El autor de estas líneas recuerda a Néstor Kirchner con nostalgia. Se pregunta cuán distinto sería todo si siguiera vivo. «Sentimos estar solos. Fueron tiempos heroicos aquellos, que nos devolvieron la Esperanza y la Dignidad. Una época que no volveremos a vivir, pero que tuvimos el privilegio de gozar intensamente», reflexiona.

Por Silvano Pascuzzo

Miércoles 27 de abril de 2022. Veníamos de una militancia fallida, frustrante y dolorosa, allá por 2003. Con Juli estábamos cansados de la Política y los políticos. El final de la Alianza había sido traumático para nosotros, y en especial para ella. ¿Qué vendría ahora? ¿Qué pasaría con el país y con nosotros?
Nos caía bien Rodríguez Saa. Había tenido gestos iniciales audaces. Pero Duhalde lo volteó enseguida y se puso él la banda presidencial. Todo era caótico y tumultuoso. No nos cerraba. Y claro, de a poco nos estábamos retrayendo en lo familiar y privado. Nos mudamos y cerca de las respectivas familias, hicimos de la casa, un bastión de alegría y felicidad. Hasta un gato – Ulises – se incorporó a la cotidiana, querible, desafiante y compañero.
Yo dudaba. Mi viejo me decía: «Hay un Flaco hermoso, de Santa Cruz, que es setentista, y pinta». Pero a mí – formado en la ortodoxia- eso no me movía el amperímetro. Duhalde gobernaba bien, y Rodríguez Saa parecía una buena opción, al menos contra Menem, que volvía.
Pero no. Un día, en el Centro Cultural Gral San Martín, Néstor vino a una charla debate. Me crucé desde el kiosco que teníamos enfrente, y lo escuché sorprendido. Había clima militante en esa sala, emoción y mística. Fue un primer contacto.
Después Duhalde lo eligió, y como quería yo evitar un ballotage entre el Turco y López Murphy, decidí que lo votaría. Y así fue cómo, ese 27 de abril de 2003, con Juli fuimos a votar. Ella en la Escuela Santa Rosa, en la calle Sarmiento y Montevideo; yo en el complejo Costa Rica, de Constituyentes y Chorroarin. Mis viejos se juntaron con nosotros ese día, y después fuimos de Silvia y Ricardo. Ahí fue que vimos los resultados, sentados en la cocina.
Sus prineros meses fueron una revelación. Me fueron convenciendo. Pero el día de la Asunción y esa propuesta de «tener un sueño», me encantaron, nos encantaron. Hasta mi vieja – gorila – lo empezó a bancar. Y en la Esma, esa tarde épica, me enamoró, para siempre.
Hoy lo recuerdo con Nostalgia a Kirchner. ¿Qué distinto hubiese sido todo, si hubiese estado vivo? Pero no lo está desgraciadamente. Mi padre, tampoco está y mi Maestro Osvaldo; los dos ultra K. Sus ausencias duelen. Sentimos estar sólos. Fueron tiempos heroicos aquellos, que nos devolvieron la Esperanza y la Dignidad. Una época que no volveremos a vivir, pero que tuvimos el privilegio de gozar intensamente.
Hoy, 27 de Abril de 2022, a 19 años del inicio de un proyecto político que cambió nuestras vidas, decimos con orgullo:
Viva Néstor Kirchner.
Ahora y Siempre.

Nota de la redacción:

El 27 de abril de 2003, los argentinos eligieron al Presidente Constitucional para el período 2003 a 2007, y reemplazar así a Eduardo Duhalde que asumió la presidencia en medio de la crisis económico político y social de diciembre de 2001, elegido por el Congreso y no por el voto popular. Duhalde debía completar el mandato constitucional de Fernando De la Rúa, que culminaba el 10 de diciembre de 2003.
El presidente Duhalde, a cargo del Ejecutivo, adelantó las elecciones y la entrega del mando, que se concretó finalmente el 25 de mayo de 2003, para finalizar el 10 de diciembre de 2007 y así recuperar la históricca fecha de asunción de los presidentes, inaugurada el 10 de diciembre de 1983 por Raúl Alfonsín.
En 2003, el peronismo presentó tres candidatos: Carlos Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá. El radicalismo llevó también a tres referentes de entonces: Leopoldo Moreau por la propia Unión Cívica Radical; Elisa Carrió por Afirmación para una República Igualitaria y Ricardo López Murphy por Recrear para el Crecimiento.
Menem ganó esa elección (con el 24.45% de los votos) pero al no superar (siquiera alcanzó) el 45% de los votos, o el 40% con una diferencia superior a los diez puntos con el segundo, los dos candidatos más votados -Menem y Kirchner- iban al balotaje. Las rápidas adhesiones de los perdedores en favor de Néstor Kirchner, para evitar que el neoliberalismo de Carlos Menem vuelva al poder, llevaron a este a bajarse de la segunda vuelta, facilitando así la asunción directa de Kirchner, que llegó a la presidencia con solo el 22,25 por ciento de los votos (ese año, la participación fue del 78,21 por ciento).
Los tres del radicalismo sumaron en aquel entonces el 32,7 por ciento de los votos y el resto de los candidatos, todos juntos, no superaron el 2 por ciento.
El 14 de mayo de aquel año Menem anunció que no se presentaría al balotaje y la junta electoral declaró a Kirchner como presidente electo. Asumió el cargo el 25 de mayo de 2003 y gobernó hasta el 10 de diciembre de 2007, cuando entregó la presidencia a su esposa, Cristina Fernández, quien cumplió dos mandatos constitucionales, hasta diciembre de 2015.