La COP 29 en Bakú ratificó el compromiso global con la lucha contra el cambio climático mientras que Argentina, a contramano del mundo, se despegó de esta lucha a partir de la decisión del presidente Javier Mieli que califica a los temas ambientales como «un curro». De todas maneras, las provincias, con Misiones a la cabeza, subrayan la importancia de la cooperación y la resiliencia en la era del cambio climático.
Miércoles 18 de diciembre de 2024. La columna de Silvia Kloster en Plural se centró en los resultados y desarrollos de la última Conferencia de las Partes (COP) sobre cambio climático, celebrada en Bakú. Además, abordó la posición de Argentina en este contexto y los impactos que las decisiones nacionales pueden tener en la implementación de políticas climáticas tanto en Argentina como en el resto del planeta.
En un repaso sobre actualidad, Kloster también detalló el incremento en el financiamiento climático y las metas futuras para apoyar a los países en vías de desarrollo; explicó la necesidad de que los países mejoren sus contribuciones para reducir emisiones en diversos sectores y destacó la importancia de los informes bianuales y la claridad en la metodología para reportar avances.
En cuanto a la adaptación a los lineamientos ambientales internacionales, la especialista mencionó los fondos y planes necesarios para enfrentar desastres climáticos y adelantó el avance en la regulación y metodologías de los mercados de carbono bajo el Acuerdo de París.
Respecto a la posición de Argentina, destacó la controversia que se generó a partir de la retirada de los negociadores nacionales y el impacto en las políticas climáticas nacionales y provinciales, a partir de la posición del Gobierno actual que no está de acuerdo con los temas ambientales y, a contramano de la posición internacional, se retiró de las negociaciones.
Avances y Retos de la COP 29 en Bakú
En la reciente Conferencia de las Partes (COP 29) sobre cambio climático, celebrada en Bakú, Azerbaiyán, se abordaron varios temas que delinearán el futuro de las políticas climáticas globales. A pesar del escepticismo inicial debido a la sede en un país petrolero, los resultados de esta cumbre marcaron importantes hitos, particularmente en cuanto al financiamiento climático y las contribuciones de los países en materia de reducción de emisiones.
Kloster destacó que uno de los principales logros de la COP 29 fue el aumento significativo del financiamiento climático. Hasta este año, los países en vías de desarrollo recibían 100 mil millones de dólares anuales para sus planes de mitigación y adaptación. Sin embargo, acordaron triplicar esta cifra a 300 mil millones de dólares anuales, con la ambición de alcanzar 1.3 billones de dólares para 2035. Este incremento responde a la creciente necesidad de recursos para enfrentar los desafíos climáticos y avanzar hacia metas más ambiciosas de reducción de emisiones, dijo.
En ese camino, los países se comprometieron a optimizar sus contribuciones, ampliando el alcance más allá de los sectores tradicionales de energía, transporte, residuos y productos industriales. Ahora, todas las áreas deberán intensificar sus esfuerzos para reducir emisiones, implicando mayores recursos y estrategias innovadoras. Argentina, por ejemplo, tendrá que presentar nuevas contribuciones en 2025 con objetivos más ambiciosos, lo que requerirá un compromiso serio y estructurado, informó la especialista.
La transparencia se fortaleció mediante la exigencia de informes bianuales detallados sobre el progreso de cada país. Estos informes deben ser claros y metodológicamente robustos, proporcionando una visión precisa de los avances y retos en la implementación de políticas climáticas. Además, se han establecido nuevos fondos para planes de adaptación, especialmente destinados a los países en desarrollo que enfrentan desastres climáticos más severos. Este enfoque se vincula con el fondo de daños y pérdidas acordado en la COP 28, que busca financiar la recuperación de eventos climáticos extremos.
La COP 29 también avanzó en la regulación de los mercados de carbono, un área importante para que los países puedan cumplir con sus planes climáticos mediante la compraventa de reducciones de emisiones. El artículo 6 del Acuerdo de París establece distintas modalidades para estas transacciones, incluyendo acuerdos bilaterales entre países, como el existente entre Paraguay y Singapur, y mercados regulados que incluyen tanto a gobiernos como a empresas. La definición de metodologías y registros de proyectos en este ámbito fue un paso significativo, proporcionando claridad sobre cómo Argentina y otros países pueden participar y beneficiarse de estos mercados, detalló Kloster en su columna de Plural.
Respecto a la posición de Argentina en esta COP, polémica por la decisión del Gobierno de Javier Milei de retirar a los negociadores de las conversaciones, generó sorpresa y críticas, ya que Argentina siempre fue un protagonista activo en estas negociaciones climáticas. La retirada no solo afecta la capacidad del país para influir en las decisiones globales, sino que también podría limitar el acceso a financiamiento y cooperación internacional en temas climáticos, advirtió.
Sin embargo, en la provincia se mantiene el compromiso continuo con la agenda climática. Misiones sigue trabajando en proyectos de reforestación y adaptación a través del mercado voluntario de carbono, demostrando un enfoque proactivo y resiliente frente a la inacción nacional.
Silvia Kloster en Plural

-¿Con qué tema venís hoy Silvia?
-Hoy quiero repasar un poco lo que fue la reunión de las partes de cambio climático, la última reunión, que es una de las más importantes que tiene Naciones Unidas y que se realiza anualmente. Este año fue en Bakú. Quiero comentarles cuáles fueron algunos de los resultados más generales y después hablar un poco sobre la posición de Argentina, y en qué situación está. Lo que se decidió en esta COP de Bakú, que al principio era bastante descreída porque nuevamente se realizó en un país petrolero —ya veníamos del año pasado con la COP 28— tuvo tres o cuatro temas importantes generales. Primero, se aumentó todo lo que es el financiamiento climático. Vos sabés que se triplicó. Hasta este año eran 100 mil millones de dólares anuales los que se tenían que distribuir a los países en vías de desarrollo para trabajar en sus planes de mitigación y adaptación. Ahora se acordó que serán 300 mil millones de dólares al año. Además, hay un compromiso, porque los países querían mucho más y consideran que esto es escaso, de alcanzar 1.3 billones de dólares para el 2035, esa es la meta. Hubo un aumento del financiamiento climático, que debería derramarse y distribuirse en los países en vías de desarrollo. Muy vinculado con esto está una nueva contribución. Los países tienen que mejorar y optimizar sus contribuciones. ¿Qué significa esto? Tratar de hacer esfuerzos para reducir emisiones de manera más seria.
-Hacerlo en serio, es lo que hablamos siempre…
-Exactamente. Ya se ha acordado que no solo será para los cuatro sectores que siempre mencionamos: energético, transporte, residuos y productos industriales, sino que se amplía a todos los sectores y se aumenta la cantidad de gases que se deberán reducir. Esta ampliación implicará mayor financiamiento porque los países, incluyendo Argentina, están en ese proceso y tiene que presentar nuevas contribuciones en 2025, con metas más ambiciosas de reducción de toneladas respecto a las ya presentadas.
-¿Hay algún país que cumple, en serio, con esto?
-Hay países más rígidos, especialmente en Europa, que son más cumplidores. Otros están en camino, y algunos más dicen: «Vamos a cumplir, pero seguiremos produciendo algún tipo de impacto.» Pero la verdad es que hoy en día se ha acordado ser más ambiciosos en las contribuciones, por eso también se requiere mayor financiamiento. Otro de los temas es la cuestión de transparencia. Vos sabés que existen unos informes llamados bianuales. Estos informes, que en realidad son cada dos años pero tienen otro nombre más técnico, deben detallar cómo los países van avanzando. Son informes de transparencia. Ahora también se ha estipulado que deben realizarse con mayor claridad. Se trata de que se describan los procesos con los temas ambientales más rígidos. Hay toda una cuestión metodológica que se está implementando. Varios países ya presentaron su informe bianual. Argentina lo hará el año que viene. Después también está todo el tema de adaptación. Hay nuevos fondos y una necesidad de que los países presenten sus planes de adaptación, sobre todo aquellos en desarrollo, que son los más afecciones tienen por los desastres climáticos y demás. Están vinculados al fondo de daños y pérdidas que se trabajó en la COP del año pasado, en Dubái, y también en la anterior. Este fondo busca financiar grandes eventos climáticos y atender las necesidades de países insulares y, sobre todo, aquellos que sufren eventos extremos, que están pidiendo que esto se haga y cuanto antes. Otra cuestión interesante es todo lo vinculado al mercado de carbono. El Acuerdo de París tiene un artículo, el 6, que trata este tema en general. Los mercados de carbono son herramientas que permiten a los países cumplir con sus planes de respuesta climática utilizando metodologías de compraventa de reducción de emisiones. Hay distintos tipos de mercados. Hay formas de transaccionar país a país. Por ejemplo, en América del Sur, Paraguay tiene un acuerdo bajo el artículo 6.2 con Singapur. Es una forma de comercio entre países. Singapur invierte o transacciona reducción de emisiones con Paraguay. Luego está el mercado regulado de reducción de emisiones, contemplado en otro apartado del acuerdo. Este mercado es más amplio porque incluye tanto a países como a empresas. En la COP 29 se esperaba avanzar en la definición de metodologías, registro de proyectos y cómo van a ser los proyectos. Finalmente, se logró avanzar en el artículo 6.4, que los gobiernos estábamos esperando, sobre todo los juridiccionales. Porque, de una manera, era como aclarar la cancha en cómo Argentina tendría que plantarse o cómo debiera establecer sus reglas de juego para los proyectos que se hicieran en Argentina. Esta COP fue realmente muy interesante porque avanzó en lo que son metodologías, en lo que es pensar en los proyectos con salvaguardas ambientales y sociales, también con registros, que era lo que se esperaba. Hay mucho de cuestiones de letra chica que se avanzaron y que se van a seguir trabajando, por supuesto, en un mercado regulado, que es el que hoy el mundo estaba esperando trabajar. Argentina debiera tener esa mirada, porque después está el mercado voluntario, que es un mercado fuera de este acuerdo, que también tiene su metodología. Lo que garantizaba el 6.4 del Acuerdo de París, que es el mercado del acuerdo, era que hubiera una contabilidad, un registro. Cuestiones mucho más metodológicas. Los países podían buscar financiamiento para también cumplir con sus reducciones, con sus contribuciones. Esos son los grandes temas.
-No puedo dejar de pensar, mientras te escucho, en la posición de Argentina. ¿Cómo quedamos ahora con un cambio de mirada desde el Gobierno nacional que considera que todos estos temas no son centrales?
-La verdad, fue sorprendente. Argentina siempre ha participado en todas las negociaciones, pero este año retiraron a los negociadores. Sabés que Estados Unidos, si bien hubo un retroceso con el protocolo, después, con el acuerdo, fue casi un período; no es que se salió, jamás retiró a sus negociadores. Es bastante lógico. Yo puedo estar en desacuerdo con las políticas que lleva adelante una organización internacional, pero jamás dejo mi banca. Primero, porque tengo que saber qué va a hacer el resto. Segundo, porque yo no negocio solo. Argentina negocia, de alguna manera, o se vincula en grupos. Hoy el mundo, excepto Estados Unidos y China, se agrupa para poder lograr cosas. Argentina estaba en un Grupo Sur, junto con otros países que forman parte también. Y también para Bakú, el país anfitrión. Me parece que está en el borde de la falta de respeto. Pero, sobre todo, porque me parece que Argentina puede estar en desacuerdo, puede pensar que el Acuerdo de París es un acuerdo que…
-No necesariamente hay que estar de acuerdo con los planteos…
-Hay 198 países que están de acuerdo. O sea, hubo una trayectoria. Esto no fue una cuestión de un día para el otro, fue un proceso. A los países les costó mucho lo que se ha logrado, y mucho de lo que se ha logrado fue porque están con la Cancillería o con Ambiente tratando de conseguir beneficios para los países y cumplir, porque los países van a tener que seguir presentando sus contribuciones. Salir del acuerdo lo veo bastante complicado. No quiero pensar que esto va a pasar, pero hay una norma, hay una ley que de alguna manera incorpora al plexo normativo el acuerdo. No va a ser tan sencillo. Sería un gran desacierto, mayor aún que esto de salir de una negociación donde, en realidad, no teníamos nada que perder. Porque vos salís cuando tenés que perder, pero cuando tenés que ganar, me parece poco estratégico; sobre todo, porque se van a definir procesos, programas, montos de financiamiento. La verdad, es sorprendente, por decirlo de una manera políticamente correcta. Argentina tiene mucho para avanzar. De todos modos, más allá de esta situación, las provincias siguen trabajando y, creo yo, van a seguir trabajando, y Misiones va a seguir trabajando en la problemática del cambio climático. Se abre todo un mercado. Si el mercado voluntario sigue existiendo, hay proyectos como REDD+ que la provincia está llevando adelante, los cuales fueron señalados como proyectos líderes para tratar de reforestar por el tema de los bosques. Así que las provincias van a seguir trabajando en esta línea y van a tratar de buscar financiamiento.
-¿Hay alguna que no lo va a hacer?
-Hasta ahora no he escuchado, pero todas están primero asombradas por esta situación. Porque todos sabemos lo que territorialmente implica trabajar en planes de respuesta. Misiones ha hecho su plan, lo que significa adecuar las tecnologías, capacitar a la gente, participar en foros internacionales, estar a la altura de las exigencias. Esto requiere un esfuerzo no solo en cuanto a recursos humanos, sino también en buscar el futuro, nuevas líneas tecnológicas, horas de negociación con plataformas internacionales y financiamiento internacional. No es algo que se construye de un momento a otro. Creo que las provincias van a ser criteriosas y van a seguir trabajando. Más allá de que Argentina creo que no nos va a ayudar -porque esto es así, no nos va a ayudar a las jurisdicciones- creo que tampoco va a poner trabas. Con lo cual, el mercado voluntario es una buena opción. El mismo va a seguir existiendo. Es un mercado sumamente vigoroso porque hay muchos proyectos vinculados. De hecho, el proyecto que estamos trabajando en la Provincia está vinculado al mercado voluntario. Por ahí, lo que no vamos a tener es esa ventaja de poder traer financiamiento dentro de un mercado regulado, lo que me parece una locura extrema, una falta de criterio. Demuestra, más allá de las ideologías, una falta de conocimiento en los temas. Y, sobre todo, que en adaptación, donde también va a haber financiamiento, toda la problemática es local. Entonces, otra vez nos suelta la mano en los temas que a las provincias les son sumamente importantes, como tratar de adaptarse a la problemática de los grandes problemas climáticos. Quiero terminar mencionando, desde el derecho ambiental, y formada en cuestiones ambientales que nos ha costado mucho a Argentina posicionar el derecho ambiental. Estamos hablando ya del artículo 41 de la Reforma del 94. Nos ha costado mucho trabajar tanto desde lo profesional con los colegios profesionales, con las instituciones, con el Poder Judicial. Tenemos un bagaje importante. Hemos sido señeros en muchos de los fallos. Creo que tiene que primar la cordura, el criterio, la congruencia. Y a los profesionales del derecho y a los ambientalistas, sobre todo, pero no al ambientalista de slogan, sino al ambientalista con criterio, el que conoce la problemática, el que sabe hacia qué camino ir; tratar de, de alguna manera, no perder esa línea. Sobre todo, porque cuando hablan y dicen que los ODS “son todos objetivos ideológicos” y demás, el mundo trabaja con esas grandes metas. Pero, aparte, hay una cuestión que tiene que ver con las generaciones futuras. Y ahí meto el artículo 41: la obligación de los funcionarios, en particular, y de los ciudadanos, en general. Tenemos la obligación de gestionar el ambiente para las generaciones presentes y las futuras. Con lo cual el ambiente no es solo una retórica, es una obligación para todos y sobre todo para los decisores comunitarios.
