Cuando Messi, al que tildaron de vulgar, y su equipo están haciendo crecer esta locura desenfrenada que se vive a todo fútbol en este país, en Quatar -donde se disputa la copa del mundo- y hasta en Bangladesh, aparecen los medios y sus escribas con este tipo de notas que vienen a atacar a todo lo que surja del pueblo, consciente de que la euforia por una tercera copa del mundo que puede ser realidad, alejará la vuelta de la derecha cipaya y enfriará los ánimos de la oligarquía vernácula por llegar al poder para hacer negocios, siempre para unos pocos.
Lunes 12 de diciembre de 2022. En un comentario clasista, un escriba del diario La Nación trató a Lionel Messi como un hombre vulgar, descortés e irrespetuoso. Lo hizo después del encuentro de fútbol donde la selección masculina de Argentina derrotó a los Países Bajos y después de que “La pulga” mostró su enojo con la forma en que los jugadores y el técnico del equipo contrario, los trató antes y durante el juego.
Fue un partido de fútbol más. Pero claro que no es sólo fútbol. Nunca fue sólo fútbol. Siempre es fútbol y negocios pero también es fútbol y sentimiento de unidad nacional, dónde solo estos muchachos pueden llevar al pueblo argentino, como el Diego y los pibes de Malvinas, lo sabemos.
Cuando Messi y su equipo están haciendo crecer esta locura desenfrenada que se vive a todo fútbol en este país, en Quatar -donde se disputa la copa del mundo- y hasta en Bangladesh, aparecen los medios y sus escribas con este tipo de notas que vienen a atacar a todo lo que surja del pueblo, consciente de que la euforia por una tercera copa del mundo que puede ser realidad, alejará la vuelta de la derecha cipaya y enfriará los ánimos de la oligarquía vernácula por llegar al poder para hacer negocios, siempre para unos pocos.
Entonces disparan, alineados, contra el que hoy se consolida como el ídolo indiscutido de un país quebrado y dividido, pero que no se alejó de esa unidad que solo el fútbol sostiene, como sostuvo en 1978 y como sostuvo en 1986. Lo están viendo; les duele esa pasión que lleva a las lágrimas de un país que se muestra como bloque, unido por el sentimiento que buscan desarmar. La Argentina unida es una potencia que no tiene comparación con nada y que el fútbol lo está mostrando, rescatando esa emoción permanente que contagia a propios y extraños, con la fuerza de una hinchada que alienta… que alñienta a sus guerreros a puro canto y con una energía que les mete miedo…. Sí, les mete miedo porque esa, así como la estamos viendo, es la Argentina que no quieren.
El poder real, los medios y sus escribas están pretendiendo volver a instalar aquello de civilización o barbarie que tanto les gusta. Solo les faltó pedir perdón, “¡querida Reina!” –emulando a Macri que se solidarizó con los españoles por la Independencia Argentina- por aquella y por esta barbarie de los hispanos que dicen basta, “o andá para allá bobo”, a los imperios que nos quieren de rodillas.
El escriba que tildó a Messi de vulgar también dijo que “desde hace algunas temporadas se intoxicó”. Como respuesta, el pueblo en las redes sociales entendió que con esa respuesta de enojo, se maradonizó, a su estilo… claro está.
Sabía el Diego; sabe la Pulga, sabe la selección, que el fútbol no se intelectualiza y que solo se vive a pura pasión, bancando los trapos y besando la camiseta. No en vano las empresas apelan a la metáfora de “ponerse la camiseta” cuando quieren que los empleados se banquen cualquier condición y no cuestionen nada: pero no, eso sólo pasa en el fútbol, esa cultura popular que nos iguala y nos vulgariza, más vale, rescatando una identidad tan pero tan fuerte que solo nos hace feliz, tremendamente feliz, a puro sufrimiento, claro.
Bienvenidos a la Argentina patriótica y vulgar, bienvenidos a nuestra Argentina patriota; bienvenidos a nuestra latinoamericanidad.