A 80 años del 17 de Octubre: Carlos Valenzuela analiza la vigencia de la lealtad y los desafíos actuales del peronismo: la lealtad “hoy tiene absoluta vigencia. Sigue viva cada vez que la sociedad, el pueblo, sale a la calle a defender sus derechos”, expresó.

Viernes 17 de octubre de 2025. En el marco del 80 aniversario del Día de la Lealtad, una fecha fundacional en la historia política argentina, Carlos Valenzuela reflexionó sobre el significado actual de aquella gesta, el estado del movimiento peronista y los desafíos que enfrenta el país. En una entrevista con Plural, el dirigente trazó un puente entre el pasado y el presente, redefiniendo el concepto de lealtad y alertando sobre los riesgos del momento actual.
¿Es importante recordar el 17 de otubre de 1945? “Sí, es importante, porque la Argentina de hoy se maneja por consignas”, enfatizó para rescatar que «el peronismo, en todas sus variables, gobernó 37 años. Gobernó, pero no tuvo el poder, que es distinto. El peronismo es un joven de 37 años que gobernó este país”.
Para Valenzuela, la vigencia del Día de la Lealtad trasciende la figura de un líder. “Hoy tiene absoluta vigencia. La lealtad sigue viva cada vez que la sociedad, el pueblo, sale a la calle a defender sus derechos”. Citó como ejemplos contemporáneos las movilizaciones para defender “los derechos de la ancianidad, la salud pública, la educación, el financiamiento universitario o del Hospital Garrahan”. Incluso, amplió el concepto al afirmar que hay una “ratificación del espíritu de la lealtad cuando se defiende el ‘Nunca Más’, cuando se sostiene la memoria”.
Con una mirada autocrítica y a la vez combativa, Valenzuela señaló que, a pesar de los avances en materia de derechos durante los gobiernos peronistas, aún persisten desafíos estructurales. Destacó como un “gran logro” del gobierno de Carlos Menem el haber “desarticulado el partido militar”. Sin embargo, identificó dos grandes obstáculos para la democracia actual: “El poder judicial, el llamado ‘partido judicial’. Y, sobre todo, la ‘patria financiera’, porque está en contra de los intereses del pueblo trabajador”. Afirmó que estas son “las dos grandes cuestiones que el peronismo deberá enfrentar y resolver, con organización y movilización popular”.
Al analizar el contexto político actual, Valenzuela no dudó en calificar al presidente de la Nación, Javier Milei, como un “desquiciado” y aseguró que su gestión significa “defecar sobre esta tierra”. Criticó con dureza el modelo económico: “Todo sube, menos la inflación. Es una cosa rara”, ironizó. Alertó sobre las consecuencias del rumbo actual: “Todo lo que viene lo vamos a pagar nosotros, con menos salud, con menos educación… Este modelo no va más. Es un modelo sostenido con el hambre del pueblo”.
Respecto a las últimas elecciones presidenciales, argumentó que “ganaron las consignas, producto de un vaciamiento político y del pensamiento crítico”. Según su visión, se ha trabajado para “desarticular el pensamiento crítico” y dividir a la sociedad. “Divididos, nos ganan mucho más fácil. Cuando el pueblo se junta, evoluciona, sostiene y detiene los atropellos”.
¿De quién es la Lealtad hoy? .- le preguntaron. Al responder a la pregunta clave sobre a quién va dirigida la lealtad en el siglo XXI, Valenzuela fue contundente: “Del pueblo para el pueblo. Los dirigentes son transitorios (…) Lo que va quedando es la construcción política de un ser nacional a través del tiempo”.
Planteó que la lucha actual es la misma de siempre: “Ya en aquel entonces [de las Invasiones Inglesas] había sectores que festejaban el ingreso de los ingleses con la excusa del libre comercio. Y hoy en la Argentina pasa lo mismo”. Para él, “acá hay dos sectores: los que defienden los intereses del pueblo y los que defienden los privilegios de unos pocos”.
A pesar de la crudeza de su diagnóstico, Valenzuela se mostró esperanzado en el resurgir del peronismo. “A pesar de que quisieron poner el último clavo al cajón del peronismo, eso no va a ocurrir”, sentenció.
Visualizó un futuro donde los jóvenes que hoy “están sintiendo el golpe, el desamparo absoluto, la falta de destino” se convertirán en “semillas de miles de peronistas en el país”. El camino, insistió, pasa por la “comunidad organizada”, el eje filosófico del peronismo, para convocar a todos los sectores productivos y sociales en un proyecto de nación.
Carlos Valenzuela concluyó con una advertencia y una convicción: el proyecto actual de alineación con Estados Unidos y de “libre comercio” no es la solución. Frente a esto, el peronismo, con sus 37 años reales de experiencia de gobierno y su raigambre popular, se erige como la fuerza llamada a ser el “eje convocante” para reconstruir lo que, asegura, se está destruyendo. El espíritu del 17 de Octubre, según Valenzuela, late con fuerza en cada defensa de un derecho conquistado.

Carlos Valenzuela en Plural

—Es importante recordar este día?
—Sí, es importante, porque la Argentina de hoy se maneja por consignas. Entonces, pareciera que el peronismo gobernó esta nación durante 80 años, cuando en realidad, en todas sus variables, gobernó 37 años. Gobernó, pero no tuvo el poder, que es distinto. Si no se aclara eso, parece que fueron 80 años seguidos, y no es así. El peronismo es un joven de 37 años que gobernó este país.

—Carlitos, ¿cómo analizamos hoy, con vigencia, con historia, con mirada hacia el tiempo y hacia el futuro, qué es el Día de la Lealtad y cómo podemos entenderlo en la actualidad?
—Bueno, el Día de la Lealtad, como todos sabemos, fue un 17 de octubre en el que el pueblo salió al rescate del líder que le había otorgado derechos y que cambió la Argentina anterior por una nueva, que después se dio en llamar la Argentina potencia. Hoy tiene absoluta vigencia. La lealtad sigue vigente porque sigue viva cada vez que la sociedad, el pueblo, sale a la calle a defender sus derechos. Cuando vemos movilizaciones para defender los derechos de la ancianidad, cuando el pueblo se organiza para sostener la salud pública, la educación, el financiamiento universitario o del Hospital Garrahan, eso también es una expresión del Día de la Lealtad. Cada vez que se defiende un derecho conquistado, se está reafirmando ese 17 de octubre. Hay una ratificación del espíritu de la lealtad cuando se defiende el “Nunca Más”, cuando se sostiene la memoria. La vigencia del Día de la Lealtad impuesta por el pueblo —que desde entonces pasó a denominarse pueblo peronista— sigue presente en cada movilización. Ya no es, como en aquel entonces, la búsqueda de un líder; aunque también hoy puede verse en la figura de una líder que está presa, en un balcón. El peronismo trajo derechos, y la sociedad defiende esos derechos. Y, como siempre, hay quienes los atacan para sostener privilegios.

—Y eso fue así durante estos 80 años, con distintos gobiernos, con ese pueblo reclamando y reivindicando aquella fecha, ¿no?
—Sí. Aunque en realidad fueron 37 años de gobiernos peronistas, en sus distintas variantes, los que marcaron avances en materia de derechos. Uno de ellos, el gobierno de Menem, que fue una de las variables del peronismo, logró algo muy importante: desarticular el partido militar. Eso fue un gran logro. Un gran logro, sí. Y una de las deudas que todavía tenemos en la democracia, y que el pueblo —a fuerza de lealtad y movilización— va a tener que resolver, es el poder judicial, el llamado “partido judicial”. Y, sobre todo, la “patria financiera”, porque la patria financiera está en contra de los intereses del pueblo trabajador, del pueblo industrial, del pueblo productor, de todos los que trabajan y producen. Esas son las dos grandes cuestiones que el peronismo deberá enfrentar y resolver, con organización y movilización popular.

—Carlitos, haciendo una lectura, me interesa tu opinión respecto a las últimas elecciones presidenciales. ¿El pueblo argentino se equivoca, corrige, o cuando vota se pronuncia?
—Bueno, hay un trabajo muy fuerte de desarticulación del pensamiento crítico. El peronismo, en su fundamento filosófico, trabaja sobre su eje central: la comunidad organizada. Y lo que hacen los sectores que tienen intereses en desarmar los derechos del pueblo es precisamente desarticular la articulación de la sociedad. Divididos, nos ganan mucho más fácil. Cuando el pueblo se junta, evoluciona, sostiene y detiene los atropellos. En la elección anterior ganaron las consignas, producto de un vaciamiento político y del pensamiento crítico. Ganaron las consignas, absolutamente. Hoy siguen primando las consignas. Te siguen hablando de que la inflación bajó y que eso es un gran éxito, pero nosotros vemos que todo sube. Todo sube, menos la inflación. Es una cosa rara, pero bueno. Esta economía austríaca, o no sé cómo se llama, la que impulsa este desquiciado que nos preside… Hay que decirlo con claridad, porque la patria argentina siempre está pariendo. Estamos en un proceso de parto permanente. Pero hay muchos —incluido nuestro Presidente de la Nación— que lo que han hecho es defecar sobre esta tierra. Y hay que decirlo claramente, no como una agresión, sino como una lectura de la situación. Hay muchos ciudadanos con pasaporte argentino que festejan y pretenden que seamos una estrella más en la bandera yanqui. Están felices con eso, felices con este “tarambana” que se fue diciendo que iba a venir una avalancha de dólares, que nos iban a salir por las orejas. Imaginate lo que sería eso: el dólar saliendo por las orejas. Doloroso, ¿no?

—Este 17 de octubre, este Día de la Lealtad, ¿de quién para quién?
—Del pueblo para el pueblo. Los dirigentes son transitorios. Algunos quedan en la historia popular por lo que generan, y trascienden en el tiempo, pero todos pasan. Todos pasamos. El ser humano pasa. Lo que va quedando es la construcción política de un ser nacional a través del tiempo. Es una lucha permanente. Esta lucha viene desde las invasiones inglesas. No es reciente. Ya en aquel entonces había sectores que festejaban el ingreso de los ingleses con la excusa del libre comercio. Y hoy en la Argentina pasa lo mismo: hay sectores que festejan el libre comercio. ¿Y qué es el libre comercio? Es la avanzada de los productos importados, destruyendo nuestra propia industria y, en consecuencia, destruyendo el trabajo y el bienestar de los argentinos. Y eso no es una consigna. Claro que no. Son hechos concretos. Por eso hay que poner las cosas en blanco sobre negro y decirlas con claridad. Porque acá hay dos sectores: los que defienden los intereses del pueblo y los que defienden los privilegios de unos pocos. Yo siempre digo que algún día, si llega un gobierno con decisión, debería contratar esos yates o trasatlánticos que se van vacíos y ofrecer que se vayan gratis del país todos los que piensan en otro mundo, en otro país. Que se vayan gratis, que les paguemos para que se vayan, porque son los que nos molestan. Tan complicada está la Argentina que, a pesar de que nos va mal, siguen quedándose acá, exprimiéndonos. Si realmente les fuera tan mal, se irían. Pero no: se quedan acá, saqueando. Y esto que está haciendo el presidente de la Nación no va a salir gratis. Lo vamos a pagar nosotros, con el nivel de endeudamiento que está tomando el país. Volviendo al peronismo: el peronismo nunca endeudó a la Argentina, en ninguna de sus variables. Salvo Menem, que tuvo relación con el Fondo Monetario Internacional. Alberto Fernández tuvo que reestructurar, pero no tomó deuda ni amplió la existente. En cambio, estos que hoy dicen que no necesitan al Estado son los mismos que cargaron la deuda privada sobre las espaldas del Estado argentino. Y el Estado argentino somos nosotros.

—Vos, como político, como dirigente, Carlitos, ¿qué está haciendo la política en este momento? ¿Cuál es tu lectura?
—La política está enfocada ahora, de lleno, en las elecciones. Los partidos tradicionales han perdido su inserción territorial. Se han transformado. Por ejemplo, la fortaleza del peronismo hoy está en cuatro o cinco provincias. Eso no significa que no haya peronistas en el resto del país. En esta provincia está lleno de peronistas. Hay peronistas por todos lados, como el yuyo: nacen en cualquier lugar. Vos hablás con un peronista que está en la Renovación, y es peronista. Hablás con uno que está en el Pays, y es peronista. Hablás con otro que está en cualquier otro sector, y también se siente peronista. Somos numerosos, estamos en todas partes. Lo que pasa es que no hay una síntesis que lleve ese nombre, digamos. Pero sí hay, por ejemplo, la provincia de Buenos Aires, donde se manifiesta muy fuertemente que es un país dentro del país: tiene 18 millones de electores, es una enormidad, algo fuerte y grande. Es una enormidad que mueve el eje de la nación y que condiciona lo que va a ocurrir. Así que vamos a ver cómo se desarrollan las elecciones. Pero yo creo que, de cualquier manera, no va a ser nada fácil lo que se viene a partir del 26. Los condicionamientos van a ser muy grandes, le vaya como le vaya al gobierno nacional.

—¿Se está organizando el Movimiento Nacional y Popular con hambre de victoria, con hambre de respuesta?
—Sí. Yo, producto de las redes y de los contactos que tengo con compañeros de todo el país, veo una fortaleza enorme y un hambre de poder. Hambre de poder en el sentido de que hay que volver, hay que sostener y hay que recuperar el gobierno para recomponer y reconstruir lo que se está destruyendo. Eso se siente, se percibe. Pero también hay que reconocer que La Libertad Avanza consolidó su voto desquiciado con este tema de la alianza con los yanquis. Están felices, porque ya hay algunos que están flameando la bandera estadounidense.

—Sí, hay gente que lo festeja abiertamente en las redes…
—Así es, están festejando. Y eso no es producto de la casualidad: han trabajado para eso. Consolidaron ese sector, ese voto loco se afianzó ahí, lamentablemente.

—¿Y creés que lo hacen sin dimensión de lo que se viene?
—No tienen la menor idea de la dimensión de lo que se viene. Todo lo que viene lo vamos a pagar nosotros, con menos salud, con menos educación. Ya lo dijo la señora del Fondo Monetario Internacional: hay que bajar un 50% las pensiones, las jubilaciones, los sueldos. Todo eso para pagar esta locura. A ver, todo esto que está pasando es muy raro, porque recortan, recortan y recortan, y cada vez tienen que recortar más. Es un tirabuzón hacia abajo. Hay menos recaudación porque hay menos consumo, porque hay menos trabajo, y entonces vuelven a recortar. Este modelo no va más. Es un modelo sostenido con el hambre del pueblo, un modelo de servidumbre hacia un Estado como Estados Unidos. Se está trabajando para que seamos sirvientes de los Estados Unidos. Yo felicito a los Estados Unidos, porque ellos tienen una política nacional. Los que no la tenemos somos nosotros. Ellos logran expandir realmente sus fronteras.

—Pero claro, sí, nosotros somos su colonia. El 17 de octubre de 2025 en adelante, ¿qué lectura hacés?
—Sí. La lectura que hago es que, a pesar de que quisieron poner el último clavo al cajón del peronismo, eso no va a ocurrir. Tienen que sacárselo de la cabeza, porque no va a pasar. Estamos con plena vigencia y con conocimiento pleno. Algunos dicen: “Pero los jóvenes ya no…”. No, no, no. Hay miles de jóvenes que hoy están sintiendo el golpe, el desamparo absoluto, la falta de destino. No pueden conseguir trabajo, no pueden seguir estudiando, no pueden ni siquiera enfermarse. Todos esos jóvenes que hoy están sufriendo esto son, sin saberlo, semillas de miles de peronistas en el país. Miles de peronistas que van a surgir de este proceso. Ahora, el peronismo no va a resolver esto solo, pero va a ser el eje convocante. Por eso hablo de la comunidad organizada como el sentir filosófico del peronismo: hace falta organizar todos los sectores, el industrial, el tecnológico, el de la ciencia, la educación y la salud. Ese eje organizativo es el peronismo dentro de un proyecto de nación. Después está el otro proyecto, que es este que vemos, y uno nuevo que está surgiendo de los gobernadores del centro, un proyecto socialdemócrata que no es ni una cosa ni la otra, ni chicha ni limonada.

—No garantiza una solución ni una salida…
—No, nada, nada. Es la nada misma. Buenos modales, sí, pero los buenos modales no sirven para nada si no hay un proyecto de país.