Gonzalo Velasco, actor y propulsor de la obra Viejas Ilusiones que circula por escenarios posadeños, habla del proyecto, los ensayos, la puesta en escena y la respuesta del público.
Por Santiago Morales
Jueves 24 de noviembre de 2022. Petra, una mujer de más de 90 años, se siente ahora, más que nunca, con ganas de aprovechar el tiempo y cumplir su sueño: ser cantante y vivir con el amor de su vida. Para lograrlo deberá sortear el obstáculo más grande: Antonia, su madre, una mezquina mujer que hará de todo con tal que su hija siga atada a ella. Se quieren, odiándose.
En diálogo con Gonzalo Velasco, actor que personifica a Antonia y propulsor de la obra que circula por escenarios posadeños, cuenta el origen del proyecto, los pormenores de los ensayos, el proceso de la puesta, la respuesta del público posadeño y las sensaciones de subir al escenario de la mítica Sala Tempo, por última vez.
-¿Cómo nació la idea de hacer esta obra?
-Corría 2016 o 2017, yo trabajaba en Sala Tempo y Gaby Fiorito presentaba Viejas Ilusiones. Como soy iluminador los ayudé con las luces. Generalmente los directores no tienen mucha idea de iluminación. Me encantó la obra al punto que después la fui a ver dos veces a Buenos Aires. Se generó una buena relación. Me considero un tipo nostálgico, y la obra tiene mucho de nostalgia. Cuando terminó la pandemia, y se podía volver a ensayar de manera presencial, salí de mi iatus cuando me convocaron para una comedia dirigida por Adrián Vázquez. No sé por qué desaparezco dos o tres años y vuelvo. Fueron tres o cuatro ensayos pero la obra no salió. Ahí decidí llamarlo para dirigir Viejas ilusiones a él y a Cristian Ferri para el rol del otro personaje (Petra, la hija de 90 años). Sabía que les iba a gustar este tipo de humor, medio sarcástico, humor negro, medio jodido. Les encantó.
-¿Cómo fue la instancia de ensayos?
-Al ser tres tipos que no pueden vivir del teatro, los ensayos fueron difíciles, por los tiempos de cada uno. Yo, hasta hace tres años, vivía del teatro, pero con la debacle económica tuve que conseguir un laburo en una oficina. Cristian es docente, Adrián dirige otras obras, así que pudimos reunirnos una vez por semana, rara veces dos. Fue lento pero fue muy divertido ensayar; improvisamos un montón porque la obra te deja, porque los personajes te dejan. Hace mucho tiempo no me divertía y en teatro si no te vas a divertir, mejor no lo hagas. La norma general es que si no te divertís te vas; pasarla mal, no. Si el otro actor no te responde o no te da lo que necesitás para actuar, tenés dos opciones: o te abrís o te la bancás y tratás de actuar solo, pero siempre necesitás un estimulo, por eso dejé obras y el teatro por un tiempo. En Misiones falta escuela; hay mucha lectura y repetición de texto. Esta obra es de un solo acto y el director quería ensayarla de principio a fin; me costó un poquito eso, somos mañosos, pero salió bien. De abril a noviembre ensayando durante siete meses. De tanto ensayar ya decís “basta; quiero que haya público, música, luces, vestuario”; agarra ansiedad. Hay mucha gente que se aburre. Hay métodos para no aburrirse, pero después de tanto ensayo ya querés estrenar.
-¿Cómo fue la respuesta del público?
-La respuesta del público fue muy buena. Hacer comedia es difícil; hay que mantener cincuenta minutos haciendo reír. La primera función, confieso, que la hicimos muy mal, pero la gente se rió; la pudimos pilotear. A la tercera función fue poca gente; en Posadas la gente no va al teatro; pero se rieron muchísimo. Al día siguiente fue el triple de gente. Noto la buena respuesta del público cuando salgo al hall todavía con maquillaje y me dicen “me recordaste a la abuela tal, a la vieja tal”.
-¿Qué objetivos tienen con la obra?
-Mi objetivo es siempre transmitir, enseñar algo, dejar algo. Me gustó mucho esta obra, la elegí por las cosas de las que habla, las frustraciones de la vida, que nunca es tarde para vivir la vida que elegiste. Cuenta algo que a mí me gusta. Quiero que la vea mucha gente porque es muy linda. La idea es hacer gira por Misiones; ver cómo nos va; después alguna gira más grande, por la Mesopotamia tal vez. Me gustaría ir a Buenos Aires, a España, a Latinoamérica, pero eso ya no depende de nosotros.
-¿Qué personajes tenés en mente a la hora de elaborar esta mujer de 115 años?
-A la hora de crear a Antonia miré ciertos personajes en la tele que siempre me atrajeron; no los copié sino los miré. Porque es una vieja de 120 años; no es fácil de encontrar. Yeta la abuela de la serie La niñera por un tema físico y Mamá Cora, de Esperando la carroza. Igualmente espero que no haberles copiado nada y que la gente no pueda identificarme con ninguna de las dos; y la tercera, no mirarla sino acordarme, fue mi propia abuela; si bien era una muy buena señora, tengo recuerdos de una mina sarcástica, jodida, que pasó sus últimos años en silla de ruedas por eso me sirvió, tomé un par de gestos que me ayudaron a construir mi propio personaje.
-¿Fue necesario tomar clases de canto?
-Cuando canto en serio no canto mal, pero la vieja (Antonia) tiene una voz chillona, despareja; no me preocupo por entonar sino por desentonar porque sé manejar la voz, respirar; canto mal a propósito; elegí yo la canción “Non, je ne regrette rien” (en español “No, no me arrepiento de nada”), ya que el guión solo dice que el personaje canta en francés. Elegí la de Edith Piaf porque me pareció ideal.
-¿Qué obra quisieras hacer después de esta?
-Yo quería hacer una obra para chicos; fui animador, fui clown; una sola vez hice una obra para chicos con mi circo y me quedaron las ganas. Amor de Chocolate (de Beatriz Diebel) por ejemplo. Sino volcarme al drama, que es un género que hago poco; o el absurdo, algo de Becket. No sé si un drama realista; no va a ir nadie. No me puedo basar en lo quiere el público, sino estaría haciendo `colaless´.
-¿Cuáles son las sensaciones al pisar el escenario de Sala Tempo por última vez?
-Estrenamos en Sala Tempo porque el director es parte de la comisión directiva. Ensayamos ahí y generalmente uno estrena donde ensaya. Yo trabajé tres o cuatro años ahí con Luis Andrada y Chonchi, los creadores de Sala Tempo que después de 45 años en el mismo lugar, por vencimiento del contrato de alquiler, se muda el año que viene a un nuevo espacio así que Viejas Ilusiones emerge en un momento importante, de cierre de ciclo, de nostalgia.
-¿Cuáles son las próximas funciones?
-El viernes 25 de noviembre a las 21.30 habrá una función solidaria. Lo recaudado será destinado a un fondo para cuidados de los hijos de Mora de la Cruz, en El Galpón de la Murga. Alguna más en Sala Tempo, para la cual no hay fecha todavía. Y el domingo 27 de noviembre a las 20 horas en la Biblioteca Popular de Posadas, en la calle Córdoba 2069. Las entradas se pueden adquirir por WhatsApp al número 3764271028. El costo: mil pesos la entrada general. Pero hay promociones: dos entradas por 1800 pesos o tres entradas por 2400 pesos. La entrada para jubilados y estudiantes es de 800 pesos.
