Este artículo analiza la estrecha relación entre el discurso del presidente Javier Milei, el crecimiento de las iglesias evangélicas y las corrientes teológicas que sustentan su ideología, como la Teología de la Prosperidad y la Teología del Dominio. A través de un recorrido histórico y doctrinal, el autor de esta nota explora cómo estas iglesias, con su énfasis en el éxito individual y la aversión al Estado, han convergido con los movimientos de derecha y el neoliberalismo en América Latina. Además, desglosa el discurso de Milei en la inauguración de un templo evangélico, mostrando su coherencia con estos postulados religiosos —desde su crítica a la justicia social como «envidia» hasta la demonización del Estado—, y cómo este mensaje resuena en un auditorio acostumbrado a interpretaciones literales de la Biblia. Con ejemplos como el apoyo evangélico a Bolsonaro o Trump, el texto revela una alianza estratégica entre fe, política y economía, mientras contrasta estas posturas con las de sectores católicos progresistas. Una reflexión urgente para entender las raíces ideológicas del actual giro conservador en la región.

Por Oscar Alejandro Degiusti

Martes 12 de agosto de 2025. Este artículo lo había empezado a escribir cuando trascendió la reunión del presidente Javier Milei en la inauguración de una Iglesia Evangélica en Resistencia. Lo dejé porque, inmediatamente después de los dichos del pastor respecto a “la multiplicación-conversión del dinero” para invertir y justificar la construcción de la iglesia, los memes ganaron las redes. Pero entendí que no se hacía la interpretación correcta de lo sucedido. Ahí vamos de nuevo.
Leyendo posteos e informaciones que criticaban el discurso del presidente Milei en la inauguración del Templo Evangélico referido, me pareció que era el momento de efectuar una ligera reflexión contextual al respecto. Después de escuchar y leer el discurso del presidente, lo resumiría así: El presidente puede ser cruel —sí, seguro—; puede ser perverso —es posible—, pero ante todo es muy coherente con lo que hace y, por sobre todo, con las alianzas que teje. ¿Y por qué digo esto?
Históricamente, las iglesias evangélicas comienzan a crecer en los EEUU en el período de posguerra, con la impronta de ser abiertamente anticomunistas. En América Latina, lo hacen durante los años 70. Algunos argumentan que esa expansión fue facilitada por las agencias norteamericanas con el objetivo de debilitar a los sectores de la Iglesia católica progresista, en ese momento enrolados en la Teología de la Liberación. Estas iglesias evangélicas, desde lo actitudinal, asumieron una postura entre pasiva y legitimadora de las dictaduras militares de entonces, más allá de algunas excepciones.
Incluso, ya en esos años 70, la derecha cristiana estadounidense promovió la circulación de su discurso en Latinoamérica, distribuyendo semanalmente su popular programa radial Enfoque a la Familia a más de 1.200 emisoras de radio del continente. Lo mismo se puede decir del popular programa Club 700.
En los 90, se esparcen con fuerza producto de la precaria situación económica y social, el proceso de urbanización y el avance de los programas radiales y televisivos con contenidos religiosos de estas iglesias, incluso con programas importados desde Brasil (Iglesia Universal – Pare de Sufrir). En lo local provincial, en esos años, quienes recorríamos la provincia observábamos la instalación de pequeños templos evangélicos muy humildes en los más recónditos parajes.
Si bien los cruces entre progresismo y conservadurismo en distintas iglesias no son algo lineal, la pregunta que sigue es: ¿existe alguna relación entre estas iglesias y el pensamiento actual de las extremas derechas en el mundo? ¿El pensamiento religioso coincide con los preceptos y discursos de los actuales partidos de derecha?
Vayamos por el origen: las iglesias evangélicas pentecostales y neopentecostales tienen como basamento principal doctrinal a la Teología de la Prosperidad, también conocida como evangelio de la prosperidad o teología del éxito. Esta doctrina sostiene que Dios desea que sus seguidores sean prósperos en todos los aspectos de sus vidas, incluidos la salud, el bienestar financiero y el éxito personal.
Entre otras interpretaciones, sostienen que la expiación de Jesús no solo cubre el pecado, sino que también incluye el alivio de la enfermedad y la pobreza, consideradas «maldiciones» que pueden romperse a través de la fe: Dios quiere personas exitosas en lo individual y profesional. El diezmo o las donaciones constituyen “una siembra” que Dios multiplicará; es decir, son activaciones de bendiciones.
Es cierto que, como todo cuerpo filosófico-teológico, ostenta críticas o miradas diferentes, pero ello no constituye el objetivo de este artículo.
Otra de las características del pentecostalismo se basa en la creencia no metafórica de los dones del Espíritu Santo, quien les otorga todos los dones que los apóstoles tuvieron en el primer siglo. Esto significa que los milagros son posibles con mayor frecuencia, incluso que en otras religiones. Esto explicaría, en parte, que la declaración del “milagro” que convirtió $100.000 en USD 100.000 no estaba dirigida a los lectores de medios de comunicación o redes, sino que constituía una explicación hacia adentro, destinada a los “hermanos”. Los milagros siempre están donde hay fe, y justamente siempre hay una necesidad de transmitir “la fe”.
Entonces, el crecimiento de las iglesias evangélicas y el auge de la extrema derecha están interconectados, en principio, por una afinidad en la defensa de valores sociales conservadores. No hace mucho tiempo, emprendieron cruzadas contra lo que llaman “ideología de género”, comandando una batalla ideológica contra leyes de democratización e igualdad ciudadana para mujeres y LGBTIQ+, como la ley de Educación Sexual Integral, de Matrimonio Igualitario, de Identidad de Género y, particularmente, la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Así, la narrativa de los pastores giró en torno a que “todas las crisis de la gente tienen un responsable: la izquierda y los gobiernos progresistas que atentan contra la familia tradicional (nuclear, heterosexual y patriarcal), amenazada por los cambios sociales y culturales de fines de siglo”. Un pequeño agregado sería que también hay algunos sectores de la Iglesia católica que adscriben a ese pensamiento en contra de esa ideología.

La teología del dominio


Últimamente, hemos notado la aparición de líderes evangélicos participando activamente en política o apoyando a candidatos de extrema derecha, como los casos más conocidos de Jair Bolsonaro en Brasil o Donald Trump en Estados Unidos. Acción que no se explica simplemente con la Teología de la Prosperidad y adscribir a valores conservadores tradicionales.
Esta actitud de participar en la vida política se explicaría por el paso de la teología de la prosperidad a la teología del dominio, o dominionismo, o teología de la restauración. Corriente que nació en EE.UU. en los 80, pero que recién en los últimos años se expandió por América Latina, especialmente en Brasil.
De acuerdo con varios especialistas, es en el año 1986 donde se establece el inicio de esta corriente, con la llamada Coalición por el Avivamiento, y en Dennis Peacock como el principal protagonista que desarrolla la teoría de “las siete montañas” o áreas en las cuales la iglesia debería tomar el control de la sociedad: religión, familia, negocios, arte y entretenimiento, gobierno, educación y medios masivos. Así, el objetivo es instaurar el reino de Dios por medio de la evangelización mundial e influenciar —o dominar— las naciones.
De acuerdo a esta teología, Jesús no puede volver hasta que la Iglesia recupere el dominio de las estructuras gubernamentales, sociales y económicas de la tierra. Por lo tanto, la Iglesia debe liderar la lucha entre el bien y el mal, “para liberar a las personas de la opresión causada por los demonios, con miras a construir un Reino cristiano”. El teólogo Leonardo Boff explica que la base bíblica se sustenta en el primer capítulo del Génesis, donde, mediante el texto, se legitima todo tipo de dominación sobre la Tierra:
“Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza para que domine sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los animales salvajes y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra. Dios creó el hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó. Y Dios los bendijo y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y subyugadla, mandad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo lo que vive y se mueve sobre la tierra” (Génesis 1,26-29).
Entonces, la Teología de la Prosperidad establece un énfasis en el individualismo y el éxito, al prometer bienestar material y éxito individual a través de la fe. Además, entiende la prosperidad como una bendición divina obtenida por el individuo, lo que desencadena cierta aversión a la intervención o presencia del Estado. Por su parte, la Teología del Dominio insta a asumir la lucha contra el mal ocupando los distintos espacios estructurales de la sociedad.
De esta forma, solo cuando la Iglesia establezca el Reino de Dios como un reino literal y físico en esta tierra, recién allí Jesús podrá retornar. Respecto a la participación de los evangélicos en la política, en palabras del misionero estadounidense Loren Cunningham, la Biblia es clara: «El pueblo de Dios debe participar en la política. (…) Si Dios suscitó líderes piadosos en el antiguo Egipto y Babilonia, puede hacerlo hoy».
Entonces, lo que hoy comparten estos sectores es la crítica al liberalismo secular o “cultura liberal” que erosiona los valores tradicionales, y así se alinean con el discurso económico neoliberal que enfatiza la responsabilidad individual y el libre mercado, en contraste con políticas de redistribución de la renta.
Pero la teología del dominio, además, exige materializar o poner nombres propios a los contendientes de esa batalla; es decir, al “bien” que debe liberar a las personas del “demonio” o “el mal” para construir el Reino cristiano. El “mal”, dentro de esta concepción, está representado por la falta de moral cristiana, el no respeto a las familias y sus valores tradicionales, el apoyo a la comunidad LGBTQIA+, el aborto y la igualdad de género. En términos más generales, el “mal” es definitivamente “la izquierda, el progresismo o lo woke”. Como ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2022 en Brasil, el mal —o más bien el diablo— estaba encarnado por Lula y la izquierda, acusados de defender una agenda a favor del aborto, las drogas y la corrupción; en contraposición, Bolsonaro representaba al bien y se lo asociaba a Jesús.
Hasta aquí, un pequeño análisis para comprender la correlación entre los evangélicos, conservadores en general, y la adscripción o giro ideológico hacia las derechas y el neoliberalismo actual, a partir inicialmente de la teología de la prosperidad y luego con la teología del dominio.

El discurso de Milei


Volvamos al inicio del artículo, cuando afirmaba que Javier Milei fue coherente y, por lo tanto, también lo fue su discurso, en el que se despacha con todas sus críticas al Estado, a la justicia social, al progresismo y a todo aquel “enemigo” que identifica en su concepto de “batalla cultural”.
Para hacerlo, se asienta en una estrategia cuyo auditorio está acostumbrado: el de las citas y referencias bíblicas con una interpretación literal. Pero estas citas no son aleatorias, sino que son muchas de las que justifican la teología de la prosperidad y la teología del dominio: “No nos van a doblegar. Nosotros conocemos las Sagradas Escrituras” fue precisamente uno de los fragmentos del discurso. Pero veamos otros tramos del mismo:
• El Génesis, en el capítulo 26, que dice: “Isaac sembró en aquella tierra, y Dios lo bendijo, y ese año cosechó cien veces lo sembrado, y se hizo rico y prosperó. Tanto se engrandeció que llegó a tener mucho poder. Tuvo rebaños de ovejas y manadas de vacas, y mucha servidumbre. Sin embargo, los filisteos lo envidiaban.” Este pasaje lo utiliza para referir a su concepto de que la justicia social es la resultante de la envidia ante el trabajo y la prosperidad, o como la define: “la justicia social no es ni más ni menos que envidia con retórica”.
• La teología de la prosperidad aparece inmediatamente cuando expresa que “El Creador es un Dios rico y misericordioso que suple las necesidades de sus fieles. Sin embargo, cuando un pueblo o nación se aleja de su ley —es decir, de los principios éticos y morales revelados—, entonces se encuentra rápidamente con la pobreza, la enfermedad, el crimen y la miseria”. La pobreza se justifica en que el “diablo” entró en uno; la fe en Dios es prosperidad. “Despertemos a la fe, porque eso es lo que nos traerá no solo el cielo, sino la prosperidad, aquí también en la Tierra”, nos aconseja en otro párrafo.
• Referencias en varios pasajes de que el diablo, maligno o falso dios está encarnado principalmente por el Estado que roba a los que trabajan y producen, incluso a los que tienen poco, y a la izquierda que justifica al Estado: “(…) y por eso es que se crea ese falso Dios que es el Estado”; “Quieren reemplazar a nuestro Dios de los cielos por su maldito Dios Estado”; “La ideología del Estado omnipresente propone al Estado como una suerte de Dios”; “Y esta idea del Estado como representación del maligno”; “El Estado es un becerro de oro”; “el Estado es la representación del demonio”.
• Incluso cita el Evangelio de San Lucas, en el capítulo 4, versículo 5, donde traduce “reinos” por Estado, justo hace aproximadamente 1970 años. En ese pasaje, textualmente dice el Nuevo Testamento: «Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos.» Para Milei, el diablo le ofreció a Jesús arrodillarse y “le muestra todos los reinos del mundo —es decir, los Estados, el Estado— y que, si se arrodilla frente a él, le dará el poder sobre todos los Estados del mundo”.
• Finalmente, utiliza el recurso de narrar lo que entiende es la experiencia propia de decir la verdad, citando el Evangelio según San Juan, donde dice “La verdad os hará libres”, porque “su verdad” es la revolución. Asociando el pasaje con el nombre de su partido, que sería algo así como el partido que dice la verdad.

Conclusión
Este artículo solo pretende mostrar que hay una correlación entre la identificación evangélica y la ideología de derecha, a partir de la teología de la prosperidad y de la teología del dominio.
La generalización de que todos los evangélicos son de derecha no es útil para explicar todo el fenómeno, porque tampoco es real. Pero hay estudios que aportan evidencia al respecto: un estudio de varias universidades brasileñas sobre el voto evangélico en las últimas elecciones presidenciales en Brasil (2022) muestra cómo los evangélicos votaron mayoritariamente por Bolsonaro, con el 66% de los votos.
El lunes 11 de agosto pasado, la Pastoral Social de la Iglesia católica dio a conocer un comunicado donde denuncia una “sociedad herida y dividida”, y entre otros puntos subraya que “el mercado, por sí solo, no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social”, y que “es una exigencia ética y evangélica fundamental la opción preferencial por los más pobres, destinatarios privilegiados del Evangelio y la Justicia Social”. Leyendo entre líneas, hay una presencia reclamando un rol diferente del Estado, y la centralidad del comunicado es la justicia social. Algo similar sería difícil por parte de las iglesias evangélicas, no por falta de sensibilidad, sino por diferencias doctrinarias totalmente opuestas, más allá de un aspecto espiritual: el Estado y la justicia social como conceptos por un lado, y la fe y el éxito por el otro.
Otro punto que nos propusimos fue mostrar que el auditorio y el discurso de Javier Milei en el contexto de la inauguración de una iglesia evangélica en Resistencia (Chaco) es absolutamente coherente, desde el mensaje, utilizando recursos discursivos y argumentos afines a los fieles que lo escuchaban.
Y al final, simplemente, la visión de Lula para graficar en parte el crecimiento y aceptación de los dogmas evangélicos en nuestra sociedad actual, en una metáfora con un trabajador sin empleo:
«Un trabajador que está desempleado va a un sindicato y le dice: ‘Compañero, debemos organizarnos dentro de la fábrica; cuando estemos organizados tendremos que hacer huelgas, tendremos que luchar, protestar porque el capitalismo esto y aquello’. El tipo dice: ‘Maldita sea, vine solo porque perdí el trabajo y quieren que haga la revolución’. Entonces se va del PT a una iglesia católica y le dicen: ‘Sí, hijo mío, debes sufrir en la tierra para entrar en el reino de los cielos. Así es la vida’. Luego va a la Teología de la Prosperidad y le dicen simplemente: ‘El problema es el diablo y Jesús la solución. Es simple. Estás desempleado porque el diablo entró a tu vida y Jesús es la salida. Así que cuando Jesús entre en ti, mejorará’. Y el tipo se va tranquilo pensando: ‘Alguien dijo que tengo una oportunidad'».

Fuentes:
• Silvana Krause, Helcimara Telles, Joscimar Souza Silva y João C. L. Camargos: “Evangelicals and the Far Right in Brazil: Political Attitudes” en Revista Mexicana de Opinión Pública. Año 20, núm. 39, julio-diciembre 2025.
• Leonardo Boff: Artículo “La teología del dominio: refutando una falacia”.
https://www.patreon.com/jpaulomartinez (artículo en el blog de J. P. Martínez).