La regulación del glifosato y la promoción de bioinsumos en Misiones generaron debates, debido a riesgos para la salud y el ambiente y el impacto en el negocio. Mientras algunos sectores defienden su rentabilidad, otros promueven la agroecología como alternativa sustentable. En esta nota, exploramos las razones detrás de la producción sana y los cambios que se proponen para impulsar una agricultura más saludable y sostenible. “Haciendo tonto al suelo, nos estamos haciendo tontos a nosotros mismos”, disparó Juan Carlos Furlán en Plural TV.
Miércoles 12 de julio de 2023. La regulación del uso del glifosato generó debate en la sociedad. Esta ley misionera, que busca limitar el uso de este herbicida ampliamente utilizado en la agricultura convencional, despertó diversas opiniones y posturas entre diferentes actores, donde las voces contrarias provienen de los que comercializan el producto mientras los productores entienden que ese es el camino en la producción de alimentos sanos, tal como plantea Juan Carlos Furlán, investigador y productor de alimentos y de bioinsumos.
El glifosato, un producto químico utilizado como herbicida en los cultivos, fue objeto de preocupación debido a los riesgos que presenta para la salud y el ambiente. Existe una creciente preocupación por asociar los alimentos con sustancias tóxicas, y la población en general está cada vez menos dispuesta a aceptar esta idea, recuerda Furlán. En este contexto, surge un interesante debate sobre la lógica de la agricultura convencional, que se basa en el uso de fertilizantes, fungicidas, venenos y herbicidas químicos.
Furlán admite que ese debate no involucra a toda la población, sino que se centra en un sector preocupado por la rentabilidad de la venta de estos insumos. Para ellos, estos productos son un gran negocio y no toleran ciertos debates que son necesarios. Sin embargo, estudios realizados por el Inta en su estación experimental en Entre Ríos demostraron que la agroecología puede ofrecer mayores rendimientos y productividad que los productos químicos convencionales. Existen experiencias exitosas en cultivos como la yerba mate y el té en Misiones que demuestran este potencial.
La clave para comprender este debate radica en el intercambio iónico, define Juan Carlos Furlán, en proceso fundamental en la naturaleza y en la salud del suelo. La agricultura convencional dejó de respetar y reconocer la dinámica natural de la tierra, imponiendo una mecánica de factoría que no se alinea con su funcionamiento. Sin embargo, al volver a respetar estos procesos naturales, la tierra responde generosamente, asegura. En la actualidad, la tierra está agotada y es difícil obtener rendimientos aceptables en cultivos como el té y la yerba sin la utilización excesiva de químicos. En ese sentido reclama como necesario recuperar el equilibrio y la biodiversidad del suelo.
El cambio propuesto en la práctica implica desarrollar alternativas al uso del glifosato. Misiones tiene un plan estratégico que busca ofrecer un sustituto orgánico para este herbicida. Se espera que en dos años, cuando entre en vigor la prohibición del glifosato, los productores no echen de menos este producto ya que contarán con una alternativa orgánica que mejorará la calidad del suelo, aumentará la productividad y permitirá acceder a un mercado más amplio y rentable. Además, la demanda internacional está cada vez más orientada hacia productos con certificación orgánica y agroecológica, lo que brinda oportunidades de valor agregado a la producción misionera.
¿Qué va a pasar en el suelo y en la producción cuando se deje de usar el glifosato? Cuando se dejen de utilizar los químicos en la producción de yerba, por ejemplo, se observará un proceso gradual de restauración del suelo, responde Furlán con certeza. La biomasa vegetal adquirirá una diversidad y dinámica diferente, lo que se reflejará en una respuesta distinta de los cultivos. Es importante comprender que la agroecología no busca eliminar todo lo que no sea el cultivo en sí, sino que propone un manejo respetuoso que permita la coexistencia de diferentes especies y una restauración activa del suelo. Esto puede dar lugar a una estética diferente en los cultivos, pero también a una mayor salud y productividad, dijo.
En este contexto, surge la iniciativa de Orgánica Misiones, un proyecto familiar que busca difundir y promover la agroecología. A través de programas de formación y difusión, esta organización asesora a pequeños productores de toda Latinoamérica que están en proceso de transición hacia la agroecología. La agroecología enfrenta desafíos y resistencias, pero va ganando terreno a medida que la sociedad toma conciencia de la necesidad de retornar a la naturaleza y abandonar la artificialidad que genera deterioro.
El glifosato es solo una pieza del rompecabezas, ya que existen otros productos químicos y prácticas agrícolas que también requieren atención. Es necesario abordar el problema en su totalidad y avanzar hacia una agricultura más sostenible y saludable para el ser humano y el ambiente, proponen, entendiendo que el momento actual presenta una oportunidad única para plantear estos debates y buscar soluciones en el camino de una humanidad capaz de enfrentar los desafíos del cambio climático y la transición hacia un futuro más sostenible.
Juan Carlos Furlán en Plural TV
-¿Por qué generó tanto debate la ley que regula el uso del glifosato?
-Si hay algo que podemos ver, que es de dominio público en la población en general, en todo el mundo, es que ya nadie es capaz de soportar la idea de que se pueda asociar alimentos con veneno. Hay determinados sectores del agro que pertenecen a una lógica de agricultura, que hoy es la forma convencional de agricultura, que se basa en el uso de fertilizantes, fungicidas, venenos y herbicidas de síntesis química, que disparó un debate fascinante, y creo que es una oportunidad fantástica porque nos permite arrojar luz sobre todas estas cosas. Primero hay que aclarar que este no es un debate de la población en general, sino simplemente de un sector que está preocupado por la rentabilidad que le resulta de la venta de estos insumos; es un gran negocio y no tolera ciertos debates que son necesarios, por ejemplo, el hecho de que la agroecología es capaz de presentar muchos más rindes y productividad de lo que ofrecen estos productos que tenemos en el mercado y que son tan dañinos. Eso es real –no porque lo diga yo–, sino que es algo que hace casi una década lo comprobó el Inta en su estación experimental en Entre Ríos, donde los rindes, en términos de soja, maíz y trigo, han igualado y hasta superado lo que proponía el agronegocio. Tenemos experiencias en yerba, mate y té en Misiones que es para sorprenderse. Esto es así por algo muy simple, la naturaleza tiene una dinámica y una lógica que nosotros, lamentablemente, hemos dejado de respetar, aceptar y reconocer, y hemos impuesto en la naturaleza una mecánica de factoría que nada tiene que ver con su dinámica; entonces, toda vez que volvemos a respetar estos procesos, la tierra responde en generosidad. Hoy la tierra está cansada. Lamentablemente es muy difícil lograr rindes aceptables en el té y la yerba mate si no es sobre la base de kilos y kilos de fertilizantes químicos, herbicidas, y esto no está relacionado al hecho de que gracias a estos implementos tenemos la productividad que tenemos, sino con que hemos desgastado tanto el suelo que si dejásemos de usar esos químicos, no respondería. Debemos recuperar el suelo, la naturaleza, el equilibrio y la biodiversidad. Si existe la posibilidad de explicar este debate en dos palabras, es intercambio iónico. Hay muchos amigos ingenieros que van a comprender muy bien esto. La naturaleza, el suelo necesitan que se los respete y Misiones se puso a la altura. Por eso pienso sobre la importancia del Estado cuando se involucra en estas cosas: ocho de cada diez pacientes oncológicos en el (hospital central) Madariaga son de zonas rurales. ¿Qué vamos a decir?¿Que es un efecto casual, circunstancial? Entonces, tenemos desmadre en el plano sanitario, con empresas que no se hacen cargo para nada; recién dábamos el ejemplo de Uruguay, donde se usa el agua en la producción y nadie pone un peso. La cantidad de dinero que estamos gastando los misioneros para poder hacer frente a nuestros tristes registros de enfermos de cáncer debe tener un final.
-Esto es de larga data, porque los que hacemos periodismo desde hace tiempo, sabemos que desde los años 90 se habla del impacto en la salud en las zonas productoras, sobre todo en la zona del río Uruguay.
-Así es, como te digo, en lo personal sé que hay hermanos campesinos que están angustiados con esta situación porque de repente se presenta la posibilidad de carecer de un insumo que es muy valioso para los productores. Hoy 20 litros de glifosato cuesta entre 58 mil y 65 mil pesos, el aumento descomunal que han tenido estos insumos, y la erogación monstruosa que ha salido de los bolsillos de nuestros productores para poder sostener esta lógica de producción es incalculable, y hace muy poco tuvimos una suba de otro insumo estratégico, que es la urea, del 400 por ciento; lo que implicó un éxodo rural extraordinario que no salió en los medios y que no formó parte de ningún debate. Hoy que estamos proponiendo la agroecología como modelo de sensatez y sustentabilidad se suscitan debates. Me parece oportuno en tanto y en cuanto aclaremos con quién estamos conversando: con personas que tienen intereses asociados a la venta de estos productos, de ahí surgen las quejas con los voceros suyos. Yo respeto y me parece lógico y sensato que reconozcan el lugar desde donde se paran. A mí me toca representar la voz de un campesinado que está trabajando en pos de una agricultura distinta. Insisto, es una etapa fantástica para abrir estos debates y arrojar luz.
-¿Cuál es el cambio que se propone en la práctica?
-La provincia tiene un plan estratégico muy bien pensado; en ese sentido me saco el sombrero. Recordemos que el año pasado se trató de prohibir, y creo que el frente Pays argumentaba que era poco inteligente prohibir sin ofrecer un sustituto y el Gobierno de la Provincia dio marcha atrás y con mucha audacia se propuso desarrollar ese sustituto. El agronegocio dio por terminado el debate el año pasado cuando ellos sabían que no había empresa, mucho menos un Estado que sea capaz de desarrollar un sustituto; pero el Gobierno de Misiones lo hizo a través de la alianza con Agro Sustentable, así que el plan es que de acá a dos años, cuando se haga efectiva la prohibición del glifosato. Cuando nos aseguremos de que en cada agroveterinaria y en cada campesinado no vayan a extrañar a ningún herbicida como el glifosato, porque ya vamos a tener un sustituto de origen orgánico que nos permitirá tener mejor suelo, mayor productividad y un mercado que es mucho más jugoso, más amplio. Digo esto porque hay artículos periodísticos donde el agronegocio argumenta que van a perder el mercado internacional, lo cual es un disparate: es todo lo contrario; hoy tiene muchísimo más valor agregado y demanda un producto que tenga una certificación orgánica y agroecológica.
-¿Qué va a pasar cuando se dejen de usar los químicos, en una chacra de yerba por ejemplo?
-Vamos a ver un proceso paulatino de restauración del suelo; vamos a notar que la biomasa vegetal empieza a tener una diversidad distinta, una dinámica distinta, la respuesta de nuestros cultivos va a empezar a ser diferente. Por eso te hablaba del intercambio iónico que está relacionado a la capacidad que tiene la microbiología del suelo para restablecer el orden y la potencia de ese suelo a través del intercambio de nutrientes y de toda la vida que surge a través de ese respeto; así que vamos a tener tecnologías que se van a basar en ese respeto, que nos van a permitir tener un cultivo saludable, pero con una estética distinta. Esto es importante, porque de repente nos parece poco productivo un yerbal que tiene una capuerita entre medio. La agroecología te está diciendo: eso no es un yerbal abandonado, eso es un suelo que está restaurando vida, que está activo, potente, y que a partir de los herbicidas de origen orgánico que se está proponiendo desde la provincia, y también desde una lógica de manejo que permita manejar esos cultivos porque no se trata de matar por matar, esta dinámica de que el cultivo debe ser este espacio limpio, entendiendo limpio por la muerte de todo lo que no sea ese cultivo, es una lógica del agronegocio que surge con la revolución verde allá por la década del 50, que nos llevó a este deterioro. Hay un dato que me encanta porque sintetiza todo: hoy para tener los nutrientes que te daba una manzana en la década del 50 tenés que comer 25 manzanas. Entonces, ¿nos alimenta esta agricultura convencional? Tenés el 40 por ciento de la humanidad que está padeciendo hambre, pero la gente que sí puede acceder a los alimentos ¿esos alimentos nutren? Las evidencias, los estudios científicos están señalando que no están nutriendo en absoluto, nuestro sistema inmunológico está cada vez más débil, y encima nos está enfermando. La microbiología que destruye los herbicidas es la microbiología de nuestra interioridad que también se ve deteriorada fundamentalmente en los intestinos, donde se basa la estructura de nuestro sistema inmunológico,y es nuestro segundo cerebro. Haciendo tonto al suelo, nos estamos haciendo tontos a nosotros mismos. Es fascinante esta oportunidad de plantear estas cosas. Necesitamos una humanidad resiliente, necesitamos ser capaces de enfrentar de verdad el cambio climático y una transición en una coyuntura que es muy complicada.
-¿Qué es Orgánica Misiones?
-Orgánica Misiones nació como un proyecto familiar, con mis dos hijos, en nuestra chacra El Ceibalito, en Cerro Corá, en el monte donde vivimos, como una impronta donde sin querer nos vimos en la necesidad de difundir ciertas cosas. Nos especializamos en bioinsumos, en lombricultura, vimos que había una enorme desinformación al respecto, así que eso nos llevó a nuestro canal de YouTube, a fundar Semillas Soberanas, el programa Yo Plantaré Mi Árbol. Hoy estamos asesorando a pequeños productores de más de 20 países en Latinoamérica que están en periodo de transición hacia la agroecología. Entonces Orgánica Misiones es un programa de formación y difusión campesina para un retorno a la naturaleza que nos permita volver a ser humanos, ese es nuestro eslogan.
-¿Se va abriendo ese camino o cuesta?
-La agroecología tiene el aparato de propaganda más grande que se ha inventado en la historia, se llama cambio climático (risas). El que hoy no esté entendiendo la relevancia de estas cosas, se lo va a explicar la falta de agua dulce, la radiación solar, la corriente de El Niño que aparentemente se aproxima. Todo camina hacia esos espacios, no sin dificultad; primero porque hay un cambio de lógica que ya está anidando profundamente en el grueso de la población y es esta sensación de que tenemos que lograr un retorno hacia la naturaleza, la artificialidad nos está generando mucho deterioro. Pero también debemos entender que hay mucha resistencia por parte de sectores que se vieron muy beneficiados con esta lógica de una sociedad de consumo, que está agotada. Esto no puede verse en su total dimensión si no vemos la cuestión del colapso del pico de petróleo, la guerra en Ucrania; es una coyuntura que pone a Misiones a la vanguardia y en un pedestal señalando un rumbo muy claro. En Chaco ya se dio media sanción a nuevas leyes que permiten fomentar la agricultura orgánica, ya tenemos repercusiones en otras provincias donde ya se está debatiendo la posibilidad de prohibir el glifosato. No es el mejor de los mundos, realmente queda un desafío muy grande; el Estado provincial debe ser capaz de asegurar la implementación de esta ley, creo que todavía no estamos a la altura a niveles institucionales, debemos ponernos los pantalones largos pero hay que hacerlo. Creo que el glifosato es una estaca, un mojón, no debemos olvidarnos del glufosinato de amonio, de todo lo que hace al paquete tecnológico de un sistema criminal que hoy gracias a Dios y gracias al coraje del Gobierno provincial se está procurando ponerle fin.

