¿La Inteligencia Artificial (IA) en la educación es una herramienta o un riesgo? Especialistas advierten sobre la necesidad de un enfoque crítico en el uso de IA en las aulas, mientras docentes y alumnos navegan entre el potencial y los desafíos. Yanina Hazuda reflexiona en Plural sobre esta herramienta que «llegó para quedarse».
Viernes 20 de junio de 2025. La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en la educación plantea un debate urgente: ¿Es una herramienta que potencia el aprendizaje o un riesgo que puede erosionar el pensamiento crítico? Yanina Hazuda, docente y especialista en IA, coordinadora de una diplomatura en esta temática para docentes en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones, insiste en que la clave está en cómo se utiliza la tecnología. «No es la solución a todos los problemas, pero tampoco es una amenaza que va a reemplazar el trabajo humano», afirma, antes de rescatar el riesgo del «sedentarismo cognitivo», aquel que implica delegar procesos de pensamiento en lugar de utilizar la IA como asistente.
Para Hazuda, un ejemplo claro es el de los estudiantes que entregan trabajos generados íntegramente por IA sin análisis previo. «El problema no es la herramienta, sino la falta de reflexión», explica Hazuda. Para evitarlo, propone enseñar a interactuar con modelos de lenguaje mediante prompts específicos: «No se trata de que te resuelvan el problema sino de que te ayuden a comprenderlo», enfatizó en Plural, programa periodístico de Canal 4 Posadas.
Uno de los mayores desafíos es la confiabilidad de las respuestas. «La pregunta correcta no es solo ‘cuál es el dato’, sino ‘de dónde lo obtienes'», dijo. En los talleres a su cargo enseña a docentes y alumnos a cuestionar las fuentes y detectar sesgos. «Los sistemas de IA tienen ‘alucinaciones’ —errores inexplicables— y no siempre ponderan bien la información», advierte. Por eso, insiste en que el rol del docente es garantizar el contexto y la objetividad del conocimiento.
Advierte además que mientras los estudiantes adoptan rápidamente estas herramientas, muchos docentes enfrentan resistencia por desconocimiento. «De diez profesores, solo tres usaban IA en nuestros primeros talleres», revela Hazuda. El miedo al reemplazo es común, pero ella lo desmitifica: «El vínculo humano en la educación es irremplazable».
Sin embargo, la especialista urge a los educadores a actualizarse. «Los alumnos ya usan IA, a veces de forma clandestina. Mejor enseñarles a usarla bien», afirma. En la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), por ejemplo, trabajan en chatbots especializados por cátedra, alimentados con bibliografía oficial, para asegurar precisión y evitar desinformación.
Hazuda también remarcó que la inteligencia artificial llegó para quedarse, pero su impacto depende de las decisiones humanas. «Potencia el trabajo si no delegamos el pensamiento», resume. Su propuesta es formar usuarios críticos, capaces de distinguir entre información útil y respuestas automatizadas vacías.
El desafío educativo, concluye, ya no es prohibir la tecnología, sino integrarla sin perder de vista el objetivo final: «aprender; no solo simular que se aprende», reflexionó.
