El fallecimiento de Norberto Alayón dejó una huella profunda en el campo del trabajo social y la academia en general. A través de relatos, reflexiones y testimonios de colegas, amigos y discípulos, se reconstruye la figura de un intelectual comprometido, cuyo pensamiento crítico y militancia social marcaron a generaciones de estudiantes y profesionales. En este especial, se resalta su legado en la formación de trabajadoras y trabajadores sociales, su lucha por los derechos humanos y su incansable aporte al análisis de las estructuras sociales. A continuación, presentamos los testimonios que dan cuenta de la trascendencia de su trabajo, su figura política y su visión del futuro del trabajo social.


Miércoles 25 de diciembre de 2024. La figura de Norberto Alayón sigue viva en el recuerdo de aquellos que lo conocieron y compartieron su pasión por el trabajo social. Desde la universidad hasta los espacios de activismo político, Norberto fue un referente incansable en la construcción de un pensamiento crítico que trascendíó los límites de la profesión. En palabras de sus colegas y amigos, su influencia se extiende más allá del aula y llega a la esencia misma de la lucha por los derechos humanos y la justicia social.
Alejandra Lanza, docente y colega cercana, resalta la necesidad urgente de discutir y reflexionar sobre los derechos humanos en tiempos en los que estos parecen ser silenciados. En su intervención, durante un homenaje a Alayón, recordó la importancia de espacios como este para volver a nombrar lo que hoy parece olvidado. Cristina Melano, por su parte, destacó el compromiso ético de Alayón y su capacidad para enfrentar un modelo insolidario e inhumano, instando a continuar con la lucha por la vida y la felicidad de los más vulnerables.
Desde el ámbito académico, Maitena Fidalgo, quien trabajó junto a Alayón, recordó el impacto de su enseñanza y su dedicación al fortalecimiento de una visión crítica del trabajo social. La formación de las nuevas generaciones fue, para Norberto, un compromiso constante con la justicia social, la erradicación de la pobreza y el respeto a los derechos de las personas. En sus clases, se abordaron cuestiones fundamentales como la importancia de no renunciar a la dimensión asistencial en el ejercicio profesional, siempre desde un enfoque crítico hacia las causas estructurales de la pobreza, aseguró.
Otros testimonios, como los de Emilio Caffassi y Violeta Correa, se enfocaron en la dimensión política de Norberto, como intelectual comprometido que luchaba contra la decadencia de las derechas y la opresión. Caffassi, en particular, lo definió como el último intelectual de la izquierda nacional, cuyo pensamiento antioligárquico y antiimperialista perdura en el análisis de los modelos de gobierno neoliberales y en la resistencia a las injusticias sociales. Correa, por su parte, lo recordó como un amigo cercano, subrayando la necesidad de seguir luchando y organizándose ante los tiempos difíciles que atraviesa el país.
Alayón, además, dejó un legado fuerte en la Facultad de Ciencias Sociales, donde contribuyó a la construcción de un pensamiento que desbordaba los límites de la disciplina del trabajo social, impulsando una mirada interdisciplinaria para abordar las problemáticas sociales. Su trabajo, académico y político, instó a sus colegas a reflexionar sobre la estructura misma de las carreras universitarias y la necesidad de una integración más profunda de los saberes.
Finalmente, más allá de sus logros profesionales, Norberto Alayón se despide –aseguran sus amigos y clegas– dejando un vacío inmenso en la comunidad académica y en todos aquellos que compartieron su pasión por la justicia social. Sin embargo, entienden que su legado seguirá vigente en las generaciones de estudiantes y profesionales que continúan la lucha por un mundo más justo y equitativo.

A continuación, el resumen de cada exposición y posteriormente, las declaraciones completas, en este rescate de Misiones Plural sobre el homenaje a Norberto Alayón.

Los resúmenes

Laura Di Bella, presidenta del Consejo de Profesionales de Trabajo Social de CABA:
Laura Di Bella resaltó las contribuciones y reflexiones de Norberto en su obra «Apuntes para la práctica del trabajo social» (2019). En 1968, Norberto subrayó la importancia de crear asociaciones y sindicatos profesionales para mejorar la jerarquización y participación activa de los trabajadores sociales. En 2009, criticó las visiones tradicionales de las asociaciones profesionales, abogando por una conciencia gremial sólida que no solo se centrara en reivindicaciones profesionales, sino también en problemáticas sociales generales. Di Bella enfatizó el legado de Norberto, destacando la necesidad de transformar los consejos profesionales en instrumentos que denuncien y caractericen problemas sociales, siempre desde una perspectiva colectiva y situada en el contexto. Finalizó expresando su compromiso con este legado y la importancia de mantener una discusión política en el trabajo social.

Soraya Giraldes, directora de la carrera de Trabajo Social:
Soraya Giraldes, directora de la carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires, destacó la influencia de Norberto en la formación de los trabajadores sociales. Recordó su primer encuentro con él en la Facultad de Sociales, donde Norberto introducía a los estudiantes a la disciplina desde una perspectiva histórica y contextual. Giraldes subrayó el compromiso de Norberto con la justicia social, los derechos y la denuncia de las estructuras opresivas. Resaltó su capacidad para articular respuestas rápidas y fundamentadas a los eventos de la coyuntura, tanto en sus clases como a través de sus escritos y notas periodísticas.
Norberto fue descrito como un maestro apasionado que utilizaba su conocimiento para fomentar el pensamiento crítico y la acción en pro de la justicia social. Giraldes enfatizó su habilidad para adaptar su enseñanza a distintos contextos y su contribución al trabajo social en América Latina. Además, mencionó la importancia de su primer libro, «La historia del trabajo social en la Argentina», como un recurso fundamental para varias generaciones de estudiantes.
Giraldes finalizó su intervención agradeciendo la oportunidad de honrar a Norberto y destacó la relevancia de continuar dialogando sobre su legado en la formación de futuros trabajadores sociales.

Alejandra Lanza, Secretaría de DDHH y Sociales:
Alejandra Lanza recordó la decisión de homenajear a Norberto en el Día del Trabajo Social, que coincide con el Día de los Derechos Humanos. Destacó la activa participación de Norberto en el Consejo, donde contribuyó a diversas actividades, desde la reivindicación de la memoria y la justicia hasta la crítica a las prácticas estatales que violan derechos. Lanza subrayó su perspectiva crítica y su capacidad de combinar su rol académico con un enfoque cercano y práctico. Norberto fue reconocido por su contribución a la construcción del Trabajo Social desde una perspectiva crítica, su lucha contra la pobreza y su enfoque en la unidad latinoamericana.
Lanza también agradeció a la familia de Norberto y al equipo de la cátedra de Fundamentos del Trabajo Social por su presencia y colaboración en la organización del evento. Finalmente, presentó a María Lorena Molina, destacada trabajadora social de Costa Rica, reconociendo su trayectoria y contribuciones al campo del Trabajo Social.

María Lorena Molina
María Lorena Molina agradeció la oportunidad de participar en la conmemoración del Día de los Profesionales en Trabajo Social, organizada por el Consejo Profesional de la Ciudad de Buenos Aires, que incluyó un homenaje al profesor Norberto Alayón. Subrayó la importancia de Norberto en la construcción de la Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social y su papel en promover una comprensión ética y crítica del Trabajo Social. Destacó su compromiso con los derechos humanos, su crítica a las estructuras capitalistas y su lucha contra la pobreza y la injusticia social.
También enfatizó en la relevancia de realizar esta conmemoración en el Día de los Derechos Humanos, reconociendo el trabajo de Norberto en la defensa y promoción de estos derechos en todas sus dimensiones. Mencionó que Norberto era un militante comprometido con la justicia social y la igualdad, y su vida fue un testimonio de su compromiso con los derechos humanos, enfrentando incluso la represión y el exilio.
Finalmente, expresó que el legado de Norberto perdura en sus publicaciones y en las conversaciones y seminarios en los que participó. Afirmó que su influencia seguirá presente en la Universidad de Costa Rica y en toda la región latinoamericana, especialmente en las escuelas de Trabajo Social. Concluyó ofreciendo sus condolencias a la familia de Norberto y agradeciendo a todos los presentes por recordar y homenajear su vida y obra.

Alejandra Lanza:
Alejandra Lanza agradeció la oportunidad de reflexionar sobre los derechos humanos y destacó la diversidad de formas en que estos derechos pueden ser vulnerados, especialmente por gobiernos conservadores y represivos. Dio la bienvenida a Leila Lima, resaltando su destacada trayectoria académica y profesional. Mencionó que Leila estudió Servicio Social en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais, realizó un posgrado en Sociología del Trabajo en la Universidad de París y ha ocupado varios roles académicos y directivos, incluyendo la coordinación del CELATS en Lima y su trabajo con las Naciones Unidas en varios países. Alejandra agradeció la presencia de Leila y le cedió la palabra para que compartiera sus aportes en el homenaje.

Leila Lima:
Leila Lima inició su discurso agradeciendo y lamentando la pérdida de Norberto Alayón, destacando su impacto en su familia, colegas y amigos. Reconoció no sentirse la más idónea para hablar de él, pero agradeció a Molina por precederla. Resaltó la enorme contribución de Norberto como académico e investigador en el campo del Trabajo Social, aunque no había seguido su trayectoria de cerca en las últimas décadas.
Leila recordó su colaboración con Norberto entre 1979 y 1982 en el CELATS, donde surgió una fuerte amistad y aprecio mutuo. Destacó las cualidades de Norberto, su cortesía, empatía, sentido del humor y capacidad para mediar conflictos. Valoró su meticulosidad y su estilo paternidad juguetona y amorosa con sus hijos.
En el ámbito profesional, Norberto impulsó una renovación en el Trabajo Social, luchando contra prácticas conservadoras y paternalistas. Contribuyó a la reconceptualización de la profesión, integrando métodos de investigación relevantes para comunidades excluidas. Su legado incluye una vasta producción literaria y su participación en seminarios y talleres en América Latina. Fue reconocido con doctorados honoris causa y tuvo roles académicos en varios países.
Norberto defendió los Derechos Humanos y el Estado Democrático de Derecho, denunciando políticas regresivas y la privatización de servicios esenciales. Su compromiso se mantuvo hasta el final de su vida, incluso dictando memorias desde el hospital poco antes de su fallecimiento.
Leila concluyó destacando la necesidad de honrar el legado de Norberto, comprometiéndose con los movimientos sociales y la defensa de los derechos de trabajadores, mujeres, niños y el medio ambiente. Subrayó la importancia de mantener la esperanza y seguir luchando por un mundo mejor, inspirados por la figura y los principios de Norberto Alayón.

Alejandra Lanza sobre Cristina Melano:
Alejandra Lanza agradeció a Cristina Melano por su participación y colaboración con el Consejo Profesional. Presentó a Cristina como profesora y licenciada en Servicio Social, destacando su amplia experiencia académica y profesional. Cristina fue profesora regular e investigadora en la Universidad de Buenos Aires, además de ser profesora titular en la Universidad Nacional de Lanús y en la Universidad de La Matanza. Ha sido profesora invitada en universidades de Europa y América Latina, y ha participado en numerosas conferencias y ponencias.
Cristina es autora y coautora de libros publicados en Argentina, Canadá y Polonia, y ha escrito numerosos artículos para revistas de España y Latinoamérica. Alejandra agradeció nuevamente a Cristina por su contribución en la organización del evento y por su presencia en el homenaje. Finalmente, le cedió la palabra a Cristina.

Cristina Melano:
Cristina Melano comenzó agradeciendo el espacio para hablar sobre derechos humanos, trabajo social y Norberto. Recordó los momentos compartidos con él, tanto académicos como festivos, destacando su legado. Cristina optó por abordar los temas desde una perspectiva general y no personal, destacando la importancia histórica de los derechos humanos y su evolución en el contexto del trabajo social.
Enfatizó que los derechos humanos están relacionados con el derecho a una vida digna, lo cual se ve amenazado por el capitalismo neoliberal actual. Recordó la importancia de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y la Constitución argentina de 1949, que promovían la igualdad y la inclusión. Criticó el retroceso en estos aspectos en la sociedad actual.
Cristina resaltó la obra de Norberto, especialmente su trabajo sobre la asistencia social y su profundo compromiso con los derechos humanos. Señaló la importancia del contexto económico, social, cultural y político en la práctica del trabajo social. Destacó la labor periodística de Norberto, quien utilizaba su escritura para denunciar injusticias y vulneraciones de derechos.
Finalmente, mencionó la preocupación de Norberto por la soberanía y las causas nacionales, especialmente la defensa de las Islas Malvinas. Cristina concluyó destacando la necesidad de continuar el legado de Norberto, enfocándose en los derechos humanos desde diversas perspectivas teóricas y prácticas. Invitó a los miembros del equipo de cátedra de Norberto a compartir sus experiencias.

Alejandra Lanza:
Alejandra Lanza agradeció a María Cristina por su intervención y subrayó la importancia de hablar y escuchar sobre derechos humanos en la actualidad, especialmente cuando hay intentos de silenciar y borrar estos temas. Destacó la necesidad de tener espacios de encuentro para discutir y reafirmar estos conceptos.

Cristina Melano:
Cristina Melano señaló que estamos enfrentando un modelo insolidario, cruel e inhumano. Destacó que las acciones de Norberto y de otros compañeros deben servir de guía para confrontar este modelo que atenta contra la vida y la felicidad. Finalizó agradeciendo e invitando a los compañeros a hablar.

Alejandra Lima:
Alejandra Lima agradeció a Cristina y presentó a los invitados del equipo de la cátedra de Norberto Alayón, destacando a Maitena Fidalgo, trabajadora social y profesora asociada de la UBA en las materias Fundamentos I y II, así como jefa del Servicio Social del Hospital Pirovano. También mencionó a Fabiana Porto, Patricia Besteiro y otros miembros del equipo, agradeciéndoles por su presencia.

Maitena Fidalgo:
Maitena Fidalgo expresó su agradecimiento por la oportunidad de recordar a Norberto Alayón en esta fecha significativa, destacando el legado de Norberto en la formación de los trabajadores sociales. Subrayó que el equipo docente se identifica con la convicción de Norberto sobre la importancia de los derechos humanos y la justicia social. Habló sobre la influencia de Norberto en la reconceptualización del trabajo social en Argentina, su crítica al asistencialismo y su enfoque sobre la pobreza estructural. También resaltó la libertad y el respeto por la pluralidad de ideas en el equipo de cátedra, así como su entusiasmo por la sanción de la Ley Federal de Trabajo Social. Finalizó expresando que, para ella, es imposible concebirse como trabajadora social sin el legado de Norberto, encontrando su presencia en sus escritos y recuerdos.

Alejandra Lima:
Alejandra Lima reflexionó sobre la importancia de Norberto en la formación de los trabajadores sociales, destacando que es impensable estudiar y formarse en trabajo social sin su influencia, su conocimiento y su legado como parte fundamental de ese proceso. Luego, invitó a quienes desearan agregar sus comentarios.

Emilio Caffassi:
Emilio Caffassi compartió su relación con Norberto, destacando su compromiso intelectual y su relevancia como un intelectual de izquierda nacional. A pesar de no ser trabajador social, reconoció a Norberto como una figura central en la construcción del corpus teórico del trabajo social, similar a otros referentes intelectuales como José Paulo Neto. Resaltó la trayectoria de Norberto como un pensador antioligárquico y antiimperialista, cuyo pensamiento estuvo vinculado a las causas de los derechos humanos y la resistencia a las derechas argentinas. También mencionó su prolífica producción intelectual, que no solo abarcó su campo profesional, sino que también contribuyó a crear conexiones entre distintas disciplinas. Finalmente, Caffassi recordó la labor de Norberto como vicedecano, donde impulsó cambios curriculares y promovió la necesidad de insumos teóricos y epistemológicos para el trabajo social, posicionándolo más allá de una mera intervención profesional. Concluyó su intervención con una reflexión sobre la pérdida de un gran amigo y pensador.

Violeta Correa:
Violeta Correa expresó su emoción y dolor por la pérdida de Norberto Alayón, destacando su relación tanto profesional como personal con él. Recordó su llegada a la universidad tras su exilio en Costa Rica, donde fue una de las primeras adjuntas en la cátedra de Norberto. Subrayó que, más allá de su aporte al pensamiento crítico y al trabajo social, Norberto representaba un intelectual y sujeto político crucial para el momento que atraviesa el país. Enfatizó la importancia de no callar, especialmente por quienes ya no temen a las represalias, pues la dictadura ya no los amordaza. Reflexionó sobre el cambio en los estudiantes y la situación actual en la facultad, resaltando la necesidad de abrir espacios de debate interdisciplinarios para enfrentar los tiempos oscuros. Concluyó con un profundo dolor por su ausencia, reafirmando que Norberto no será olvidado.

Las exposiciones en el homenaje a Alayón

Laura Di Bella:
Estuvimos buscando algunos aportes particulares que hizo él y algunas reflexiones sobre la importancia de los colegios y consejos profesionales, que nos parecía importante poder traer hoy. En “Apuntes para la práctica del trabajo social” (2019), en Ediciones Al Margen, ya decía, citando lo que había trabajado en realidad durante todo su proceso de reconceptualización que conocemos todas y todes, y su reflexión posterior al respecto: Decía ya en 1968 que «es de fundamental importancia y necesidad la creación de vigorosas y reales asociaciones o sindicatos a nivel profesional que agrupen a profesionales de servicio social y les posibiliten una activa participación en pro de la jerarquización que los reúne». Después, en 2009, decía, ya con una cuestión más crítica: “Como es sabido, aún persisten posicionamientos tradicionales que conciben a las asociaciones y a los colegios profesionales básicamente constreñidos o encapsulados solamente en el otorgamiento de la matrícula profesional habilitante para el desempeño laboral, en la fiscalización del ejercicio de los graduados y en la verificación del cumplimiento de los llamados códigos de ética. Sin duda alguna, el fortalecimiento de la conciencia colectiva nos parece un aspecto clave para la profesión. Pero aspiramos a la existencia de una conciencia gremial sólida, plasmada en múltiples acciones no exclusivamente volcada a las reivindicaciones de índole profesional, sino también ligada a la problemática social en su conjunto y a situaciones de orden general que se produzcan en su región o en su país». Para terminar, decía: «Reafirmamos entonces que aspiramos a que los colegios o asociaciones de trabajadores sociales se transformen en instrumentos que, además de levantar reivindicaciones profesionales específicas, contribuyan al esclarecimiento, a la caracterización y a la denuncia de los problemas que afectan a toda la comunidad y, en particular, a lo atinente a los problemas sociales que padecen los sectores populares». Nos parecía muy importante traer esto a colación. Es un poco lo que intentamos hacer: este legado de Norberto, de poder transformar nuestros consejos profesionales no solo en reivindicaciones que son propias de nuestro colectivo profesional, sino siempre hacerlo de manera situada, en contexto y en discusión con otres, de manera siempre colectiva. Para nosotros, Norberto es eso: es el compromiso con la discusión política, es el compromiso con el otro, y es la necesidad de hacer del trabajo social no algo meramente técnico, sino siempre en contexto y en discusión para poder sumar a la construcción colectiva. Así que esperamos sinceramente estar a la altura de las circunstancias y de este legado que nos deja Norberto. Gracias. Le paso la palabra a Soraya.

Soraya Giraldes:
Soy la directora actual de la carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires. Norberto fue profe nuestro muchísimos años. A nosotros, trabajadores y trabajadoras sociales, el primer día que ingresamos a la Facultad de Sociales, entrábamos a una gran aula en la calle Marcelo T. de Alvear, y Norberto era el primero que nos hablaba de trabajo social. Lo hablaba en términos históricos, en términos de coyuntura, de superestructura. Y, ¿cómo no recordarlo en el Día del Trabajo Social y de los Derechos Humanos, cuando fue un defensor de ambas esferas en forma apasionada? Feliz día a todos los colegas y a todas las colegas que están hoy acá también. Yo quiero rescatar un par de cuestiones de su hacer docente en esta casa además de este primer impacto que teníamos como estudiantes y esta primera puerta de ingreso que teníamos a la disciplina a partir del aporte de Norberto. Por un lado, él fue un permanente defensor de las ideas, de la disciplina más allá de la intervención era permanentemente, y lo fue a lo largo de su vida, defensor de esta posibilidad de plantear una idea, fundamentarla, desarrollarla, tomar elementos del contexto, elementos permanentes de la coyuntura para poder permanecer en la idea de la necesidad de trabajar en la justicia, por los derechos, por los accesos, en una permanente denuncia también de las estructuras que condenaban a los sectores más vulnerabilizados en sus derechos. Esta idea de Norberto de trabajar permanentemente en la difusión de esos debates nos llevaba a todos a un ritmo muy fuerte de interpelación pública. Creo que otro de sus grandes aportes fue la escritura, esa escritura permanente de las ideas, la posibilidad de estar rápidamente respondiendo a elementos de la coyuntura. Nos tenía «mal acostumbrados». Cada noticia que salía, él tenía una rápida respuesta para darnos elementos que fundamentaran nuestra búsqueda permanente de justicia. Entonces, era un maestro en las aulas, pero también era un maestro a partir de sus escritos, de sus notas periodísticas, del entusiasmo y la pasión con que podía leer la coyuntura y rápidamente establecer una respuesta a esto. Incluso, para quienes trabajamos en las aulas, los aportes de Norberto eran posibles de ser retomados, utilizados, profundizados, porque daba permanentemente elementos para esos análisis de coyuntura. Tenía una gran capacidad de transmitirlos de una forma clara, fácil de entender y de apropiarse de esos elementos. Con lo cual, la posibilidad de ser un maestro iba en muchas direcciones: en sus escritos, en sus notas, cada vez que uno lo encontraba, cada vez que tenía la posibilidad de vincularse con él además de esa primera experiencia en las aulas. Por otro lado, Norberto nos enseñaba esta posibilidad de entender que cada universidad pública era un lugar de batalla, que cada aula era un lugar de crecimiento. En sus relatos traía lo que había debatido en Misiones o lo que había podido trabajar con colegas de otros países. En sus relatos aparecía un trabajo social latinoamericanizado, un trabajo social que podía reconocer las distintas coyunturas y los distintos escenarios como espacios permanentes para la transformación social. La verdad, Norberto ha dejado una enseñanza permanente. Fue un imprescindible y lo va a seguir siendo a partir de cada uno de sus aportes. Con lo cual, no solo gracias a su gran capacidad de formación de colegas, tenemos una cátedra que ha continuado con sus aportes sino que también lo encontramos a Norberto en infinidad de espacios y posibilidades de retomar su pensamiento crítico y su capacidad profunda de desarrollo de ideas en lo cotidiano. Por último, creo que ha sido muy importante para nosotros su capacidad de lectura del contexto y de poder entender los contextos que aportaban a la construcción de nuevos discursos. Se podía adaptar al cambio de escenarios y tenía una voz autorizada para cada uno de esos contextos. Rompía las premisas cerradas, obtusas, duras, y en cada contexto debatía, proponía y generaba nuevos pensamientos. Para la UBA, sin duda, ha sido uno de nuestros grandes maestros, que recorrió un montón de generaciones. Además, tenía un primer libro, ¿se acuerdan? Lo deben haber visto todos: La historia del trabajo social en la Argentina. Era parte de los primeros materiales que estudiábamos cuando nos empezábamos a formar. Con lo cual, no solo recorrió muchas generaciones en las aulas, sino que nos hizo puente con un montón de generaciones que construyeron el trabajo social desde diferentes momentos. Y, por supuesto, serán muchas generaciones por venir en el trabajo social las que también tomarán las enseñanzas de Norberto en cada momento de formación. Para nosotros, es muy importante esta posibilidad de diálogo de hoy, de que haya compañeres de otros lugares del país y de la región, de que esté su familia y todos los integrantes de su cátedra, es una hermosa forma de homenajear nuestro día y recordar a un maestro con todas las letras, como ha sido Norberto para nuestra formación. Así que agradecemos la organización de este evento. Se superpone con una actividad muy importante de cierre de facultad, con lo cual en un ratito me tengo que ir a otra actividad, pero me voy a quedar todo lo posible para escuchar más reflexiones y la reivindicación de la actividad de Norberto en nuestra trayectoria.

Alejandra Lanza:
Cuando pensábamos y conversábamos con la comisión directiva del Consejo este año respecto de cómo conmemorar el Día del Trabajo Social, que coincide justo con el Día de los Derechos Humanos, surgió la propuesta de homenajear a Norberto. Homenajearlo a él, quien también fue parte de nuestra lista azul y participó activamente en el Consejo, en diversas actividades. Lo recuerdo sumándose como uno más, con su amplia trayectoria, a cada una de esas actividades que podíamos proponer. Estas actividades iban desde la reivindicación de la memoria, la verdad y la justicia por lo acontecido durante la dictadura militar en nuestro país, hasta iniciativas coyunturales, como cuestionar el escenario actual o criticar las prácticas del Estado que atentan contra los derechos de las personas. Siempre lo hizo desde una mirada crítica, desde un lugar tanto académico como cercano. Hoy, en el Día de los Trabajadores Sociales, los Derechos Humanos y la Democracia, queríamos homenajearlo y reconocer su extenso recorrido. Hice un pequeño resumen, pero es tanto lo que pudo construir Norberto en estos años que las palabras no alcanzan. Quiero sumarme a lo dicho por Soraya y Laura, y también agradecer la presencia de su familia, del equipo de la cátedra de Fundamentos del Trabajo Social que fue de él, y de la carrera de Trabajo Social, que colaboró en la organización de esta actividad. Agradezco, además, a los tantos profesionales que ahora iré presentando uno a uno por estar presentes. Pensamos que Norberto aportó muchísimo a la construcción del Trabajo Social desde una perspectiva crítica, tanto en lo que tiene que ver con la formación profesional como con una praxis sociopolítica. También dejó un legado en lo discursivo y en la acción concreta, de la lucha contra la pobreza y la economía deshumanizada. Este aporte se dio tanto en el trabajo de asistencia como en la construcción de conocimiento. Asimismo, en su pensamiento, el Trabajo Social latinoamericano, y la unidad de nuestra región, ocupaban un eje central, en lo que tiene que ver con nuestras coyunturas en el sur. Agradezco profundamente esta oportunidad de recordar su legado. Sin robar más tiempo, paso a algunos agradecimientos y comienzo a presentar a nuestras invitadas del día de hoy. Muchas gracias por estar presente, María Lorena Molina. María Lorena es trabajadora social, nacida en Costa Rica, con estudios de posgrado en administración pública. Trabajó como profesora e investigadora en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica. He leído varios trabajos tuyos, María Lorena, así que es un gusto tenerte aquí. Gran parte de sus investigaciones y publicaciones se refieren a la educación y la formación profesional en el campo del Trabajo Social, especialmente en cuanto a los fundamentos históricos, teóricos, metodológicos, éticos y la organización curricular. Tiene diversas publicaciones en libros y revistas, y fue directora de la Escuela de Trabajo Social y vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales. Asimismo, presidió la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social desde 1989 hasta 1992, y el Centro Latinoamericano de Trabajo Social (CELATS).

María Lorena Molina:
En primer lugar, agradezco profundamente la oportunidad de compartir con ustedes esta conmemoración del Día de las y los Profesionales en Trabajo Social, organizada por el Consejo Profesional de la Ciudad de Buenos Aires. Pero también, muy especialmente, agradezco porque esta conmemoración incluye un homenaje al profesor Norberto Alayón, una persona muy querida en Costa Rica, en nuestra región de México, Centroamérica y el Caribe, y también en toda Latinoamérica. Sin duda, Norberto fue un importante constructor de lo que es la Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social, refundada en el año 2006. Así que recibí esta invitación con muchísimo gusto y cariño, gracias a mi amiga Cristina Melano. Envío un saludo muy especial y fraterno a su familia, que conocí a través de Norberto, y en especial a su nieta, tan querida y reconocida internacionalmente por las palabras de Norberto. Para ser breve en este homenaje, comparto algunas ideas. Es un verdadero acierto hacer esta conmemoración en un día como el 10 de diciembre, cuando todas las personas de este planeta, pero en particular las y los trabajadores sociales, conmemoramos el acuerdo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1948. Esta declaración fue reconocida como obligatoria por los Estados 30 años después. Hablar de derechos humanos es hablar también de la vida de Norberto Alayón. Colocar esta celebración en este día da cuenta de una inflexión muy importante en la comprensión ética, histórica y teórica del Trabajo Social, con implicancias en su dimensión metodológica. Desde el enfoque clásico del Trabajo Social, lo ético se había colocado más bien desde una comprensión moralizadora, con una responsabilización individual de las personas respecto a su vida y sus actos. Norberto cuestionó profundamente esta visión en muchos de sus escritos, cuando hacía referencia a las comprensiones de bastantes políticos argentinos y latinoamericanos que daba cuenta con un lujo de detalles para hacer la crítica sobre esas comprensiones. Entonces, yo realmente felicito a las colegas y los colegas argentinos por este acierto de colocar la celebración de las y los profesionales en trabajo social en un día como hoy, y por haber superado la colocación de nuestras celebraciones en fechas referidas a alguno de los santos de la tradición católica. Sin duda, quiero hacer un reconocimiento también a ese acto que marca una inflexión muy importante. Por otro lado, quiero decir también que, bien sabemos, como también Norberto nos lo subrayó en múltiples conferencias y foros en los que participó en América Latina, que ese horizonte ético de los Derechos Humanos, esa promoción, esa defensa, esa exigibilidad que marca nuestros actos profesionales, tanto en el trabajo mismo, en el ejercicio de la profesión, como en el acto educativo, como también en el ámbito de la producción de conocimiento, esa direccionalidad, ese fundamento ético de los Derechos Humanos, bien sabemos que es un horizonte y que es una fuerte tensión con el desarrollo mismo del capitalismo. Porque esos valores en los que están asentados los Derechos Humanos —los valores de la modernidad, de la libertad, de la justicia social, de la igualdad, de la autodeterminación de los pueblos, de la convivencia con el ambiente— riñen con los mecanismos mismos de la explotación y la barbarie que genera la reproducción del capital. Si a ello agregamos el fortalecimiento de los gobiernos fascistas y derechistas, con los cuales tenemos una mayor conculcación de los Derechos Humanos, esto —hasta en los últimos escritos que yo recibí de Norberto, aún estando en el hospital— era un eje fundamental en sus denuncias y en sus elaboraciones. Así, entonces, nosotros tenemos profundos desafíos como profesión de constituir esta plataforma ética y de reproducirla en todos nuestros actos profesionales, en la dimensión profesional, en el ejercicio del trabajo social y en la producción de conocimiento mismo. Porque, en la formación profesional, nosotros enfrentamos muchísimos retos que tienen que ver con desafíos pedagógicos, con todo el desarrollo de la inteligencia artificial y cómo esto implica los derechos humanos, con el ejercicio mismo de la profesión y la falta de materialidad de las políticas sociales, que hacen cada vez más inalcanzable la realización plena de los Derechos Humanos: cada vez más pobreza, cada vez más violencia en todas sus expresiones. En el ámbito de la producción de conocimiento, pues grandes desafíos en términos de colocar, argumentar, fundamentar problemas de investigación, preguntas complejas para derivar conocimientos que den luz al desarrollo de una profesión totalmente comprometida con los Derechos Humanos. Y cuando hablamos de Derechos Humanos, todos entendemos en todas sus generaciones: civiles y políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales, y la autodeterminación de los pueblos. Entonces, hoy, en este marco, hemos sido convocados para recordar y para homenajear a Norberto: un colega, un educador, un militante comprometido con la lucha por la igualdad y por la justicia. Su vida misma es testimonio de los Derechos Humanos implicados en su vida cotidiana desde el pensamiento y la acción. Vivió tiempos crueles, cuando su libertad fue suspendida y sufrió sus consecuencias en la familia, en la vida laboral y en su salida al exilio. Su vida de educador, como forjador de conciencias críticas, políticas comprometidas con una profesión, pero también comprometidas con la justicia social, abogando siempre por un proyecto popular argentino, da cuenta de su comprensión sobre la profesión, pero también de su visión de mundo, de su compromiso y su certera pluma, denunciando siempre la injusticia. El legado de Norberto Alayón en su producción y publicación, así como las gratificantes conversaciones que hemos tenido sobre el presente y el futuro de la Asociación Latinoamericana de Trabajo Social, sobre nuestras escuelas, nuestros países, son parte de su legado. No solo lo publicado y dado a conocer, sino también las conversaciones en los ámbitos de múltiples seminarios latinoamericanos y regionales en los que tuvimos la dicha de compartir e intercambiar ideas con él. Termino diciendo que, de parte de la Universidad de Costa Rica y del Colegio Profesional de Trabajo Social, nos ha dolido mucho su partida física. Pero, con certeza, sabemos que en nuestro país su presencia en el aula, a través de sus publicaciones y de su vida como testimonio siempre de defensa y exigibilidad de los Derechos Humanos, va a estar presente. Mis condolencias a su familia, a todos ustedes, sus amigos y amigas más cercanas. Siempre estará presente y muy recordado por todas las escuelas de Centroamérica, México, El Caribe y, en particular, en Costa Rica. Muchísimas gracias.

Alejandra Lanza:
Muchísimas gracias por poder estar y hacernos estos aportes para pensar en este día. Hablamos de lo que implica la multiplicidad de los derechos cuando hablamos de Derechos Humanos. Tiene que ver con una multiplicidad de formas que se ponen en juego y que muchas veces son socavadas por gobiernos más conservadores, de índole más represiva. Bienvenida Leila Lima. Leila Lima estudió Servicio Social en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais. Hizo un posgrado sobre Sociología del Trabajo en la Universidad de París. Es profesora y directora de la Escuela de Servicio Social de la Universidad Católica de Minas Gerais, coordinadora académica, y directora del CELATS en Lima, Perú, de 1977 a 1983. Fue funcionaria de las Naciones Unidas, trabajando en México, El Salvador, Guatemala y Colombia. Profesora y coorientadora de posgrado sobre conflictos y flujos forzosos de población en Valencia, España. Desde la Escuela de Trabajo Social de Minas Gerais, desarrolló una importante experiencia curricular, abordando el metodologicismo estallado de una época. Muchas gracias, Leila, por estar presente aquí con nosotros hoy, en este homenaje. Muchas gracias por poder compartir con nosotros.

Leila Lima:
Estamos aquí, tristes, para celebrar la memoria de un entrañable ser humano que partió a destiempo, dejando devastados a su compañera Estela Graci, a sus tres hijos, a sus colegas y amigos. Varias generaciones de trabajadores sociales argentinos y latinoamericanos lamentamos la ausencia de Norberto Alayón. Aclaré a María Cristina Melano que no creía ser yo la persona más idónea para hablar de Norberto Alayón, y me alegro mucho, en ese sentido, de que Molina me haya precedido. María Lorena conoce mucho mejor la obra de Norberto que yo misma. Sin embargo, sabemos que es enorme el legado, tanto como académico como investigador, que nos dejó. En los últimos años, en décadas, diría yo, de mi trabajo, no he estado estrictamente volcada al campo del Trabajo Social, y por esta razón no he seguido tan de cerca como ustedes la larga y prolífica trayectoria de Norberto. Nuestra época de colegas se remonta justamente al período de 1979-1982, en el CELATS. Ciertamente, fue una etapa estimuladora del cariño y amistad que desde entonces se generó entre nosotros dos y nuestros respectivos núcleos familiares. Por eso estoy aquí, compartiendo la tristeza de su ausencia. Gracias a ese período de trabajo conjunto, supe que sus evidentes cualidades como profesional y pensador social las complementaba con una llamativa personalidad. Era cortés, afable, empático y muy comunicativo, con especial sentido del humor. Hablaba con las manos y con su expresiva mirada, inscrito en la más firme convicción de que el humor podía contrarrestar los fanatismos y autoritarismos, tendencias recurrentes con el actual avance de la polarización y de una inventada extrema derecha en buena parte de nuestro mundo. Norberto era delicadamente irónico. Tenía una especial capacidad para mediar conflictos, que solía administrar con su sapiencia y sabiduría, tan naturales en él. Extremadamente meticuloso y ordenado con sus archivos, notas y papeles, causaba sana envidia la pulcritud de su escritorio. En Lima, lo cual era motivo de admiración entre los colegas. También, ese período de convivencia nos permitió constatar que Norberto ejerció su paternidad de forma juguetona. Lo hemos podido comprobar cuando Martín era casi un bebé. De una forma alegre, amorosa y responsable fue construyendo una sólida relación con sus tres hijos, a quienes supo transmitirles e inculcarles los valores éticos, el disfrute por la vida sana, el respeto y la sensibilidad frente al sufrimiento humano. En el ámbito profesional, potenció su pasión por un Trabajo Social renovado, con una formación académica investigativa de calidad, inscrita en el mejor legado de ruptura con una práctica clasistamente conservadora y paternalista. En ese sentido, Norberto fue siempre un decidido luchador y animador del proceso de reconceptualización, como movimiento de acercamiento a las ciencias sociales y búsqueda de métodos de investigación relevantes para comunidades y grupos sociales excluidos. De esta manera, Norberto contribuyó a la construcción colectiva de la historia de la profesión en América Latina y, muy especialmente, en Argentina. Como lo subrayaron todas las personas que me antecedieron. Esto se explica en su notable producción de literatura sobre Trabajo Social a lo largo de las últimas décadas, así como en artículos coyunturales, columnas en periódicos y revistas argentinas y latinoamericanas, como Tecla La N, Cuadernos CELATS, el Informativo Sural, de Costa Rica, entre otros. Además de su desempeño extraordinario como coordinador académico del CELATS, tuvo activa participación en seminarios y talleres en varios países de América Latina. Fue distinguido con doctorados honoris causa por la Universidad Central del Perú en Huancayo y la Universidad de Chihuahua en México. Asimismo, se desempeñó como profesor visitante en Puerto Rico, Ecuador y Bolivia. Fue titular de esta casa, la Universidad de Buenos Aires, y vicedecano de la Facultad de Trabajo Social durante varios años. Participó también en actividades académicas en Shanghái sobre la atención y asistencia humanitaria. Como académico, Norberto creó un centro de investigación en Trabajo Social, el CITS, y lo dirigió por más de 10 años. Mantuvo, como también se subrayó aquí, una estrecha relación con la ALAEITS, tanto en nuestra época como ahora, y ahora con la AIS con los gremios profesionales. Norberto estuvo especialmente atento como columnista, para entender y explicar los movimientos y posturas políticas en Argentina. Fue consultor de UNICEF, fue coordinador ejecutivo del Grupo Nacional para la Defensa de los Derechos de la Infancia y Adolescencia, basados en la Convención de 1989 de Naciones Unidas. Como también se destacó aquí, Norberto hizo de la defensa de los Derechos Humanos y del Estado Democrático de Derecho su plataforma de acción profesional y su militancia política. La defensa de los derechos de las mayorías sociales es unísonamente convergente con la aplicación de los métodos y acciones propias del Trabajo Social, habiendo contribuido así a romper la dicotomía entre pensamiento y acción, sin por eso aducir una mecánica naturaleza de identidad entre ambos. De ahí que una segunda y complementaria pasión de Norberto, tan inocultable como la primera, fue su vocación política. Militante activo, hombre de carácter recio frente a los principios de humanidad, Norberto manifestó siempre su lealtad a los valores universales de los Derechos Humanos y a su defensa implacable. Esto le acarreó, como también se mencionó, privación de la libertad personal, maltrato, tortura y cárcel durante los años 70. Norberto vivió ese período sombrío con una conmovedora dignidad. Lo puedo testimoniar porque lo recibimos inmediatamente después de salir de la cárcel de Resistencia. Pudimos percibir su coherencia, su capacidad crítica y de resistencia hasta sus últimos días. Norberto fue siempre un demócrata convicto, un defensor de las responsabilidades y el rol del Estado, un defensor inclaudicable del Estado de Derecho y de los Derechos Humanos. Como educador y político, luchó toda su vida, hasta el final, contra los paradigmas tecnocráticos, la privatización indiscriminada de la educación y la salud, la criminalización de la protesta social, los despidos masivos de trabajadores y empleados públicos, los recortes en las indemnizaciones, y todas las medidas destinadas, en la actual coyuntura, a la disminución del Estado o su destrucción, mermando lo público en pro de lo privado. Entre los años 1976 y 1985, se manifestó claramente en contra de la dictadura cívico-militar, denunciando el sesgo reaccionario y antipopular de dichos gobiernos en Argentina. Señaló la baja del piso salarial, la reducción de los derechos sociales, y las políticas públicas responsables de mermar el acceso a servicios esenciales para los sectores en extrema pobreza creciente del país. Con renovada insistencia, combatió problemas similares y crecientes en los gobiernos de Mauricio Macri y Javier Milei. Norberto se pronunció públicamente también en mayo de este año en contra de la reforma ministerial del actual gobierno, con severas críticas al denominado y aparatoso «Ministerio del Capital Humano», al que él llamó «inhumano». En este contexto, realizó varias denuncias frente al nocivo ideario liberal del autoritarismo y el conservadurismo. Criticó medidas como la suspensión de alimentos y los comedores populares, y siguió atento, manifestándose en contra de la restricción de los derechos de los trabajadores, habitantes de las calles y de las mayorías sociales. Como profesional, Norberto buscó entender y actuar en la inevitable tensión de la relación entre profesión y militancia política, un debate recurrente durante los años de renovación del trabajo social. Abordó la relación orgánica entre esas dos dimensiones, respetando a la vez sus diferencias y complementariedades. Perseverante en su lucha por un trabajo social calificado y por un nuevo país devastado por el proceso de degradación social creciente, Norberto propugno hasta el último momento de su vida resistir frente a los atropellos [no se entiende]. Propugnó una nueva Argentina amplia, inclusiva, democrática, plural e integrada a América Latina. En sus últimos días, mientras estaba en el hospital, en octubre de este año, hace apenas mes y medio, dictó a su hija algunos fragmentos de la memoria de su detención en la cárcel de Resistencia en los años 70, llamando a este relato «Alayón con sus cosas». Solicitó que se registrara la fecha de estas notas, en las que denunció actos de corrupción y arbitrariedad cometidos por empleados del sistema carcelario y el ejército en Resistencia. Mencionó, por ejemplo, la falta de un 15% del valor depositado por sus familiares para adquirir bienes dentro de la cárcel. Vivencialmente conmovedora es la nota «Alayón con sus cosas», que hace referencia a dos pequeños objetos construidos por Norberto con los huesos de su comida, que raspó fuertemente contra la pared para transformarlos en modestos colgantes. Los tiñó con borra de café y les agregó un cordón, con la idea de entregárselos a sus dos pequeñas hijas como recuerdo de su permanencia en la cárcel. Mientras estuvo detenido, Norberto cargó estos colgantes en su cuello. Al momento de su liberación, el carcelero lo obligó a quitárselos bajo el argumento burocrático de la prohibición reglamentaria de sacar objetos del presidio. De nada valieron sus invocaciones a la dimensión afectiva de estos productos sin valor comercial; Norberto tuvo que desistir de su propósito. ¿Podemos imaginar lo que sintió Norberto frente a tamaña y absurda arbitrariedad? Sin palabras. Honrar el legado y preservar la memoria de Norberto requiere de los profesionales de trabajo social un compromiso real con los movimientos sociales, sus demandas y proyectos, en las dimensiones de la formación académica, investigativa, y del trabajo y la organización profesional. Esto, como ya se ha resaltado, implica también seguir luchando por una consistente política de defensa de los derechos de los trabajadores, las mujeres, los niños y adolescentes. Implica el compromiso colectivo frente al cambio climático y el respeto a la naturaleza. Incluye seguir luchando contra el empobrecimiento de ambos sectores y por el derecho y la adecuada respuesta a los incontenibles movimientos migratorios. Reafirmar la apuesta por la no ruptura institucionalidad democrática como la mejor forma de preservar derechos y conquistas sociales al momento presente. Explicita seguir desarrollando una lúcida capacidad de análisis y transformación en nuestras acciones cotidianas, incluso una autocrítica del pasado inmediato y de las perspectivas del papel de los sectores progresistas en un mundo que vive un retroceso político. La figura jovial y risueñamente amiga de Norberto nos seguirá acompañando y motivando. El dolor por su partida inesperada lo compensaremos con la convicción y fidelidad a sus principios, que son también los nuestros. Que este sencillo homenaje, en el Día de los Derechos Humanos de reafirmación de la dignidad de todos los seres humanos nos siga trayendo esa convergente fuerza que funde el amor al planeta y al bien común con el respeto y cariño a los individuos, hombres y mujeres, sin discriminaciones de ninguna especie. Y de manera inherente, procurar el avance de todas las ciencias y profesiones en dirección a la satisfacción de necesidades socialmente gratificantes. Norberto nos enseñó a no desistir, a mantener la esperanza, a seguir. Hoy, ceremonia y honor a Norberto Alayón, 10 de diciembre de 2024, a 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, en 1948. Descanse en paz, querido Che Alayón. Así lo llamábamos. Hasta siempre, amigo.

Alejandra Lanza:
Vamos a seguir con nuestra querida Cristina Melano, profesora, ha participado en varias actividades ya aquí del Consejo Profesional, colaborando con la riqueza de su experiencia y de su conocimiento. Licenciada en Servicio Social, fue por muchos años profesora regular e investigadora de la carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires. También fue profesora titular de la Universidad Nacional de Lanús y de la Universidad de La Matanza. Ha sido profesora invitada en universidades de Europa y de América Latina, e invitada a exponer en diversas conferencias y ponencias. Es autora y coautora de libros publicados en Argentina, Canadá y Polonia, y ha escrito numerosos artículos tanto para revistas españolas como de Latinoamérica. Bueno, Cristina, muchas gracias también por haber sido parte de la organización de esta actividad y por estar aquí hoy con nosotros.

Cristina Melano:
Agradezco la deferencia de darme este espacio para referirme al tema de derechos humanos, trabajo social y Norberto, que siento que fue, además del titular de la materia que también dicté cuando retomamos la democracia, alguien con quien compartimos muchos momentos, tanto académicos como festivos. Con él pasamos muchos momentos gratos. El mejor de los recuerdos hacia él, y haremos todo lo posible para que se lo recuerde a la altura de lo que se merece. No voy a repetir cosas que quizá ya hemos dicho en algún otro espacio de la propia facultad, e incluso que han comentado sabiamente tanto Lorena Molina como Leila Lima Santos, a quienes agradecemos su aporte y que merecen todo mi respeto. Voy a tratar de no superponer y de dar alguna otra mirada sobre las cuestiones, quizá no tanto desde lo personal, sino desde una perspectiva un poco más general. Tampoco voy a hacer referencia a lo curricular, que creo que ya está suficientemente explicitada su trayectoria por las compañeras que me antecedieron. Una cuestión que me parece importante recuperar es que el tema de los derechos humanos es parte del derecho consuetudinario, que existe en la tradición de las sociedades occidentales desde hace larguísimos años. En este sentido, hace a lo que Castel denominó «sociabilidad primaria», que dio lugar a ciertas prácticas de protección que se fueron conformando posteriormente como derechos. Estas prácticas implícitas, a las que no se denominaba «derechos», fueron retomadas por los pioneros del trabajo social, al igual que los precursores de esta disciplina cuando aún no estaba consolidada como profesión. Hoy, los derechos humanos se asocian al derecho a la vida y a una vida digna. Esto incluye el derecho al bienestar, al buen vivir, cuestiones que hoy aparecen bastante desarticuladas en este capitalismo tardío, en este neoliberalismo que, ni siquiera siendo liberalismo, es un retro-liberalismo, la forma financiera del capitalismo. Esto va en línea contraria a lo que, como bien señalaba Lorena Molina, tiene que ver con la Declaración de los Derechos Humanos en 1948, en la cual se propiciaba la igualdad, la libertad y la ausencia de todo tipo de exclusión y discriminación, ya sea racial, étnica, política o por cuestiones de género, entre otras. Cuestiones que hoy no están presentes en esta sociedad y en estos tiempos que vivimos. Estos derechos fueron incorporados tempranamente a partir de la sanción o el surgimiento del Estado de Bienestar y, en Argentina, concretamente con la Constitución del 49, que fue muy amplia en términos de derechos sociales. Esta Constitución fue eliminada o derogada por la dictadura que derrocó al gobierno constitucional peronista en el año 1955. Señalo estas cuestiones para mostrar la permanente presencia de fenómenos contrarios a la democracia y a la plena vigencia de los derechos humanos. Los derechos humanos fueron ratificados y restaurados luego de la recuperación de la democracia en Argentina, pero hoy son cuestionados por este autodenominado «libertarismo». Creo que se han puesto un nombre que les queda grande y que, por el contrario, tiene poco que ver con el pensamiento libertario de quienes luchaban por la ampliación de derechos, especialmente de la clase trabajadora. Estas prácticas son abominables e instalan la crueldad y el odio, cuestionan la solidaridad y la justicia, además de toda forma de asistencia. Entiendo que la asistencia es un derecho central, esencial. También debo reconocer que, durante la época de la reconceptualización, de la cual fui adepta y difusora, aunque no pertenecía al movimiento, en ese entonces nosotros denotamos la asistencia, entendiendo que era contrarrevolucionaria y perpetuaba el sistema. Por eso no le dábamos la entidad que debía tener y que tiene. Durante la dictadura, muchos de nosotros, que teníamos la mínima posibilidad de ejercer la profesión a través de prácticas asistenciales, descubrimos el valor de la asistencia para los ciudadanos que requerían nuestros servicios. Esto fue algo que, creo, descubrimos mucho en dictadura. También fue tomado por Norberto con mucha profundidad. Por eso escribió «Asistencia y asistencialismo», «Pobres controlados o erradicación de la pobreza». Destaco esta obra porque Norberto la siguió profundizando durante toda su vida. Esta obra fue objeto de cuatro ampliaciones en sucesivas reediciones, y estaba trabajando en una quinta reedición que, quizá, todavía puede estar en marcha. En esta obra está marcada la importancia que Norberto asigna a los derechos y a los Derechos Humanos, fundamentalmente el de la asistencia, totalmente entroncado con el derecho a la vida, que hoy aparece cuestionado, al igual que la intervención estatal para poder brindarlo y consolidarlo. En realidad, el trabajo social se va vinculando mucho más a los derechos humanos en la medida en que, con el estado de bienestar, van surgiendo políticas sociales y políticas de Estado, políticas públicas de las cuales el trabajador forma parte no solo como ejecutor, sino como planificador y también como investigador de las mismas en términos de su mejoramiento. Creo que esto es central en la obra de Norberto, además de sus múltiples investigaciones desde lo histórico y otros campos. También hay que destacar su clara lectura para comprender la esencia del trabajo social y la importancia del contexto, ya sea económico, social, cultural o político. Norberto, en alguna época, mencionaba que había ejercido el periodismo, y en realidad lo siguió ejerciendo de manera permanente a través de múltiples escritos, notas de opinión que hacía llegar tanto a redes sociales, que conocía y manejaba muy bien, como a través de publicaciones en diarios. Me parece importante señalar que, cuando él se presentaba o daba cuenta de su identidad en estas publicaciones, siempre escribía «trabajador social». Esto lo menciono para destacar que era orgullosamente trabajador social, más allá de que siempre propició y habló sobre el acercamiento del trabajo social a las ciencias sociales. Además, consideraba que el trabajador social también era un cientista social. Desde esa labor periodística, hacía uso de su pasión y de sus dotes para la escritura, pero también denunciaba vulneraciones de derechos, criticaba a quienes los vulneraban e investigaba al respecto. Posteriormente, instaba a otras vías para movilizarse, repudiar, rechazar y organizarse contra esas injusticias. Me parece importante destacar, como lo marcaba Leila, que esta actividad la efectuó hasta prácticamente el día anterior a su operación y el día anterior a su partida. Es decir, sin pausa y hasta el final de sus días. Finalmente, quizás cabe destacar, para no redundar en lo que han señalado los amigos y las amigas, que una de las cuestiones que también preocupaban a Norberto eran las relacionadas con la soberanía y las causas nacionales. En este sentido, siempre reivindicó la lucha por la defensa de Malvinas Argentinas y solía mencionar que, en su momento, había renunciado a una estadía en Londres o alguna invitación en la época de Malvinas, justamente porque no compartía de ninguna manera el posicionamiento respecto de las islas. Es importante señalar este sentimiento de argentinidad y de latinoamericanidad presentes en nuestro compañero. Creo que Norberto trabajó en el contrasentido del modelo. En este sentido, es un ejemplo que debemos continuar, afianzando el enfoque de los derechos humanos con sus desafíos y complejidades, tanto desde nuestras perspectivas teóricas, epistemológicas, éticas, políticas y metodológicas como desde nuestras propias prácticas para contribuir a hacerlos efectivos. Bueno, dejo aquí. Quedo abierta para cualquier otra cuestión, porque me parece importante también que hablen los miembros del equipo de su cátedra, quienes tuvieron el contacto académico más reciente.

Alejandra Lanza:
Muchas gracias, María Cristina. Sabés que te escucho, y cuánta falta hace escucharnos y hablar de derechos humanos, de lo que implican hoy en día, cuando parece que todo eso busca callarse y borrarse. Cuánto hace falta tener estos espacios de encuentro y de volver a nombrar.

Cristina Melano:
Me permito agregar, por omisión, una palabrita más. Quiero decirles que estamos ante un modelo insolidario, de una crueldad absoluta e inhumano. En este sentido, tanto el accionar de Norberto como el de muchos otros compañeros debe servirnos de guía para confrontar este modelo. Porque es un modelo que atenta contra la vida, contra la felicidad, y realmente es verdaderamente inhumano. Bueno, dejo aquí. Si pueden hablar los compañeros, muchas gracias.

Alejandra Lima:
Ahora damos la palabra a nuestros invitados queridos del equipo de la cátedra que era de Norberto. Presentamos a Maitena Fidalgo, trabajadora social, profesora asociada de la materia Fundamentos I y II de la carrera de Trabajo Social de la UBA, que era la materia histórica de Norberto Alayón. También es jefa del Servicio Social del Hospital Pirovano. Además, están presentes Fabiana Porto, Patricia Besteiro y otros integrantes del equipo de la cátedra, a quienes agradecemos por estar aquí.

Maitena Fidalego:
Es un gusto estar compartiendo este momento en un día como hoy. Agradecemos esta oportunidad para recordar a Norberto en una fecha tan significativa como esta. Es una instancia privilegiada para hacerlo, y más con las colegas que hablaron antes. En representación del equipo docente que se formó con Norberto durante su vida universitaria, estamos convencidos de que lo que nos define y nos da identidad como equipo es la profunda convicción y adhesión a su trayectoria y legado. Nos acompañan varios docentes, especialmente Diego Pico y Fabiana Porto, quienes están a cargo de la conducción de la materia de Norberto, lo cual es todo un desafío. Siempre esperamos estar a la altura de esta responsabilidad. En primer lugar, queremos destacar el enorme aporte que Norberto hizo a la formación de los y las trabajadoras sociales. Personalmente, tuve el privilegio de cursar la materia con él. Mi primer teórico fue dado por Norberto ante un auditorio muy numeroso, y en esa ocasión nos invitó a cada uno a contarle por qué elegíamos estudiar trabajo social. Por supuesto que hubo un montón de valoraciones en relación a los motivos por los cuales elegimos la carrera. Habiendo vivido esa primera instancia en el aula con Norberto, y siendo docente de la materia desde hace 22-23 años, escuchando otras respuestas que los estudiantes de trabajo social siguen diciendo cuando inician la cursada de la materia, creo que el punto común es que todos los que elegimos trabajo social queremos construir una sociedad más justa. En esto, Norberto era un motivador por excelencia para encontrar, en esa primera clase, el motivo por el cual uno había elegido la carrera. Todos teníamos esta misma convicción, en la cual los derechos de las personas se convierten en organizadores de las políticas y del ejercicio profesional. Por eso es que su lucha incansable por los derechos de las personas es uno de los grandes aportes que, como equipo docente, nos interesaba destacar. También, algo que en otras instancias hemos compartido tiene que ver con algo que alguna de las colegas mencionaba antes: la importancia que la dimensión asistencial tiene en el ejercicio profesional, y la importancia de no renunciar a lo que es la dimensión material en torno a la satisfacción de las necesidades de los sectores más vulnerables de la sociedad. En perspectiva histórica, también tenemos que decir que el aporte de Norberto es enorme. Como representante del movimiento de la reconceptualización en la Argentina, nos permitió fortalecer el análisis crítico del ejercicio profesional, siempre señalando las causas estructurales de la pobreza en la sociedad capitalista. También, en su publicación a 40 años de la reconceptualización en la Argentina, donde hizo confluir otras voces para reflexionar sobre el movimiento, nos invitó siempre a hacer un ejercicio crítico, pero también a recuperar todo lo que la reconceptualización significó para la disciplina y todo lo que le debemos agradecer a ese movimiento. En torno a la personalidad de Norberto, tenemos que decir que siempre fue provocador con los títulos de sus notas y de sus artículos. Cuando publicó esta obra, que es un referente ineludible en el campo del trabajo social, titulada “Asistencia o Asistencialismo: Pobres Controlados o Erradicación de la Pobreza”, siempre nos interpeló con sus títulos y con sus formas de nominar sus producciones. Otra característica que también recordábamos hace unos días de él es su espíritu incansable de lucha, presente en sus escritos, en sus declaraciones y en la vehemencia con la cual siempre sostuvo esas convicciones. Otra de las reflexiones que teníamos en el equipo tiene que ver con un rasgo principal que nosotros vivimos: la libertad con la cual siempre pudimos ejercer la labor docente en el equipo de cátedra, el respeto por la pluralidad de ideas y el hecho de reconocer que, con Norberto, todo espacio de diálogo —sea en las aulas, en un pasillo de la facultad, en una mesa de examen o en una cena— era siempre interesante, enriquecedor, y siempre contaba algo que uno nunca había escuchado con un poder de la palabra realmente excepcional, ejercía mucho interés en escucharlo. Hay una instancia que no me parece menor en lo que tiene que ver con el campo profesional: estar a 10 años de la sanción de la Ley Federal del Trabajo Social y recordar el entusiasmo que él tuvo en ese momento. Nos compartió una publicación del Congreso de la Nación en la cual fueron convocados diferentes referentes significativos del campo del trabajo social para hacer un prólogo en relación a lo que es la Ley Federal de Trabajo Social. En ese prólogo, muy corto pero conciso en ideas —como nos tenía acostumbrados Norberto al escucharlo y a hacernos llegar sus pensamientos—, él señala que no solo alabó el contenido de la ley que surgió del consenso del campo profesional, sino que también destacó que haya sido la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández, quien resaltó la tarea que cumplimos los trabajadores sociales realizando, decía él en ese escrito, afirmaciones conceptuales sobre la profesión y enmarcando a la misma en el contexto de los derechos humanos, y en el posicionamiento del trabajo social en relación a lo que es la reivindicación y la defensa de los derechos de los sectores más vulnerables de la sociedad. Destacó que la presidenta reconoció, en un acto de gobierno, el significado ético y democrático de la acción del trabajo social en la medida en que este esté comprometido con los sectores populares. La lectura que hacía Norberto en ese escrito tenía que ver con el gesto político que esto representaba, como un gesto en relación a lo que es el desafío de construir una nación sin desigualdades, que construya —decía él en ese momento— relaciones sociales de solidaridad, de equidad, de inclusión, donde primen la igualdad de derechos para todos y todas. En esa oportunidad, Norberto veía en la ley el atributo de permitir desplegar un proceso de fortalecimiento de la identidad profesional, de valorar la importancia de la acción colectiva a partir de las organizaciones de base, y del compromiso y la militancia de los trabajadores sociales en la búsqueda por el mayor bienestar posible de todos los miembros de la sociedad. En ese momento, Norberto cerraba el prólogo recordándonos que la historia de las sociedades la seguimos construyendo todas las personas en condiciones que están sobredeterminadas pero no inevitables. Quiero cerrar, por lo menos, mi aporte desde el equipo de cátedra en que, para mí, es imposible pensarme como trabajadora social sin la figura y sin el legado de Norberto. En este sentido, me quedo con cierta certeza que siempre nos toca transitar a las personas cuando perdemos la presencia física de alguien querido, y es la certeza de encontrarlo en sus escritos y de encontrarlo en los recuerdos que compartimos con él.

Alejandra Lima:
Algo de esto que vos comentabas recién a mí me resonaba también. Cuando pensábamos un poco en la actividad, decíamos: es como impensable estudiar trabajo social y formarse como trabajador social sin que esté Norberto como parte de esa formación, como parte de ese saber, como parte de lo que decimos acá. Ahora daremos lugar a quien quiera agregar su comentario.

Emilio Caffassi:
Yo no soy trabajador social. Conozco a Norberto desde antes de la fundación de la facultad, como un intelectual comprometido, como un productor de conocimientos, pero alguien que, fundamentalmente, volvía del exilio, como volvimos varios. Nos reagrupamos actos recién después. Nos reencontramos en la facultad. Mi relación con el trabajo social es muy tangencial. Tuve la cátedra de Filosofía en algunos años de la década del 90, pero siempre reencontré a Norberto situado, en primer lugar, como una referencia directísima hacia la construcción de un corpus teórico, de una doxa del trabajo social que desconozco, pero que, en todos los contactos que he tenido con el trabajo social, lo tienen como tal. Siempre me pareció algo muy similar a otro amigo que he cultivado, José Paulo Neto en Brasil, otro referente del trabajo social pero, al mismo tiempo, un intelectual comprometido. Me parece que, con Norberto, se pierde el último intelectual de la izquierda nacional, con la desaparición, obviamente, de Abelardo Ramos, de Nea Spilimbergo, de Blas Alberti. Me parece que fue Norberto el que continuó en una línea de tensión muy compleja entre un pensamiento rigurosamente antioligárquico, antiimperialista y consecuente con una relación con un peronismo complejo, diversificado, en tensión permanente, y puesto siempre al servicio de las causas intransigentes en relación a los derechos humanos, a la política antiimperialista y, fundamentalmente, a la resistencia a la decadencia de las derechas oligárquicas argentinas que se expresaron en los diversos modelos de gobierno, como el de Menem, como el de Macri o como este oscurantismo actual con Milei. En ese sentido, además, me parece un intelectual enormemente prolífico. No solo por sus obras —de las cuales conozco muy poco en materia de circunscripción profesional—, sino también por una infinidad de artículos cuyo interés fue, fundamentalmente, salir o poner, en todo caso, sus saberes profesionales al servicio de causas mucho más amplias y de contribuir a generar lazos, vasos comunicantes, entre los diferentes saberes, profesiones y demás. Lo último que quería rescatar —y voy a ser muy breve en este sentido porque rescatar a Norberto implicaría también no solo ceñirse a este plano profesional, sino más ampliamente- como aquel que también construyó alternativas en relación con la facultad. Su rol de vicedecano, en realidad, fue la desembocadura de experiencias, inclusive críticas, respecto a la carrera de Trabajo Social propiamente dicha, o, en todo caso, las formas curriculares desde las cuales concebía la necesidad de insumos teóricos, insumos epistemológicos y, fundamentalmente, insumos conceptuales más allá de esa circunscripción de mera intervención. Convergimos también en la facultad en momentos en los que ambos estábamos en algo de eso. En esos momentos, él asumió como vicedecano y yo dirigía Comunicación Científica en la facultad. Después dirigí la carrera de Sociología, y estuvimos convergiendo en esto. En fin, yo creo que rescatar a Norberto es también replantearse el lugar que tiene el trabajo social dentro de esta compleja dimensión epistemológica de las ciencias sociales porque, a la vez, me parece que Norberto excede esta circunscripción y plantea, en todo caso, el pensamiento vinculado a la acción y, al mismo tiempo, a la producción intelectual. Me parece que esa es su gran contribución en el trasvasamiento entre las carreras y los saberes profesionales en general. Por supuesto que me embarga profunda tristeza, porque he perdido a un inmenso amigo.

Violeta Correa:
Es muy emocionante estar acá y, además, es muy interesante hablar más al final, después de haber escuchado todas las cosas que escuché. Yo llegué a la universidad, no a la Facultad de Sociales, sino a la escuela que funcionaba en la Facultad de Derecho, para incorporarme desde el vamos a la cátedra de Norberto Alayón. Fui una de sus primeras adjuntas en la Facultad de Sociales. Mi llegada a la facultad fue a la vuelta de mi exilio en Costa Rica, y entre las personas que me mandaron su recomendación para que yo conociera a Norberto, destaco a María, que habló al principio y que es una amiga además personal mía, con quien aprendí mucho en la universidad. Dicho esto, no puedo dejar de pensar en todos los trayectos que hemos tenido con Norberto a lo largo de este tiempo. Por otro lado, para mí, Norberto es un amigo. No puedo todavía darme cuenta de su ausencia, pero, fundamentalmente, pienso que, más allá de todo lo que se habló al respecto del trabajo social y de lo que ayudó a contribuir en el pensamiento crítico, a construir un pensamiento crítico, se nos va, como dijo Emilio recién, un intelectual, un sujeto político indispensable en el momento que estamos transitando en nuestro país. Eso es un dolor enorme, porque la verdad es que, en alguna medida, los que tenemos cierta edad —entre las que me incluyo— tenemos, en realidad, nada para perder al respecto de que no nos podemos callar. Somos los que estamos como los jubilados y como otros, porque ya no nos pesa tanto el miedo o el temor de cómo nos amordazó la dictadura y cuántos años tuvieron que pasar en la misma construcción de la facultad, construcciones posteriores, para que, de alguna manera, empezáramos a socializar el pensamiento, la unión, lo que nos había pasado, lo que vivimos durante la dictadura. Pasó mucho tiempo para que pudiéramos transmitir todas esas vivencias a los estudiantes. Hoy, con la edad que tenemos, no podemos callar. Y ya no importa no callarnos, porque, en realidad, tenemos un tiempo menor. Acaba de ocurrir con Norberto que ya estaba diciendo cantidades de cosas, notas en Página 12 todo el tiempo, denunciando lo que estamos viviendo, y se nos fue. Entonces, yo creo que ojalá podamos resurgir muchos más tomando esa batalla. No tenemos que tener miedo. Vivimos un momento de oscuridad y, obviamente, en Trabajo Social también pasan muchas cosas. No son los mismos los estudiantes de ahora en la Facultad de Ciencias Sociales, que hace 20 años o 15 o algo así. Digo, es muy diferente todo lo que ocurre. Me alegra mucho estar en este momento, haber escuchado el relato de Leila, el relato de Cristina, Lorena, mando abrazos a todos, todas y todes de la facultad. Tenemos que seguir discutiendo y compartiendo muchas experiencias. Pienso que es indispensable volver a abrir espacios para debatir, para construir, para pensar y para enfrentar los tiempos en los que estamos. Creo que es un problema de la cuestión interdisciplinaria en la facultad, y no de la carrera de Trabajo Social. Me parece que esto atañe a todos, y eso es indispensable. Y en eso estaba el pensamiento de Norberto, y con él pensamos siempre en construir una carrera de Trabajo Social que fuera una parte básica de la Facultad de Ciencias Sociales. Creo que hasta aquí hemos construido un avance en muchas ocasiones, pero no en su totalidad. Las diferentes carreras han quedado, de alguna manera, con cuestiones propias, con objetivos inmediatos, y no hay todavía una producción de interacción entre todas. No tengo mucho más para decir, excepto que tengo un dolor infinito. Lo pienso todos los días y sé que no lo voy a olvidar.