Ante un periodista porteño desorientado, Closs reafirmó la vocación federal del movimiento Renovador. En una entrevista con Clarín reiteró que “a nosotros que no nos espere en su bloque ni Pichetto, ni Cristina ni Cambiemos. En este caso, de movida iremos a un bloque propio».

Posadas (Viernes, 20 de octubre) Significativas definiciones de Maurice Closs ayer en Clarín cuando dijo: “Yo no discuto ideológicamente el gobierno de Macri, sí me preocupa su forma de concebir el poder, la política y el reparto de los recursos en el territorio. Es muy centralista”.
En la nota que le hizo Carlos Galván, Closs pareciera que descolocó tanto al medio como al mismo periodista, que pretendían encasillarlo o alinearlo desde la lógica porteña de abordar, no sólo la política, sino la realidad misma. Como contando porotos en forma un tanto ansiosa lo que le interesa al poder real es cómo va a jugar después de las elecciones la Renovación. El misionero fue contundente “a nosotros que no nos espere en su bloque ni Pichetto, ni Cristina, ni Cambiemos. En este caso, de movida iremos a un bloque propio». Y Clarín considera que esas declaraciones son un anticipo. Y se preguntan y le preguntaron por las razones de un bloque propio si ellos tenían computado a Closs y la Renovación como parte del Frente Para la Victoria. La pregunta en sí desnuda el total desconocimiento que se tiene en Buenos Aires de las realidades provinciales. Misiones para los porteños es Cataratas y Yerba. Nada más. Y en política se encuadra a todos desde los alineamientos nacionales.
Le explicó Closs al periodista que “un bloque propio es el que te permite estar en la mesa de Labor Parlamentaria, influir en las discusiones de agenda del Senado y tener este sesgo territorial definido, propio, que nos va a mostrar en oportunidades como aliados del Gobierno Nacional y en otras como opositores. Si nos quieren sacar una ley, por ejemplo, para darle plata al Fondo del Conurbano Bonaerense y les sacan guita a los misioneros, nos van a tener como opositores. Y una ley de reforma fiscal que baje la presión tributaria a Misiones, que es una de las más jodidas en términos de coparticipación federal, ahí nos van a tener de aliados”.
Es lo que desorienta a los analistas del puerto. Allá sos K o anti-K, sos M o anti-M. Hay un gran desconocimiento de los procesos sociales, políticos y económicos de las provincias.
No se entiende en Buenos Aires que en 2003 aquí en Misiones, la irrupción del movimiento renovador constituyó una ruptura con esa lógica de hacer política con mandatos de Buenos Aires. Ayer lo subrayó Hugo Passalacqua en la entrevista con este medio: “el proyecto misionerista significa que nadie de afuera venga a decirnos lo que tenemos que hacer, no somos subsidiarios de un gran proyecto nacional. Lo digo con mucho respeto, muchas veces los proyectos nacionales no coinciden con los proyectos provinciales”.
Es el punto: muchas veces los proyectos nacionales no coinciden con los proyectos provinciales. Diríamos que nunca coincidieron o al menos desde la derrota del proyecto artiguista de los pueblos libres. La mentada etapa de la organización nacional tuvo a Misiones relegada al suministro de materias primas y mano de obra barata. Se entiende en el esquema agroexportador, pero un análisis a fondo pone en evidencia que ninguno de los dos movimientos populares del siglo XX modificó la estructura de dependencia interna de las provincias con Buenos Aires.
Es lo que pasa por alto el abordaje del periodista de Clarín cuando su dura ortodoxia lo lleva a convencerse de que la Renovación era kirchnerista y ahora no lo es y trata desesperadamente de encasillarlo, si es K, si es M, si Cristina, si Pichetto (Pichetto?, por favor) o si formarán un interbloque de partidos provinciales. La Renovación nunca fue kirchnerista si bien la ruptura con los viejos partidos se montó en la reconstrucción del poder de la política encarada por la presidencia de Néstor Kirchner. Es en ese sentido también producto de la crisis de representación del 2001. Hay que recordar que en el caos de entonces, cuando Duhalde convocó a elecciones anticipadas para salir del estado de semi-anarquía que se vivía, Carlos Rovira, aquí en Misiones apostó por Néstor cuando la cabeza del peronismo, entonces liderado por Ramón Puerta se jugó con Menem. Y Rovira era gobernador. Su respaldo a la candidatura de Néstor tuvo entonces repercusión nacional por la envergadura institucional que cargaba. Fue la inversión de los tradicionales movimientos del centro a la periferia. No todos creían en la viabilidad de la ruptura con el centro. Pero la consagración de la Renovación en su primera prueba electoral le dio la razón a Rovira y Closs. El movimiento no era sólo la transversalidad que proponía Néstor sino la expresión de un profundo sentimiento identitario de los misioneros que, si uno atiende a las nuevas teorías que conciben al ser humano como un eslabón en la cadena de generaciones, descubre que existe una especie de lealtad invisible con el pasado en los que pueblos pueden buscar soluciones reparatorias para los hechos traumáticos que permanecen vivos pero sin resolución: como la emancipación.

Acto en Andresito

En tanto aquí, Economis, el sitio que dirige Juan Carlos Arguello informó hoy que “anoche Closs cerró la campaña en Andresito, acompañado por una multitud” y reproduce después un diálogo con el candidato, que hizo un balance de la campaña para reforzar el posicionamiento autonómico de la Renovación.
Subrayó a Economis que el principal desafío de la Renovación es “seguir profundizando un perfil provincial, a nivel nacional no seremos ni oficialistas ni opositores. Vamos a acompañar y ser aliados en las cosas que sean buenas para Misiones, opositores en las cosas que nos puedan perjudicar. Especialmente en el manejo de los recursos. Hay que ser colaborativos, contributivos, con ideas, proyectos, como la ley de feriados, para colaborar en lo que se pueda con Misiones.