Se trata de una cooperativa de Comandante Andresito de productos regionales que resiste los embates de la crisis económica y las políticas del Gobierno nacional. Con más de 15 años de trabajo y crecimiento, ahora enfrentan la caída de ventas, el aumento de costos y la reducción de socios. Exigen políticas públicas que protejan el trabajo local y les permitan mantenerse y crecer.

Miércoles 6 de agosto de 2025. «Las ventas cayeron notablemente en los últimos años. Los sueldos no aumentan, y eso impacta directamente en nuestro trabajo. Pero no vamos a rendirnos: lucharemos para mantener en pie lo que tanto nos costó construir», afirmó Silvia Raquel Do Santos, de la Cooperativa de Productos Regionales Tierra y Manos que Alimentan, del Paraje Cabureí, en Comandante Andresito.
La Cooperativa, de más de 15 años, se creó a instancias de un grupo de pequeños productores que se organizaron para generar una fuente laboral sostenible.
Comenzó con unas 120 personas que, con esfuerzo, comenzaron a consolidarse hasta que el cambio de Gobierno y la asunción de Javier Milei a la presidencia Argentina, empezaron a sentir el impacto de las medidas económicas. La situación se agravó al punto de que el número de trabajadoras —en su mayoría mujeres— se redujo a poco más de 20.
«Al principio nos enfocamos en la elaboración de almidón artesanal, pero ante la falta de maquinaria y otras dificultades, incorporamos la producción de mermeladas, dulces y pickles. Finalmente, hace seis años, concretamos nuestra planta almidonera y la sala de envasados para la venta, utilizando la materia prima que producen los compañeros», explicó Silvia Do Santos, junto a la presidenta Liliana Olivera, Claudia Racker y Paulino Silva.
Ahora necesitan una ralladora de mandioca más grande para facilitar la cosecha y el procesamiento. «Si automatizamos el proceso, ahorraremos tiempo y esfuerzo. Una máquina más grande permitirá una mejor molienda, lo que incrementará la producción de almidón y nos abrirá las puertas a mercados más amplios, como Posadas y Eldorado», según estiman. Otro desafío es ampliar la capacidad logística ya que en la actualidad disponen de 12 carros con bandejas pero necesitan llegar a 20 para optimizar la producción. «Con más carros, podríamos procesar entre 800 y 1000 kilos de almidón seco por semana, lo que significaría un mayor rendimiento», detalló. Además, enfrentan dificultades para conseguir frascos de vidrio, esenciales para envasar sus productos libres de químicos.
A pesar de las adversidades, la cooperativa sigue comercializando en negocios de Comandante Andresito, en hoteles de Puerto Iguazú y ferias locales aunque, a pesar de los esfuerzos, ratifican que cayeron las ventas y con ello, creció el impacto en las economías hogareñas. No están -dicen- dispuestos a fracasar y buscarán mantener en pie lo que tanto les costó construir. En ese sentido, Silvia Do Santos, madre de dos hijas, destacó también otro logro: el espacio de cuidado infantil dentro del predio, donde las trabajadoras pueden dejar a sus hijos mientras trabajan.

Herramientas para reconstruir


Martín Sereno, referente del espacio político Tierra, Techo y Trabajo, se reunió con las familias cooperativistas en la misma colonia, donde analizaron estrategias para fortalecer la producción y la comercialización en un contexto nacional adverso.
«Esta cooperativa es un ejemplo de perseverancia. Durante más de 15 años, y hasta hace dos años y medio, contó con más de cien socios activos. Lograron diversificar su producción: almidón de mandioca, dulces, mermeladas, jugos, pickles y porotos. Además, tenían una radio comunitaria, apoyo escolar, alfabetización de adultos y un espacio para jóvenes con consumos problemáticos», dijo.
Sin embargo, el actual gobierno profundizó la crisis. «La desregulación de tarifas, la apertura importadora, el aplastamiento salarial y la libre suba de costos afectaron gravemente a la cooperativa. Los precios de la energía y el gas —insumos clave— se dispararon, y las ventas cayeron estrepitosamente. Muchos socios tuvieron que buscar otros trabajos, reduciendo aún más la base activa», explicó.
Pese a todo, Sereno valoró la resistencia de quienes continúan produciendo: «No abandonan sus sueños. Frente a este escenario, el Estado debe actuar para sostener y fortalecer estas iniciativas. No solo son una fuente laboral, sino también un motor de desarrollo local».
La cooperativa «Tierra y Manos que Alimentan» sigue en pie, pero necesita urgentes políticas públicas que protejan el trabajo digno en el interior profundo de Misiones.