En esta segunda entrega, el autor explora la manera en que el cambio climático redefine el turismo, convirtiéndolo en víctima y victimario de sus efectos. Desde las decisiones clave en las COP hasta la influencia de las ideologías de extrema derecha en la agenda climática y el estilo de vida, analizamos cómo estos factores moldean el futuro del turismo y la actitud de los viajeros ante la crisis ambiental. ¿Podrán coexistir el crecimiento económico y la sostenibilidad en un mundo polarizado?
Por Oscar Alejandro Degiusti
Segunda parte
Jueves 13 de marzo de 2025. La segunda parte incluye un análisis desde el cambio climático y el turismo, a partir de la participación en las COP (Conferencia de las Partes o Cumbre de las Naciones Unidas) para debatir y comprometer a las actividades económicas y países a llevar adelante acciones tendientes a disminuir los efectos del cambio climático.
La irrupción de las ideologías de extrema derecha en el mundo y el turismo como componente de un estilo de vida. El nuevo gobierno de Donald Trump y cómo se modifica la visión ante el cambio climático y los viajes. Luego, vemos las actitudes de los turistas ante estos nuevos estilos de vida y modos de consumo turístico.
El cambio climático y el turismo desde las COP
El cambio climático convierte al turismo en víctima, porque del incremento de las temperaturas y las catástrofes fruto del mismo dependen muchos destinos que se mantienen gracias a la actividad. Y, por otro lado, es victimario porque es una de las grandes responsables de las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero) a la atmósfera, que inciden justamente en las variaciones del clima.
Así, ángel y demonio: de acuerdo a la ONU, aporta aproximadamente el 10% del PIB global, pero también es responsable del 8,8% de las emisiones de GEI, y cuya hoja de ruta marcada para la descarbonización del sector indica que debería reducir sus emisiones en un 41% para el año 2030. Por ello, es imperioso que analicemos la Cumbre del Clima o COP, y aquellas decisiones de interés del sector, como las exposiciones y participaciones de los diversos representantes del turismo.
La COP o Conferencia de las Partes es la Cumbre Anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, donde se reúnen los 196 países más la Unión Europea que conforman las Partes, y donde se acuerdan diferentes planes que los países se comprometen a llevar adelante.
La COP 27, que se llevó a cabo en Egipto en noviembre de 2022, estuvo precedida por la invasión de Rusia a Ucrania en febrero, lo que altera, si se me permite, la geopolítica del cambio climático, ya que Rusia tiene capacidad de veto dentro de la ONU y, además, es el principal proveedor de gas a los países de la Unión Europea.
Cuando el 20 de noviembre la COP 27 llega a su fin, nos encontramos con que los grandes debates no fueron abordados en profundidad, ni generaron compromisos reales para varios de los países más relevantes, que desnudaron sus estrategias de greenwashing sin la mínima intención de disminuir los beneficios.
Un año después, en agosto de 2023, da comienzo la COP 28 en Dubái. Para poder llegar a un documento mínimamente consensuado, se debió extender por un día más la reunión, y justamente fue el debate sobre el futuro de los hidrocarburos lo que al final incluyó como obligatoria la eliminación progresiva del carbón, pero no en el caso del petróleo y el gas, e incorpora una mención a la necesidad de poner énfasis en las acciones necesarias para reducir las emisiones de GEI provenientes de los transportes terrestres.
El documento final fue rechazado por la Alianza de los Pequeños Estados Insulares (AOSIS), una organización de naciones que se ubican en islas de baja altitud respecto al mar y representan las comunidades más vulnerables a los efectos del cambio climático, y donde incluso el turismo es la actividad principal.
La Conferencia Mundial sobre el Clima (COP 29), que se celebró en Bakú (Azerbaiyán) del 11 al 22 de noviembre, por primera vez en 29 cumbres, ha incorporado al turismo en el centro de la acción climática.
La COP 29, que se describía como la “cumbre de la financiación climática”, finalizó sin conformar a la mayoría de los países más vulnerables al cambio climático, como a las organizaciones y asociaciones ligadas a las temáticas ambientales. Finalmente, se ha aprobado la Nueva Meta Colectiva y Cuantificada de Financiación Climática (NCQG), con una cifra que asciende a los 300.000 millones de dólares anuales acordados hasta 2035, que representan un avance, pero aún quedan lejos de las necesidades estimadas, que oscilan entre 5,1 y 6,8 billones de dólares.
Además, se logró un acuerdo sobre el comercio de emisiones de carbono y la creación de un mercado mundial regulado para cumplir con los objetivos del artículo 6 del Acuerdo de París, que insta a los países a cooperar para reducir sus emisiones de carbono. Decisión que tampoco conformó y cuyas críticas aluden a que «Los mercados de carbono que permiten la compensación -que son esencialmente permisos para seguir contaminando- no son acción climática», sino «lavado verde».
El día que le tocó al sector del turismo exponer y debatir su problemática, y ofrecer sus propuestas, dieron lugar a iniciativas y declaraciones que se aprobaron como:
Declaración de Bakú sobre la intensificación de la acción climática en el turismo, que reafirma la Declaración de Glasgow sobre la Acción Climática en el Turismo, lanzada en la COP 26 (2021). Esta Declaración fue apoyada por 50 países y 8 organizaciones internacionales.
La Declaración reconoce la vulnerabilidad del turismo al cambio climático y la necesidad de ser más eficaces en las acciones que tiendan a la adopción de prácticas sostenibles. Reconocen la importancia de las finanzas, la tecnología y el desarrollo de capacidades para así considerar la adopción de tecnologías innovadoras, el uso de energía limpia, la mejora de la eficiencia energética y la gestión de residuos en las instalaciones turísticas, el mantenimiento de la conservación y la salud de los ecosistemas que sirven como sumideros de carbono, la promoción de opciones de transporte con bajas emisiones o sin emisiones, el fomento de enfoques circulares que promuevan la producción y el consumo sostenibles, el uso eficiente de los recursos y la minimización del riesgo de contaminación.
La problemática ligada a la utilización de combustible sostenible, principalmente en el transporte aéreo, estuvo presente en las discusiones, sin grandes pronunciamientos finales. Otros objetivos y propuestas que se han definido son:
Participación sectorial: Fortalecimiento de la Declaración de Glasgow sobre la Acción Climática en el Turismo como compromiso voluntario de apoyar los objetivos nacionales del clima, aumentando el número de administraciones nacionales de turismo (y organizaciones nacionales de turismo) y partes interesadas del turismo que se comprometen a aplicar enfoques integrados de mitigación y adaptación al cambio climático.
Enfoque basado en la ciencia: Posicionamiento del Marco Estadístico de las Naciones Unidas para Medir la Sostenibilidad del Turismo (MST) como herramienta para medir las emisiones turísticas nacionales, ya que incluye datos ambientales como las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el uso de la energía como parte de sus pilares esenciales.
Institucionalización: Puesta en marcha de un mecanismo mundial de coordinación y asociación para mejorar la acción climática en el turismo en todo el sistema de las Naciones Unidas y las principales partes interesadas para asegurar la coherencia, la alineación y un mayor impacto de las iniciativas.
Ese día, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) presentó la segunda edición de la hoja de ruta Net Zero, que impulsa una acción climática con mayores compromisos y menores emisiones a nivel mundial. “El cambio climático ya no es una amenaza lejana; es una realidad presente”, expresaba Julia Simpson, presidente de la organización.
“Slow Food, bajo impacto: impulsando el turismo sostenible con productos agrícolas locales”. La discusión rondó en torno al papel del movimiento Slow Food y los productos agrícolas locales y las prácticas agrícolas sostenibles en la reducción de la huella de carbono de la industria alimentaria y la promoción de experiencias turísticas ecológicas.
Declaraciones
Otras declaraciones relacionadas al turismo como actividad transversal, que dieron la luz en Bakú son:
La Declaración de la Naturaleza, lanzada por un grupo global de más de 80 ONG, coaliciones empresariales, empresas, organizaciones de pueblos indígenas y profesionales, donde se solicitan recursos para salvar a la naturaleza frente a la emergencia climática.
La Declaración sobre los Océanos de Bakú, para impulsar soluciones climáticas basadas en el océano para poder mantener el objetivo crucial de 1,5 °C y reconocer la necesidad de protegerlo.
La COP 29 finalizó con la firma de un documento controversial y en un contexto de tensiones de por medio. Para los organizadores y algunos países desarrollados, “había que salvar el proceso del Acuerdo de París”, y evitar el fracaso. Para otros líderes, organizaciones, asociaciones ambientalistas y países en desarrollo, consideraron que el documento fue menos ambicioso de lo que se esperaba. Al escaso financiamiento que argumentaron, le sumaron que no hubo avances reales en la reducción de gases de efecto invernadero, y además, la eliminación progresiva de los combustibles fósiles y la transición energética justa quedaron relegadas por la necesidad de consensos en otros temas.
La próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP 30, se llevará a cabo en Belém, Pará, en el corazón de la Amazonia brasileña, del 10 al 21 de noviembre de 2025.
Las derechas y el turismo como componente del estilo de vida
Finalizada la pandemia, irrumpe en el contexto político de Occidente un fenómeno que, si bien años anteriores había tenido sus representantes como Donald Trump y Jair Bolsonaro, es la aparición en el escenario político internacional de la extrema derecha en diferentes países del globo, como España, Francia, Italia, Polonia, Alemania y Argentina, entre otros. Y ello va a tener consecuencias en el turismo y en la responsabilidad del mismo con el cambio climático y la Agenda 2030, hoy ya Pacto del Futuro – Agenda 2045.
Comentarios como “Basta de propaganda climática que dice qué hacer y qué comer”, “Basta de los ‘punks’ que arrojan ‘salsa de tomate a la Gioconda’”, se exaspera Éric Zemmour, un periodista y político francés; “basta de histeria irracional del CO2 que está destruyendo estructuralmente nuestra sociedad, nuestra cultura y nuestros estilos de vida”, reclamaban desde la AfD (Alternativa para Alemania, partido de extrema derecha), podemos leer en un artículo de Grégory Rzepski en el periódico Le Monde Diplomatique. Este texto fue escrito en diciembre de 2024, y el 23 de febrero de 2025 hubo elecciones en Alemania, donde la AfD ha logrado salir segunda, algo inédito hasta el momento.
A pesar de algunas divergencias en las “extremas derechas”, se coincide totalmente en reivindicar y defender precisamente ese “estilo de vida” resumido en el lema de la Confederación de Libertad e Independencia de Polonia: “una casa, un césped, una barbacoa, dos autos, vacaciones”. Estilo de vida que no puede perderse.
Para completar la idea, el presidente argentino Javier Milei escribía en X (10/06/2024): «Las nuevas derechas han arrasado en las elecciones europeas y le han puesto un freno a todos aquellos que empujan la Agenda 2030, una agenda inhumana diseñada por burócratas, para beneficio de burócratas».
Asimismo, el 22 de septiembre en “La Cumbre del Futuro”, instancia de donde nace el Pacto para el Futuro y la Agenda 2045 de la ONU, Argentina, mediante su canciller en ese momento, Diana Mondino, votó en contra, justificando que la Agenda y el cambio climático son temas impuestos por el socialismo o progresismo internacional, en palabras del presidente Javier Milei. Actualmente, Milei ha decidido salirse incluso de la OMS (Organización Mundial de la Salud), alineándose con las decisiones de Trump.
El 5 de noviembre, Donald Trump, del Partido Republicano, gana las elecciones en EE.UU. por un margen importante de electores (295 a 226) y asume su segundo mandato como jefe de estado de la principal potencia global.
El triunfo de Trump posiblemente modifica el contexto global de la lucha contra el cambio climático y la geopolítica a nivel planetario. Los antecedentes en su primer gobierno, como las políticas de desregulación en favor de la industria de los combustibles fósiles, la limitación de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y la promoción de la explotación de recursos naturales, y las opiniones escépticas hacia el cambio climático, se potencian actualmente. El 4 de noviembre de 2019, Estados Unidos se retiraba oficialmente del Acuerdo de París, el tratado internacional histórico en contra del cambio climático y a favor de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Expresaba Trump en campaña: “Pondré fin de inmediato a la nueva estafa verde. Será un gran honor. La mayor estafa en la historia de cualquier país”, por lo que es más que posible que su gobierno reforzará cada vez más esta idea en contra de una visión preocupante y de alerta del cambio climático. Pero también es muy probable que haya un impulso al transporte eléctrico, en vistas de la participación en el futuro gobierno de Elon Musk, dueño de Tesla. Conocemos que gran parte del turismo lo constituyen los traslados y desplazamientos de los viajeros.
Pero más allá de la potencial promoción de los vehículos eléctricos, algunas designaciones del gabinete indican otra dirección: Lee Zeldin, ex congresista de Nueva York, ha sido designado como administrador de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) con el objetivo de desmantelar aquellas regulaciones y normativas de protección ambiental que considera excesivas, para favorecer sectores industriales. Además, Chris Wright, quien ha manifestado sus dudas sobre la existencia de la crisis climática, CEO de la empresa de “fracking” o fracturación hidráulica Liberty Energy, con sede en Denver, será el próximo secretario del Departamento de Energía. “El mundo funciona con petróleo y gas, y los necesitamos”, son algunas de las opiniones de Wright, e incluso afirmando que los llamamientos a abandonar los combustibles fósiles en una década era un “plazo absurdo”.
Los aranceles a los productos provenientes de China, Canadá y México en este primer momento, pero de otros que se sumarán a esta acción comercial agresiva de EE.UU., como también las políticas migratorias restrictivas que actualmente se están materializando en deportaciones masivas a los países de origen de los “indocumentados”, y “la obligación” de recibirlos. Incluso Guantánamo, la antigua base norteamericana para presos políticos durante la Guerra Fría, ubicada en la isla de Cuba, se está reestructurando para recibir a inmigrantes deportados de países no limítrofes. Y justamente, una pregunta que nos hacemos es si estas medidas arancelarias y especialmente en contra de la inmigración de terceros países podrían afectar la decisión de viajar a los EE.UU.
Pero además, el endurecimiento de las políticas migratorias tendrá un impacto directo en los destinos más sofisticados, ya que los empleos peor pagos se mantienen gracias a la mano de obra migrante. Entonces, ¿el capitalismo tendrá intenciones de reemplazar esta fuente de mano de obra barata por otros trabajadores que demanden mejores ingresos? Esto recién empieza.
La actitud de los turistas ante el cambio climático
Por lógica, los turistas, como sujetos que viven en un determinado tiempo, también han ido modificando sus opiniones y actitudes ante las diferentes problemáticas ligadas al ambiente. De aquellos viajeros a inicios del turismo alternativo, que expresaban una mayor preocupación por el ambiente y la huella de menor impacto que se prometían dejar, al actual, donde descree un tanto de la gravedad del cambio climático. En consecuencia, es un comportamiento similar al que siguieron los conceptos afines al turismo sostenible: ambos fueron mutando con el tiempo.
En recientes sondeos de la plataforma Booking sobre viajes sustentables, algunas de las conclusiones nos muestran que: un 13% no cree que el cambio climático sea tan severo como se dice que es; un 52% de las personas sienten que viajar de manera más sostenible es importante, pero no es una de sus principales consideraciones cuando planean o reservan un viaje. En Argentina, el 88% de los encuestados considera que los viajes sustentables son importantes; sin embargo, expresan un sentimiento de hartazgo a nivel mundial, siendo impulsado por los continuos retos que enfrentan a la hora de tomar decisiones más sostenibles al viajar; el 16% de las personas encuestadas comentaron que se sienten cansadas de escuchar sobre el cambio climático con tanta frecuencia.
Una posible explicación al respecto de este comportamiento podríamos encontrarla en la “paradoja de Giddens”, según la cual, como los peligros del calentamiento global no son tangibles, inmediatos o visibles en la vida cotidiana, la mayoría de la gente no hará absolutamente nada, ya que son los menos los que estarían dispuestos a cambiar sus hábitos y rutinas. En definitiva, será muy difícil adoptar nuevas conductas si la gente no encuentra algún tipo de beneficios para ello.
