No hay ola amarilla en el mapa político de la Argentina ya que Juntos por el Cambio, que ganó las Paso en 16 distritos, obtuvo 2 millones de votos menos que en 2019. Si bien el Frente de Todos perdió 6 millones, esos votos no fueron a ninguna parte. Son “no votos” o en blancos o anulados. El Presidente salió a decir que va a escuchar el mensaje pero la única manera de llegar a todo el territorio es acordando con los gobernadores sin imponer miradas desde Buenos Aires o vetos a demandas como la Zona Aduanera Especial. Recordar lo que sucedió en la segunda vuelta de Scioli. En Misiones JxC ganó el domingo con la suma de todas las listas, mejorando levemente las elecciones de 2019, pero el precandidato más votado quedó a 121 mil votos de los candidatos de la Renovación que, se sostiene así como espacio disruptivo de la falsa opción de la grieta. Mientras, el kirchnerismo perdió 130 mil votos en Misiones.
Lunes 13 de septiembre de 2021. No hubo “ola amarilla” en el pronunciamiento popular de ayer en las elecciones primarias celebradas en todo el país. Tampoco hubo un voto castigo al gobierno nacional ni a los gobiernos provinciales. Los números están revelando algo que el Presidente entiende como advertencia, pero al mismo tiempo abre interpretaciones diversas al triunfalismo o al negacionismo. Otra vez hay una cuestión federal que no termina de entenderse en las conducciones de los partidos nacionales.
Yendo por partes: en política, como en todas las ciencias sociales, como no puede haber experimentos de laboratorio, no queda otra que leer las tendencias para interpretar el sentido de los acontecimientos. No alcanza con una foto.
El despliegue del mapa político argentino pintado de amarillo con algunas islas celestes para ilustrar el resultado electoral de ayer es utilizado para instalar la metáfora de esa “ola amarilla”. Lo mismo se reprodujo aquí en Misiones con el amarillo pintando todo el largo de la ruta 12.
Es cierto que Juntos por el Cambio fue la alianza más votada en 16 distritos y el resultado de las elecciones se acata y si, las primarias definieran los cargos, el macrismo incrementaría su representación en las dos Cámaras del Congreso de la Nación. En Misiones consagraría dos diputado. En eso no hay interpretación que valga.
Pero no hay ola amarilla en el orden nacional por la sencilla razón de que JxC obtuvo 2 millones de votos menos que en 2019. Los números son transparentes: de los 10.811.586 millones de personas que lo respaldaron hace dos años, ayer se redujeron a 8.850.543 de votos, caudal muy parecido a las paso de ese año en la categoría diputado nacional.
La virtud de JxC fue sostener el porcentaje aproximado en 40% de respaldo del electorado, voto leal que no alcanza para generar expectativas ya que ese porcentaje no toma en cuenta la cantidad del padrón que concurrió al acto electoral y se vería reducido al 30% si se contabilizara todo el padrón. De todos modos, la tuvo fácil. En el rol de oposición exacerbada en los límites de la institucionalidad, no tuvo que pagar ningún costo político por las anomalías que generó la pandemia.
Ni triunfalismo ni negacionismo
El triunfalismo de un lado y el negacionismo del otro son actitudes opuestas que se quedan en el mundo de la pseudo concreción y que inexorablemente se quedan en la interpretación de los fenómenos sin indagar en las causas subyacentes que los producen.
Anoche, alrededor de las 20.30, cuando en el bunker de JxC se veían caras largas porque se tenía la información de una derrota, que era de triunfo para el FdT, en las dos señales de cable emblemáticas de la grieta, TN y C5N, Joaquín Morales Solá y el Gato Sylvestre, sin proponérselo dieron una clase magistral de la manipulación con que se maneja la información en los medios. El columnista estrella de La Nación, salió a convencer de que las paso no definen nada, que sólo operan como una gran encuesta. Al mismo tiempo, en C5N se afirmaba que el pueblo había plebiscitado la gestión de Alberto Fernández. Verlos cambiar de argumentos después, cuando se conocieron los resultados oficiales, puede servir como clase práctica en la carrera de Comunicación.
Si no hubo “ola amarilla”, ¿cuál es el sentido, entonces, del pronunciamiento popular de ayer?
El Frente de Todos, de 12.205.085 de argentinos que lo respaldaron hace dos año sólo logró el apoyo de 6.861.922 sumando los votos a diputado nacional de todas las provincias.
¿Dónde fueron a parar esos votos?
No se puede hablar de “voto castigo”, porque JxC sólo logró sostener sus votos propios y el crecimiento de la izquierda tiene causas más profundas. De 579.228 votos en 2019 ayer logró el respaldo de 1.294.268 de argentinos, sumando todos los distritos, siempre en la categoría diputado nacional. No se vota a la izquierda para castigar a nadie porque la izquierda no es meramente testimonial sino que está construyendo identidades en el seno de las organizaciones de trabajadores y populares.
¿Puede haber un voto suicida como sostiene Jorge Alemán o que gente votando a sus verdugos como dicen en Podemos de España?
Son fundamentos que abren especulaciones al negacionismo. No es la actitud asumida en el bunker del FdT por el presidente Alberto Fernández.
Pero ¿a dónde fueron los 6 millones de votos que perdió el oficialismo?
A un no lugar. Esos votos no se materializaron. Sumando la abstención y los votos en blanco, nulos e impugnados, se llega al 40% del total del padrón.
Allí está el mensaje. Advertencia para el Presidente. La mayoría de los analistas toman del discurso de Fernández el reconocimiento de errores y la voluntad de corregirlos.
Se dice que no alcanzó con el plan de vacunación y se ponen sobre la superficie el incremento de la pobreza, la inflación indomable, el desempleo, y las restricciones externas que ponen a la divisa en el centro de la puja por el ingreso.
Como dice Raúl Timerman: el riesgo de las democracias en América Latina no son ni los Milei ni las Bullrich, sino la incapacidad de los gobiernos populares de dar respuestas a las demandas de los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Alberto dice haber escuchado el sentido del pronunciamiento de las urnas. Es donde aparece la cuestión del método y otra vez el amarillo extendiéndose por las provincias argentinas.
Descubriendo las provincias
El gobierno de Mauricio Macri no fue precisamente federal. Nunca podrá ser federal un gobierno que aplique recetas neoliberales. Puede sí favorecer la disgregación nacional, por ejemplo desregulando la explotación de los recursos naturales, como el río Paraná o el litio, el gas y cualquier recurso estratégico para el desarrollo nacional. Pero eso no es federalismo.
Anoche, sin embargo, el resultado en las provincias que renuevan las bancas del Senado de la Nación, aunque según Morales Solá antes de las ocho de la noche, no definen nada, despertó en el mismo analista, después de las 21 horas, expectativas de romper en el Senado el quórum propio del FdT.
De repente, las provincias ganan la atención de los porteños.
Hace un tiempo, mirando los números, en Misiones Plural publicamos una nota para desocultar mitos construidos en las interpretaciones del pronunciamiento popular de las elecciones 2015 que consagraron presidente a Mauricio Macri.
La más difundida, porque los números están en la superficie es afirmar que Macri ganó por los votos de Córdoba, donde obtuvo una diferencia de 930.829 votos en noviembre.
Hay una obviedad en la afirmación. Se hace la cuenta entre los 12.988.349 votos de Macri en todo el país contra los 12.309.575 de Daniel Scioli. Macri ganó las presidenciales por 678.774 votos.
Con un falso silogismo se llega a una conclusión errónea. Silogismo:
-Macri ganó en Córdoba por 930 mil votos.
-Macri ganó las presidenciales por 678 mil votos.
-Entonces Macri ganó las presidenciales gracias a Córdoba.
El silogismo tiene la cadena deductiva válida, pero las premisas contienen lagunas de información. La conclusión: Macri ganó gracias a Córdoba es una falacia.
Con más datos en la primera premisa del silogismo cordobés, se podría afirmar que no fue Córdoba sino el Norte Grande.
Al repasar los resultados de octubre de 2015 y compararlos con los resultados de noviembre, de ese año en 10 provincias del norte argentino, Macri sumó en el balotaje 1.077.296 votos más que en la primera vuelta. Se podría concluir entonces que fueron los votos de Catamarca, Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, Salta, Tucumán y Santiago del Estero los que le dieron el triunfo a Macri.
Para no abundar en números que están a tiro de cualquiera en google, destacábamos entonces que en Misiones, en las elecciones de octubre, Scioli obtuvo 403.671 votos y Macri 149.940. Hay que destacar que ese año, las elecciones provinciales coincidieron con las nacionales. El pronunciamiento popular consagró a Hugo Passalacqua y Herrera Ahuad con el 64% de los votos. Pero en la segunda vuelta, Scioli perdió algunos votos y obtuvo 388.910 mientras Macri 280.762 votos. Una diferencia de 130.822 votos, que en porcentaje, representa un crecimiento de 87,2%.
En Formosa, donde Scioli también sacó menos votos en la segunda vuelta que en octubre, el crecimiento de Macri fue de 48.742 votos a 116.725, un crecimiento del 139,4%. Y en Corrientes, que el Frente para la Victoria le había sacada una diferencia de 115 mil votos en la primera vuelta, en el balotaje Macri creció el 79% y Scioli perdió el 15%.
Entonces interpretábamos que el millón de votos de más que Macri obtuvo en noviembre con relación a la primera vuelta en el norte argentino, estaba vinculado a la actitud de la militancia. Con los resultados provinciales definidos en octubre el balotaje quedó supeditado al arrastre de la onda nacional.
Este repaso no es meramente un ejercicio histórico sino el repaso de un método. No se pueden manejar desde Buenos Aires las elecciones provinciales. No se pueden manejar las elecciones sin las redes de contención de los partidos, dirigentes de base ni militancia.
Simplificando: si Alberto Fernández asume el resultado electoral como una advertencia y promete “escuchar” al pueblo, institucionalmente el camino más corto es acordar con los gobernadores, pero de igual a igual, sumarlos a la toma de decisiones y no andar vetando. El veto a la Zona Aduanera Especial es una demostración contraria a la escucha.
Las paso y el espejismo en Misiones

Es el contexto en el que se registra el resultado de las paso en Misiones.
La baja participación electoral obliga a hablar de cantidad de votos y no de porcentajes para leer la tendencia.
Juntos por el Cambio logró el mayor respaldo con el voto 243.295 misioneros, el Frente Renovador de la Concordia obtuvo 197.494 votos y el Frente de todos con 107.239 votos.
Hablamos de cantidad de votos y no porcentajes para que la tendencia sea más clara.
En 2019 JxC, con Macri en la boleta había obtenido 225.232 votos, es decir que logró sumar 18 mil votos aproximadamente.
El FRC en 2019 sumó 191.876 votos, es decir que ayer sumó 6 mil votos aproximadamente.
La caída estrepitosa es del FdT ya que hace dos años, con los Fernández en la boleta, tuvo el respaldo de 234.404 misioneros. Perdió 125 mil votos, más de los que obtuvo.
Y como en el orden nacional cabe la pregunta: ¿a dónde fueron esos votos?
El Partido del Obrero sostuvo el caudal electoral alcanzado en junio y subió a 19.957, mientras que Libertad, Valores y Cambio (la expresión emparentada con Milei en Misiones) sumó 19.177.
La doctrina Morales Solá rescata la mirada de que el resultado de las paso podría ser un espejismo tanto para Juntos por el Cambio como para el Frente de Todos.
No es el único que se detiene en analizar las tensiones al interior de las alianzas y de la lealtad de los votantes. Dijimos que metafóricamente, se asemejan a un cuerpo inyectado con esteroides anabólicos, inflado con músculos artificiales.
Martín Arjol se ganó la postulación a encabezar la lista en noviembre. Por la cuestión de género será acompañado por Florencia Klipauka que integraba la lista de Pedro Puerta.
En el camino quedaron las aspiraciones de Gustavo González, de Martín Goerling y Walter Kunz. Estos dos del PRO sumaron 64.301 votos y quedaron por debajo de Puerta que obtuvo 67.915 votos y muy debajo de la UCR que sumó 110.327 votos.
En el FdT la elección entre las tres listas fue más pareja. Isaac Lenguaza se ganó el lugar de presidir la lista en noviembre con 41.552 votos. Lo secundará la dirigente social Graciela de Melo que obtuvo 34.408 votos que logró imponerse a la lista “oficial” encabezada por el ex rector de la Unam, Javier Gortari, que a pesar del respaldo de La Cámpora salió tercero con 31.279 voto.
Por supuesto que los dirigentes de los frentes afirmarán públicamente que trabajarán para el ganador. Pero no es lo mismo. No es lo mismo para la militancia tampoco. Pregúntele a Scioli lo sucedido en 2015. Los ganadores se achanchaban y los perdedores se borraban.
El resultado de ayer vuelve a poner a la Renovación como el espacio disruptivo de las opciones que impone la grieta. Sus candidatos, Carlos Fernández y Claudia Gauto llegaron con lista única. Tienen su propia caudal de votos en casi 200 mil votos.
El resultado es para indagar con más profundidad. Repitió casi el 2019 cuando con el desafío de la boleta corta logró sostenerse de igual a igual con la onda nacional de la grieta que forzaba la opción K anti K, Macri o Kirchner. Con toda esa furia nacional, la identidad renovadora consolidó su espacio de representación.
Si entonces las chances electorales era de tercios, hoy con la caída del FdT, la Renovación se vuelve a convertir en el único espacio político para que la provincia no vuelva a caer víctima de un gobierno neoliberal que reduzca el espacio público.