Peter Lamelas, el futuro representante estadounidense en Buenos Aires, pendiente de confirmación, desató una crisis diplomática al prometer «limitar la influencia maligna» de China, Irán y gobiernos latinoamericanos, atacar a la oposición y a Cristina Kirchner, y elogiar a Milei como «ejemplo regional». China lo acusó de injerencista, CFK lo comparó con el histórico «Braden o Perón», y la oposición argentina presentó un proyecto de repudio. Su discurso, alejado de la tradición diplomática, reaviva tensiones geopolíticas y expone los riesgos para Argentina en medio de la pulseja entre potencias. Llegó a decir que visitaría las provincias para que no tengan acuerdos con China.
Miércoles 23 de julio de 2025. La designación de Peter Lamelas como embajador de EEUU en Argentina —pendiente de confirmación por el Senado estadounidense— generó tensión y malestar político y diplomático tras sus declaraciones ante el Comité de Relaciones Exteriores de su país, donde afirmó que si lo confirman en el cargo «limitará la influencia maligna» de China, Irán y algunos gobiernos latinoamericanos. Además, el inexperto en diplomacia también se despachó contra la oposición local y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK), con declaraciones que reavivaron debates sobre soberanía, alineamientos geopolíticos y los límites del derecho internacional.
China, a modo de respuesta, calificó a estas declaraciones como de injerencistas de Estados Unidos de Norteamérica en la política Argentina, una posición prohibida por el derecho internacional.
En su audiencia ante el Senado de EEUU, Lamelas —médico de origen cubano y sin experiencia diplomática— delineó dos ejes centrales: por un lado, el combate a la influencia china y prometió «expulsar a China poco a poco» de Argentina, tildando al gigante asiático, junto a Cuba, Venezuela, Nicaragua e Irán, de «influencia maligna» y «amenaza a los valores democráticos». Por otra parte, manifestó apoyo explícito a Milei al elogiarlo como «ejemplo para la región» mientras que desde su papel de embajador aseguró que su misión incluiría «vigilar gobernadores» y «asegurar que CFK reciba la justicia que merece».
Estas frases, inusuales para un cargo diplomático no asumido, fueron interpretadas como una violación al principio de no intervención (Art. 2.7 de la Carta de la ONU) y un guiño a la Doctrina Monroe, históricamente rechazada en América Latina.
Las reacciones a esas posiciones surgieron desde Beijing hasta Buenos Aires. Por un lado, China lamentó la «mentalidad de guerra fría» y desde la Embajada de ese país en Argentina respondieron con un comunicado oficial, donde acusaron a Lamelas de revivir la Doctrina Monroe y de contradecir «los valores democráticos que proclaman».
Desde china rechazan también que Lamelas promueve un «juego de suma cero» al criticar la visión geopolítica de EEUU como un enfrentamiento bipolar mientras defendió su relación con Argentina, basada en «respeto mutuo y ganancias compartidas», y advirtió que el país «no debe ser un campo de batalla de potencias».
Por su parte, desde Argentina, Cristina Fernández de Kircher utilizó sus redes sociales para rechazar la «injerencia sin precedentes», vinculando a Lamelas con el intento de influir en las elecciones de 2023 («las midterms», en palabras del embajador) y cuestionó la «doble moral» de EEUU, al recordar los cargos criminales contra Trump y la impunidad en casos como el de Jeffrey Epstein. La expresidenta también comparó el escenario con el histórico lema «Braden o Perón» (1946), sugiriendo que EEUU busca imponer su agenda mediante presión económica y judicial. «Ni Monroe se animó a tanto», expresó.
Por otro lado, también hubo un fuerte rechazo político y social en Argentina, donde la oposición a Milei presentó un proyecto de repudio en el Congreso y organizaciones sociales convocaron a protestas frente a la embajada de EEUU, acusando a Lamelas de «avasallar la soberanía».
El impacto del discurso de Lamelas
Las declaraciones del embajador propuesto chocan con la realidad económica argentina, cuyo principal banco tiene dependencia del swap chino ya que necesita esa línea de crédito para estabilizar reservas, al tiempo que hay represas en la Patagonia que tienen financiamiento y tecnología china, al margen del intercambio comercial, donde China es el segundo socio comercial de Argentina (US$ 14.500 millones en 2023) y principal comprador de soja. Además, el propio Javier Milei elogió al gobierno chino en los últimos meses, marcando un contraste con su retórica anterior de «echarlos a patadas».
Pero las declaraciones de Lamelas pueden configurar injerencia, ya que la Carta de la ONU prohíbe intervenir en asuntos internos de otros Estados mientras sobre la doctrina Estrada, México y otros países latinoamericanos rechazan declaraciones que afecten la autodeterminación.
De todas maneras, es reiterada la presión histporica que EEUU ejerce mediante instrumentos económicos (FMI) o narrativas ideológicas («lucha contra el autoritarismo»).
Es decir que las palabras de Peter Lamelas no son un hecho aislado, sino parte de una estrategia de EEUU para contener a China en América Latina, donde ganó influencia con inversiones en infraestructura; fortalecer a gobiernos afines, como el de Milei, en un año clave por las negociaciones con el FMI, aunque el riesgo para Argentina es quedar atrapada en una pulseja entre potencias, con costos para su autonomía y su economía. Mientras tanto, la oposición y sectores confirman que la administración Milei prioriza alinearse con Washington incluso a costa de tensionar relaciones esenciales para el país.
