Las crisis económicas no presentan solamente desafíos financieros sino, también, tienen un impacto significativo en la salud mental de las personas, en particular en las clases media y baja. La inversión en salud mental y el apoyo colectivo son fundamentales para abordar esta problemática y prevenir problemas graves en la salud mental de la sociedad, producto de sucesivas crisis, advierte el licenciado en Psicología, Nicolás Andorno, en Plural TV.

Viernes 10 de noviembre de 2023. El licenciado en Psicología Nicolás Andorno abordó la relevancia de la salud mental en el contexto de la crisis económica que afecta a la sociedad. En este enfoque, recordó la importancia de considerar la salud mental no solo en términos de la atención a trastornos mentales, sino como un aspecto integral de la realización personal y el desarrollo individual, con un fuerte impacto en la capacidad de funcionar en la sociedad.
En la columna que Andorno desarrolla en Plural TV, destacó que, en la actual crisis económica que afecta principalmente a la clase media y baja, las personas enfrentan pérdidas materiales pero también emocionales. La disminución del poder adquisitivo, que a menudo determina la participación social en una sociedad de consumo, conlleva frustraciones y obstáculos en la vida cotidiana. Si bien las frustraciones pueden ser estimulantes en ciertas situaciones, cuando se vuelven constantes y sin solución, pueden llevar a la depresión, la ansiedad e incluso el riesgo de suicidio, dijo.
En este contexto también hace hincapié en la falta de evaluación de estos impactos en la sociedad y la deuda pendiente del Estado en la inversión en salud mental, como lo establece la Ley de Salud Mental de 2011. Además, mencionó que las crisis económicas afectan la accesibilidad a tratamientos profesionales de salud mental, lo que lleva a que las personas busquen apoyo en amigos y familiares, lo que a su vez puede dar lugar a conflictos y crisis personales.
Andorno destaca la importancia de abordar estos problemas de manera colectiva y promover la comunicación y el apoyo entre las personas como un medio efectivo para prevenir problemas de salud mental. También señala que la incertidumbre en el ámbito político agrava la situación, ya que las políticas insuficientes y la falta de presupuesto obstaculizan la prevención de problemas de salud mental y enfocan los esfuerzos en el tratamiento de enfermedades.
En comparación con la pandemia, Andorno señala que, a pesar de la crisis económica, la capacidad de las personas para reunirse y comunicarse mejoró, lo que le parece beneficioso para la salud mental. Sin embargo, la acumulación de crisis consecutivas, como la económica y la pandémica, aumenta la impotencia y la incertidumbre, lo que afecta negativamente la salud mental de las personas.

Nicolás Andorno en Plural TV

-¿Nicolás, con qué tema venís hoy?
-Voy a hablar sobre salud mental y crisis económica. En principio, es importante empezar a pensar en la salud mental más allá de la atención del “loco” o de la persona que tiene un padecimiento mental. La idea es pensar a la salud mental, no como lo que cura la enfermedad mental sino pensarla en términos positivos, sobre todo como la capacidad de realización personal, de desarrollo, que nos permite funcionar socialmente. La salud mental tiene que ver, sobre todo, con las posibilidades de circulación social. Además, los tratamientos que se hagan a las personas que tienen un padecimiento mental apuntan hacia la circulación, a la capacidad del sujeto de hacer redes, con lo cual también hay que trabajar desde un enfoque de derecho y no solo para mejorar las posibilidades de funcionamiento social del sujeto, sino para que la sociedad sea más inclusiva y le dé un lugar a todos. Cuando me plantearon la posibilidad de abarcar la salud mental desde la crisis económica que estamos viviendo me pareció algo muy significativo, porque la crisis que estamos viviendo es muy visible y sentida por todos, sobre todo por las clases media y la baja. En una sociedad que se propone como una sociedad de consumo y donde muchas veces la capacidad de formar parte de la sociedad tiene que ver con el poder adquisitivo, con el poder de consumir algo, donde a veces es el consumo lo que te da participación social, cuando el dinero nuestro vale menos, la realidad es que el sujeto se enfrenta a un montón de pérdidas, por un lado a pérdidas materiales, donde sus ingresos valen cada vez menos, lo que conlleva a menos posibilidades de llegar a fin de mes, pero también pérdidas emocionales, afectivas, vinculadas a veces a los objetos de los que se la persona se tiene que deshacer para sostener su vivienda. Estas pérdidas, frustraciones por las que va transitando el sujeto a nivel individual también obstaculizan sus posibilidades de circulación social. En términos generales, las frustraciones y las pérdidas no son malas, de hecho, muchas veces la incertidumbre nos lleva a desarrollar nuestro máximo potencial de creatividad, nos pone creativos para buscarle la vuelta, el tema es que cuando el sujeto intenta buscarle la vuelta, poner en juego sus recursos de creatividad y asimismo no llega, esa frustración se torna permanente y constante, no es solamente una frustración relacionada a una situación determinada, sino que es una frustración frente a vérselas frente a la familia, a las personas con las que se comparte un trabajo, una frustración que aparece en distintos ámbitos de la vida del sujeto.

-¿Se evalúan todos estos impactos desde la salud mental?
-Creo que no se evalúa y me parece que es una deuda que tiene el Estado de invertir en salud mental, o al menos comprometerse en cumplir con la Ley de Salud Mental que se reglamentó desde el año 2011, y con el nivel de Presupuesto nunca se cumple. Se han generado un montón de avances, pero son muchos más los desafíos que los logros alcanzados por parte del Estado en materia de salud mental. Cuando esta frustración no es algo que te mueva a generar tus recursos de creatividad, sino que cuando ponés en juego esos recursos la frustración se torna más intensa porque no hay salida, no hay vuelta, porque el dinero es un real con el que todos tenemos que convivir y buscarle la vuelta, y cuando no hay vuelta esa frustración, lejos de ser positiva y desafiarnos a una situación de desarrollo, de crecimiento, nos deja en una situación de impotencia, lo que luego genera cuadros de depresión, relacionada más que nada a una cuestión de resignación, a bajar los brazos y dejar que las cosas sucedan; hay cuadros de ansiedad. La ansiedad como un sentimiento humano no tiene nada de negativo porque nos prepara para una situación desafiante y de prueba, pero cuando esa prueba es imposible de alcanzar, esa ansiedad se torna patológica porque el sujeto no sabe qué hacer con esa ansiedad y no puede hacer nada para controlarla porque todo lo que hace termina siendo infructífero. También hay casos de riesgo de suicidio, y cuando estos cuadros no suceden, ocurre una situación de altere de las personas que están muy nerviosas y que están al borde de la crisis personal todo el tiempo, algo que como sociedad vamos a estar enfrentando y que tiene que ver a veces con las situaciones de violencia, de autoagresividad, de conflictos en el tráfico, ya que obviamente que todos andamos alterados cuando la economía aprieta.

-¿Esto se puede medir u observar en lo social?
-Hay un estudio del Observatorio de Psicología Social de la UBA que viene planteando cuadros de ansiedad, depresión y riesgos de suicidio más elevados que en la pandemia, para que dimensionemos la gravedad de la situación. Además, el tener el poder adquisitivo reducido hace que no todos puedan acceder a un tratamiento de salud mental profesional. El mismo observatorio planteaba que las mismas personas que no podían pagar un psicólogo y que desde el Estado no se les brindaba una atención efectiva, lo que sucedía es que terminaban hablando con amigos, con familia, lo que incrementaba la cantidad de separaciones, de crisis de pareja o familiares que venían sucediendo. Lo veo en el consultorio, pacientes que están en una situación emocional muy complica, con un cuadro de ansiedad muy grande pero que no pueden pagar la consulta, no pueden sostener el tratamiento. Así es que la situación económica de mucha exigencia que despierta cuadros de ansiedad y depresión, cuando a una persona se la expone a una situación de crisis constante, y a esto se le suma la falta de atención de los abordajes en salud mental. Entonces todo tiene que ver con todo, es una como una bola de nieve bastante complicada y me parece que en ese sentido el Estado debe poder invertir un poco más.

-¿Es la misma evaluación para las crisis económicas que en la crisis social o política?
-No es lo mismo, porque en las crisis sociales o económicas la salida es colectiva; frente a las crisis emocionales individuales, donde si bien el sujeto necesita de vínculos de los que aferrarse, muchas veces la situación de crisis o a los cuadros psicopatológicos terminan desgastando esos vínculos, entonces el sujeto termina quedando solo o más complicado. Mi recomendación como profesional de salud mental es que, si se tiene las posibilidades de acceder a un tratamiento, lo hagas, no te dejes estar porque después se torna más complicado y a veces deviene en situaciones que después implican costos mucho más altos que un tratamiento; y por otro lado, júntense a charlar de esto, con amigos, con colegas, con la familia. A los temas hay que abordarlos y hay que hablar de esto, ya que la palabra, un abrazo, una palmada de compresión del otro o pensar que el otro también está en la misma situación, ayudan mucho.

-Estás hablando de una salida colectiva…
-Absolutamente, siempre las mejores salidas son colectivas. Lo que sucede es que cuando esto toma un terreno individual de una patología mental como un cuadro de ansiedad, de depresión, de riesgos de suicidio o una persona que producto de las crisis que va teniendo por la situación de impotencia e incertidumbre en la que vive genera crisis que van socavando esos vínculos familiares y sociales, se genera un corte de esas redes; por eso mi recomendación es que se puedan reunir, hablar de esto y generar esa situación de compañía.

-¿Cómo analizamos desde la salud mental la incertidumbre en lo político, en este contexto que vivimos?
-Es el resultado de las gestiones que se vienen realizando. Muchas veces se sanciona leyes que después no se está a la altura para reglamentarlas, como pasó con la Ley de Salud Mental, que se reglamentó en el año 2011 y el presupuesto está muy lejos de lo que plantea la Ley. Así es que cuando no hay presupuesto es muy difícil construir en salud mental dispositivos que prevengan patologías mentales, y que no estemos siempre tratando la enfermedad. Me parece que la crisis política que existe tiene que ver con una situación real que les pasa a los ciudadanos. De hecho, si nos ponemos a pensar Milei es un producto del peronismo, creo que si la dirigencia política hubiese hecho las cosas distintas, no hubiese sido una cuestión solamente discursiva, sino cuestiones de inversiones reales; creo que Milei no tendría la cantidad de votos que tiene. Son cuestiones que hay personas que están más preparadas para opinar sobre ellas, yo lo pienso desde el campo de la salud mental, que es un campo interdisciplinario, intersectorial, en el cual uno debate con otros saberes y todo el tiempo está puesto en juego el cuestionamiento al saber propio, desde este contexto es lo que yo podría decir. Mi recomendación apunta más que nada a pensar la salud mental en términos más amplios, y las recomendaciones para las personas que están pasándola mal en este momento es que puedan juntarse, generar espacios para charlar esto. Cuando no se puede pagar una ayuda profesional, que los recursos sean recursos naturales, de juntadas con amigos donde se pueda charlar esto, donde se ponga en juego la palabra. Esto previene mucho los cuadros de ansiedad, depresión, y sobre todo los suicidios.

-Recién hiciste una comparación entre la pandemia y esta situación. ¿Qué se observa más en un lado y más en el otro, qué elementos sobresalen?
-Si hay algo que favorece la situación actual es que uno puede juntarse, algo que en la pandemia no se podía. Coartar las posibilidades de intercambio personal nunca le hizo bien a la salud mental de las personas. Me parece que, si bien la situación que enfrentamos hoy es otra, relacionada con no poder llegar a fin de mes, y cuando ya veníamos de una situación de desgaste de la economía familiar desde la pandemia, creo que la inflación complicó mucho más la situación; pero ahora nos podemos juntar, podemos generar espacios de reuniones y mayores intercambios.

-Estas dos crisis se potencian…
-Totalmente, tratamos de salir de una y nos caemos en la otra con muy poco tiempo entremedio. Por eso yo destacaba la impotencia, la frustración o esta incertidumbre respecto al futuro, por ejemplo, qué vamos a hacer de vacaciones, la clase media se pregunta “¿Qué vamos a hacer en las vacaciones, dónde vamos? Por las dudas me quedo en mi casa porque no sé cómo va a venir el año que viene”, piensan. Hay incertidumbres y frustraciones que te desafían y te llevan a pensar recursos y generar creatividad, a poner tu creatividad en juego para poder superarlas, relacionadas a la resiliencia, pero hay frustraciones e incertidumbres que lo único que generan son situaciones de crisis individuales, crisis de pareja, de familia y cuadros psicopatológicos sin posibilidad de consultar a un profesional porque no hay recursos económicos para pagar la consulta, convengamos que en su mayoría los tratamientos de salud mental son privados porque no hay inversión del Estado.

-¿En estos casos no importa la edad ni las clases sociales, nos atraviesan a todos?
-Así es. Por parte de la clase alta habrá especulaciones como siempre. Pero en lo que respecta a la clase media y baja son las más afectadas, como siempre. Me parece que una de las cosas que se ponen en cuestión es la estabilidad a la hora de emprender un trabajo o de crear un emprendimiento laboral en este contexto, donde hay mucha incertidumbre porque se piensa dónde y cómo invierto. Digo esto porque el trabajo es una de las áreas más importantes que tiene la persona para pensar su salud mental, ya que es imposible que en una situación de desocupación, de que tus ingresos no alcanzan para llegar a fin de mes, pensar en una situación de salud mental, y más en este contexto social, económico y político.

-¿Sirve como consuelo decir que estamos acostumbrados a las crisis o cada crisis tiene más impacto?
-No. Cada crisis te desafía a pensar cuestiones, pero si no hay una salida, si no hay un panorama claro, si la mayoría de los jóvenes están pensando en irse del país y uno no puede planificar qué va a hacer el año que viene, me parece que es una crisis distinta, que genera más impotencia y no genera posibilidades de superación.