
A pesar de los efectos regresivos sobre los ingresos de los trabajadores y las pymes de las políticas económicas y sociales del gobierno de Macri, el poder económico le viene exigiendo menos gradualismo y más decisión en el ajuste. El hito de los seis meses fue una excusa de los operadores mediáticos para demandarle que “pague el costo político” y le hace saber que no les preocupa si pierde las elecciones del 2017.
Posadas (Lunes 13 de junio) El viernes 10 se cumplieron seis meses del gobierno de Mauricio Macri. La fecha dio lugar a los análisis en las tradicionales columnas de opinión que se publican los fines de semana en diarios y sitios web ya consagrados.
El Presidente estuvo ese día en Entre Ríos desde donde ratificó sus políticas económico – sociales cuando dijo que el país está «en el camino correcto» para la prosperidad económica. «La superación de cinco años de estancamiento económico ha sido difícil”, reiteró reconociendo muy sutilmente, en la pobreza de su vocabulario, los efectos por las pérdidas de puestos de trabajo, la aceleración de la inflación, el tarifazo y en definitiva la caída de los ingresos populares. Muy sutilmente, decimos, porque sus palabras encierran un mensaje dirigido a los sectores ultras del neoliberalismo que lo vienen corriendo desde la derecha más vinculada al sector financiero y el sector externo.
El hito de los seis meses fue la excusa para los operadores que le vienen exigiendo a Macri más decisión en el ajuste. Repasar los comentarios de los medios este fin de semana, vale entonces para desnudar la existencia de esas presiones. Por supuesto que no suman en este sentido las opiniones de quienes defienden un modelo económico heterodoxo que sostenga el crecimiento desde el consumo popular y una distribución progresiva del ingreso nacional. Son opiniones de las oposiciones que están convencidas que el camino no es el correcto. Opiniones desde la vereda de enfrente. Son bien conocidas. El ejercicio pasa por revisar las críticas al interior del proyecto conservador.
El diario La Nación hace un juego de pinzas en sus columnas. Por un lado sostiene que el presidente tiene altos niveles de apoyo en el electorado a pesar de las medidas de austeridad impopulares, y señaló que encuestas recientes como prueba. «La mayoría de las encuestas le dan al gobierno un índice de aprobación de más del 50 por ciento, a pesar de las alzas a las tarifas de servicios y el veto del presidente de la» anti-despidos «proyecto de ley», dijo el diario. Con estos datos, lo empuja a tomar medidas más drásticas. Le pide más ajuste. Carlos Pagni, un periodista que fue vinculado a los servicios de inteligencia, al menos denunciado por comprarle información, dice hoy que “Macri está atrapado en un dilema estructural. Preside un gobierno con escasos recursos políticos y debe realizar un enorme ajuste sobre la economía. Cambiemos carece de mayoría en las dos cámaras del Congreso, controla sólo cinco de los 24 distritos y llegó al poder por medio de un ballottage, con lo cual una parte importante de sus votos debe ser fidelizada. En el marco de esta fragilidad, Macri tiene que doblegar la inflación, lo que siempre significa un enfriamiento, y reducir el déficit fiscal”. Después de otros conceptos para poner sobre la mesa la debilidad política del Presidente, confiesa retóricamente que “es difícil entender la política fiscal de Macri. Sobre todo ahora, que agregó al gradualismo originario el gasto de la reparación jubilatoria…” Sostiene que la decisión hasta tiene objeciones al interior del gabinete nacional porque “temen que el desequilibrio fiscal derive pronto en una crisis…”. En el mismo tono, sigue deslizando críticas por el déficit fiscal, que, desde la óptica de la ortodoxia es la causa inflación y desequilibrios. Pone dramatismo en cifras manejadas arbitrariamente y fuera de contexto, como festejar las restricciones de las remesas a las provincias, para mandar el mensaje en forma de pregunta retórica. Apunta: “2017 es un año electoral decisivo para el oficialismo. Pregunta para inversores: ¿prefieren que Macri cumpla las promesas fiscales a riesgo de perder las elecciones? Hay dos recursos a los que se podría apelar, por única vez, es cierto, para alcanzar la meta de 2017. Pero a los funcionarios no les gusta mencionarlos. Son la privatización de centrales eléctricas como Campana o Timbúes, o de las acciones en poder del FGS, valuadas en US$ 7500 millones, y la recaudación por el blanqueo, muy difícil de calcular, pero que el Gobierno prevé más caudalosa que el mercado”.
Ignacio Fidanza es más directo en su columna de la Política Online. Ya en el título de su nota advierte: “la pericia de Macri para mantener el rumbo entre las negociaciones infinitas, definirá su Presidencia”. Afirma, desde una perspectiva que no deja lugar a discusión que “exceptuando al kirchnerismo que mantiene la defensa de un proyecto populista-y está en todo su derecho-, la crítica al gobierno de Macri es más metodológica que de rumbo. El Presidente inició una corrección estratégica que en el trazo grueso regresa a la Argentina a una economía de mercado similar a la que impera en la mayoría de los países de la región”. Introduce en su análisis, diríamos distorsionando su significado, el concepto de “transición” para justificar los costos que, dice Macri está dispuesto a pagar, lo que considera buna noticia. Entiende que “el regreso al populismo es una salida sólo para un porción minoritaria de los argentinos, que tal “vez esa sea la razón que explique porqué Macri dejó de caer en las encuestas, porque en el medio del tarifazo, el pico inflacionario y la caída de la actividad, la mayoría de la población mantiene una paciencia budista, que parece exceder incluso la tontería apresurada de prometer un repunte en el segundo semestre. Tontería que Gabriela Michetti se apuró a corregir, con más visión política que aquellos que se burlan de su “sincericidio”. Siempre es mejor anticipar las malas noticias que esperar la decepción. Y ese es otro dato alentador. Los argentinos, por una vez, parecemos dispuestos a transitar el camino a la madurez. No hay recetas mágicas. Bienvenidos al mundo. Las inversiones hay que pelearlas. Generar trabajo digno es difícil y pasar de una economía sojadependiente a un modelo de desarrollo diversificado puede llevar décadas”. Con este axioma sobreactúa las críticas al “chavismo que no fue” de Cristina, para afirmar que la oposición peronista está aggiornada, al punto que elogia a Carlos Grosso, “no casualmente uno de los primeros en advertir sobre los desplazados del modelo menemista; hoy integrante muy escuchado de la mesa chica del Presidente”. Reiterando el concepto del título, sostiene que “Macri puede perder las elecciones del año próximo. Porque incide lo estructural y lo operativo. Pero algunas derrotas bien orientadas valen más que victorias oportunistas. O dicho de otra manera, nadie dijo que la redefinición de un Estado sobredimensionado y agotado, iba a ser agradable. El otro riesgo, mucho más serio, es quedarse a medio camino de todo y no resolver nada de lo importante.
Se puede abundar en notas publicadas en Clarín y Perfil, pero con las menciones alcanza para ilustrar las presiones que ejerce el establishment sobre la gestión de Macri. Los gobiernos provinciales que como aquí, la Renovación, decidieron apostar al triunfo y no a la derrota del gobierno de la alianza que lidera el PRO, se constituyeron en la contracara de la realidad. Son un anclaje en las demandas populares y la necesidad democrática de institucionalizarlas. La otra vía de la resistencia a las presiones del poder económico son las movilizaciones y las medidas de fuerza que vienen tomando los trabajadores. El resultado de las elecciones en Río Cuarto el domingo 12, es reflejo del costo que están pagando Macri y sus aliados.
