El colonialismo en el Siglo XXI adoptó nuevas formas, pero sigue teniendo un impacto significativo en América Latina y el tercer mundo. El dominio económico y las influencias de las potencias mundiales perpetúa la dependencia y la desigualdad en estas regiones, obstaculizando su desarrollo y limitando su autonomía.

Lunes 5 de junio de 2023. El colonialismo, una práctica que definió gran parte de la historia de la humanidad, continúa vigente en el siglo XXI de formas sutiles pero igualmente perjudiciales. Si bien el dominio territorial perdió protagonismo, las potencias mundiales ejercen un dominio económico y de influencias sobre naciones latinoamericanas y del llamado tercer mundo.
Veamos entonces cómo se manifiesta este nuevo colonialismo y exploraremos las implicaciones que tiene para el desarrollo y la autonomía de estas regiones.
El colonialismo económico se convirtió en la principal herramienta de las potencias para mantener su influencia en América Latina y el tercer mundo. Estas naciones poderosas utilizan diversas estrategias, como la imposición de políticas neoliberales, la explotación de recursos naturales y el establecimiento de acuerdos comerciales desiguales, para asegurar su dominio y perpetuar la dependencia de estas regiones.
Uno de los mecanismos utilizados por las potencias es la imposición de políticas neoliberales, que promueven la liberalización de mercados y la privatización de sectores estratégicos de la economía. Esto llevó a la reducción del papel del Estado en la economía y al debilitamiento de la capacidad de los gobiernos para regular y proteger los intereses de su población. Como resultado, se produjeron situaciones de desigualdad extrema y aumento de la pobreza, lo que perpetúa la dependencia económica de estas naciones.
Además, las potencias aprovechan la riqueza de recursos naturales presentes en América Latina y el tercer mundo. Mediante acuerdos comerciales desfavorables, las naciones poderosas se aseguran el acceso a estos recursos a precios bajos, beneficiando a sus propias industrias y alimentando sus economías. Al mismo tiempo, las naciones en desarrollo se ven privadas de su capacidad para utilizar estos recursos de manera sostenible y para impulsar su propio desarrollo económico.
Otra estrategia utilizada por las potencias es el establecimiento de bases militares y la expansión de su influencia política en estas regiones. Estas acciones buscan asegurar la estabilidad de los regímenes favorables a sus intereses, garantizar el acceso a mercados y recursos estratégicos, y contener el avance de otras potencias en la región. En muchos casos, esta presencia militar extranjera generó tensiones y conflictos internos, afectando la soberanía y autonomía de los países latinoamericanos y del tercer mundo.
Entonces, el colonialismo en el siglo XXI adoptó nuevas formas, pero sigue teniendo un impacto significativo en América Latina y el tercer mundo. El dominio económico y las influencias de las potencias mundiales perpetúa la dependencia y la desigualdad en estas regiones, obstaculizando su desarrollo y limitando su autonomía. Es fundamental reconocer y confrontar estas dinámicas para promover una verdadera justicia global y construir un mundo más equitativo y solidario.
Cómo más se manifiestan estas dinámicas y cómo contribuyen a perpetuar la dependencia económica y la desigualdad en estas regiones: también a través de la deuda externa, a través del acaparamiento de tierras, a través de las intervenciones militares, del neo-colonialismo tecnológico y a través de la profunda desigualdad.
Bueno, a la Argentina no le falta ninguno de estos puntos.
Sabemos, entonces, que esta historia continuará…