En el marco de La ruta de los murales, que en esta etapa de su viaje dará color y sentido a la extensa pared de Samsa hacia Francisco de Haro, vale la pena leer, o tener en cuenta las transformaciones que inspiró hasta terminar en un mural, este libro de Gabriela Cabezón Cámara e Iñaki Echeverría.
Todo empezó cuando un sitio web literario le pidió a Cabezón Cámara un texto a partir del banal clásico de Disney La bella Durmiente, (acá tenemos la 1º adaptación) la escritora, fiel a su estilo nada desprendido de compromiso social, pensó en “Beya”, una chica secuestrada en la calle que terminaba esclavizada en un prostíbulo séptico a la espera de una improbable salvación. Como si hubiera una escala de sordidez para las letras del alfabeto la degeneración de la palabra bella por beya (que da nombre al personaje) es una transformación acorde al clima general del drama.
La historia primero fue un e-book y luego un libro de papel (2º adaptación) publicado por la editorial La isla de la luna y tuvo una nueva transformación a través de Eterna Cadencia Editora: esta novela gráfica que recomendamos (3º adaptación). En la cual Cabezón Cámara y Echeverría incorporan símbolos como la Virgen de Guadalupe o los carteles de “Aparición con vida” y reformulan la trama clásica de la dormida con una carga de realismo y denuncia, recordando (casi sin que hiciera falta más que por el juego de palabras) que no todos los comics son cómicos, que casi todos están dotados de la irónica comunión entre caricatura y muerte, dibujo y dolor, ficción y realidad; con un tratamiento super heterogéneo y creativo de las viñetas, homenajes y guiños a composiciones clásicas como cuadros de Klimt, La última cena, y vínculos directos que la novela desarrolla hacia el caso de Marita Verón y la red de trata de personas. En lo que Leonardo Oyola llamó -Una obra de arte tan atroz como cautivante-.
Como finalización del proyecto los dos artistas pintaron un mural, en 2013 en el marco de una feria del libro, basado en esta novela gráfica (4° adaptación). Propuesta que incluía invitar a otros artistas a participar en la pintada y al público o transeúnte desprevenido a participar dejando un mensaje, con el objetivo de reflexionar y concientizar a la población sobre un problema que todavía hoy afecta a muchos ciudadanos argentinos y del mundo como el de la trata.
