El presidente argentino cerró su presidencia pro témpore con un llamado a la flexibilización del bloque y un tenso cruce con Lula da Silva. Lanzó su postura liberal: «Lo haremos acompañados o solos».
Jueves 3 de julio de 2025. Con la provocación que lo caracteriza, el presidente Javier Milei clausuró este miércoles su gestión al frente del Mercosur con un discurso que combinó logros concretos, críticas frontales al bloque y una advertencia sin matices: Argentina avanzará en su agenda de apertura comercial «con o sin consenso» regional. En la LXVI Cumbre celebrada en el Palacio San Martín, el mandatario transfirió la presidencia pro témpore a Brasil tras seis meses marcados por su cruzada desreguladora, mientras su choque ideológico con Lula da Silva —ahora líder del bloque— quedó nuevamente al descubierto.
Ante los líderes del bloque —incluidos el paraguayo Santiago Peña (su aliado más firme), el boliviano Luis Arce y el uruguayo Yamandú Orsi—, Milei cargó contra lo que llamó «la inercia destructiva» del Mercosur. «Falló en su objetivo original. Se convirtió en una barrera burocrática que encareció la vida de los ciudadanos», afirmó, defendiendo su gestión centrada en flexibilizar aranceles y acelerar acuerdos extrabloque.
El mensaje, destinado a Lula, incluyó un ultimátum: «Si persisten en un camino que no nos dio resultado, flexibilizaremos las reglas o iremos solos». La alusión a negociaciones bilaterales fuera del marco del Mercosur —como las que Argentina ya impulsa con EE.UU. y la EFTA— resonó fuerte en un salón donde el brasileño, minutos después, defendería el bloque como «escudo contra guerras comerciales».
La puja entre modelos —liberalismo versus proteccionismo— trascendió los discursos. Lula llegó tarde a la cumbre y se negó a subir las escalinatas del Palacio San Martín hasta que sus fotógrafos fueran autorizados a ingresar, un forcejeo protocolario que requirió la mediación del canciller argentino, Diana Mondino. El saludo posterior entre ambos fue frío, aunque menos áspero que el del G20 en Río de Janeiro (2023).
Avances y grietas
Pese a las diferencias, la cumbre arrojó resultados tangibles:
-Acuerdo con la EFTA: rubricaron el tratado con Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza, que crea un mercado de 300 millones de personas y un PIB combinado de US$4,3 billones.
-Flexibilización arancelaria: ampliaron las listas de excepciones al arancel externo común, permitiendo a cada país desgravar hasta 50 productos.
-Nuevos horizontes: avanzarán en tratos con India, Israel y Panamá.
Pero hubo fisuras: Milei criticó la falta de condena al gobierno de Nicolás Maduro y exigió la liberación del gendarme argentino Nahuel Gallo, detenido en Venezuela. Además, propuso crear una agencia antidrogas del Mercosur, alertando sobre el avance del narcotráfico regional.
Lula, Cristina y el tablero político
El traspaso de la presidencia a Brasil añadió capítulos polémicos. Lula —quien hoy visitará a Cristina Kirchner en su prisión domiciliaria, en un gesto leído como un guiño al kirchnerismo— priorizará relanzar el estancado acuerdo UE-Mercosur y promover la transición energética. «El bloque nos fortalece», insistió, en claro contrapunto con Milei.
Pero hacia dónde va el Mercosur: Milei dijo que no abandonará el bloque —algo que requeriría aprobación legislativa—, pero sí lo vaciará de contenido si no se adapta a su visión. Su apuesta es convertirlo en una plataforma laxa que no obstaculice acuerdos bilaterales. La cumbre dejó en evidencia que, pese a pragmatismos comerciales, las divergencias ideológicas persisten.
El presidente argentino también aseguró que «Argentina eligió el progreso. No habrá vuelta atrás», según sentenció Milei, mientras Lula asume el desafío de navegar entre la presión liberal y su propia visión de integración. El Mercosur, una vez más, demuestra que es tanto un proyecto económico como un campo de batalla político.
Esta cumbre ocurre en un año crítico para el bloque, con el acuerdo UE-Mercosur estancado desde 2019 y crecientes presiones para modernizar su estructura. La reducción de fondos argentinos al Parlasur y al Instituto de DDHH del Mercosur refuerza la estrategia de Milei: menos multilateralismo, más bilateralismo.
