Dos movimientos peronistas, UNO y Federales, convocan con éxito a militantes, dirigentes, gobernadores, sindicatos y organizaciones sociales bajo la premisa de resistir el ajuste y promover un «peronismo de base», organizado, para asumir la reconstrucción del país. Hay unidad, resistencia y un llamado a la renovación desde las bases.

Jueves 3 de julio de 2025. Bajo un cielo gris que no opacó el fervor político, más de 140 dirigentes de 40 distritos bonaerenses se congregaron el pasado sábado 28 de junio en Laferrere, en el conurbano bonaerense profundo, para reafirmar una convicción: «El peronismo no murió, solo espera a quienes se animen a renovarlo», según rescataron algunos de los participantes. El encuentro, organizado por el Movimiento UNO –liderado por Martín Castillo– y el espacio Federales –impulsado por el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela–, fue un llamado a la unidad frente a lo que definen como «un experimento liberal radicalizado» que desangra al país, encarnado en Javier Mili y sus funcionarios de Gobierno, como brazo ejecutor del poder real que opera desde las sombras.
El encuentro, cargado de simbología, mezcló choripanes, discursos encendidos y una consigna clara: «Cuando la Patria está en peligro, la unidad no se negocia». Enrique Díaz Brizuela, coordinador nacional de Federales y figura clave del acto, cerró el encuentro con una cita de San Martín que asegura que cuando la Patria está en peligro «todo está permitido, excepto no defenderla». No era un mensaje casual. Tras el telón, la pulseada es contra el ajuste, la fragmentación partidaria y la sombra de un «modelo neofascista», según la definición de Quintela en sus recientes entrevistas.

La mesa está servida


El movimiento que nuclea a Federales y UNO no es un club de notables. La diversidad de oradores reflejó una estrategia de amplitud: desde el sindicalista Nicolás Alaris (de SECHSMA) hasta el pastor Félix Tevez (Cámara Evangélica), pasando por el magistrado Alberto Tamanini y referentes territoriales como Ramón Rodríguez (de La Matanza) y Mario Peral (de Unión Popular Federal de Córdoba). También estuvieron presentes figuras como Nelson Omar Illescas y el analista político Nicolás Schamne, quien en redes sociales definió el encuentro como «un acto de rebeldía popular».
El mensaje fue claro: el peronismo debe «incluir, contener y dar voz a la militancia de base», históricamente relegada de las decisiones. «No somos administradores, somos revolucionarios», remarcó Schamne, parafraseando la esencia fundacional del movimiento.
Mientras en La Matanza se hablaba de «renacer», el gobernador riojano libraba su propia batalla. En cuatro entrevistas consecutivas este miércoles, Quintela escaló su denuncia contra el Gobierno nacional: «Recortaron 40 mil millones de pesos mensuales a La Rioja, afectando jubilados, escuelas y rutas». Los números, dijo, no mienten: «Milei envía 35% menos que Macri y 50% menos que Alberto Fernández a las provincias», mientras la Ciudad de Buenos Aires «acapara recursos».
Pero más allá de lo económico, Quintela encendió la alarma política: «Estamos frente a un modelo neofascista y perseguidor», en referencia a las detenciones de militantes. Su crítica apuntó también a la falta de diálogo: «Milei no pisó una escuela, un hospital, ni trabajó con los gobernadores».
En respuesta, los mandatarios peronistas –en una movida que incluye al extrapartidario jefe de Gobierno porteño– avanzan en un proyecto de ley para reformar la coparticipación. Incluso evalúan asumir el mantenimiento vial a cambio de impuestos a los combustibles. «La unidad federal es irrompible», insistió Quintela.
Si bien este encuentro en La Matanza evitó mencionar candidaturas, el nombre de Axel Kicillof resonó como un posible liderazgo unificador. «Federales apoya su proyecto en la Provincia», destacaron los organizadores, recordando el respaldo de Quintela y Cristina Kirchner al gobernador bonaerense.
Los temas de unidad abordados se grafican en una crónica de Schamne, posteado en redes sociales: «Kicillof y Quintela caminaron juntos, tildados de ‘traidores’ por algunos, pero con el pueblo atrás». La alusión no es menor: en un peronismo fracturado, la cohesión entre el conurbano y el interior aparece como la única vía para resistir al oficialismo.
El mensaje de Laferrere fue contundente: el peronismo busca «volver a ser herramienta de transformación». Pero el desafío es complejo. Mientras Quintela y Kicillof articulan una resistencia pragmática, las bases exigen «coraje» frente al ajuste. La pregunta queda flotando: ¿Podrá este espacio –que mezcla evangélicos, sindicalistas y jueces– convertirse en la alternativa que el oficialismo aún no logra descifrar?
En estos tiempos complejos y de resistencia, la chispa está encendida. Y en política, como bien sabe el peronismo, «cuando el pueblo empieza a hablar, la historia tiembla», recordaron.
Mientras tanto, el gobernador riojano, a través de los medios, no eludió la interna provincial y arremetió contra el diputado nacional Martín Menem, a quien acusó de «no tener contacto con la provincia» y «actuar en contra de sus intereses». La pulseada, más allá de lo personal, refleja también una disputa del sentido del peronismo y de los intereses de una provincia que se enfrentan desde dos espacios: el que Gobierna La Rioja y el que representa también a esa provincia desde el la Cámara de Diputados de la Nación, en nombre de la misma provincia, ambos desde espacios diferentes.

RP – Misiones Plural