Karina Milei y Martín Menem enfrentan el descontento social en Misiones: protestas yerbateras desnudan la fragilidad política de LLA. Fuertes en las redes sociales, débiles y miedosos en las calles.

Por Raúl Puentes

Viernes 30 de mayo de 2025. Lo que se planeó como una jornada de campaña para afianzar el apoyo a La Libertad Avanza (LLA) en el interior del país terminó convertido en un escenario de tensión y rechazo frontal. Karina Milei, hermana del presidente Javier Milei y secretaria general de la Presidencia, la mujer a que su fuerza política apoda «El jefe» pero que tiene pavor de presentarse por fuera de sus aduladores, junto al titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y el insulso candidato a diputado provincial ahora libertario, Diego Hartfield, fueron obligados a abandonar abruptamente una recorrida por Oberá tras ser increpados por productores yerbateros, tareferos y jubilados. El episodio no solo evidenció el malestar social por las políticas del Gobierno, sino también la incapacidad de los referentes libertarios para manejar el conflicto callejero, lejos de la seguridad que sienten en las redes sociales o en los set televisivos de la prensa amiga.
Oberá mostró dignidad. Desde temprano, manifestantes de la CTA, pequeños productores y tareferos (cosecheros) se congregaron en el centro de esa ciudad para exigir la restitución del Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym), organismo desmantelado por el decreto 70/23 del Gobierno nacional. La medida, que eliminó la fijación de precios de referencia, hundió aún más a un sector ya golpeado en la mayoría de los Gobiernos, sean del signo político que sean. Es que por kilo de hoja verde recibe un valor que no cubre los costos de producción, es decir, menos de 300 pesos, mientras el producto, en los supermercados, promedia los 4 mil pesos de venta al público.
«Milei, no somos la casta, somos tareferos. Nos prometiste otra cosa», rezaba uno de los carteles. Otros reclamaban «precios justos» para la yerba, base económica de Misiones. La llegada de la comitiva oficialista encendió los ánimos. Los manifestantes, muchos de ellos con ponchadas de hoja verde, rodearon a los funcionarios, mientras gritos como «¡Andate, váyanse a la mierda!» resonaban en la avenida Libertad de la segunda ciudad de Misiones.

Fuerza en redes, debilidad en la calle
La seguridad de la comitiva —custodiada por la Policía Federal y militantes libertarios, entre ellos el influencer (¿¡!?) Iñaki Gutiérrez— no pudo contener el desborde. Hubo empujones, corridas y escenas de caos. Gutiérrez, conocido como «La Pepona» en redes por su rol propagandístico, fue blanco directo de los reclamos: «Esto no es Buenos Aires, Pepona. Acá la gente labura y no come cuentos», le gritó un vecino. Otros lo llamaron «vendepatria» y «títere de Milei». Hasta acá, descripciones populares y realistas de un personaje pos-adolescéntico que no tiene nada interesante para decir y mucho menos para aportar a un pueblo agredido desde el poder político.
La escena dejó al descubierto una realidad incómoda para LLA: sus figuras, hiperactivas en Twitter y TikTok, carecen de herramientas para gestionar el conflicto social. Hartfield, extenista y candidato sin experiencia política ni formación social más que un poco de conocimiento de timba financiera, quedó relegado a un papel secundario, sin capacidad de mediación. Menem y Karina Milei optaron por la retirada rápida, refugiándose en una camioneta, mientras simpatizantes libertarios —algunos con réplicas de motosierras— chocaban con los protestantes.
«Misiones no es para amarillentos -débiles-» y «rajen de acá hijos de puta» fueron algunos de los comentarios a viva voz de los manifestantes, con expresiones muy por debajo de lo que suele usar el presidente Javier Milei cuando ataca a los que define como enemigos de turno.
El escándalo misionero, minutos después, recorría los medios de prensa de todo el país y las redes sociales. y los titulares advertían que la hermana presidencial, la que no puede articular palabras en público ni enfrentar ningún tipo de reclamos para ofrecer alguna solución, hizo lo que mejor saber hacer: esconderse y huir (todavía la esperan en el Congreso para dar explicaciones sobre la criptoestafa (de $Libra que tiene a su hermano en el centro de la denuncia) y a ella como protagonista de un escándalo de corrupción como sugieren las denuncias no aclaradas de que recibe dinero a cambio de audiencias del Jefe del Estado Argentino, es decir, su hermano, un hecho sobre el que prefirió guardar silencio.
La hermana del Presidente volvió a esconderse, pese a que la semana pasada los yerbateros ya le habían acercado a Menem en Puerto Iguazú un petitorio que no tuvo respuesta. El Movimiento Agrario de Misiones ya había advertido sobre la crisis en una carta dirigida a Karina Milei a quien pidieron que interceda ante su hermano –ella también es funcionaria– para reactivar el Inym que está respaldado por el Gobierno de Misiones y la propia Justicia provincial que falló a favor de los productores, aunque la Nación ignora los los amparos y mantiene al organismo en acefalía, imposibilitando la fijación de precios, una medida que acompaña el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Adolfo Sturzenegger, con expresiones socarronas, contándole a los empresarios del centro del país que «existe una ley que impide crecer», en referencia a la ley que protege a los pequeños productores de los grandes capitales, desconociendo por completo el funcionamiento de las economías regionales.

La retirada y el silencio oficialista
Tras el incidente en Oberá, los creadores del relato libertario insistían con que Karina Milei ya se había retirado cuando estallaron los enfrentamientos, y negaron que los funcionarios hayan tenido que refugiarse en un local comercial. Sin embargo, testigos y videos muestran lo contrario: la comitiva abandonó el lugar bajo custodia, mientras los manifestantes coreaban «Milei, basura, vos sos la dictadura».
El silencio oficial fue la respuesta de este viernes.
En Misiones, la tierra de lucha sindical y resistencia agraria, se siente un sabor a reivindicación, aunque mínimo, después que los trabajadores afectados rechazaron el discurso y el desfile libertario que chocó contra una realidad que no se resuelve con motivos virales, consignas de redes, ni la liviandad de un tenista que se cree político y que se envalentonó después de circular por los medios de comunicación donde le dejaron desplegar su sonrisa y no cuestionaron su falta de ideas.
La liviandad de las redes sociales y los medios amigo le hicieron creer a los libertarios porteñocéntricos que el interior argentino es pan comido. Pero la calle no perdona.
Y este episodio en Oberá mostró dos fracturas profundas del oficialismo nacional: su desconexión con las economías regionales y la improvisación de sus candidatos para lidiar con el conflicto social. Mientras Milei insiste en demonizar la protesta como obra de «la casta», los tareferos —trabajadores en negro, muchas veces explotados— le recuerdan que la política real se hace en los territorios, no en threads de X. Y allí, sin filtros ni algoritmos, la bronca es palpable y la calle misionera les pasó factura.