arrancar este análisis, hablar de lo que fue el año pasado y qué fue cambiando a lo largo de este año.
-En primer lugar hay que remontarse, quizás, más allá de este último tiempo. El sector yerbatero nació y se desarrolló dentro de un mercado regulado con el Estado acompañando y determinando plantaciones que había que hacer, autorizaciones, control y comercialización, desde el año 36 hasta el 90, cuando se elimina lo que fue la Comisión Reguladora de la Yerba Mate. Y hay que entenderlo también: no es una cuestión solamente de la yerba; todo el minifundio, toda la producción agropecuaria bajo este formato minifundista que caracteriza a Misiones requiere el acompañamiento del Estado. Creo que eso es lo que nuevamente se puso en discusión el año pasado, y que a nivel nacional se acompañó con la idea de que el Estado no debería participar en lo que es el desarrollo productivo de la actividad privada; que el famoso libre mercado sea el que actúe en libertad. Pero es imposible tener un libre mercado justo cuando hay cuatro o cinco poderosos comprando, con poder de negociación y con capital, y hay miles de pequeños productores atomizados, sin poder tener la capacidad de negociar. Y esto no es minimizando la capacidad del productor, sino que es una cuestión de volumen. Si yo no te vendo bajo mis condiciones y mi precio, habrá otro que sí lo va a hacer, y el productor siempre queda en una instancia pasiva. Seguramente habrás entrevistado muchas veces a productores que dicen: «Me pagan tanto», nunca dicen: «Vendí a tanto». Siempre es una instancia pasiva, siempre está a la instancia de lo que las condiciones del comprador le imponen. Ese es el primer escenario: 50 años de desarrollo de la actividad yerbatera, y luego, en los 90, se pasa a un formato similar al que estamos viviendo. Esto hizo que en los 90 tuviéramos una crisis yerbatera similar a la de ahora, pero no una crisis del negocio de la yerba mate en sí, sino una crisis de distribución de la ganancia que genera el negocio. Siempre fue rentable el negocio. La media de consumo nacional nunca se redujo, va aumentando con el crecimiento demográfico mínimamente. En los 90, hasta el comienzo de la década, estaba bien delimitado: el productor era productor, estaba el secadero que lo secaba, y el industrial que compraba esa canchada. En ese proceso de los 90 terminaron con el productor cediendo espacio, y ese espacio fue ocupado por el sector industrial, que se convirtió no solamente en molinero, sino que también amplió su capacidad de secado, y también se convirtió en productor. Eso fue lo que desencadenó la crisis a fines de los 90 y terminó con la creación del Instituto Nacional de la Yerba Mate, que es algo mixto. A diferencia de lo que fue la Crym (Comisión Reguladora de la Yerba Mate), que era manejada netamente por una comisión nacional, el Inym es un organismo manejado por la mayoría del sector privado. Muchas veces se dice: «No, es el Estado», pero el Inym es un organismo que tiene doce directores, de ellos, la Provincia de Misiones tiene solo un representante, que soy yo. El sector privado tiene nueve: tres del sector productivo, dos de las cooperativas agrícolas, uno de los secaderos, uno de los trabajadores rurales, dos de las industrias, uno por el Gobierno de Corrientes y uno del Gobierno nacional, que ejerce la presidencia. De todos, solo tres son representantes políticos estatales, el resto son actores que representan la actividad privada. Como decías, ¿qué pasó hasta diciembre? Hasta diciembre, desde 2002, que se crea el Instituto, llevó un tiempo ordenar y volver a generar confianza en el sistema productivo. En los 90 también pasó algo importante: Misiones siempre se caracterizó por tener cooperativas agrícolas muy fuertes. En los 90, bajo este sistema de capitalismo, individualismo, diría yo, cooperativas importantes como la de mi ciudad, Eldorado, la Cooperativa Agrícola Eldorado, la Calo Picada Libertad, se destruyeron. Siempre se le echa la culpa a un presidente circunstancial de la cooperativa o a un gerente, pero siempre hubo intereses de afuera. La forma que tienen los pequeños de competir con los grandes es juntándose, y esas cooperativas eran fuertes en los 90 se destruyeron. Cuando empezó el Instituto nos encontramos con zonas absolutamente críticas, como la de San Pedro, toda la zona de Oberá y zonas de influencia, porque justamente al no estar la Calo todos esos productores quedaron a la deriva. Desde el Gobierno provincial empezamos un acompañamiento para volver a organizar cooperativas. Fue muy difícil; había mucha desconfianza entre los mismos productores por la historia reciente de experiencias que ellos sentían que fracasaron, pero lo hemos logrado y hoy tenemos en San Pedro uno de los mejores secaderos de la provincia de Misiones. Está la Cooperativa Agrícola Yerbatera de San Pedro, relativamente nueva. Fue en 2004 o 2005 que lo finalizamos, ayudados con financiamiento del Estado provincial. Después ellos fueron creciendo ya con el movimiento de su actividad. En la zona de Oberá, Campo Ramón, Campo Grande, Aristóbulo del Valle también hemos consolidado cooperativas. Muchas de ellas inclusive hoy están en un paso siguiente, con su propia marca de yerba. Hasta el año pasado, con todos los conflictos que existen nos dieron un golpe muy fuerte en la razón de ser de la creación del Instituto, que fue la desregulación. Nos sacaron todas las facultades de fijar precios, que es fundamental para poder poner a todos en un nivel, parejos, tanto al pequeño como al grande. Si después quieren competir, que lo hagan desde ese nivel hacia arriba. Así fue siempre, y estos últimos seis o siete años fueron muy buenos. El año pasado muchos productores empezaron a cuestionar al organismo, preguntándose para qué estaba el Inym. También inducidos por este mismo escenario que se produjo con las cooperativas en los 90, los mismos actores para los cuales el Instituto fue creado fueron críticos del propio Instituto, y eso creo que fue inducido por otros actores que ven al Instituto como una herramienta que justamente les condiciona o genera igualdad de negociación con quienes ellos quieren intervenir. El Inym no es un organismo simpático en el sentido de que su esencia es la fiscalización. Por eso, hemos clausurado secaderos por mala calidad, hemos sancionado a industrias por incumplimiento de precios, hemos impuesto la resolución 170 restringiendo las plantaciones a los grandes capitales, que llegó a instancias judiciales en la Corte Suprema, donde Misiones también se presentó. Todo eso generó, por supuesto, que actores importantes se posicionaran en contra, pero no se presentan ellos atacando al organismo, sino que usan a otros para atacarlo. Y generó lo que pasó en esta zafra, donde debo reconocer que al comienzo del año decía que por ahí la crisis la íbamos a ver el año que viene, pero fue muy acelerado. En esta zafra, el productor prácticamente entregó y le están pagando valores muy por debajo del precio anterior. Muchos dicen que es el valor de mercado, pero el valor de mercado no puede pasar de un precio de 370, como estaba al comienzo de enero, a poco más de 100 pesos como está ahora. Hoy mínimamente, con el precio en góndola, debería estar entre 350 y 400 pesos mínimamente. Sin embargo, hoy las operaciones están siendo por mucho menos de 250 pesos, y a plazos. Otro problema es que un cheque a 90 o 120 días en este escenario realmente deprime mucho el valor final. Y esto es producto de la misma política. Muchos me dicen que es una crisis cíclica de la actividad yerbatera, pero para mí, lo que pasa es que se repite cíclicamente el viraje de la política y de la mirada sobre cómo acompañar al sector.

-¿Y cómo se sale de esto? ¿Qué se puede hacer? ¿Qué analizan?
-Nosotros estamos en muchas reuniones: el Ministro del Agro, el Gobernador, el Vicegobernador, también con la intervención de la misma Cámara de Diputados, estamos en muchas reuniones con productores y lo hacemos también para ver juntos de qué manera poder intervenir. No podemos hacer lo que se hizo en los 90 de esperar mucho tiempo porque se va a producir la concentración que quedó pendiente aquella vez. Y volviendo a la cuestión política, esto es una cuestión de una mirada muy diferente de lo que tiene la Nación, de dejar liberado a todo el sector. Muchos que acompañaron ese proceso de liberación del mercado son también muchos dirigentes yerbateros, charlando con ellos mismos, son los que hoy reclaman que la Provincia genere algo. Entonces, por un lado, a nivel nacional, están con una mirada de desregulación, y nos piden y exigen que en la Provincia generemos algún instrumento, que se está evaluando, se está analizando, por el hecho de que nosotros somos el principal productor de materia prima, pero también existe Corrientes, hay industria en otras provincias. Entonces tenemos que ver de qué manera lograr que una herramienta legislativa provincial traccione en beneficio de los productores misioneros. Pero hay que analizarlo, y en esa instancia se está. Si puede ser a través de una autarquía provincial, como se había hablado al principio. Los diputados están trabajando, se están recibiendo todas las opiniones, y la Provincia va a acompañar la herramienta que mejor se considere para contrarrestar esta situación.

-¿Ese proceso de concentración ya empezó?
-No, en un año generar eso es muy difícil. Lo que sí es que, al no haber… se liberan las plantaciones. Este año no tengo todavía los registros de cuánto se plantó, pero lo que más plantan son justamente los más grandes, los que tienen mayor capacidad. El pequeño productor minifundista ya tiene su unidad productiva completa. Si tiene cinco o diez hectáreas de yerba, y además tiene algo de forestación, ganadería y otras actividades, está muy limitado para crecer en superficie. A lo sumo, puede mejorar su yerbal para obtener mejores rendimientos, que también es el trabajo que hicimos en todos estos tiempos pasados. Y si esto no se corrige, también dentro de dos o tres años se va a producir el combo de tormenta perfecta, que es que el productor, al no tener el ingreso suficiente para reinvertir en mejorar su yerbal, va bajando los rendimientos. Te vas a encontrar con que este año tuvieron mucho rendimiento y bajó algo el precio, entonces, algo se pudo compensar. Si no hacés las labores necesarias, después tenés bajo precio y bajo rendimiento, que es lo peor que le puede pasar al productor.

¿Cuántas familias pequeñas productoras tiene Misiones aproximadamente?
-Hay casi 13 mil productores en total, de los cuales, considerando pequeños productores hasta 15 hectáreas, son el 75% de los productores, que son los que venden hoja verde. Pero ese 75% de productores, es decir, 9 mil productores, aportan en hoja verde entre el 33% y el 35% del volumen total. Después ya ves que está muy concentrado, de 100 industrias yerbateras, hoy diez manejan casi el 80% del negocio en góndola. Entonces, ¿cómo se sale? Creo que en este momento estamos en mejores condiciones que la vez anterior, porque tenemos las cooperativas como grandes aliadas en toda la provincia. En Andresito, básicamente, la economía yerbatera de tanto secanza como molienda son cooperativas, también una industria importante como la de los sirios en la zona de Montecarlo, de Alto Paraná. También hay cooperativas importantes en la zona de ruta 12, Jardín América, Santo Pipó. Tenés en la zona centro muchas cooperativas chiquitas que están con su propia marca. San Pedro, que te decía. Tenés una instancia de poder trabajar de diferentes maneras. Porque esa cooperativa lo que te permite es que el productor no tenga que estar con la urgencia de vender hoja verde en julio o agosto porque se te empieza a caer el precio. Sino que lo metés en la cooperativa, lo estacionás y vendés canchada. Hoy, la mayoría de esa canchada está yendo para Corrientes, y el desafío es que la mayor cantidad de esa producción de materia prima se elabore acá. Creo que las marcas de cooperativas pequeñas tienen un gran potencial de crecimiento. Hoy hay un segmento de consumidores muy ávido de conseguir paquetes de yerba que tengan detrás historia, paisaje, que sepan quiénes están detrás de ese paquete. Esas pequeñas marcas, ir a pelear un espacio en góndolas tradicionales es muy difícil. Entonces, es ir hacia un segmento de consumidores que hoy están buscando ese tipo de producto.

-¿Hay productores que dijeron: “hasta acá llegué, no aguanto más, me voy de la producción”, en este contexto, este año, o la están peleando?
-El productor yerbatero siempre la pelea. Hay algunos que pueden estar resistiendo un poco más. El tema de la yerba mate, para nosotros, no es solamente una actividad productiva y económica, forma parte de nuestra historia. Yo, como técnico en una unidad productiva, puedo decir: “Tenés citrus, reemplazá esta variedad de citrus y poné esta otra que te va mejor, es la que me están buscando”. Y el agricultor lo va a hacer. En cambio, el tema de la yerba cuando baja su rendimiento, él ve que la yerba no anda, tiene internalizado que la chacra ya no anda. La mayoría son agricultores que tienen cinco o diez hectáreas, y sin embargo tienen otras actividades. Es emblemática la actividad yerbatera, forma parte de nuestra propia historia, nuestra propia cultura. Y ahora se está planteando la sobreoferta, que este año vamos a finalizar con un millón de kilos de hoja verde cosechada. Veníamos con 800 mil kilos en todos los años, y hay un 10% de excedente, que no tendría que ser la culpable del precio que se está pagando. Pero dentro de ese escenario, hay que buscar alternativas, fijar postura y fortalecer al productor. Nosotros, este año también desde la Provincia -porque eso es lo que también tiene la industria, que tiene el acceso al dinero, al crédito para trabajar- en julio vimos que, ya estando satisfechos los stocks en las industrias, dejaron de salir a comprar y a financiar los secaderos; y es ahí donde la Provincia liberó una línea de crédito especial para que ese volumen se pueda levantar. Pero creo que con la participación de todos, sin dejar de mirar a nivel nacional, somos una de las principales economías regionales del país. Nos merecemos que la Nación atienda también a esta economía. En estos últimos cuatro o cinco años, Coninagro generó un mecanismo de información con el sistema de semáforo, como lo denominan ellos, donde con luz roja marcan las crisis, con verde situaciones estables y amarilla neutral. La yerba, en los últimos 6 años, estaba en verde y este año pasamos a rojo. Así que creo que hay que seguir trabajando. El productor está juntándose, defendiendo su producto. Se están generando unos precios referenciales que se están determinando, pero si no hay por ahí, una instancia de exigencia del precio, es muy difícil que eso después se cumpla.