En los cambios generales desde lo social, que viene atravesando a todas las sociedades, emergen también nuevas masculinidades. “Así, en plural”, con efectos en la vida de los hombres. Hay un histórico eje de masculinidades, plantea, que dejó cimiento y violencia en la vida masculina y de la sociedad. Son culturas aprendidas y no tienen nada que ver con lo natural, sino que fueron naturalizadas por la cultura, aunque se pueden desaprender. Para ello, hay charlas, iniciativas, propuestas escolares y un espacio, incluso, en Plural TV que pretenden exponer y desarmar la masculinidad hegemónica entre varones. Plural TV es un programa de Canal 4 Posadas que se emite los lunes de 19 a 20 horas.
Miércoles 1 de junio de 2022. “¿Por qué hablamos de nuevas masculinidades? Nuevas por un lado y masculinidades en plural. La idea de fondo de utilizar esta etiqueta tiene que ver con dar cuenta de que hay cuestiones que vienen cambiando a lo largo del tiempo. Con lo cual podemos pensar en el eje generacional de las masculinidades. Cómo fueron las masculinidades de nuestros padres, las que aprendieron, nos enseñaron y a su vez de nuestros abuelos. Vamos a ver que se vienen dando cambios a lo largo del tiempo. Hablar en plural de masculinidades da cuenta de que se están intentando generar alternativas a aquella masculinidad que se conoce como hegemónica”, explicó Jorge Ríos en su columna de Plural TV -programa periodístico de Canal 4 Posadas-.
También se refirió a la masculinidad tóxica, es decir, “esa masculinidad hegemónica que tiene algunos rasgos, elementos, muy relacionados con la violencia; la de género y la violencia en general. Esa masculinidad hegemónica se basa en una serie de ideas que la sustentan, que hemos aprendido desde chicos. Estas ideas son las que se conocen como mandatos de masculinidad”. La columna recordó aquellos mandatos de masculinidad como que “los hombres no lloran”, que deben ser fuertes y no mostrar debilidad; ser dominantes, proveedores. Son mandatos que terminan funcionando como guiones básicos de comportamiento en tanto varones, expresó.
Ríos expuso que son papeles que no son naturales, sino que están naturalizados por la cultura, por eso se puede ver cómo cambian de una época a la otra. Por lo cual se pueden desaprender. A ello apuntan las distintas iniciativas que tienden a trabajar la masculinidad hegemónica entre varones, como la ESI.
Ríos dijo que, a causa de esos mandatos, los hombres son más reticentes a atender su salud. “Si tenemos algún problema generalmente llegamos a la atención médica cuando estamos muy mal. Entonces descuidamos las cuestiones de prevención, o de atención más inmediata de la salud porque pensamos que es un rasgo de debilidad”.
También mencionó una estadística que alarma: mueren más varones que mujeres en accidentes de tránsito, porque andan a mayor velocidad, por una tendencia a ser más arriesgados para demostrar su hombría al manejar. También observó que hay más suicidios de varones que de mujeres debido a una dificultad mayor que las mujeres a atender su salud mental, a causa de que existen mandatos como “los hombres no lloran, no muestres tus emociones”.
Por último, Ríos comentó que se están realizando charlas sobre esta cuestión desde las universidades, con la capacitación en la Ley Micaela, y desde el Concejo Deliberante de Posadas; en una charla taller en la cual está como facilitador junto a Mariano Antón.
La columna
Voy a comenzar a abordar lo que se conoce como nuevas masculinidades. Digo comenzar a abordar porque es un tema del que se puede desarrollar mucho, y quizás hoy sea la primera entrega de una serie de columnas. A mí me gustaría que así fuera. Este es un tema amplio, relativamente novedoso. Y ya desde el nombre en muchos casos genera interrogantes. ¿Por qué hablamos de nuevas masculinidades? Nuevas por un lado y masculinidades en plural. La idea de fondo de utilizar esta etiqueta tiene que ver con dar cuenta de que hay cuestiones que vienen cambiando a lo largo del tiempo. Con lo cual podemos pensar en el eje generacional de las masculinidades. Cómo fueron las masculinidades de nuestros padres, las que aprendieron, nos enseñaron y a su vez de nuestros abuelos. Vamos a ver que se vienen dando cambios a lo largo del tiempo. Hablar en plural de masculinidades da cuenta de que se están intentando generar alternativas a aquella masculinidad que se conoce como hegemónica. Que probablemente, la mayoría de nosotros, quienes nos identificamos como varones, seguramente fuimos sociabilizados en ese marco. De lo que se conoce como masculinidad hegemónica, y que muchas veces nos referimos a esa masculinidad como tradicional y tóxica. Cuando hablamos de masculinidad tóxica, nos referimos a que esa masculinidad hegemónica tiene algunos rasgos, algunos elementos que están muy relacionados con la violencia. No solamente con la violencia de género, sino también con la violencia en general. Si pensamos que esa masculinidad hegemónica se basa en una serie de ideas que la sustentan, que las hemos aprendido desde chicos. Estas ideas son las que se conocen como mandatos de masculinidad. Una de las ideas más fuertes -insisto que esto viene cambiando pero persiste- es que los hombres no lloran. Detrás de esta consigna que la habremos escuchado muchas veces de la boca de nuestros padres. En la escuela, en el club, en los medios de comunicación, en toda la industria cultural con las películas, las series. Detrás de este mandato de masculinidad está la idea de que tenemos que ser fuertes, no mostrar debilidad. Tenemos que ser dominantes. Otro mandato es el de ser proveedores. Hay una serie de mandatos de esa masculinidad que llamamos hegemónica, tradicional, que sustentan a su vez ciertos comportamientos que tenemos. Que vamos aprendiendo e internalizamos a niveles que naturalizamos y que terminan funcionando como nuestros guiones básicos de comportamiento en tanto varones. Esta es una categoría relacional, que quiere decir que todo lo que es ser varón implica todo lo que no es ser mujer. Entonces, imposible pensar lo que es la masculinidad y lo que son los mandatos de masculinidad sin pensar también lo que son los mandatos de feminidad. Entonces, cuando escuchamos cosas como: “no hagas eso porque eso es de nena” nos están marcando esos roles que por supuesto no son naturales, sino que están naturalizados por la cultura. Por eso también vemos cómo cambian de una época a la otra. Debido a que se pueden desaprender. A eso apuntan las distintas iniciativas que tienden a trabajar la masculinidad hegemónica entre varones. Porque el movimiento feminista viene visibilizando las desigualdades, las inequidades que se fundan en una diferencia que tiene un sustrato biológico, y sobre esa diferencia empíricamente corroborable, que es la biología, se funda todo un sistema político de dominación que funda la categoría de género para hacer esta distribución de roles que empieza desde que somos chiquitos. Pensemos, por ejemplo, en una juguetería. Que sigue habiendo jugueterías donde está discriminado, diferenciado por género: “estos son juguetes de varón, estos son de nena. Y si tenés un hijo varón no le compres eso porque es un juguete de nena”. ¿Con qué tienen que ver los juguetes? Con los roles que se espera que se cumplan en la vida adulta. Entonces la muñeca representa el cuidado de los y las hijas. La cocinita la tarea doméstica. Y para los varones autitos y todo lo que tenga que ver con la violencia. Ahí volvemos a este nudo que tiene que ver con la violencia.
-Te introduzco un ícono más: los libros. Estuve observando que en las librería hay libros para chicos y libros para chicas.
-Exacto. Que nos parece natural. La primera reacción es: “obvio si hay diferencias entre nenes y nenas” pero cuántas de esas diferencias tienen que ver con cuestiones biológicas, del cuerpo, y cuántas tienen que ver con lo que socialmente hemos configurado y codificado de esa manera. Y la mayoría de esas diferencias son culturales. Y como decías, si fueron aprehendidas, pueden ser desaprendidas. A eso apunta la ESI. Hay todo un plexo normativo que siempre mencionamos desde esta columna, que vienen haciendo ese esfuerzo. Pero que muchas veces cuesta traducir lo que está conquistado en el plano de lo jurídico, de las leyes, al día a día. Porque las masculinidades y las violencias que acarrean ciertos tipos de masculinidades, que son estas que estamos exponiendo, entran en tensión todo el tiempo con otras personas. Por ejemplo, con cómo nos vinculamos con las mujeres. Si soy un varón heterosexual, cómo me vinculo con mi pareja mujer. Todo lo que entra en juego en el día a día. También podemos considerar cuál es el vínculo con personas de otros géneros. Personas trans por ejemplo. De otras orientaciones sexuales. Por último, con otros varones heterosexuales. Porque este tipo de masculinidad se sostiene en validarse mutuamente entre varones. Podemos pensar en una metáfora en que ser varón es como pertenecer a un club, a un club selecto, de élite, porque ahí es donde se dirimen las cuestiones más importantes. Hay una valoración tácita que hacemos, que es muy fuerte, de considerar que lo masculino vale más que lo femenino. Que ser varón vale más en muchos sentidos que ser mujer. Y que las mujeres no son pares nuestras. Que no son pares de los varones, y esa es la cuestión que está de fondo en la violencia de género, por ejemplo. Pero también es lo que está de fondo en todas las presiones de pares entre varones. Imaginemos un varón, que quizá sea el caso de muchos varones hoy en día, que se encuentra con una pareja mujer, que viene con un discurso feminista que le hace reclamos, en término de: “piropos no, esto no hagas porque es machista, porque oculta violencia simbólica”. Y probablemente tenga razón en todos los planteos que le hace a este varón heterosexual que estamos imaginando. Quien por otro lado tenga grupos de pertenencia como del club, el grupo de fútbol. Podemos imaginar, que por lo contrario, viene a revindicar todo lo que su pareja le reclama. Este varón se encuentra presionado por dos lugares, por un lado y por el otro. Y muchas veces lo que más pesa en eso es la presión de los pares. Porque nos hacen sentir que está en riesgo seguir perteneciendo a ese club donde hay privilegios, si no validamos nuestra masculinidad. Porque no es que nos recibimos de hombres, nos dan el título y podemos relajarnos, sino que esta masculinidad hegemónica nos exige validarnos como varones con cada cosa que hacemos y con cada cosa que decimos. Entonces, si dejo de mandar cierto contenido a un grupo de WhatsApp donde están mis amigos varones, me van a reclamar por qué no mando más eso. Si un día no quiero ir a jugar porque hace frío, me van a reclamar que mi masculinidad está en riesgo porque estoy mostrando debilidad. Si lloro o me emociono me van a hacer gastadas. Porque eso atenta teóricamente a esa masculinidad. Y todo esto es interesante. Acá viene el apoyo, el soporte de la sociología, la psicología, la antropología, la estadística. Que cada vez con más coincidencia muestran la correlación estadística que hay entre los mandatos de masculinidad y por ejemplo la calidad de salud mental y física de los varones. Por ejemplo, a causa de estos mandatos, los varones somos más reticentes a atender nuestra salud. A ir al médico. Si tenemos algún problema generalmente llegamos a la atención médica cuando estamos muy mal. Entonces descuidamos las cuestiones de prevención, o de atención más inmediata de la salud porque pensamos que es un rasgo de debilidad. Estadísticamente, mueren más varones en accidentes de tránsito, porque andamos a mayor velocidad. Somos más arriesgados, estamos demostrando nuestra hombría también al manejar. Y terminamos muriéndonos más en accidentes de tránsito. También hay más suicidios de varones que de mujeres. Son datos estadísticos. La sociología, junto con la estadística, se encargan de demostrar cuando existe una correlación. Por otro lado, la salud mental. Cómo gestionamos nuestras emociones si nuestros mandatos de masculinidad siempre fueron: no llores, no muestres tus emociones. Desde la clínica psicológica esa masculinidad está en crisis. Y los varones tenemos muchos problemas para lidiar con esta situación. Con las presiones de las mujeres, de los grupos de pares que muchas veces son contradictorias. Y muchas veces nos sentimos desorientados porque se escucha a compañeros varones decir: ahora ya no sé más qué se puede decir y qué no se puede decir, qué se puede hacer y qué no. Y mucho miedo, por ejemplo, a las denuncias falsas por violencia de género. Porque hoy en día, considerando todo lo que viene pasando con la cuestión de los femicidios, la justicia también establece cuestiones preventivas. Por ejemplo, que se dicte una perimetral de acercamiento, de manera preventiva, incluso antes de probar que un varón ejerce violencia sobre su pareja mujer. Existe ese miedo. Pero en realidad, también hay datos que nos hablan que menos del uno por ciento de las denuncias por violencia de género son falsas. Entonces, también debemos preguntarnos por qué nos preocupa tanto el honor, la imagen de un varón, cuando hay un bien jurídico muy superior que es la vida de las mujeres. Que estadísticamente es mucho más representativo, en un 99 por ciento más y sin embargo vemos cómo nos preocupa más ese menos del 1 por ciento de las denuncias que son falsas.
-¿Se están dando estas charlas en otros ámbitos, además de las columnas de Plural?
-Sí, hay iniciativas institucionales, desde los movimientos sociales se viene trabajando de manera más artesanal, también desde las universidades. Pero afortunadamente también en esta línea de capacitación en Ley Micaela, como parte de todo un esfuerzo de implementar lo que se conoce como la perspectiva de género en las instituciones. Es una deuda pendiente desde el Estado, porque es muy mínimo lo que se hace en estas cuestiones. Algo que se está implementando desde el Concejo Deliberante de Posadas, es una charla taller a la cual me convocaron como facilitador junto a Mariano Antón que es abogado, con una especialización en perspectiva de género y derechos humanos. En el ámbito del Concejo Deliberante se abrió esta convocatoria a la sociedad. Este tipo de convocatorias siempre cuestan. Incluso al interior del Concejo fue solamente un concejal, esperemos que en próximas charlas puedan asistir más. Hay un impulso de seguir trabajando qué es ser varón, entre varones y teniendo en cuenta esta necesidad que muchas veces ni sabemos que tenemos, de habilitar estos espacios para poder hablar de estas cosas sintiéndonos seguros de que no se nos va a juzgar desde ningún punto de vista.
