Alex Ziegler confirmó ayer en una serie de entrevistas por distintos medios que “quiere” ser candidato a gobernador. Aunque en el raid mediático puntualizó con énfasis de que pretende serlo por la Renovación, “sabe” que no será posible.
El discurso de las internas para dirimir candidaturas democráticamente es un viejo artificio retórico que muy pocas veces tuvo correspondencia en la práctica de los partidos tradicionales. La prepotencia de los aparatos, el manejo arbitrario de los padrones, y el fraude fueron moneda corriente en esas compulsas al interior de los partidos, que se desgastaron por sus eternas rencillas por la conquista de espacios. La renovación desde su conformación se estructuró de otra manera. Las decisiones se toman en función de una estrategia política definida por la conducción, pero no arbitrariamente sino articulada a la generación de confianza. Confianza en los sectores que componen el movimiento y confianza con la gente.
Ziegler lo sabe. En 2007 la renovación ya transitó estas tensiones. El intento de asalto se perpetró desde las tradiciones centralistas del pejotismo que todavía tenía expresiones en la Casa Rosada. Incluso se metió “la Embajada” que llegó a traer a Posadas 2 millones de dólares para la campaña. Muchos progresistas se sumaron al putsch, lo que pone en evidencia que aún la izquierda está poseída por la lógica porteña de que la nación está antes que las provincias.
Si Zielger “sabe” y no “puede” aunque “quiere”, el discurso democratista que ganó su vocabulario tiene, evidentemente, otra intención. ¿Estará esperando que lo expulsen?


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