Con un discurso simple, vacío, de autohalagos, para una horda de aplaudidores, Javier Milei inauguró el periodo de sesiones ordinarias del Congreso Argentino. La prepotencia de uno de sus asesores, Santiago Caputo -el que masca chicles- contra el diputado radical Facundo Manes, fue el hecho saliente de la sesión de este 1 de marzo. No habló de Libra y la estafa que impulsó, como tampoco de las denuncias contra Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia, a quien acusan de cobrar coimas para facilitar reuniones con el Presidente.

Sábado 1 de marzo de 2025. El presidente Javier Milei inauguró el período de sesiones ordinarias del Congreso con un discurso de una hora y once minutos, donde delineó las principales reformas que pretende impulsar y solicitó el respaldo parlamentario para un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En un recinto con asistencia parcial y una oposición dividida, el mandatario reafirmó su compromiso con la reducción del Estado, la disciplina fiscal y un endurecimiento del código penal.
En uno de los anuncios más esperados, Milei confirmó que el Gobierno está en negociaciones avanzadas con el FMI para refinanciar la deuda y sanear el Banco Central. Según explicó, los fondos permitirán liberar el cepo cambiario y fortalecer las reservas, con el objetivo de reducir la inflación y generar estabilidad macroeconómica. «El dinero que ingrese será utilizado para cancelar parte de la deuda con el Banco Central», sostuvo el Presidente.
El mandatario también defendió su estrategia de ajuste fiscal, calificándola como «la más ambiciosa de la historia argentina». En ese sentido, destacó el cierre de 200 áreas estatales y el despido de más de 40.000 empleados públicos, lo que consideró un avance en su plan de reducción del Estado. «La motosierra no es solo un programa de gobierno, es una política de Estado que continuará hasta lograr un sector público eficiente», afirmó.
Asimismo, adelantó una reforma impositiva que reduciría la cantidad de tributos nacionales a seis, permitiendo que cada provincia ajuste sus impuestos según sus necesidades. Planteó, además, la privatización de empresas estatales, aunque sin detallar un cronograma específico.

Seguridad y endurecimiento de penas
Otro de los ejes centrales del discurso fue la seguridad. Milei reiteró su intención de reducir la edad de imputabilidad de 16 a 13 años y de endurecer las penas del Código Penal. «Quienes tienen conciencia para delinquir como adultos deben enfrentar las consecuencias como adultos», argumentó.
Anunció también que su Gobierno trabaja en una ley de seguridad nacional para reforzar las capacidades de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. «Es una amenaza real y no podemos permitirnos ser débiles», enfatizó.

Tensión política y restricciones a la prensa
El discurso no estuvo exento de controversias. Durante su intervención, Milei tuvo un cruce con el diputado Facundo Manes, a quien le espetó: «Lea la Constitución, le hará bien», en respuesta a críticas del legislador radical. La tensión se trasladó fuera del recinto, cuando Santiago Caputo, principal asesor del Presidente, increpó a Manes, lo que derivó en una denuncia por agresión.
Por otro lado, la Asamblea Legislativa estuvo marcada por restricciones sin precedentes a la prensa. Bajo una resolución conjunta de Victoria Villarruel y Martín Menem, los periodistas fueron relegados a palcos del segundo piso, sin posibilidad de acceder al recinto, limitando la cobertura del acontecimiento institucional más importante del año.

Un horizonte destructivo e incierto
Milei cerró su discurso reafirmando su determinación de avanzar con sus reformas, con o sin respaldo del Congreso. «Si no acompañan, lo haremos igual», advirtió. Sin embargo, el escenario legislativo sigue siendo incierto, especialmente en lo que respecta al acuerdo con el FMI, donde la oposición ya ha mostrado reticencias.
Con un paquete de reformas estructurales sobre la mesa y una estrategia de confrontación política, el Gobierno de Milei enfrenta un desafío en los próximos meses: consolidar su modelo sin desatar una crisis política que complique su gobernabilidad, lo que resulta improbable ya que su personalidad infantil y agresiva se antepone a su responsabilidad institucional.