A escasos veinte días del plazo de reconocimiento de alianzas nacionales, ni Claudio Wipplinger, ni Héctor y Bárbaro tienen definido el anclaje electoral de sus partidos. Como los personajes sin identidad de Pirandello andan en busca de un autor que les escriba sus propias historias.
Ninguno de los dos puede todavía descubrir el hilo de Ariadna que les indique el camino de salida del tortuoso laberinto donde se cruzan los caminos de contradictorios apoyos nacionales con sus identidades netamente provincialistas.
Bárbaro quiere subirse a la alianza del ucerreísmo con el PRO y a toda voz proclama que la Renovación, a su criterio perdió el rumbo. Pero al mismo tiempo, en una actitud claramente contradictoria, busca guiños de la conducción para posicionarse como una colectora de Scioli en las PASO y en Octubre. En ese sentido incluso avanzó más allá de los gestos y viajó a Buenos Aires para reunirse con el hermano Pepe, quién está al frente de los equipos de campaña de su hermano Daniel. No es la única incongruencia en la forma en que se está moviendo el diputado. Al interior de su partido, el Agrario y Social, tiene tensiones fuertes que hasta ponen en cuestión la identidad de la fuerza que creció en función de la radicalización de los reclamos en favor de los pequeños productores tabacaleros. Bárbaro está tironeado de un lado por Isaac Lenguaza y Mario D´Arpino, que desde las oficinas de Posadas ganan un protagonismo con un perfil, diríamos más urbano, y con discursos más propios de la partidocracia, disputan el primer lugar en la lista de candidatos a diputados provinciales. Del otro lado, Martín Sereno, un periodista comprometido con las luchas por los derechos de los pequeños productores y que no teme enfrentar a los monopolios como Alto Paraná. Si bien no pide nada, es el preferido de Cacho.
No se acaban allí los dilemas de Bárbaro. Mientras los ucerreístas muestran entusiasmo en sumarlo a la Alianza anti renovadora y le ofrecen la candidatura a vicegobernador, desde el PRO, o más bien desde el sector empresario dispuesto a colaborar con el macrismo, decididamente no lo quieren. Los chilenos de la multi de Eldorado le pusieron bolilla negra: “no vamos a apoyar un piquetero. Para cortar rutas ya tenemos en la zona a los docentes de Montecarlo”, le dijeron con toda claridad a los operadores de la Alianza grande, que evidentemente no puede conformarse como un movimiento.
La impronta de Octubre que nacionaliza los abordajes ideológicos afecta también al partido del Trabajo y Progreso. En estos años, Wipplinger pudo generar expectativas en sectores de la sociedad que siempre lograron consagrar una voz en el Parlamento provincial. Captó los votos que en el inicio del proceso democrático respaldaron a la UCeDé y después se provincializaron en la prédica neoconservadora popular de Jorge Galeano. Esta impronta localista en defensa, digamos del Capital provincial, se acentuó cuando rompió con Macri después de una intervención más que autoritaria del PRO local sólo para hacerle un favor de su amigo Ramón Puerta, otro ya que no está con Mauricio. Sin embargo volvió sobre sus pasos de autonomía cuando decidió, antes que nadie en la provincia acercarse a Scioli. Por supuesto que la dinámica política lo dejó afuera o si se quiere lo mandó a la periferia en los armados del gobernador bonaerense, que en Misiones tiene como único aliado a la Renovación.
Nadie en su entorno podía afirmar qué es lo que decidirá Wipplinger. No es fácil la salida. Sumarse a la Alianza anti, gane o pierda, inexorablemente terminará por diluir el espacio ganado en las elecciones desde 2009. Tampoco es fácil presentar a Trabajo y Progreso con boleta autónoma en elecciones que, parecería serán bien polarizadas por las presidenciales. Corre el riesgo de ni siquiera sacar 5 puntos. De todos modos su desafío es mantener la representación en el Parlamento del diputado que finaliza su mandato.
En este contexto, no se puede descartar nada. Hay que atender también que hay un amplio sector de la sociedad que no se muestra dispuesta a dejarse atrapar en la disyuntiva Scioli – Macri. Un sector del socialismo, de la CTA, de movimientos sociales, Vanguardia de la UCR, entre otros expresan, según las últimas elecciones, alrededor de 25 por ciento del electorado. Wipplinger y Bárbaro le darían mayor gravitación a ese espacio alternativo.

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