La crisis emocional es un fenómeno humano común que merece una comprensión profunda y una respuesta compasiva. En lugar de centrarse en las conductas disruptivas, “debemos mirar más allá y reconocer la necesidad de apoyar a quienes atraviesan una crisis. La crisis no es un obstáculo a evitar, sino una oportunidad de crecimiento y superación. Como individuos y como sociedad, podemos desempeñar un papel importante al promover la comprensión y la empatía hacia aquellos que enfrentan estas situaciones. La crisis emocional no debe ser estigmatizada ni marginada, sino abordada con compasión y solidaridad”. Así, Nicolás Andorno, licenciado en Psicología, desglosa en Plural TV este tema desde una perspectiva fenomenológica, destacando la importancia de entenderla como una oportunidad de superación en lugar de convertirla en un estigma.
Viernes 15 de septiembre de 2023. En un mundo donde se habla constantemente de crisis de diversa índole, es esencial analizar de cerca la crisis emocional, un fenómeno que a menudo pasa desapercibido. El licenciado en Psicología, Nicolás Andorno, columnista de Plural TV, aborda este tema desde una perspectiva fenomenológica, destacando la importancia de comprenderla y acompañar a quienes la experimentan.
La crisis emocional se manifiesta a través de conductas desadaptadas y disruptivas, que a menudo son malinterpretadas por quienes las presencian. En este artículo, expone los procesos mentales subyacentes a estas conductas y la relación entre la crisis y los recursos del individuo para enfrentar esa situación.
Andorno recordó que las crisis emocionales se presentan como momentos de desorganización mental intensa. Las personas que las experimentan pueden exhibir conductas que van desde llorar y gritar hasta autoagredirse o agredir a los demás. Estas conductas a menudo llevan a la estigmatización, la etiquetación y el malentendido por parte de quienes observan desde afuera. Es fundamental reconocer que estas conductas no definen a la persona, sino que son una expresión de su incapacidad para lidiar con una situación problemática específica en ese momento.
La crisis emocional se caracteriza -dijo- por un desequilibrio entre los recursos del individuo y la situación problemática que enfrenta. Los recursos incluyen las habilidades y estrategias que una persona tiene a su disposición para afrontar los desafíos de la vida. El lenguaje se presenta como un recurso crucial en este contexto, ya que permite expresar y comprender las emociones. Cuando una persona carece de los recursos necesarios para enfrentar una situación, la crisis se desencadena.
Pero las crisis también son una oportunidad de superación, planteó Andorno, al destacar que es importante entender la crisis emocional como un fenómeno transicional que lleva a un cambio en la vida de una persona. En lugar de temerla o evitarla, debemos reconocerla como una oportunidad para el crecimiento y la superación personal. La crisis “nos obliga a replantear nuestras formas de interactuar con el mundo y a desarrollar nuevos recursos para enfrentar los desafíos cotidianos”.
En ese sentido, dijo además que cualquier persona puede convertirse en un apoyo para aquellos que atraviesan una crisis emocional. La empatía y la comprensión son fundamentales. Lo que puede parecer insignificante para uno puede ser una carga abrumadora para otro. La clave está en acompañar y ayudar a la persona a desarrollar los recursos necesarios para afrontar sus desafíos de manera más efectiva.
Nicolás Andorno en Plural TV

-¿De qué tema vas a hablar hoy Nicolás?
-De la crisis emocional. Se habla mucho de las crisis, de las personas que están en crisis, de las parejas en crisis, de los países en crisis; pero vamos a hablar particularmente de la crisis personal, emocional de una persona. Fenomenológicamente, desde lo observable, de lo que podemos ver, se trata de una persona que tiene conductas desadaptadas, disruptivas, conductas de las que después, cuando vuelva a organizarse va a estar avergonzada. Son conductas bastante antisociales como llorar, gritar, insultar, autoagredirse, agredir a los demás; a algunos les da un ataque de risa, otros convulsionan, algunos se desmayan, algunos se agarran la cabeza. Las crisis emocionales tienen que ver con un momento de desorganización muy fuerte. Me interesa dejar bien en claro cómo es fenomenológicamente, cómo nos podemos dar cuenta de si alguien está sufriendo una crisis, porque la persona actúa un poco como un loco, actúa disruptivamente. Y lo que voy a tratar de dar cuenta es cuáles son los procesos mentales que subyacen a esos comportamientos muchas veces desadaptados, que las personas muchas veces son etiquetadas en función de esos comportamientos y no se dan cuenta con que tienen que ver con un momento, con un instante y sobre todo un momento de alteración, de desorganización mental muy fuerte. A veces las crisis de una persona terminan siendo abordadas por otros discursos hegemónicos, como el discurso jurídico, etiquetando o determinando que una persona en crisis es violenta, suicida, loca, insana. Entonces me interesaría pensarlo como un fenómeno humano que cualquiera puede tener, que todos hemos tenido en algún momento una crisis y que muchas veces convivimos con personas que entran en crisis, cómo poder pensarlo desde el discurso de la salud mental. En principio hablamos de un estado de desorganización en el sentido que el sujeto no está organizado, no puede responder por sí mismo, no está en sus cabales, un desborde, alteración, perturbación, es un estado donde el sujeto claramente pierde control sobre sus propias reacciones; si tuviera control no se estaría exponiendo a la escena social vergonzosa que muchas veces se expone uno. Esto es lo que observamos, pero ¿qué le pasa al sujeto dentro? Le pasa que esta crisis está caracterizada con que los recursos con los que cuenta el sujeto en ese momento no le alcanzan para enfrentar una situación problemática determinada, o sea que hay un desequilibrio entre los recursos con los que cuenta el sujeto y la situación con la que está lidiando. Cuando hablamos de recursos nos referimos a las formas que tiene la persona para resolver o enfrentar una situación determinada, sobre todo voy a apelar al recurso de la palabra como un mediador simbólico que se pone en juego a la hora de enfrentar eso; vamos a hablar de un sujeto que es incapaz de enfrentar una situación, no porque no tenga ganas, o porque le dé fiaca hacerlo, sino porque realmente no estaría contando con recursos necesarios para enfrentar esa situación. Por lo tanto, esa situación lo está desbordando. Yo planteo esta cuestión con dos ejes: por un lado una situación problemática determinada y por otro lado un sujeto incapaz de asimilar, de enfrentar esta situación determinada. Hay personas que tienen recursos para enfrentar esta situación, entonces directamente la resuelven, la enfrentan, la asimilan, la superan y pasa, se controlan; pero hay personas que no tienen tantos recursos y son quienes están más expuestos a desbordarse en situaciones que a otras personas no les pasa. Entonces las personas que tienen más recursos que otras dicen “si yo no me desbordo o si no hago locuras frente a esta situación, por qué él se está habilitando a hacer eso”. Suele suceder que muchas veces uno termina poniendo el acento en la situación problemática y se olvida del sujeto. Muchas veces lo explico en las clases y una vez concluida la explicación, les pregunto cuáles pueden ser las causas de una crisis, que es una pregunta engañosa, y enseguida los que escuchan esto responden idiosincráticamente lo que uno por inercia responde, como que las causas de una crisis puede ser que te roben en la calle, la muerte de un hijo, que descubras una infidelidad de tu pareja, que un amigo te traicione, que pierdas el trabajo, que pierdas plata en la calle, que choques el auto; y las personas tienden a hacer esto, a poner el foco en la situación problemática, pero la crisis no es generada por la situación problemática, sino por la escases de recursos que tiene el sujeto. Si lo planteamos de esta manera vamos a ver en la crisis una excelente oportunidad para ayudar al sujeto a desarrollar recursos para que pueda enfrentar esa situación en vez de estigmatizarlo, castigarlo, discriminarlo y demás, lo que está necesitando el sujeto es un otro organizado que pueda ayudar a ese sujeto a enfrentar esa situación problemática.
-¿Quién puede ser ese otro?
-Ese otro puede ser cualquier otra persona que esté dispuesta a comprometerse con la escena y pueda tener un nivel de empatía y pueda entender que quizás para él sea una pavada lo que está pasando, para el otro es un dramón gigante, es algo con lo que no puede lidiar, es algo que no puede enfrentar, ni resolver. Cuando planteamos estas cuestiones, la crisis se presenta como una situación claramente desagradable para la persona y para el contexto también, y muchas veces se presenta como un incendio a apagar, como algo que hay que evitar, prevenir. A veces los profesionales de salud mental planteamos que las crisis, lejos de ser algo para evitar o para prevenir, muchas veces son algo que tenemos que promover para que el sujeto caiga en la cuenta de que no está tan buena la manera en que venía funcionando hasta hoy en la vida y que necesariamente tiene que esforzarse para incorporar nuevos recursos para estar más preparado para enfrentar la vida en el día a día. Muchas veces para que el sujeto se dé cuenta de esto no alcanza con una palabra, muchas veces el sujeto debe transitar esa situación de crisis, de desborde para realmente caer en la cuenta de que así como están las cosas no puede seguir y que necesita ayuda, manejarse de otras maneras, incorporar nuevos repertorios de respuestas posibles a una determinada situación.
-¿Cómo se logra eso?
-Al principio es necesario pensar a las crisis como un fenómeno transicional, porque es de tránsito, por un momento que te lleva hacia otro momento de tu vida. Cuando hablamos de un fenómeno transicional nos referimos a que de alguna manera uno nunca es el mismo antes que después de vivir una crisis. Uno se puede hacer el tonto frente al discurso, frente al señalamiento del otro, pero uno no se puede hacer el tonto frente a la propia crisis, por eso me parece que la crisis como fenómeno transicional es interesante destacarlo porque eso es lo que nos lleva a la resolución, es un salto hacia otro momento de nuestra propia vida. Está bueno pensarlo de esta manera porque en este sentido la crisis constituye una posibilidad de superación. Entonces lejos de evitarla la idea es acompañar, no asustarse, entender que es una situación de desborde que puede tener cualquiera y sobre todo tener empatía, acompañar y no solamente ayudar a superar esa situación problemática, sino generar los recursos necesarios para que la persona en la vida esté más superada y sea más resiliente.
-Me parece importante preguntar cómo incorporar esto para manejarlo de verdad, que no quede en una cuestión de que si me pasa tengo que ir a hacer un tratamiento, sino en el día a día.
-Me parece que en un principio hay que registrarlo y darle cabida, decir esto me dejó sin recursos, yo pensé que podía con esto y no pude. Implica un replanteo de los mecanismos con que uno funciona en la vida, un replanteo de la forma en que veo el mundo, de la forma en que veo una realidad determinada, una realidad de padre, de pareja, familiar, laboral. Hay que darle mucha cabida a la crisis porque es algo que como fenómeno transicional te lleva a replantearte todas las formas en que te vinculás con el mundo. Hay un poema de Albert Einstein que quisiera leerles que me parece muy interesante en este sentido de pensar a la crisis como una oportunidad de superación: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.
«La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
«La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
«El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
El físico de la teoría de la relatividad escribió ese poema, que me parece una genialidad.
-¿Este tema está en la agenda de la salud mental?
-Siempre la crisis aparece transversalmente, pero me parece que hoy la crisis está más dominada por discursos hegemónicos que no tienen que ver con la salud mental, el discurso biomédico: “mediquemos para evitar la crisis”, el discurso jurídico: “etiquetémosla punitivamente” o desde el discurso idiosincrático marginador de siempre: “marginemos al loco”.
-¿Cuál es la crisis emocional más difícil de detectar en nosotros mismos?
-Creo que todas las crisis son duras porque depende de cada uno, es muy subjetivo, muy individual, lo que para uno pueda parecer una pavada, para otro es el fin del mundo. Entonces, me parece que la crisis se debe evaluar como un fenómeno humano e individual.
