Jorge Víctor Ríos reflexiona, en su columna de Plural TV, sobre la violencia política, la estigmatización de las políticas de equidad y la propagación de desinformación. Destaca en el análisis la necesidad de un diálogo más constructivo y equitativo en la sociedad argentina.

Miércoles 25 de octubre de 2023. El odio, la estigmatización y el posicionamiento de clases son parte de los discursos sociales de los últimos tiempos, sobre todo relacionado al posicionamiento político e ideológico y su impacto en las elecciones. La descalificación es parte de la agenda electoral, con discursos que provienen de algunos dirigentes políticos y, también, de sus votantes.
En este contexto, Jorge Víctor Ríos abordó, en su columna de Plural TV, abordó tanto la interseccionalidad como la desigualdad en el contexto político, social y electoral de Argentina, como cuestiones fundamentales para comprender la violencia en general y, en particular, la violencia política que atraviesa a todo el país.
La interseccionalidad es un concepto clave en la discusión de las desigualdades en Argentina, dice Ríos para destacar que las cifras de desigualdad no se limitan únicamente a aspectos económicos, sino que se extienden a otros ejes desde los que se presentan las diferencias: cuestiones de género, raza, discapacidad, diversidad sexual, migración y afrodescendencia, entre otros, que sirven a ciertos sectores para establecer relaciones de poder jerárquicas y crear desigualdades sociales en términos materiales y de oportunidades.
Existen grupos sociales que ostentan privilegios en la sociedad, mientras que otros quedan en una posición de desventaja. Los términos «privilegio» y «opresión» son comunes en las ciencias sociales para describir esta dinámica, dice Jorge Ríos, y ejemplifica: en el ámbito de género, Argentina sigue siendo una sociedad patriarcal donde los hombres disfrutan de privilegios en múltiples dimensiones, como lo demuestran las brechas de género. Ahí, el concepto de «techo de cristal» se relaciona con la dificultad que enfrentan las mujeres para acceder a los máximos cargos jerárquicos en empresas y en política. Aunque no existen leyes que prohíban este acceso, persisten prejuicios sociales que limitan las oportunidades de liderazgo para las mujeres. Esta metáfora invisible del techo de cristal –enfatiza Ríos- no se basa en cuestiones jurídicas, sino en prejuicios arraigados en la sociedad.
Si bien Argentina implementó políticas de equidad para abordar estas desigualdades y equilibrar la balanza a favor de los grupos históricamente vulnerados, como los migrantes, personas con discapacidad, personas trans o afrodescendientes, estas propias políticas son –a menudo– estigmatizadas y objeto de críticas, incluso desde ciertos medios de comunicación y en boca de líderes políticos emergentes.
En la columna del programa de Canal 4 Posadas, Ríos recordó que la estigmatización de las políticas de equidad y de los partidos políticos que las promueven genera violencia simbólica, que se refleja en los discursos políticos y mediáticos, insistió. Mencionó el intento de magnicidio contra la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, como un ejemplo de cómo la violencia simbólica puede tener consecuencias reales. Y destacó que esta violencia no solo se dirige a las personas, como la Vicepresidenta, sino también a los valores y objetivos políticos que representa.

Jorge Víctor Ríos en Plural TV


-¿Con qué tema venís hoy Jorge?
-Me gustaría hablar de un tema que venimos tratando en la columna y bajarlo al escenario electoral, político y social actual que vivimos en Argentina. Para empezar, hay dos conceptos que siempre traigo, que son la interseccionalidad, las desigualdades, relacionado incluso a la Editorial de hoy, sobre la violencia en general y la violencia política en particular. Necesitamos abordarlo desde las desigualdades; cuando vemos cifras de desigualdad, en general pensamos en lo económico, en lo material, sin embargo, muchas veces para poder llegar a esas configuraciones que tenemos en el mundo, en nuestro país respecto a las desigualdades sociales en términos materiales. Se usan otras desigualdades que fueron generadas en torno a distintos ejes. Un eje puede ser el género, si pensamos en términos de varones y mujeres, otro eje puede ser el racial, relacionado a esta idea que viene de siglos anteriores y que todavía vemos cómo tiene efectos en nuestra sociedad, que es el racismo, relacionado a la tonalidad de piel; cuando hablamos de personas con discapacidad, de diversidad sexual, de género, de migrantes, de personas afrodescendientes. Así hay una lista de distintos ejes donde básicamente ponemos el foco sobre las diferencias. A veces a través de diferencias que podemos notar desde los sentidos se generan desigualdades, entonces lejos de decir: “mirá qué interesante, somos distintos, tenemos una diferencia y la celebramos”, lamentablemente ocurre en general que se utilizan las diferencias para generar relaciones de poder jerárquicas; se van estableciendo relaciones sociales no igualitarias sobre todos estos ejes, no solamente sobre lo material donde claramente podemos identificar estas desigualdades, que muchas veces son resultados que se logran a través de esas otras diferenciaciones y desigualdades. Por eso en todos esos ejes hay alguien que se queda por encima, con ventaja, y alguien que se queda abajo -cuando digo alguien me refiero a grupos sociales- en posición de desventaja. Así podríamos decir que quienes se quedan en esa franja superior ostentan privilegios y quienes van quedando abajo sufren opresión. Esos son los términos que se suelen utilizar en las ciencias sociales. Entonces si vamos recorriendo el eje del género decimos que todavía vivimos en una sociedad patriarcal porque sobre ese eje todavía seguimos teniendo algunos privilegios los varones, algo que vemos en todas las brechas de género que existen. De hecho hace unos días escuché que, si no me equivoco, una mujer ganó el premio Nobel por estudiar y demostrar las brechas salariales que existen en detrimento de las mujeres. Como decía, quienes se quedan en esa franja inferior son las poblaciones, colectivos o grupos sociales que llamamos históricamente vulnerados. Por ejemplo, si soy migrante voy a estar en una posición de desventaja en torno a las personas que no lo son; si tengo una discapacidad voy a estar en una posición de relativa desventaja. Así es como se entienden los techos de cristal, que es un concepto que viene del movimiento de mujeres, para explicar que si bien no hay una ley que prohíba que las mujeres lleguen a los máximos cargos jerárquicos en empresas o en política, no llegan, y si lo hacen son la excepción y no la regla. Este concepto, esta metáfora de techo de cristal -que no se ve, que es invisible-no tiene que ver con cuestiones jurídicas, sino con cuestiones de prejuicio social. En este caso, siguiendo con el ejemplo del eje de género, existe el prejuicio de que los lugares de liderazgo en nuestra sociedad son solamente para los varones, o que los varones intrínsecamente somos los más aptos o que tenemos más posibilidades de liderazgo. Estoy dando un ejemplo sobre el eje del género, pero se puede aplicar a todos los demás ejes y considerar que eso es lo que llamamos interseccionalidad, que es una perspectiva que trata de no dejar afuera a ningún aspecto, sobre todo cuando el Estado diseña políticas públicas que se suponen universales, es decir para toda la ciudadanía, no dejar afuera a nadie.

-No deja afuera exprofeso pero sí lo hace en la práctica cotidiana…
-Ese es el problema, que muchas veces en la práctica esto se queda en lo formal. Por eso nos preguntamos: ¿Más allá del ordenamiento jurídico, hay una real igualdad de oportunidades? Venimos comprobando que esto no es así, de ahí surgen las políticas de equidad, que es el Estado reconociendo que no toda la ciudadanía parte del mismo punto de partida, con lo cual una persona que es migrante, trans, que está racializada, que tiene una discapacidad, que vive con VIH; una serie de cuestiones que todavía son estigmatizadas y por las cuales se sufre un prejuicio social, por pertenecer a estos grupos sociales; va a estar en una posición de mucha más desventaja respecto a un varón heterosexual, cisgénero, que no tiene una discapacidad, y demás. Esta es la perspectiva interseccional que nos permite reconocer diferencias que van más allá de lo formal y que tiene que ver con el día a día y la práctica. Esas políticas de equidad son las que vienen atacando los medios de comunicación y los líderes políticos emergentes, que vienen criticando eso, señalando eso como si fuesen privilegios; entonces se habla de que no existen las brechas de género, sino que las mujeres tienen privilegios en nuestro país, y lo mismo aplica a otros grupos históricamente vulnerados, quitándole todo ese contexto que permite entender que son nada más que algunos esfuerzos -siempre insuficientes- que hace el Estado para tratar de equilibrar esa balanza que de por sí está desequilibrada en detrimento de estas poblaciones. Entonces se estigmatiza este tipo de políticas y a los partidos políticos que las vienen trabajando, porque si nos ponemos a pensar en nuestro país, casi todas estas políticas de equidad, relacionadas a las leyes que tratan de apuntar a una equidad de género, de establecer cupos mínimos para emplear a personas con discapacidad, personas trans, que de otra manera en la práctica no serían empleadas, son las que vienen siendo estigmatizadas; pero los partidos políticos también vienen siendo estigmatizados, y esto genera violencia simbólica, porque los medios de comunicación vienen trabajando esto desde hace muchos años, no solamente en este contexto electoral donde se habla de campaña negativa, campaña sucia o campaña de miedo, cuando en realidad esto viene siendo trabajado por muchos líderes políticos y medios de comunicación hace muchos años. Y como siempre decimos: la violencia simbólica siempre tiene un correlato en la violencia física, pensemos por ejemplo en el intento de magnicidio que sufrió la vicepresidenta (Cristina Kirchner) el año pasado; en este análisis que hago, no solamente ella, como mujer política, encarna ese objeto de violencia, sino el espacio político que representa, que hace bandera de la justicia social y de generar políticas para estos grupos; y esto lo vimos también con la elección del domingo: Sergio Massa dio vuelta la elección de las PASO, en las que había quedado en tercer lugar, a casi 7 puntos de Javier Milei –que lo podríamos caracterizar como un líder emergente- que representa este ataque a las políticas sociales, cuando dice, por ejemplo, que los derechos cuestan, que alguien tiene que pagarlos, que la justicia social es una aberración y viene a apuntar específicamente a organismos del Estado que se encargan de esas políticas, como el Ministerio de la Mujer o al Inadi por ejemplo. Esto tiene un impacto en la ciudadanía, porque hay un perfil de Instagram (Indignado) que sacó una serie de placas donde sorprende la violencia simbólica que se maneja, no solamente criticando a Unión por la Patria, sino comparando a quienes votaron por Sergio Massa como monos, como que no tienen cerebro y en algunos casos dicen “país de pelotudos”, “te merecés comer mierda”; cuestiones muy fuertes, muy violentas, que de alguna manera se plasman en los discursos violentos de algunos políticos y también de los medios de comunicación, que vienen permitiendo también que se maneje este nivel de discusión política.

-Esta página, particularmente, viene construyendo desde hace mucho tiempo, mentiras completas a partir de medias verdades.
-Así es, y al igual que esos medios de comunicación hegemónicos que mencionaba hace un rato, vienen trabajando esta línea hace mucho tiempo, por eso lo vinculé también con el intento de magnicidio que sufrió la Vicepresidenta el año pasado. Quienes votan esta opción, ¿Les preocupa realmente la supuesta corrupción, estar en desacuerdo con que supuestamente ellos tengan que pagar con sus impuestos, o con su trabajo, “mantener vagos” que ya de por sí es estigmatizante decirlo, o si en realidad no les importa la economía sino que lo que está mediando este rechazo está relacionado a sesgos de clase, sesgos racistas, sesgos sexistas, y todas estas estigmatizaciones que tienen su matriz y su origen en este sistema de jerarquizar a ciertos grupos sociales para en primer lugar, quitarles valor y en segundo lugar atacarlos y pretender dejarlos sin derechos, es decir que el Estado no sea para ellos? Lo preocupante de esto es que muchos de los discursos y consensos sociales que había en torno a esto vinieron a ser cuestionados muy fuertemente en este contexto, aprovechando quizás la crisis, la situación económica, que claramente es desfavorable y que necesita ser contenida, corregida, mejorada, pero también es la excusa para empezar a deslegitimar un montón de discursos, relacionados con muchas otras cuestiones que nada tienen que ver con la economía.