Cualquier dispositivo que contribuya al «acto teatral » es bienvenido, sostiene el actor Salvador Giménez pero advierte que si los recursos tecnológicos son usados de manera indiscriminada, como un fin en sí mismo, desmereciendo la calidad artística, oscureciendo ese ritual del encuentro vivo : obra, actores y público, no sirve sino para distraer.. Es teatro muerto
