El derecho al cuidado está consagrado en la reglamentación internacional de Derechos Humanos y es una Ley reglamentada en la Argentina. Misiones también lleva adelante algunas acciones, sobre todo en el cuidado de la primera infancia, explicó Myriam Duarte en Plural TV, programa de Canal 4 Posadas.

Martes 31 de mayo de 2022. Las empresas que tengan más de cien empleados deben tener un espacio de cuidado para la primera infancia (para los que tienen entre 45 días y tres años de vida). Las que no llegan a ese número de empleados y no tienen la obligación de contar con un espacio propio, deben abonar a los trabajadores el 50 por ciento del valor de un espacio de cuidado, recordó Myriam Duarte en Plural TV, al hablar de la reglamentación del Artículo 79 de la Ley de Contratos de Trabajo, que establece la obligatoriedad de los espacios de cuidados para los empleadores. En Misiones, dijo, la provincia está avanzando en sumar más espacios de primera infancia -antes conocidos como guarderías-.
También recordó que el Estado nacional reglamentó el reconocimiento por cada hijo criado como un año de aporte a la jubilación, como instancias que visibilizan las tareas de cuidado como un derecho para quien las recibe, que merecen una remuneración para quien las realiza.
Duarte manifestó que aún existe una mirada sexista sobre las tareas de cuidado, que dictamina que las mujeres tienen la obligación de cuidar. Por otro lado, la clase social determina que se pueda acceder al cuidado profesional o no. “En las clases altas hay una o varias personas encargadas, como quien cocina, quien limpia, el jardinero. Hay distinto personal que realiza esas tareas. Aún así, la madre es quien tiene que ver que la mochila esté preparada para el día siguiente de clases, es quien fiscaliza que todo funcione. En las clases menos privilegiadas, estas tareas son realizadas en su mayoría por mujeres. Lo que limita muchísimo sus posibilidades de inserción laboral”. Comentó Duarte. Debido a esto, la columnista hizo hincapié en la importancia de las políticas de cuidado para igualar el acceso a ese derecho, y para que las mujeres tengan mayor igualdad en el mercado laboral.

La columna

-Una vez que un país suscribe a los derechos humanos se compromete a alcanzar las metas establecidas en esos derechos y sus normas, que tienen dos características principales: una es la progresividad, o sea que son leyes que tienen que ir avanzando y profundizando esas metas, y la no regresividad, es decir, que esas normas, no solamente tienen que evolucionar, profundizando el trabajo del Estado para garantizar determinadas cuestiones, sino que además no puede volver hacia atrás. Estas son cuestiones a las que se obliga a un Estado cuando firma la carta de los derechos humanos, todos los documentos y protocolos de la ONU, de los cuales la Argentina es signatario. En ese marco, y también, abordando uno de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU, el objetivo número cinco, que tiene que ver con la igualdad de género, hay un objetivo planteado también en la norma argentina hace muchos años, y que recién en este momento está empezando a tener un andamiaje completo en el caminar de las instituciones. En primera instancia, la Ley de Contratos de Trabajo, que fue sancionada en el año 1974, y se promulgó en 1976. Hace escasos dos meses se reglamentó el artículo número 79 que establece la obligatoriedad de los espacios de cuidados para los empleadores.Esto quiere decir que aquellas empresas que tengan más de 100 empleados, deben tener un espacio de cuidado para la primera infancia. La misma se considera como la edad que va de los 45 días hasta los tres años de vida. Y para aquellas empresas que no cuentan con ese número de empleados, por lo que no sería viable contar con un espacio propio, abonar a los trabajadores el 50 por ciento del valor de un espacio de cuidado. Esto tomó 45 años en reglamentarse. Hablábamos de las normas que se van sancionando y que luego implican la necesidad de nuevas normas que vayan complementando información para garantizar los derechos humanos para todos. Este es uno de los grandes ejemplos. ¿Este derecho no se cumple porque hay un descuido generalizado, por algo intencional? No. Esto ocurre debido a que hay una mirada sexista sobre los roles, específicamente sobre los roles de cuidado, que determinan que las mujeres tenemos la obligación de cuidar. Es nuestro deber. Entonces no hay ninguna necesidad de resolver esas cuestiones porque para eso están las madres. Esto está tomado dentro de los objetivos de desarrollo sustentable para 2030, porque es un factor condicionante de la posibilidad laboral de la mayoría de las mujeres. Esto tiene dos perspectivas, una que es el derecho laboral de la persona que cumple con tareas de cuidado. Esto quiere decir que si una enfermera trabaja en un hospital recibe un sueldo y también realiza tareas de cuidado. Las tareas que realiza en su casa, que también son de cuidado no tienen una remuneración, pero también son tareas de cuidado. Ese tiempo que cada persona le dedica a las tareas de cuidado tiene un valor económico. Hace muy poco tiempo economistas feministas cuantificaron ese tiempo. Esa cuantificación empieza con unas encuestas que se realizan a nivel internacional, que en este momento está desarrollando el Indec en nuestro país, que son las encuestas del uso del tiempo. Las mismas buscan establecer la proporción de horas que una persona le dedica al día a tareas de cuidado, ya sea remunerado o no. Tengamos en cuenta también que en una enorme mayoría, cercana al 90 por ciento, que en los hogares monoparentales los niños están con la madre y no con el padre. Hay algunos casos donde el niño convive con el padre, pero en su gran mayoría, las jefas de hogar, el sostén de hogar está constituido de mujeres, que a su vez tienen que ejercer tareas de cuidado, y que deben salir a trabajar también. ¿Cuántas limitaciones establece esto? Pensaba en una situación que me relató una amiga trabajadora social. En una reunión que realizaron los trabajadores sociales dieron cuenta de que las mujeres se encuentran con más problemas para conseguir trabajo que los varones, que tienen muchos trabajos a la vez, que no les alcanza el tiempo para cubrir la demanda que tienen. No así las mujeres trabajadoras sociales. Una de las cuestiones fundamentales es que cuando las mujeres van a realizar una entrevista laboral les preguntan si tienen pareja, si piensan tener hijos. Preguntas que a los varones jamás les hacen. Es algo que ocurre en todas las áreas de la economía, y es un factor que determina que las mujeres tengamos menos remuneración por la misma tarea que los varones. Se supone que los hombres tienen una vida más estable en ese sentido, porque como no va a parir no va a necesitar licencia por maternidad, por reposo, si tiene un problema en el embarazo. Problemáticas que se ven como una carga en la vida de la mujer.

-¿Esto ocurre en todo el mundo?
-Así es. Las encuestas del uso del tiempo dan una proporción, pero es una proporción que no se puede evaluar de forma genérica, porque en los distintos estratos sociales se presentan diferencias. Por ejemplo, una familia con muy buen pasar económico puede pagar a alguien especializado para realizar esas tareas. Cuando hablamos de cuidado hablamos en primera instancia de los niños. Porque eso existe desde el año 1974 en una ley argentina que nos rige hasta el día de hoy. Una ley que tuvo muchas modificaciones y que recién ahora se reglamentó. Hay otras instancias en las que una persona puede necesitar tareas de cuidado, como cuando alguien tiene una discapacidad, transitoria o permanente. También, los adultos mayores. Personas que a partir de determinada edad necesitan algún tipo de apoyo para tener una vida lo más normal posible. Cuando hablamos de casos de discapacidad también hablamos de accidentes, enfermedades que incapaciten por un tiempo. Durante el cual se necesita a alguien que se ocupe del cuidado de la persona, cuidado que tiene derecho a recibir. Por eso planteaba hace unos minutos que esto tiene que ver con dos aspectos de los derechos: por un lado, los derechos de las personas a percibir un sueldo por las tareas de cuidados que realizan, y por otro, que todas las personas tengamos derecho a ser cuidados con cuidados de calidad siempre que lo necesitemos. Las familias más pobres siempre tienen que arreglarse dentro de la familia, o con un vecino para cumplir estas tareas de cuidado. Son personas que no pueden darse el lujo de pagar a alguien externo. Así y todo, quien está dando una mano está ejerciendo tareas de cuidado por las que otras personas cobran un sueldo. En eso hay una clara inequidad. Establecer el tiempo ocupado en tareas de cuidado permitió establecer la enorme brecha que hay en los roles que desempeñan hombres y mujeres en las casas. Que también tiene que ver con una cuestión de clase. En las clases altas hay una o varias personas encargadas, como quien cocina, quien limpia, el jardinero. Hay distinto personal que realiza esas tareas. Aún así, la madre es quien tiene que ver que la mochila esté preparada para el día siguiente de clases, es quien fiscaliza que todo funcione. En las clases menos privilegiadas, estas tareas son realizadas en su mayoría por mujeres. Lo que limita muchísimo sus posibilidades de inserción laboral. No solamente no percibe un salario por esa tarea que realiza, porque es lo natural, lo que tiene que hacer, es su obligación como madre -algo que es muy común escuchar- pero esto también limita su inserción laboral porque esas horas de trabajo le impiden hacer otra tarea, siempre en las clases de menos recursos económicos. Es interesante ver que esta es una temática que recién ahora se está visibilizando seriamente. Lo que planteó el Estado Nacional hace unos meses de reconocer un año de aportes a cada mujer por cada hijo que haya criado es un avance en ese sentido, porque aunque no haya habido aportes en esos años, porque es trabajo no remunerado, el Estado asume que ese aporte sí se realizó. También hay nuevas instancias que se están abriendo en el país y en la provincia. La provincia está avanzando muy seriamente en la creación de espacios de primera infancia. Quienes desarrollan este tipo de políticas dicen que hay que articular cuatro patas. Que son el Estado, la comunidad, la familia y el mercado. Dependiendo de las condiciones socioeconómicas de las familias, el Estado debe articular esos elementos para aportar a cada familia el tipo de cuidado que requieran. No solamente para garantizar que toda persona que realice tareas de cuidado pueda recibir ingresos por eso, sino también para garantizar que las personas que requieren cuidados, ya sean niños de primera infancia, las personas con discapacidad -tanto transitoria como permanente- como los adultos mayores puedan contar efectivamente con cuidado de calidad. Ni siquiera si un familiar es responsable del cuidado, se puede hablar de cuidado de calidad porque muchas veces esto genera frustración, enojo, un montón de cuestiones que no hacen bien al vínculo familiar. Si esa voluntad y el vínculo existe en buena hora se puede realizar el cuidado, algo que merece remuneración. Y si ese vínculo no existe, por ejemplo, si vivimos en otro lugar y no tenemos a ningún familiar, y se sufre un accidente que genera una discapacidad no hay nadie para que cuide a la persona. Esto pasa mucho con la gente que viaja para estudiar o para buscar trabajo en otros lugares. Todos deberíamos poder tener acceso a los mismos derechos de ser cuidados con calidad y con gente capacitada para ese fin.

-¿Ves viable que esto se aplique? ¿Cómo pensás que va a reaccionar el Estado?
-Me parece que hay una trampa con ese tema, porque cuando interviene el Estado en algunos ámbitos siempre se habla de competencia desleal. Que en realidad no es así porque las clases menos favorecidas no van a acceder a esos servicios nunca. No tienen condiciones para hacerlo. No hay una disputa. Es una tarea del Estado establecer con parámetros concretos cómo tipificamos cada tipo de cuidado, y qué familias requieren qué tipo de articulación para mantener esas cuatro patas que mencioné. Cada situación específica debe ser evaluada de manera específica, y el aporte que hace el Estado a esa persona no es solamente económico, sino en el diseño de cuidados. Todas las personas no tenemos las mismas condiciones. Si alguien está solo y tiene buen pasar económico, y puede aportar a ese sistema, lo debe hacer. Las personas que no tienen recursos tienen derecho a ser cuidados. Pienso específicamente en ciertas patologías que mientras están en vigencia son incapacitantes y que si no tienen un cuidado y un tratamiento adecuado pueden implicar un deterioro de la salud a futuro. Mientras que con un buen tratamiento y acompañamiento esa persona puede tener una calidad de vida normal el resto de su vida. Es determinante el cuidado que una persona con discapacidad pueda tener para superar esa situación o agravarla. Acá hay una cuestión netamente de derechos humanos, que corresponde al Estado diseñar políticas en este sentido. Parte de ese diseño es claramente el mercado. Que deberá articular con el Estado, teniendo en cuenta los otros dos factores en cada situación. Hay guarderías comunitarias, centros comunitarios para adultos mayores. Hay un montón de herramientas que se pueden articular de una manera coherente que vaya en bien de todos.

-¿Ya se está avanzando en estas cuestiones?
-Sí se están inaugurando espacios de primera infancia en la provincia. Algo que se concatena con políticas de la educación que viene llevando adelante la provincia. Esa pata estaba faltando. Esa primera infancia determina de manera definitiva la vida de los niños. Si no tienen una buena asistencia en ese tiempo es muy delicado lo que puede pasar. Por normativa internacional, los espacios de primera infancia deben trabajar fundados en una mirada pedagógica. No con una mirada de salud, o solamente de resguardo. Sino que la persona presente sepa de la cuestión y esté preparada para cuidar adecuadamente.

-¿Qué es un espacio de primera infancia?
-Es lo que llamábamos guardería y jardines maternales. Ahora los espacios de primera infancia se denominan así porque anteriormente el nombre hacía referencia a un lugar donde depositar a los niños. Parecía que la persona que cuidaba a niños pequeños no necesitaba tener ningún tipo de capacitación. Sin embargo, es una etapa de tanta sensibilidad en el desarrollo psicoafectivo de los niños a futuro, por lo que es indispensable que la capacitación sea buena y esté sustentada en estos parámetros internacionales.