En este artículo, el autor reflexiona sobre la evolución, desafíos y futuro en el marco de los más de 20 años de los conceptos de ecoturismo y turismo responsable.
Por Oscar Alejandro Degiusti, licenciado en Turismo
Parte I: El desarrollo sostenible y el turismo sostenible. El Ecoturismo. El Turismo Responsable. ¿Muerte, resurrección y extinción?
Lunes 2 de diciembre de 2024. Antes de que termine este 2024, me gustaría reflexionar sobre el Día Nacional y Provincial del Ecoturismo y el Día Mundial del Turismo Responsable, fechas que me estimularon a recordarlos y entender qué ha pasado con ellos. Cada 31 de mayo es el Día Nacional –y Provincial– del Ecoturismo en homenaje al nacimiento del perito Francisco Moreno (1852-1919), promotor de la red de Parques Nacionales de Argentina. Asimismo, cada 2 de junio desde 2007, se celebra el Día Mundial del Turismo Responsable.
El turismo, a mediados del siglo XX, se transforma de un conjunto de servicios altamente elitistas a un producto de consumo masivo. Este período corresponde al denominado modelo del Estado de Bienestar, y dentro de la evolución de la actividad, lo identificamos como el “período fordista del turismo”. Durante los años 60, fue un modelo de desarrollo para los “países subdesarrollados”, lo que lo llevó a ser conceptualizado, por contraste con el mundo industrial, como “la industria sin chimeneas” (Dachary, A.). En este contexto, era objeto de financiamiento por los Organismos Internacionales.
En los 70, los países comienzan a entrar en crisis a partir de las deudas externas y los déficits fiscales que ello conlleva. El Estado de Bienestar se debilitaba y asoma hacia los 80 un nuevo modelo, que en América Latina se intensificaría en los 90: así irrumpía el Estado Neoliberal. Las nuevas tecnologías aceleran el proceso de “globalización” junto a los nuevos dogmas como las privatizaciones, la desregulación de la economía y el libre mercado. El Estado retrocede y su lugar de regulador social lo ocupa el mercado, que fragmenta el campo social y económico a partir de la dicotomía entre ser exitoso o ser un fracasado; lo mismo aplica para empresas, territorios y personas.
El turismo fordista también comienza a agrietarse ya en los 70 cuando los destinos principales eran epicentro de graves impactos ambientales y sociales que desnudaban esa sensación de actividad neutral. Se produce una expansión territorial del turismo que, entre otros factores, se explica por la hegemonía de EEUU, las nuevas tecnologías de la información, la aparición de nuevos instrumentos financieros, la cultura del consumo del capitalismo y años de petróleo barato. Pero, como coinciden muchos autores, el principal factor de expansión territorial es el diferencial de renta, es decir, se buscan aquellos lugares que garanticen mejores beneficios a las grandes empresas globales.
Como consecuencia de todos estos cambios estructurales en la sociedad, a partir de los 80 hay una variación inevitable en los patrones y hábitos de consumo. En el turismo comienzan a plantearse dos modelos: uno tradicional, denominado de “sol y playa” o masivo, y las nuevas formas que adquiría el nuevo modelo global, bajo una única denominación: “Turismo alternativo”, en oposición al otro modelo.
El desarrollo sostenible y el turismo sostenible
Independientemente del turismo, la situación ambiental en el planeta era una preocupación que se plasmaba en encuentros como el primer informe del Club de Roma (1970); la Cumbre de Estocolmo, el Hombre y la Biosfera (1972); la Declaración de Cocoyoc (1974) y el encuentro de las Naciones Unidas donde se adopta el concepto de Desarrollo Sostenible (1979). La institucionalización de la problemática se formaliza a partir del informe de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1987. El concepto siguió evolucionando, con el diseño de la “Agenda 21” (Río, 1992), y el plan de implantación de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (Johannesburgo, 2002).
El turismo extrapola el concepto de “desarrollo sostenible” y lo adapta bajo la definición de “Turismo Sostenible”. Así, la Organización Mundial del Comercio (OMC) lo define en la Agenda 21 para la industria de viajes y turismo en el año 1995 como: “El turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas ”.
El Ecoturismo
En consonancia con el cambio de hábitos de consumo y una preocupación por las cuestiones ambientales de las nuevas generaciones, más los avances en las prácticas productivas más sostenibles y que tienen un impacto menor en el medio ambiente, surge a fines de los años 80 “el Ecoturismo”, que se configura como una herramienta que fomenta el desarrollo sostenible en el destino (Weaver, 2001: 443). Una primera definición de Ecoturismo lo describió como: «El viaje medioambientalmente responsable, a áreas relativamente poco alteradas, para disfrutar y apreciar la naturaleza a la vez que se promueve la conservación, tiene un bajo impacto ambiental y proporciona un beneficio socioeconómico a la población local».
Entonces, el Ecoturismo surgió como una nueva mirada a ese ocio como espacio de consumo masivo y estandarizado, que dejaba sentir y notar sus efectos negativos sobre los destinos, pero en un nuevo contexto. El contexto planteaba el Neoliberalismo, que junto a la globalización se proyectaba por una ideología del libre mercado, el Estado mínimo y el individualismo (privatizaciones, desregulación de servicios, liberalización del comercio, libre flujo de capitales de las empresas transnacionales y flexibilización laboral): en la opinión de muchos académicos, estábamos asistiendo a una nueva etapa de acumulación del capital. Allí, el ecoturismo fue una especie de punta de lanza en el contexto de las formas que adquiría el “nuevo turismo” definido como “alternativo”.
El empuje y éxito del ecoturismo llega aproximadamente hasta los primeros años del 2000, donde la Academia, las ONG internacionales y nacionales, gobiernos y cuerpos de consultores coincidieron en el diseño de planes “ecoturísticos” como un ‘modelo turístico’ que se reflejaba en el ‘Desarrollo sostenible’.
El Turismo Responsable
El año 2002 fue declarado como el “Año Internacional del Ecoturismo“. No obstante, a esa altura eran varias las voces que realizaban una crítica al concepto y cómo se estaba actuando en consecuencia. Las voces se alzaban para denunciar que el término había caído en las redes del mercado y “habían teñido de verde” a la actividad, ya que se usaba el concepto en diferentes escalas y en diferentes contextos (tanto para un pueblo de pescadores como para un resort de lujo). Ante esta confusión en el uso del vocablo, el brasileño Jesús Delgado propone el término Turismo Responsable para unificar al margen de la modalidad o tipo de turismo que haya. Finalmente, se oficializa el término en la Cumbre paralela a la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible celebrada en Ciudad de El Cabo (2002), evento organizado por The Responsible Tourism Partnership y Turismo de El Cabo Occidental. Allí se definió el turismo responsable como aquel que: minimiza los impactos económicos, medioambientales y sociales negativos del turismo; genera beneficios económicos para las comunidades anfitrionas; mejora las condiciones laborales y el acceso a la industria; involucra a la población local; contribuye a la conservación del patrimonio natural y cultural; ofrece a los turistas experiencias más gratas; y promueve un mayor entendimiento de los aspectos culturales, sociales y medioambientales de aquel territorio y promueve el respeto entre turistas y anfitriones.
De entrada, “apela a todos los actores presentes en la cadena de valor de la actividad (empresas, turistas, población anfitriona y quienes trabajan en ella) para que incorporen, de forma voluntaria, buenas prácticas de carácter responsable” (Izcara, Carla. 2023). Desde un primer momento, mucha agua corrió bajo el puente en cuanto a si este concepto de Turismo Responsable implicaba un movimiento o una corriente, o un tipo de turismo diferente a los otros. Para el sector académico, el Ecoturismo primero, y el Turismo Responsable después, fue una inyección de realidad para empezar a analizarlo desde una perspectiva más crítica, e incluso para incorporar un enfoque de género en la actividad turística. Además, significó una estrategia de ingresos creando cursos, capacitaciones y carreras afines haciendo uso de lo novedoso e innovador del concepto. Incluso hoy día se continúan con estas ofertas, pero eso es otro tema.
Con el tiempo, los discursos críticos pusieron en alerta al sector turístico empresarial principalmente, y como estrategia asumieron algunos de los conceptos como sostenibilidad, responsabilidad o lucha contra la pobreza, usados por los otros sectores, e instituyen en el año 2006, el Día Internacional del Turismo Responsable.
Podemos contar con varias experiencias asociativas de organizaciones (ONGs) bajo la idea del Turismo Responsable, que en su afán de cambiar las reglas del sistema, hasta financiaron proyectos de ese tipo en diferentes geografías del planeta, y así el turismo se veía como un instrumento de cooperación (de Man, 2013). En los 90 y principios del 2000 fue el momento de auge de estas organizaciones, que con el tiempo se fueron diluyendo, aunque aún algunas sigan funcionando ligadas más bien a los ODS.
¿Muerte, resurrección y extinción?
Al final, el Ecoturismo se fue desvaneciendo, en lo que algunos explican como que una cosa es la teoría y otra la aplicación en un contexto capitalista y neoliberal. El término fue saturando folletos y publicidades bajo la forma de un mero producto comercial o publicitario. Y enumeran los principales problemas asociados al ecoturismo: la falta de habilidades para la población local; la falta de poder económico y político para la población local; la distribución no equitativa de los ingresos; el desplazamiento obligatorio para la creación de áreas naturales protegidas; la falta de educación medioambiental tanto para los visitantes como para la población local y estrategias de planificación no tan adecuadas en algunos casos.
Para este tiempo, el concepto del Turismo Responsable había reemplazado al de Ecoturismo, y apareció como un término conciliador ante los límites difusos del término ecoturismo y con un alcance a todas las modalidades del turismo, no sólo a los que se desarrollan en “la Naturaleza”. No sólo lo reemplazó, sino que fue asumiendo el marco contextual de tipos de turismo como el turismo rural, el turismo accesible o el turismo rural comunitario, entre otros.
El turismo siguió creciendo y los límites o pautas que imponía o pretendía el Turismo Responsable entraban en una línea muy difusa en cuanto a sus logros. Y el Turismo Sostenible se sostenía más como un contexto de buenas prácticas que de un proceso de cambio.
En septiembre del año 2000, la ONU aprueba la Declaración del Milenio, un “mapa de ruta” que establece objetivos globales para ser alcanzados en el 2015. En el 2015, tras un proceso de revisión de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), vio la luz una nueva agenda mundial formada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para ello, se adopta la Resolución Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que unifica dos agendas convergentes: el desarrollo humano (heredera de los ODM) y el desarrollo sostenible (resultante de las Cumbres de la Tierra).
Turismo y pandemia
En el próximo artículo, vamos a analizar el turismo y el concepto del turismo sostenible durante la pandemia de COVID-19 para luego proyectar una visión hacia dónde vamos, en el contexto de la nueva política internacional. Además, veremos cómo la COP 29 en Bakú es el escenario para el regreso discursivo del “Turismo Responsable”.
