En Argentina, un 83% de los adolescentes entre 15 y 17 años realizan tareas domésticas y de cuidado, según un estudio de Unicef y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género. Este trabajo no remunerado impacta de manera negativa en el desarrollo académico y personal de los jóvenes, perpetuando roles de género y limitando sus oportunidades de crecimiento integral, reflexionó Agostina Blodek en su columna de Plural.
Lunes 18 de noviembre de 2024. El 83% de los adolescentes argentinos de entre 15 y 17 años realizan tareas domésticas, cuidando a adultos mayores, a hermanos menores y manteniendo el hogar. Este fenómeno, arraigado en ideologías tradicionales, se perpetúa de generación en generación, impactando de manera negativa en el desarrollo personal y académico de estos jóvenes, reflexionó Agostina Blodek en su columna de Plural, programa periodístico de Canal 4 Posadas, sobre una encuesta realizada por Unicef y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, «titulada Adolescentes que cuidan: un trabajo invisible que moldea el presente y condiciona el futuro».
Se trata de un trabajo no remunerado pero normalizado. La encuesta reveló que estos adolescentes dedican entre 4 y 5 horas diarias a las labores domésticas, comprometiendo su educación y su capacidad para participar en actividades recreativas y sociales. Este trabajo es «invisible» porque no recibe remuneración y se considera una extensión de sus responsabilidades hogareñas.
Agostina Blodek subrayó que este problema es más evidente en las zonas rurales, donde las familias numerosas y la necesidad de trabajo de los padres obligan a los adolescentes a asumir estas tareas. La situación es preocupante porque normaliza la ausencia escolar y la falta de oportunidades para el desarrollo integral de los jóvenes, enfatizó.
El estudio también destaca una notable desigualdad de género: un 20% más de mujeres realizan estas tareas en comparación con los hombres. Una de las entrevistas incluidas en el estudio ilustra esta situación: un adolescente de Tucumán expresó su deseo de enfocarse en sus sueños y estudios, pero también manifestó que en el futuro delegaría las tareas domésticas a su pareja, evidenciando cómo estas prácticas se perpetúan en la sociedad.
La carga de responsabilidades que estos jóvenes asumen afecta su desarrollo integral. Blodek menciona casos en Misiones donde adolescentes dejaron de asistir a las escuelas para cuidar a sus hermanos menores. Este sacrificio personal, justificado como una preparación para la vida adulta, limita sus oportunidades de socialización y aprendizaje, y perpetúa roles de género desiguales.
La reflexión de la columnista llama a una reevaluación de estas prácticas y a la búsqueda de soluciones desde el ámbito familiar y estatal. La encuesta de Unicef es un llamado a la acción para abordar esta problemática y garantizar que los adolescentes puedan desarrollarse plenamente sin cargas indebidas.
La columna cerró destacando la importancia de deconstruir la normalización de estas tareas entre adolescentes. Reconocer y abordar este problema permitirá que los jóvenes puedan disfrutar de su adolescencia y construir un futuro basado en la equidad y el respeto por sus derechos.
En ese sentido propone y resalta el necesario cambio de paradigma para que los adolescentes puedan vivir plenamente su etapa de desarrollo sin las cargas de un trabajo invisible que condiciona su presente y futuro.
Agostina Blodek en Plural

¿Con qué tema venís hoy Agostina?
-La reflexión que vengo a traer hoy es en base a una encuesta que hizo Unicef con el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, con el título «Adolescentes que cuidan: un trabajo invisible que moldea el presente y condiciona el futuro». A través de esta encuesta, que se hizo en Argentina, a distintos adolescentes entre 15 y 17 años, se sacó un porcentaje del 83% que se dedican a tareas domésticas, lo que compete al cuidado de adultos mayores, llámense padres o abuelos, así como también al cuidado de sus hermanos pequeños y otras tareas domésticas, haciendo alusión a lo que es la limpieza de la casa, la cocina, entre otras tareas. Este tema tiene que ver con la ideología que se tiene, que viene desde años anteriores, que está instaurada en la sociedad y cada vez se va replicando en las generaciones futuras. ¿Por qué el título de «Un trabajo invisible»? Porque en la mayoría de los casos, estos chicos llevan a cabo estos trabajos sin una remuneración, ya que lo hacen, en su mayoría, en sus hogares. «Moldea el presente y condiciona el futuro» porque, como lo dije anteriormente, se va repitiendo de generación en generación y es algo que hoy en día esto está normalizado en la sociedad. Pero es preocupante, dado que estos chicos, en la mayoría de los casos, descuidan sus estudios y también sus objetivos y sueños para abocarse a estas tareas domésticas. En esta encuesta se tomó un porcentaje de chicos que viven en la ciudad, como otros que viven en zonas rurales. Esto me llamó poderosamente la atención, porque si bien acá, en Misiones, fueron creo que, si mal no recuerdo, dos chicos los entrevistados, es una realidad que se suele ver, sobre todo en el interior de la provincia. Incluso son chicos que son de familias numerosas y, en la mayoría de los casos, sus padres tienen que salir a trabajar, por eso, ellos quedan al cuidado de sus hermanos pequeños, de sus abuelos, y de las tareas del hogar. Lo malo es que ellos normalizan el no asistir a clases, por ejemplo, y no cumplir con sus obligaciones como estudiantes, por lo que no se pueden desarrollar como adolescentes. Ahí está el eje de la cuestión y la preocupación a nivel social de por qué se hizo esta encuesta.
-No se pueden desarrollar como adolescentes porque se cargan una mochila muy pesada que no es para esa edad…
-Totalmente. El estudio realizado arrojó que entre 4 y 5 horas diarias estos chicos se pasan atendiendo las distintas necesidades de la vida cotidiana, descuidando de esta manera el estudio, así como también actividades para vincularse con otras personas, como el deporte. Otra cosa que llamó poderosamente la atención es que, si bien hoy en día se está tratando de poner en un eslabón de igualdad al hombre y la mujer, hay un 20% más de mujeres que realizan estos trabajos domésticos en comparación con los hombres. En una de las entrevistas que estuve leyendo, porque además de encuestas se llevaron a cabo entrevistas, uno de los chicos, creo que era de Tucumán, decía que el día de mañana, cuando le preguntaron cuáles eran sus aspiraciones, él quería enfocarse en sus sueños, en su carrera, y en poder terminar el colegio. Particularmente, este chico había dejado de asistir a clases por un año debido a estas tareas domésticas que tenía que llevar a cabo. Y cuando le preguntaron cómo se visualizaba a futuro, él decía que quería enfocarse en él mismo y que todas las tareas que le había tocado hacer a lo largo de su adolescencia seguramente las iba a delegar a su pareja en ese momento, que sería una mujer. Entonces, vemos cómo esos aprendizajes que uno trae están aparejados por algo que está instaurado en la sociedad. Incluso cuando yo lo leía, decía: «Sí, porque a mí también me ha tocado pasar por esas cosas». Y uno lo normaliza. Está bien, tal vez hay televidentes que van a diferir, pero justamente es un llamado a la reflexión para ver qué medidas se pueden tomar.
-Mucha gente va a decir: «Pero si eso es normal, yo lo hice».
-Sí, y eso es lo malo, porque cada vez es mayor el número de adolescentes que dejan de vivir esa etapa de su vida, que es la adolescencia. Lo que sostenían es que queman etapas con la justificación de que son tareas que deben hacer.
-Te quiero comentar algo. Hace un tiempo escuchaba la historia de una mujer que tuvo 15 hermanos, y ella decía: «Yo nunca tuve infancia». Era la mayor de todas. Apenas había empezado a caminar y ya empezó a cuidar a sus hermanitos que vinieron a lo largo de 15, 16 años, uno por año.
-Claro. Particularmente yo lo veo mucho en el interior y también me ha tocado vivirlo con mi familia. Como era una zona rural y el trabajo era pasar todo el día en la chacra, o la mayoría tenía animales para el criadero, el primer hermano que se levantaba tenía que atender a los otros, porque, como sucede hoy en día, mamá y papá estaban trabajando; y si ellos no trabajaban o no cosechaban, si no criaban los animales, no se sustentaba la familia y no comían, básicamente. Como te digo es algo que está instaurado en la sociedad, pero que al día de hoy trae consecuencias aparejadas, porque muchos chicos dicen que no solo no tienen tiempo para hacer actividades como el deporte o relacionarse con amigos, sino que sienten que se están quedando sin esa etapa. Otra de las cosas es que, cuando se lo plantearon a sus padres, la mayoría de las chicas les decían que era una preparación para lo que les esperaba el día de mañana en la vida. Otra vez, no se ve la igualdad de género en ese sentido, porque, si bien se está trabajando como sociedad para que no exista la discriminación, en la mayoría de los casos, son las mujeres quienes reciben estas tareas de cuidado. Incluso, uno de los chicos, otra cosa que me quedó marcada, dijo: «Yo, el día de mañana, no quiero cocinar más», porque le había tocado durante la mayor parte de su adolescencia cocinar en la casa, y no solo para él, sino también para sus hermanos. Ahí estaba, digamos, el problema, si se quiere, de todo esto. El llamado a la reflexión, es qué medidas uno puede tomar, porque también los chicos sostenían que el Estado no daba soluciones a este tipo de situaciones, y cada vez es mayor el número de adolescentes en esta situación. Sigue estando normalizado, incluso para el Estado. No hay nadie que diga o que haga algo. Justamente, a raíz de este incremento masivo en el porcentaje de chicos que están en esta situación, Unicef realizó esta encuesta justo en septiembre, en el marco del mes del estudiante y es justamente un llamado a la reflexión para esos casos.
-Me llamaron la atención algunos datos: la encuesta fue sobre adolescentes de 15 a 17 años, y el 80% de los encuestados pasa por estas situaciones de tareas de cuidado y tareas domésticas.
-Así es. Y sin discriminar entre varones y mujeres, o a los chicos que viven en la ciudad o en zonas rurales. Tal vez yo lo veo plasmado más en el interior, no digo que no suceda en las grandes ciudades, porque cada familia es un mundo aparte, pero sobre todo en el interior se ve muy plasmado. Incluso tenemos casos en General Urquiza, por ejemplo, de chicos que dejaron de asistir a clases justamente para cuidar a sus hermanitos, porque hay algunos que no tienen padres o cuyos padres trabajan, y ellos se tienen que hacer cargo, de cierta manera. Es increíble cómo, cuando hablás con el chico, notás una madurez, si se quiere, obligatoria que tuvo que desarrollar para cargarse al hombro esa responsabilidad.
-Etapas, procesos quemados, ¿no es cierto?
-Así es. Incluso no salía a jugar cuando todos salían. Te estoy hablando de un chico de 15 años, porque tenía que quedarse cuidando al hermanito, y como era muy chiquito, no lo podía llevar. Son cosas normalizadas pero que en realidad no están bien; porque, con el paso del tiempo, en un futuro, se van a ver las consecuencias, como hoy en día ya las podemos ver en la sociedad.
-¿Este estudio se hizo solo en Argentina, o también se replicó en otras regiones?
-En México y en Colombia se habían empezado a hacer estudios similares. No se había hecho ninguna encuesta como tal, hasta lo que leí, pero en esos dos países también se había despertado esta problemática.
-¿Por qué tocaste este tema? ¿Por qué te llamó la atención? ¿Porque lo vivís a diario?
-Justamente porque hace poco me tocó vivir esta situación con un adolescente. Tratamos de trabajarlo con él, con la psicóloga y la psicopedagoga, porque más allá de decir «bueno, es una etapa quemada, cuando yo era chico también lo tuve que hacer, todos pasamos por eso», trae aparejadas consecuencias con la escuela y también en la manera de vincularse con otras personas, ya que no tiene roce, y tampoco busca ese vínculo con otras personas. Hace dos meses, más o menos, estuvimos trabajando con él en este tema, haciéndole un seguimiento con la psicóloga y la psicopedagoga; entonces, el tema me llamó la atención, me puse a investigar, y justo encontré esta encuesta. También me pareció prudente traerlo a reflexión al programa. Hay personas que van a estar de acuerdo conmigo y otras que no. La verdad es que cuando yo lo leí por primera vez, dije: «Pero si yo también lo tuve que hacer», y justamente ese pensamiento es el que hay que deconstruir para tener una nueva visión más amplia de las cosas. Como constantemente, la psicología, que siempre existió, pero que está en evolución, a raíz de determinados problemas que se ven en los adolescentes, se logra llegar a la raíz del problema, está bueno que lo tengamos presente y que tratemos, como sociedad, de ver cómo podemos dar una mano desde el lugar que ocupa cada uno. Como te digo, me tocó muy de cerca trabajarlo con ese chico, y me pareció interesante el tema. Incluso vimos una evolución. Tratamos de buscar maneras sanas en las cuales él se vincule, porque, además, al tener 15 años, se vinculaba con personas mayores, de 28, más o menos, y le costaba relacionarse con sus pares, pero también estaba “yendo por un mal camino” en cuanto a los consumos y esas cuestiones. Entonces, como te digo, eso trae aparejado un montón de otros problemas que después, a la larga, terminan perjudicando, nada más y nada menos, que al adolescente.
