La expulsión del Chueco Mazzón de la Casa Rosada no tuvo la centralidad política donde la ubica Aníbal Velázquez. Entiende que la etapa política demanda la concordia que garantiza Scioli y no los exponentes del “trasvasamiento generacional”. Señala que los ataques a Scioli traspasan todos los límites.
La declaración a pena de muerte (política) al “Chueco Mazzón” por parte de la presidenta abre un interrogante sin respuestas simples en este año electoral en la liturgia peronista.
En una nota del 9 de enero 2015 en Plural decíamos, en referencia a un exabrupto del histórico Carlos Kunkel contra Maurice Closs por su reunión con Sciol cuando era criticado por la guardia peretoriana del kirchnerismo, decíamos: “Habría que recordarle a Kunkel y al periodismo progre que en 2009 y 2013, el FpV, perdió en Buenos Aires, pero que gracias a los “votitos” de las provincias “periféricas”, donde hay gobernadores que la ilustración porteña considera fachos, con la suma de esos votos, el FpV ganó todas las elecciones”. Una lección no aprendida por Cristina.
Es importante entonces recordarles a los ideólogos del “cristinismo” que el peronismo es casi una religión con una estructura que asemeja a Obispos, Cardenales y Papas. Uno de los cardenales es el “Chueco”. Armó la alianza con Cobos para ganar en el 2007, y en contra del propio Néstor armó una fórmula exitosa en Mendoza para ganarle a los radicales. Néstor no se enojó y bajó sus pretensiones de transversalidad y fue por el partido. No se olvidó que fue Mazzón el que inventó una ley de “neo lema” para que él gane la presidencia con solo el 22%. Ensorberbecida Cristina cree que no le debe nada a nadie. Cree que es hora de un trasvasamiento generacional. Como dijo Carlos Salvador Larrosa en el diario Los Andes: “ella se siente Papisa de una nueva Iglesia de la que los peronistas tradicionales deben ser corridos, uno por uno, de todos los lugares que ocupan para dar paso a una nueva camada de dirigentes nacida también al calor del poder pero educados en la lealtad absolutista a Ella”. A los militantes de la JTP de los setentas Perón nos dijo, sabiamente “no vengan aquí con pretensiones de tirar viejos por la ventana”.
Los continuos ataques de los ministros de Cristina a Scioli como candidato pasaron ya todas las líneas de la concordia. Nuestra presidenta dice que no hay devoluciones si se elige mal ¿Piensa en su regreso? ¿No asimiló lo que le pasó a Menem cuando actuó de la misma manera con Duhalde, e inició su camino al ostracismo regalándonos la Alianza? Así quedamos.
LECCIONES DEL SANDINISMO: Argentina no es Chile, acá el peronismo rige en la historia política desde 1945. En una charla con un ex canciller cubano una vez nos decía que en Nicaragua la revolución debería llamar a elecciones y apostar a la pacificación porque el pueblo estaba cansado de la guerra. El sandinismo había instaurado un gobierno revolucionario en 1979 después de años de luchas, las que continuaron ya en el Gobierno porque el imperio fogoneaba la lucha armada apoyando a los “contra” Era un enfrentamiento desigual económica y militarmente nada menos que contra EEUU. Ortega no lo vio así y Violeta Chamorro le ganó las elecciones con la única consigna “yo voy a logra la paz”. Claro hoy Nicaragua está entre los pueblos más pobres de América Latina. Por eso entendemos que cuando el gobernador de Buenos Aires dice “Yo voy a lograr la concordia”, aunque se enojen los panelistas de 6 7 8, él entiende que esa es la melodía que quiere escuchar el pueblo. Como dice la misma presidenta: “Lo importante es el otro”

Deja un comentario