yerba vivir donde se pueda
Contrastes

Establecer un precio fijo para la hoja verde de la yerba mate en 50 centavos de dólares apunta a regular la distribución del ingreso al interior de la cadena productiva. Es la fórmula que encontró el conductor de la Renovación para superar las limitaciones estructurales y la impotencia del INYM que, no puede evitar que la crisis por el desequilibrio entre oferta y demanda la estén pagando los pequeños productores y los tareferos. La propuesta orientadora, en la que se trabajó en la última reunión de gabinete ampliada a los representantes en los poderes legislativos, implica una mirada diferente a la meramente económica que se referencia únicamente en la eficiencia y la competitividad en un mundo donde impera el mercado sobre la sociedad.

Posadas (Lunes 16 de mayo). El desequilibrio entre oferta y demanda de yerba nuevamente la está pagando el sector más débil de la cadena: los pequeños productores y los tareferos.  Movilizados por la impotencia de ni siquiera lograr que se les pague cash el precio establecido  por debajo de los costos, sin embargo entienden que no hace falta extremar medidas de fuerza para hacerse escuchar. Todo el arco de representación está abocado a buscar soluciones.  En la última sesión de la Cámara de Diputados de la provincia el jueves 12, se registró un intenso debate que no se quedó en los reproches cruzados. Por el contrario, los 40 legisladores coincidieron en unir fuerzas para sostener reclamos, como la creación de un Fondo Especial Yerbatero, solicitar a la Nación un subsidio para cubrir el desfasaje entre precios y costos y reformar el INYM, que evidentemente no tiene la fuerza suficiente para regular la distribución del ingreso al interior de la cadena productiva. Tan es así, que todas las propuestas arrimadas, tanto por los productores reunidos en asamblea en el cruce Karaben como por los diputados en el recinto, no hacen más que desnudar el hecho de que el Instituto tiene las manos atadas.  Quedó demostrado por la diputada Roxana Argüello, también conocida por su militancia en el sector, cuando apunta que el INYM no puede hacer cumplir las tareas de regulación. Mencionaen ese sentido que no se cumple con la tasa de inspección y fiscalización (estampilla) con el porcentaje del 2.5% al 5% del precio promedio de venta al consumidor del kilo de yerba mate, expresamente dispuesto en la ley vigente con el propósito de que el excedente del valor actual sea retenido por el Instituto y depositado en una cuenta especial en la Provincia de Misiones, reservado a los pequeños y medianos productores yerbateros para la obtención de microcréditos. Sostiene que tampoco se cumple efectivamente con lo establecido en la misma ley que habilita al Instituto a regular la oferta (cupificación)  de constatarse desequilibrio entre la oferta y la demanda. Y finalmente tampoco puede hacer cumplir la fijación de un precio de salida de molino. Es decir que todo lo que se viene hablando y reclamando como salida a la crisis tiene una herramienta en el Instituto de regulación.

Esta mañana del lunes 16, en la reunión con el ministro del Agro de la Provincia, representantes de los productores reiteraron denuncias contra grandes empresas molineras extraprovinciales que impusieron los pagos a plazos de hasta 10 meses por la materia prima. Incluso afirmaron que “salieron a apretar a los secaderos que venían ofreciendo mejores condiciones a sus proveedores de hoja verde”.  Las denuncias apuntan a Las Marías, que niega esas versiones. No obstante un abogado de la empresa aseguró que tiene un stock y producción propia como para dejar de comprar. Admitió que incluso se paga hasta 3 pesos y con cheques diferidos, pero sin presión alguna, “compramos a nuestros proveedores tradicionales, pero con nuestras condiciones”.

Pierde así fuerza la decisión de una asamblea realizada recientemente en Andresito, en la que se propuso expulsar a Las Marías de esa localidad si no pagaba los 4,80 pesos del laudo y al contado.

Regular precio en dólares

Es el contexto en que Carlos Rovira abogó por establecer un precio de 50 centavos de dólares para la hoja verde, como marco regulatorio permanente y superador de las eternamente frustradas negociaciones entre los sectores en el INYM.

Al hablar desde su banca en la sesión del jueves 12 en la Cámara de Representantes, y después de elogiar el intenso debate por la cuestión yerbatera, en la que participaron todos los bloques, señaló que es inevitable en la economía argentina referirse al dólar como medida de valor. “Siempre abogué por un precio de la hoja verde nunca menos de 0,50 centavos de dólar. Esto lo fija hoy en alrededor de 7 pesos. No he querido entrar en contradicciones, pero lo cierto es que lo sabe el productor yerbatero, que un precio fijado por debajo es una historia plagada de sufrimientos”.

El precio de la yerba mate dispara cuestiones muy concretas sobre la economía misionera y la fijación del precio en dólares puede convertirse en una herramienta para regular el mercado.

La mirada de la economía ortodoxa, que se referencia en la oferta y la competitividad, deja de lado  el punto de vista humano. La yerba, desde los consumidores de todo el país es un bien salario ya que forma parte de la canasta básica, y desde los 17 mil pequeños productores un producto asociado también al ingreso doméstico y de un subsistencia de la vida en las chacras. Pero el productor no puede hacer cargo de los defasajes en la cadena ni del desequilibrio de los precios relativos de una economía nacional que está cambiando 180 grados.  Si se tiene quiere evitar que el gran consumidor pague 120 pesos el kilo de yerba,  la conducción económica debería arbitrar medidas para que el costo no se descargue en productores y tareferos.

Lo que no se termina de comprender en Buenos Aires es que a diferencia del agro pampeano, el circuito yerbatero es intensivo en mano de obra en el que participan tareferos y las familias de las unidades de producción.

El laudo, del Ministerio de Agricultura, desde la creación del INYM, se define más por la rentabilidad de las empresas integradas y de los molinos. Sugerir, hablarle con el corazón a las empresas dominantes en una estructura de mercado oligopsónica, es decir con pocos compradores para la hoja o la canchada y muchos vendedores, revela, como mínimo una gran ingenuidad.

Tampoco se entiende que si  en la compra del insumo la dominación es  oligopsónica,  hacia el lado del consumo es oligopolólica.

Las empresas yerbateras poseen un doble poder: capacidad de incidir en el precio pagado por su insumo principal y de incidir después en el precio recibido por el producto terminado, el pagado por los consumidores.  Allí es dónde la tensión con los hipermercados, hoy asimétrica, con la regulación del precio a 0,50 centavos de dólares, cambiaría la ecuación.

Es cierto que hoy hay existencia de stocks. Normalmente nadie vendría en base a costos del pasado. Sin embargo, con yerba a 4 pesos el kilo en góndolas porteñas, queda al descubierto una maniobra de competencia desleal.  O están vendiendo cualquier cosa, o estamos ante una maniobra característica de los monopolios para eliminar a la competencia. Que el Ministerio de Agricultura entienda al menos, que la crisis no se debe descargar sobre las más débiles.