
Hoy se puede afirmar sin riesgo a equivocarse que el sentimiento misionerista es un hilo conductor en la toma de decisiones de todo el arco de representación política provincial y en tal sentido producto de una permanente construcción hegemónica. La ley de Soberanía Energética, instalada como sustento del esquema referencial y operativo en el debate por las represas, pone en evidencia que el movimiento renovador, pudo superar los obstáculos que pone el poder real, para crear una nueva institucionalidad a partir de ese sentimiento misionerista como antagónico al centralismo porteño en cualquiera de sus formas y manifestaciones.
Por Carlos A. D´Onofrio
POSADAS (Jueves 14 de abril). El debate político por la construcción de represas hidroeléctricas en Misiones volvió a ganar centralidad, cuando la semana pasada, Rogelio Frigerio reveló, aquí en Posadas, que son consideradas estratégicas en la política energética del gobierno nacional. Más allá de los paños fríos que puso el gobernador Hugo Passalacqua al considerar al debate “abstracto” porque no se han modificado las condiciones impuestas por el plebiscito de 1996, los pronunciamientos de todo el arco de representación política descubrieron en sus fundamentaciones un sustento común en, lo que podríamos llamar, la hegemonía del misionerismo.
Es interesante en ese sentido, repasar lo que dijeron aliados y adversarios del macrismo, grupos ecologistas y de presión, que no tardaron en salir al cruce del ministro político de Macri, siempre desde un posicionamiento de las fuerzas políticas en el escenario, aunque relegando a un lugar secundario las propuestas de fondo para pensar la impostergable transformación de la estructura económica de la provincia.
La fortaleza institucional de la Ley de Soberanía Energética
El presidente del bloque de diputados provinciales de la UCR se pronunció a través de reflexiones que se sustentan en que “la Provincia tiene la plenitud del dominio, imprescriptible e inalienable sobre los recursos naturales hídricos existentes en su territorio. Así lo determina la Ley provincial IV Nº 56, conocida como de “Soberanía Energética”. Pero además, la Constitución Provincial es contundente cuando en su artículo 58 establece que la Provincia tiene la plenitud del dominio, imprescriptible e inalienable, sobre las fuentes naturales de energía existentes en el territorio”. Esta nota está editada en nuestro sitio.
En la misma sintonía hizo declaraciones el diputado nacional del ucerreísmo Luis Pastori. Recordó también que para construir represas “hay una ley que lo prohíbe y hay que respetarla es de soberanía energética y yo la voté. Fue aprobada por unanimidad en la provincia y dice entre otras cosas que se debe convocar a un plebiscito vinculante, es decir que el pueblo es el que debe decidir si se construye o no.”
El Parto Agrario y Social, hizo una movida más institucional y presentó un proyecto de ley en el parlamento provincial para convocar a un plebiscito este año. Precisamente, respaldan el proyecto “en lo que dispone la Ley IV-Nº 56, referida a la soberanía energética y el proceso decisional del patrimonio natural de los misioneros. Dicha norma declara que la Provincia “tiene la plenitud del dominio, imprescriptible e inalienable sobre los recursos naturales hídricos existentes en su territorio”, y establece que “todo emprendimiento hidroeléctrico que requiera o utilice esos recursos de la provincia, debe contar con la participación del pueblo de Misiones e intervención activa del Estado provincial”.
No hace falta ahondar en más declaraciones para poner sobre la superficie el hilo conductor de los fundamentos: la autonomía de los misioneros en la toma de decisiones. Ahondar en esta convergencia de pensamientos diversos y plurales, trasciende el ámbito académico ya que, la defensa de los intereses de los misioneros desde el protagonismo de los misioneros, aparece como referencia común en las fuerzas políticas. Hoy se puede afirmar sin riesgo a equivocarse que el sentimiento misionerista es un hilo conductor en la toma de decisiones de todo el arco de representación política provincial y en tal sentido producto de una permanente construcción hegemónica.
La construcción hegemónica antagónica al centralismo
No estamos utilizando el concepto de hegemonía desde el punto de vista gramsciano que equiparaba hegemonía a domino, en términos de imposición, del sistema de valores, creencias e ideologías de una clase social sobre otras. La sociología actual diferencia “poder” de “hegemonía”. El poder es el dominio del Dinero y su expresión política en el neoliberalismo. Es permanente y en su lógica de concentración, se mueve hacia lo homogéneo y la exclusión depuradora. La hegemonía, en cambio es una construcción siempre inacabada que emerge de las diversas demandas sociales y no constituye un mero intento de dirección de la sociedad, sino que expresa una trama donde se entrecruzan política, cultura, costumbres, tradiciones y estilos. No es tampoco una dirección impuesta verticalmente, de arriba hacia abajo. La hegemonía trata de equilibrar consentimiento y proyecto. La dominación resulta del ejercicio del poder real o del Dinero en palabras del Papa, y no se ejerce sólo desde el aparato del Estado. Pretende además colonizar conciencias. Está ampliamente difundido el poder de los medios en la producción de subjetividades.
La hegemonía, en cambio, es producto de fuerzas sociales y culturales y la construcción de un espacio común. Un espacio de convergencia de la diversidad. No es coerción, ni una marca autoritaria aunque exige inexorablemente una dirección. Así, la hegemonía es diferenciada del poder, es democrática y pluralista. Se extiende cuando logra vertebrar la tradición popular con los derechos civiles y republicanos.
Las rupturas políticas con “los capangas” de los partidos tradicionales lideradas por Rovira en 2003 y la consagración popular de junio de ese año en las urnas, fueron actos instituyentes y la expresión del misionerismo como síntesis de las demandas de mayor autonomía en la toma de decisiones. La construcción de la hegemonía misionerista fue antagónica al centralismo porteño en cualquiera de sus formas y manifestaciones.
Es en este contexto, que la ley de Soberanía Energética, instalada como sustento del esquema referencial y operativo de todo el arco de representación política de la provincia, pone en evidencia que el movimiento renovador, pudo superar los obstáculos que pone el poder, para crear una nueva institucionalidad.
El espejo de Bolivia
El ejercicio del espejo puede ayudar a comprender la verdadera significación de la institucionalidad misionerista. El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en una conferencia magistral pronunciada en Mendoza en 2012 habló de la necesidad de los movimientos populares de construir un pensamiento hegemónico.
Dijo: “no basta derrotar al adversario si no tienes la habilidad de incorporar al adversario en el proyecto hegemónico dominante. Porque si no incorporas al adversario, más pronto que tarde, el adversario volverá a crear otro polo de oposición que te enfrentará y delimitará la expansión hegemónica…Hoy, en Bolivia, vemos al presidente Evo, a los movimientos sociales, reunirse con los empresarios. ¿Cómo es eso de que la COB, los indígenas, se reúnen con empresarios? ¿No es que son los adversarios, no es que eran los que querían tumbar al presidente Evo? ¿No eran los que tenían que golpear al presidente? Sí lo hicieron, y los derrotamos. Cuando entraron en una actitud conspirativa, los enfrentamos, los derrotamos. Los derrotamos en los hechos, los derrotamos en las palabras, los derrotamos en las ideas, los derrotamos en la percepción del mundo. Pero una vez derrotados, hay que incorporarlos. Así que en este sentido, la lectura que yo entiendo de la experiencia latinoamericana de estos últimos diez años, es otra mirada de la hegemonía…hay adversarios, hay que derrotarlos y luego en su fragmentación hay que incorporarlos para consolidar el proyecto dirigente”.
