Las críticas formuladas por el gremio No Docente al rector de la Universidad de Misiones esconden la defensa corporativa de las atribuciones a la herencia en sus privilegiados lugares de trabajo con salarios de 50 mil pesos. Las “preocupaciones” manifiestas por el cierre de direcciones generales no sincera el rechazo a ocupar cargos por concursos.
La Universidad de Misiones es la única en el país que incluye en su gobierno a los trabajadores administrativos, que vaya a saber la razón, se llaman a sí mismos por lo que no son, “No Docentes”. Esto en sí, constituye una carga de por vida. La psicología ha indagado sobre la asociación del identidad con el nombre, que –afirman- tienen un gran impacto en la psiquis porque trae aparejado una serie de programaciones mentales. Ser un “no” en un ámbito académico, tiene en consecuencias sus bemoles.
Pero más allá de psicologismos, la injerencia de los no docentes en el gobierno de la Universidad es un legado de las luchas por la normalización en los primeros años de la democracia recuperada. El entonces interventor Andrés Linares fue el elegido del poder político que se centraba en Cacho Barrios Arrechea en la provincia. En otra muestra del valor real que le dan a las instituciones de la República, tomaron la decisión de sumar a los no docentes, con vos y voto, en la asamblea universitaria. Era el mecanismo de elegir las autoridades antes de la reforma e instalación del voto directo que preserva el poder de los claustros. Linares no pudo ser por el bloqueo de Exactas (entonces Química) y para suerte de la Universidad fue consagrado Adolfo Safrán.
Esa historia no es antigua. Tiene una fuerte presencia hoy en las disputas por los espacios y la distribución del presupuesto. Hay docentes inquietos, por no decir irritados, con el hecho de que la máxima categoría no docente con la máxima antigüedad gana entre 5 y 7 por ciento más que el “sí” docente con la máxima antigüedad. Observan que el trabajador no docente goza de sus derechos sin necesidad de invertir en capacitación y nunca son evaluados como sucede con la carrera docente, que los obliga a una permanente actualización. La mayoría está convencida que el centro de las protestas de los trabajadores de la administración, no pasa por las resoluciones que vienen reestructurando la administración del Rectorado, sino por la defensa de espacios y, fundamentalmente, las atribuciones auto-conferidas a nombrar hijos y parientes en los cargos del sector. Es el abroquelamiento corporativo a un derecho a herencia, también “heredado” de las jugadas electorales propias de la partidocracia trasferidas de la política a la Universidad por del entonces gobernador de la UCR

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